Partida Rol por web

 El grupo se adentra en el pajar reconvertido. Es curioso como cambia el aire en tan solo unos pasos. Es como si se adentraran a una especie de sauna, donde el olor a sudor, humo, grasa y sangre embriaga todo el ambiente. A pesar de la hora, muy tempana, el lugar estaba atestado de personas. Apoyados en la barra, ocupando las mesas, junto a una enorme chimanea, a todas luces de nueva manufactura. No tan solo estaba abarrotado el lugar sinó que también habíaun buen jaleo montado. Los hombres gritaban, reían y se insultaban, tambien había un perroflauta animando el ambiente, y desde varios puntos se escuchaban los gritos de mujeres y hombres en el piso de arriba haciendo crugir las vigas...

 El lugar en sí era muy sencillo una larga barra con un montón de toneles y botellas detrás, una enorma chimenea al fondo y todo lo demás repleto de mesas, taburetes y bancos. La parte del salón era de doble altura desde la que se veía una especie de pasillo con una barandilla cercándolo en la parte interior y un montón de puertas que daban a pequeños dormitorios.

- Vaaaaya... lupanar incluido. Dareus sonrió complacido mientras paseaba la mirada por el lugar y ante la idea de "pasar" las noches en un lugar como este.

- No creo que de donde nos han echado tuvieran de esto... comentó - ni en las tierras de nuestro buen caballero, seguro. Anadió lo último por lo bajini para que Sir Tymos no lo escuchara por encima del bullicio y el "coro" de voces.
Al parecer la mala suerte se había acabado por ahora y quizás dispondrían de algún día para recuperarse, en buenas manos. La sonrisa de Dareus se ensanchó todavía más en su joven cara.

Avanzó por la sala hasta llegar a la barra, donde el que atendía, supuso, era el posadero:

- Buenas, Maese posadero! Acabamos de llegar unos compañeros y yo, cansados de estos caminos. Tendreis algunas habitaciones libres?

 Un tipo de piel curtida de tono rojizo con un bigote negro alargado hacia abajo en los extremos de los labios, con su puelo grasiento le llega más allá de los hombros. Se te queda mirando desde su asiento con una mirada de pocos amigos. Es el del bendaje chapucero en el brazo.

 - Pues espera tu jodido turno, cabrón. Aquí todos esperamos, mi compañero lleva media noche con las tripas abiertas. Que tu puta zorra aguarde y si no aguanta mejor para ella.

Frente a la burla o los sabios consejos de Enricco, y posteriormente del resto de sus compañeros, el caballero quedó atónito, ni siquiera se le había ocurrido que semejante posibilidad: ¿Como podía ser que un simple acto nacido de misericordia, la bondad y la generosidad pudiese suponer la perdición del desdichado? ¿Quién querría asaltar a un pobre mendigo?

Sir Tymos pensó en meses pasados atrás, y vió de nuevo ante sus ojos cuan bajo podía caer el corazón y la moral humana. Y se preguntó si sus camaradas no estarían en lo cierto. ¿Puede una buena acción tener un castigo?

Todo aquello resonaba y martilleaba en su cabeza y le dejaba una sensación de intranquilidad, así que, sin apenas vislumbrar el lugar que tomaran por posada, el bretoniano giró sobre sus talones pidiendo disculpas a sus amigos:
-Ya me perdonaran señores, pero si están en lo cierto, creo que es responsabilidad mía que ese hombre no sufre daño alguno.- Hizo una ligera inclinación y salió raudo del lugar, siguiendo los pasos de Rod, la joven desdichada y el mendigo.

***

Afuera aún estaba Foyle jugando con Mandíbulas así que le dio unas monedas, que este preocupada y celosamente se cuidó de guardar de inmediato, y le ordenó que se ocupara de alquilar estancia.

Solo entonces pudo seguir avanzando fustigándose por su ceguera.

Rod le mira fijamente a los ojos con una sonrisa extraña sin decirle palabra alguna.- continua hazme el favor.. - Luego vuelve la mirada a los guardias ignorándole completamente.

Por el momento se muerde la lengua y deja su espada en su sitio, prefiere esperar a ver que dicen los guardias, tampoco está mucho para trotes y un malnacido, aprendiz de mercenario no le va a aguar su merecido descanso; luego ya lo pagará..

Te apresuras para alcanzar a Rod a quien ves junto con el mendigo a unos cientos de pies, hacia el final de la ancha calle que representaba que era el pueblo, cargando con la mujer en un hombro a modo de saco de patatas, por si hiciera falta usar la mano derecha para despachar posibles problemas. Están parados ante una amplia construcicón de varios cuerpos pequeños, como si estuviera formada por una amalgama de casitas.

 En su exterior hay un par de tipos esperando, dos imperiales con pintas de soldado, uno de ellos sugetando un trapo empapado de sangre contra su vientre, el otro muestra un vendaje chapucero y sucio en su antebrazo.

 Cuando estaís a punto de llegar ante el edificio de su interior salen tres tipos, con pintas de marienburgueses con sus plumas exuberantes de colores vistosos decorando sus sombreros. Uno de ellos va con la guerrera abierta y porta un brazo en cabestrillo.

 Cuando llegas parece que Rod este teniendo unas palabras con uno de los tipos que espera turno para entrar.

 Detrás tuyo sientes unos pasos apresurado acercarse, al girarte ves como se acerca sir Tymos.

Rod saluda con la mano a Sir Tymos ignorando completamente al mercenario, luego sin esperar se acerca y llama a la puerta; cuando alguien abra la puerta presenta su situación intentando no ser desagradable:

El aventurero está con la muje en las manos mientras espera a que le abran y sea atendido, pensando como presentarse.

 Cuando el tipo ve que le ignora y vas hacia la puerta, colándote el tipo se levanta gritado.

 - Qué coño crees que estás haciendo, mierdecilla. Ya te he dicho que esperes tu jodido turno. Mi amigo está más jodido que tu puta, además llegamos mucho antes. Así que espera tu puto turno o lo lamentarás maldito cabrón.

 El tipo parece bastante cabreado y hostil, si bien no ha desenvainado arma alguna... aún.

Desmond observó atonito a Tymos dar la vuelta y salir del local. Realmente el caballero vivia en un mundo muy diferente al suyo.

'Parece salido de un cuento para niños. Si no estamos atentos ,vollverá a meternos en algun lio.'

Esos pensamientos le acompañaron mientras seguia a Dareus hasta la barra de la posada.
Desde allí buscó con la mirada alguna mesa libre mientras su acompañante pedia habitaciones.

- Y algo de bebida y comida caliente no estaria mal.

Enricco despidió a Tymos con una leve inclinación de cabeza, y una fraternal sonrisa en el rostro.

- Os esperaré aquí amigo.

No tenía ninguna intención de volver a seguir al caballero a una loca cruzada, no antes de descansar y comer como era menester. Así que el espadachín se quedó con Dareus y Desmond, que al parecer eran los miembros más sensatos de su variopinto grupo.

Tras sorprenderse y fruncir las cejas con desaprobación Sir Tymos iba a censurar un poco a su amigo Rod por la mentida, cuando de pronto se vio bruscamente interrumpido por las palabras de aquél hombre rudo.

 -Perdone señor.- Le dijo girándose en su mejor tono conciliador. –Seguro que podemos arreglarlo como gente civilizada y sin necesidad de emplear semejante lenguaje. Además, ¿no cree que muy poco caballeroso dejar morir una señora a los pies de una escalera cuando la ayuda está al otro lado de esa puerta?
Sin duda su amigo prefiere morir honrosamente, que vivir al precio de la muerte de un ser necesitado. Pues morir por heridas de guerra es cosa de guerreros, y de orgullo, no de los infortunados que caen en medio de su camino.- Ingenuamente el bretoniano esperaba que el hombre atendiera a tan poderosas razones.

 Cuando Dareus se acerca a la barra se fija en el peculiar sujeto que aguarda tras ella. Un tipo enorme, alrededor de los dos metros, de anchos hombros y puños como jamones. Parece fuerte, pero sin lugar a duda lo que más llama la atención del tipo ese es su enorme barrigón. Va con un ancho jubon en el que cabriais los tres, pero que a él le va ceñido, debajo del cual cuelga un trozo de barriga.

 Al acercarse una sonrisa escalofriante se abre camino entre sus redondos mofletes.

 - ¡Carne fresca! Conozco a todo el mundo, y a vosotros no os tengo vistos, así que venís de fuera de Ladronbugro. Bienvenidos al 'Tonel Rebosante'.- Luego escucha vuestras peticiones y asiente.- Jejeje, para eso están las posadas... siempre y cuando tengaís monedas con que pagar. El coste por habitación es de una corona por hora o cinco por una noche. Para comer tenemos estofado de carne, tengo pan salido del horno para acompañar. El coste es una corona de oro la ración. Evidentemente se sirve con vino o birra a vuestra elección.

Rod.. mantiene la calma pero su mala cara empieza a ser evidente. Deja la mujer sin rudeza apoyada en la pared, al lado de la puerta. Luego se dirige a Syr Tymos...Sigue ignorando al mercenario..

- Ei! Hola, bien por tu llegada, por favor, ocúpate de la mujer, fíjate -señala a la mujer "blanca" y magullada en el suelo - yo hablaré con él, apoyame en esto
 ahora.

Rod confía, -más o menos-, en que va a darle confianza. Su honor, o mejor dicho.. su ORGULLO estaba ya en juego, y eso merecía un riesgo siempre que alguien cuidará de esa persona que tanto esfuerzo les costó traer. Finalmente sin esperar respuesta se encara, sulfurado, al mercenario dirigiéndose a él.

- Sólo estoy llamando a la puerta, algún problema con esto? Otra cosa, insúltame por TERCERA vez y vamos a comprobar lo que dices. Sin rencores.

Rod, después de recibir varios insultos, ahora YA parece bastante cabreado y hostil también; atento a cualquier hostilidad.

 El tipejo de piel rojiza mira al entrometido que se ha metido en la conversación. Parece a punto de cagarse en él cuando el tipo duro del sombrero deja a la zorra en el suelo y se le encara.

 - Así con que esas tenemos, pendejo asqueroso. ¿Te cres muy duro por ir con esa curra de cinco palmos, para compensar tu menguada virilidad claro esta, y esas pintas de matón? Pues que sepas que me desayuno mierdecillas como tú todos los días.- El tipo parece que poco a poco se va alterando más si cabe, no parece normal su estado, parece como un perro rabioso.- ¡Los tengo pelados de ir y salir de las ruinas, y cargarme a demonios salidos del mismisimo puto infierno!

 Sentado en el tablón usado a modo de banco, el acompañante del malhablado, está muy pálido y parece muy debilitado.

..pendejo asqueroso, menguada virilidad... sigue insultando.

Rod está muy cabreado pero algo le detiene..

- Hablas e insultas mucho, pero no haces nada!. Quieres esperar a que nuestros amigos sean atendidos o prefieres acabar con esto ahora? Tu decides cuando, por que esto ya és inevitable.

 Cuando el ambiente se torna tan denso que se necesitaría una espada con la que abrirse paso a través de este, de repente, un chirrido de la puerta al abrirse os llama la atención.

 Un hombre entrado en años, delgado y bastante alto. Con las mejillas pulcramente afeitadas en un rostro de pómulos altos dominados por una severa mirada. Su atuendo es todo negro, consistente en unos calzones y un jubón negro, encima de estos lleva un delantal de cuero con múltiples bolsillos.

 - Quien es el sigui...- El hombre detiene sus palabras formuladas en voz cansada.

 Su mirad se posa en los presentes y en las posturas y ceños fruncidos.

 - ¿Qué pasa aquí, me paso el día y la noche zurciendo pieles y órganos para qué, para que os mateís delante de mi hogar? Aquel de vosotros que bierta la sangre delante de mi casa... que no acuda a mí en busca de mis servicios.- A pesar del cansancio, una fuerza le acompaña, y la sentencia de sus palabras suena a verdad, verdad de la buena.

Cuando Rod le pidió que respaldara su decisión, el caballero permanaciendo en silencio en su lugar comprendió que era él al que ofendido por que estaba en su pleno derecho de exigir tal cosa, y no pensaba pues rebajar el honor de una justa defensa en singular combate. Así que subió los escalones y tomó a la mujer con sus brazos, dispuesto a esperar que le abriesen la puerta. Además aquél hombre estaba resultando de lo más irrespetuoso por lo que se merecía un rápido escarmiento.
Era la primera vez que tenía una mujer en brazos, y muy lejos de quererlo, Sir Tymos enrojeció y se avergonzó por ello. Antes de pensar cualquier voto que le permitiera redimir su alma y nobleza, la puerta se abrió, y como ya hemos podido leer, una figura imponente se enmarcaba en ella.

-Buen día, doctor. Veníamos a llevaros a esta pobre desdichada necesitada de vuestras habilidades, pues me temo, que su vida se desvanece por segundos.- El bretoniano, como ya podéis intuir, no era hombre de contar verdades a medias, y si algo llegaba a omitir era más por modestia que por villanía. Por lo que no estaba dispuesto a explicar como noblemente la habían salvado de las garras de sus protectores, pero si lo que allí estaba ocurriendo. –Al llegar a llamar esta puerta, el señor afrentado con mi compañero, nos propinó palabras de la peor índole, porqué según dice él iba primero, aunque no escucha a razones. E aquí el motivo de la escena.
¿Vais a permitir que esta pobre mujer muera en el barro? O ¿Seréis tan noble como inspiráis y ayudareis a esta pobre alma que se nos escapa?-

Rod calla de nuevo e incluso baja la mirada.

- joder, todo el puto rato aguantando ese mequetrefe y justamente ahora abre la puerta..