Partida Rol por web

Viendo que desde allí el camino estaba difícil, y que los demás estaban discutiendo la posibilidad de ir por otro lado, Jarik decidió bajar -Salid de debajo, que me descolgare por la cuerda. Sic, recoge la antorcha.- Diciendo esto y con cuidado deja caer la antorcha a Sic y se pone a descender.

Viendo el descenso sin incidentes de Jarik, Ishaya comprendió que en la plataforma no había nada de interés, por lo que tocaba decidir por dónde continuar la exploración. Una ocasión perfecta para continuar con la estrategia.....

- Bueno chicos, toca escoger el rumbo.... Por dónde creéis que debemos ir? Quiero opiniones.

Se dirigía a todo el grupo pero su mirada estaba focalizada en Erodel, invitándole a participar. Como siempre que hablaba con sus hermanos quería conocer sus puntos de vista, quería fomentar en ellos un vínculo de grupo, de familia, sin miedo a expresar sus sentimientos ni sus opiniones, fueran cuales fueran. En aquella peculiar "familia" no se imponía nada, se decidía entre todos, y en esa dinámica quería incluir al recién llegado. Ishaya ya lo había adoptado, era otro necesitado que aparecía en su vida, era otra oportunidad de recuperar un alma para la vida.

Sí, muchas veces sus actos y pensamientos rozaban la blasfemia, muchos ortodoxos de la fe de Pharasma no verían con buenos ojos el trabajo que estaba haciendo con esos chicos, muchos los hubiesen abandonado a su suerte porque el sufrimiento en esta vida les sería recompensado cuando llegase el juicio en la otra. Él creía fervientemente en Pharasma pero también pensaba que sus hermanos ya habían sufrido lo suficiente para ganarse mil paraisos, y por tanto ahora se merecían ver el lado bueno de la vida.
 

-Que decepción... si tan solo hubiésemos podido echar un ojo desde ahí arriba. Estábamos tan cerca... 

Sicarius siempre maquinaba, siempre alerta y dispuesto a enfrentarse a cualquier problema que surgiera. Siempre tenso.

-Habría sido un lugar perfecto para reconocer todo el perímetro y montar una fuerte defensa en caso de ataque de toda una manada de lobos.

Viendo la situación controlada se acercó al enano y escuchó, se le daba bien, Sic no era un lumbreras, pero no era estúpido y si muy juicioso. Ishaya pedía opinión de grupo. 

El guerrero confiaba en su espada más que nada en el mundo, ella había ganado batallas en el pasado, batallas importantes. Muy importantes.

El hermano confiaba en la sabiduría, ella le acogió y calmo su alma en el pasado. Ishaya era el más sabio de entre los aquí presentes, le tocaba ser su conciencia.

¿Por donde sería más sensato ir según tú? ¿eh, pequeño hermano mayor?

Le dijo a Ishaya dándole una palmadita en la espalda.

¡Hala, tú la llevas!

Le soltó tan felizmente.

Mientras sus hermanos discuten hacia donde ir, Jarik sale del cuarto y se queda mirando al patio. Los restos a medio masticar están en el centro de su visión. Mira a la puerta que esta más cerca de su posición y piensa que esa es tan buena cómo la otra. Le parece bien que se decida entre todos donde ir, ya que es bueno estar unidos, y esa es una acción que hace que la gente se sienta apreciada. Así que se acerca y hace el comentario, más que nada para participar en la reunión que para otra cosa. Tal vez la intención de Ishaya sea la de integrar al nuevo muchacho así grupo.

-Bueno, yo creo que la opción más rápida es ir a ésta que está más cerca.-

Dice mientras apunta con el dedo a la puerta que esta al norte.

Ishaya se quedó mirando a Sicarius con una expresión de fingida indignación, al humano no le gustaba pensar ni tener que decidir, había asumido que su papel en la vida era ser un montón de músculo descerebrado y orgulloso con el único propósito de ser el mejor en el arte de la lucha. Sus pullas resbalaban sobre la firme determinación del enano, cuya única pretensión era hacer comprender a aquel fanfarrón de fachada que había otro mundo más allá de su espada.

- Lo más sensato sería irnos a casa, descansar y dejar tranquilo este monasterio perdido, donde no encontraremos lo que salimos a buscar. Pero el destino tiene otras cosas pensadas y parece ser que nos impulsa a explorar esta zona con el propósito de evitar más salvajadas como la que sufrió aquel pobre del patio.... Querido Sic, el guerrero perfecto usa todos los músculos de su cuerpo, no menosprecies el más importante. En esta vida hay dos tipos de hombres: los que se dejan llevar como borregos y los que se hacen dueños de su destino. Reflexiona, aunque te cueste, a que clase te gustaría pertenecer.

Sin darle ni medio segundo para la réplica, seguro que mordaz y zahiriente, se giró hacia los que aún no habían intervenido:

- Lyria, Erodel....

Los ojos verdes como la hierba joven miraban al enano. No se podria decir que lo traspasara, como siempre sucede con las miradas de Erodel, esta vez, parecía, y solo parecía, que había algo de vida en ellos. Luego, se giró y miro hacia la pared norte, alli detuvo su mirada unos instantes y después hizo lo propio con la pared occidental. Se presentaba un drama para el niño, pues no creia recordar nunca que nadie le hubiese hecho participe de tomar decisiones sin que mediara su vida o la de los demas en ello. Aquellas gentes, mas bien el enano, hablaban con el como si fuese un igual, no huian de el, que era lo comun, ni lo expulsaban, ni lo trataban como los perros tratan a los animales salvajes, a dentelladas... aquellas gentes parecía que lo... que palabra buscaba su mente? había algun termino para aquello? admitian? aceptaban? Su memoria, su mente, lo que guiaba sus actos, se encontraba confusa ante aquello, sin embargo, algo, no se sabe el que, lo instó a decir algo:

- Cualquier puerta de estas es igual a la otra... - miró al pistolero - él ha dicho lo más logico, probad por esa - y señaló la puerta del norte. Tras las palabras, el niño torció la cabeza a un lado, en un gesto ya común en el, entrecerrando uno de sus ojos. Su mente trabajaba, y su voz salió de nuevo sola:

- Voy a coger mi cuerda y mi garfio. - Y dicho esto se encaminó hacia el hueco de la rota escalera, para destrabar la cuerda y el gancho. Se situó junto a los hombres y comenzó a tironear de la cuerda para desasirla.

Lyria se acercó ante la petición de colaboración y discusión del rumbo a seguir, con el vial en las manos tras haberlo inspeccionado inicialmente: mirando su textura, haciendo una mínima y prudente catación del sabor del líquido interior. Ahora que se acercaba a la luz exterior miraba a través del vial para comprobar el color exacto y captando los destellos para confirmar sus sospechas, según sus conocimientos básicos de las pociones.
Cuando llegó a la altura de sus hermanos, siempre guardando las distancias con el Erodel, les comentó:
- Cualquiera de las opciones es buena, ya que no conocemos la distribución de este recinto, y por lo tanto, no tenemos más información para decantarnos por la opción idónea.
Una vez hecha la aportación, les comentó mientras guardaba el vial en el saco dónde estaban acumulando los objetos que encontraban en el recinto:
- El vial es en realidad una poción de curación. No creo que de gran poder, sino del hechizo más básico de la curación, por mis conocimientos básicos adquiridos en "Nuestra Señora de las Linternas".

Cuando se iba a dirigir hacia el exterior, reparó en las palabras de Erodel, y sintiéndose aún culpable con su comportamiento y con ganas de intentar remendar la situación bajo el aparente marco de integración que había comenzado a instaurar su hermano Ishaya, le comentó a Erodel:
- Permíteme que te ayude.

Se desplazó hacia un lado, e invocando las fuerzas mágicas telequinéticas, bajó el garfio lentamente como si de una pluma se tratase.
- Aquí lo tienes. - Comentó con una sincera sonrisa.

Dicho esto, giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo al patio exterior.

-Todo esta bien así.

El grupo parece estar en forma. Todos actuando como una gran máquina. Con su función principal clara y el beneficio mutuo trabajando para el bien general.

Si que es verdad que la forma de ser de Sic és en ocasiones brusca, y que parece que disfruta sacándolos de quicio. Si que es cierto que el afán de Ishaya por ser comprensivo desespera un poco. Si que es cierto que el recelo de Lyria puede llegar a ser una patada en las posaderas. Pero la verdad es que nunca había estado tan bien con nadie, todos juntos funcionan bien... y los más importante, los aprecia y los quiere a todos ellos.

Y ahora ese chaval, Erodel, el de la mirada perdida, parecía que entraría en el grupo como un engranaje que hacia tiempo que faltase pero hasta este momento no lo hubiesen advertido. No será fácil.Pero la paciencia del amigo enano, las miradas cariñosas e inteligencia aguda de Lyria, y la camaradería que se desprende de los actos de Sic, pueden hacer que el muchacho se una como uno más de ellos.

-Los hermanos perdidos y encontrados

Menciona mientras mira como los demás se preparan para ir a su próxima prueba.... Este es su sitio. Junto a sus hermanos

El niño, mientras tiraba de la cuerda, oyó a la chica, que le hablaba. Al girarse y ver que se acercaba, se la quedo mirando, esta vez si, como antes, como si ella fuese de cristal, a traves de ella. De repente, el garfio se solto "solo" y cayó suavemente a las manos de la chica, que se lo entregó. Aquello fué como una bofetada para el niño. Abrió los ojos y lo los cerró, asi varias veces. A la vista del mundo normal, auqello parecía sopresa, mas no era así, era que había pasado algo que el no había hecho, y su mente no lo procesaba, y sus recuerdos mecanicos tampoco. Si trabas la rueda de un molino con una vara, esta se detiene, hasta que alguien la saca, o se parte. La rueda interna de Erodel estaba atascada, y el no sabía como extraer el palo que la atoraba...asi se quedó, quieto, como muerto, los ojos vacuos y las manos aferredas a la cuerda, alerta por si esta también empezaba a moverse sola...

Al ver al niño del pelo color panocha y de ojos perdidos, Sicarius recordó un siniestro cuento que se contaba en su aldea cuando tan solo era un Zagal:

Hablaban los más ancianos de una granja maldita, una granja con una enorme extensión para el cultivo del maiz. Era un maizal enorme y que escondía una enorme maldad.

Se dice que allí vivían niños . No había adultos. Los rumores cuentan que eran los propios niños los que mataban a todos aquellos adultos que osaban entrar en el maizal. Tenían un líder, Malachai o El Malaka, un niño con el pelo rojizo y de ojos endemoniados.

Pero claro, son solo cuentos, cuentos muy antiguos...

Sicarius se acercó al chaval que parecía patidifuso por el truquito de Lyria. Le dio un par de fuertes palmadas en el hombro y le dijo:

¡Ei, Malachai! no te quedes ahí pasmao y ponte en marcha. De momento vas bien, no la vayas a cagar ahora.

Era su manera de dar la aprobación.

Los cinco desestimaron la idea de ascender al piso superior de la torre, puesto que el riesgo que entramaba dicha tarea podía acarrear más dolor que beneficio. Aun así, la hechicera con sangre de bruja todavía cotejaba las remotas posibilidades de subir a través de la fachada exterior... Tal vez si poseyerá el poder suficiente como para volar...

El clerigo enano, hizo valer la autoridad y respeto que todos sentían por él, manteniendo un semblante templado y sensato. Estaba claro que desde que habían puesto el pie en dicho lugar, todo había jugado en su contra, pues en algún instante se respiró la tensión de perder algún aliado, en combates que se habían mostrado despiadados y cruentos, pero así era la vida en los condados de Ustalav, y almenos podían agradecer a Pharasma que sus vidas no hubieran sido reclamadas por el momento. Ishaya era demasiado sabio como para desfragmentar la fuerza que mantenía unido a aquellos que consideraba sus hermanos, y gracias a su cordura en esas situaciones, conseguía extraer lo mejor de ellos. La llegada de Erodel resultaba una incógnita para él, pero gracias a sus dones sabía que poseía habilidades que menguaban en la compañía, y que de una forma bien reconducidas podías ser de gran utilidad en el fututo más inmediato.

Tras una breve charla, parecía claro que la puerta entreabierta del norte sería el nuevo destino del variopinto grupo. Sicarius cruzó el umbral con la antorcha sosteniendo la antorcha con su mano diestra. Un largo y oscuro pasillo se abría ante él discurriendo de oeste a este, finalizando en una ruinosa estatua, cuya talla representaba un monje enano. En el suelo, cerca de ella, yacía su enorme martillo de piedra junto a los restos de su cabeza. Justo tras él, entró Jarik que al igual que siempre mantenía su pistola de 6 cañones alzada y preparada, aunque la visibilidad del lugar se hallaba bastante reducida. Seguidamente fueron Ishaya y Lyria los siguientes en introducirse en el edificio, mientras que Erodel, era el último en cerrar la marcha.

Haciéndole una seña a Sic, Jarik le indicó su intención de mirar en la primera puerta. No era cuestión de dejar zonas a su espalda que no estuviesen seguras.

Se puso en la parte contraria a las bisagras y le indico que abriera la puerta para tener visión de lo que estuviese detrás. Su pistola estaba en su mano, apuntando a aquello que pudiera haber tras aquella puerta...

El problema de ir delante portando la luz, era que no podía empuñar a Descanso Eterno y eso no le acababa de agradar.

Este lugar no me parece seguro ¿algún campeón quiere sujetarme la antorcha para que pueda ir armado como es debido?

Ishaya, acostumbrado a quejas de ese tipo provinientes de Sicarius, se adelantó hasta él y alargó su mano dando a entender que, para variar, él se encargaría de estos menesteres.

El guerrero asintió con aprobación, pero no pudo evitar soltar un comentario

Estupendo, ahora deberé estar pendiente de ti.

Después volvió a asentir, pero esta vez mirando a Jarik. Desenvainó su formidable espadón e hizo señal a todos para que le siguiesen hacia la primera puerta, no debían dejar cabos sueltos, el ser sorprendidos por la espalda no era una opción

Mientras Sic le daba la antorcha, y obviaba el comentario del fantasma, Ishaya se concentró en un punto más allá de la puerta intentando detectar la presencia de algún vestigio de energía mágica. Pensó en Pharasma y la fuerza de su fe penetró en él, y le otorgó la capacidad necesaria.

Tras considerar la mejor forma de adentrarse en las cámaras abandonadas del antiguo monasterio, Sicarius entró con paso firme en lo que en otro tiempo debió ser una estancia dedicada al estudio o la reflexión. A escasos metros, Ishaya portando la antorcha y Jarik presto para accionar el gatillo de su pimentera lo seguían de forma cautelosa. Por su parte, la estancia se encontraba completamente desmoronada, siendo en su mayoría un amasijo de rocas y escombros.

Poniendose en el centro de la estancia, Jarik gira sobre si mismo, observando todo a su alrededor.

Sicarius tomó posiciones de defensa alrededor de la luz, protegiendo a su vez a Ishaya. Investigo cada rincón del perímetro con la vista. De momento no parecía haber nada allí. 

Espada en ristre encaraba su hoja resplandeciente a donde miraba. Tenso como la cuerda de un arco. Siempre Alerta.