Partida Rol por web

En la profunda selva, desde el centro del Foso, Hhat tocaba su tambor. El sonido estremecía el Lago Oscuro y sacudía los corazones de los orcos.

Un día, se detuvo.

Hhat habló fuerte, y su áspera voz se desparramó por las paredes del crater, llegando a cada cueva, cada verde oreja que estaba dispuesta a escuchar. Y eran miles.

- Somos débiles. Somos flojos. Somos indignos de nuestra madre, y nuestro padre. No somos bellos como Karak quien nos dio la luz. No somos fuertes como Pyaray, que nos dió el alma. Somos indignos.

Y la verdad en sus palabras encendió en los demás como una llamarada. Los ojos se inyectaron en sangre mientras los orcos recorrían la selva para ser fuertes. Mientras se pintaban para ser bellos. Mientras aullaban, para atraer la atención de los Dioses que los habían abandonado, y que ya no regresarían.

El tiempo se desgranó en las esferas del cielo y los orcos finalmente volvieron al Foso. No habían conseguido ser distintos. No habían conseguido ser bellos. Ni tampoco una mísera respuesta de los Dioses. Pero Hhat les habló, con sabiduría, del camino que habían recorrido.

Les recordó que habían cazado y rastreado y doblegado al bosque. Que podían luchar con los caimanes con sus propias manos y colmillos, atrapar a la liebre, correr rápido como el reflejo del sol en los charcos de la lluvia. Eso los hace fuertes.

Les recordó que se habían confundido con los árboles, que sus pinturas y artimañas los hacían invisibles para los insectos, los animales, y el tiempo. Que si un árbol era bello, ellos podían imitarlo. Que si una hoja tenía destellos admirables de color, ellos podían imitarlo. Que nadie podía distinguir a un orco de la selva. Eso los hace bellos.

Luego Hhat se retiró, a contemplar el Lago, sintiendo como a su espalda el reconocimiento comenzaba a germinar entre sus congéneres, quienes además recuperar sus armas y organizaban las partidas de caza, de reconocimiento, de protección.

El esclavista se froto las manos, había tenido mucha suerte, esa noche su caravana había acampado sin darse cuenta cerca de un pequeño grupo de kohiris, una docena de ellos frente a sus doscientos guerreros Karrdum. Los kohiris eran un producto raro en los mercados de esclavos, sin duda conseguiría un buen precio por ellos. En la oscuridad sus guerreros habían rodeado el pequeño campamento kohiri, y ahora que ya amanecía se habían mostrado y empezaban a cerrar el cerco

-capturarlos vivos, diez latigazos al que dañe a uno de ellos sin necesidad-

El cerco se estrechaba, era impensable que esos pocos kohiri luchasen contra tantos guerreros, el esclavista se frotaba las manos

De repente los kohiri empezaron a galopar a toda velocidad hacia el cerco "¿una carga? no, ni siquiera empuñan sus armas, ¿que pretenden?"

La respuesta llego pronto, cuando los kohiri alcanzaron el cerco saltaron sobre este, la mayoria de los Karrdum se hehcaron a tierra al verselos encima y los pocos que quedaron de pie consiguieron poco aparte de alguna coz, los kohiri habian escapado al cerco

-perseguidlos, que no escapen-

Los jinetes karrdum salieron tras los kohiri, pero no había nada que hacer, sus caballo a todo galope no conseguian nada aparte de ver alejarse a los kohiri

y es que hay un dicho en las llanuras

Rápido como el viento, rápido como el relámpago, rápido como un kohiri

Oraculos y magos Vurmak fueron llegando a la ciudad de Piliplok, se se podían llamar magos a esos practicantes de trucos de mil escuelas que residían entre los Vurmak. Conforme fueron llegando fueron haciendo aportaciones a la ciudad, un hechizo que mantendrá limpia tu fachada, un espíritu que hara girar las aspas de tu molino, un pequeño encantamiento para que tus escobas barran solas. La magia caótica de los Vurmaks fue haciéndose cada vez mas presente en Piliplok. Conforme llegaban nuevos Vurmaks, cambiaban los hechizos, las casas de lugar y hacían nuevos, asi que el encantamiento que limpiaba la fachada ahora limpia a los que pasan por esa calle, o al menos los moja, el remolino perpetuo de viento que movia las aspas del molino ahora abre y cierra las ventanas de la calle a las cinco de la tarde.

Los pocos visitantes que llegan a la ciudad la observan sin saber si los Vurmaks son locos o genios, o las dos cosas y confundidos sonríen por lo que ven

Las noticias de la superficie afluían de manera asidua a la corte de la Perla de Pyaray. La sirénida se encargaba de mantenerse al tanto de lo que ocurría fuera de sus dominios, en busca de posibles ventajas para los suyos. Poco a poco se había encargado de que sus tropas de elite foramran espías y con las riquezas del fondo marino, o con el encanto de su voz, había comprado lealtades en casi todos los reinos para que no le faltara información.

Así supo que los Nayas habían vuelto al mar. Nuevamente se dedicarían a recorrer sus dominios, como lo habían hecho antaño, muchos siglos atrás. La ira se apoderó de ella en un primer momento. Nuevamente esos osados mortales zurcarían sus terrenos, profanando sus aguas y robando sus tesoros. Pero cuando la calma volvió, su mente fría y calculadora vio la opción de conseguir nuevos tratos comerciales.

Los Nayas no eran ahora el pueblo noble e inocente que un día, años ha se había lanzado a conquistar los mares. Ahora la corrupción y las traiciones eran moneda corriente entre ellos así que tal vez pudiera obtener grandes beneficios si establecía una política económica que los contemplara.

Sin dilación, ordenó a los suyos que se establecieran cerca de las costas de Gäldale. Era hora de recorrer la otra mitad de las costas continentales y enviar emisarios en su nombre para conocer más acerca de sus intenciones y comenzar relaciones diplomáticas con su líder, esa a la que llamaban Madre.

También era hora de hacerle una visita a los Karrdrum. La captura de orcos se hacía cada vez más difícil desde que uno de ellos, el llamado Hhat había acabado con las rencillas internas entre los diferentes clanes y los estaba liderando como una unidad, y la reina necesitaba aún más esclavos para poder extender su imperio a tierra firme y satisfacer sus ansias de poder.

Los tambores orcos estallaban por todo el continente ,los elementales fraguaban armas de agua,fuego y aire.

La oscuridad tomaba forma en las profundidades de las ciudades del imperio ,mientras las brillantes armaduras de la luz vestian a los hermanos del Sol.

Algo comenzaba a  nacer en el corazon elemental,la guerra estaba cerca...

Comando avtar en la ciudad escondida la tenebrosa y creo alli el segundo y maxima cantidad de ejercitos que se pueden hacer en ella

Comandar avatar crear 1 ejercito.1pp

La ciudad la cree en 33X 38 Y sino me equivoco ahi se puede

El elemental de oscuridad se acerco unos pasos a la señora de los sirenidos.

Mi querida augusta majestad,somos una delegacion enviada por nuestro tenebroso amo Uriel señor de los elementales,emperador de las tinieblas y señor de la muerte.

Este ha sabido de la existencia de un nuevo imperio ,se alegro al conocer que este fuera de los sirenidos ,gran raza poderosa y elegante ,superior a otros debiles habitantes de la superficie.

Mi amo cree que vuestra raza debe gobernar con vos como emperatriz de los mares,señora de las profundidades y unica dueña de la zona azul de todo Albur.

POr ello nos manda a entablar conversaciones con vos pues el tambien ha creado un nuevo imperio,de un tamaño bastante grandioso.

Venimos a empezar unas negociaciones que mi amo y señor espera que acaben con el apoyo de ambos imperios,por el cual los vuestros habiten no solo los mares sino tambien todas las costas como señora indiscutible por derecho propio y el imperio elemental la Tierra de interior .

Y Con ellos los elementales traian un cofre volcandolo en el suelo calleron perlas,monedas de oro y plata mas algun arma con joyas.

De ella saco algo especial.

Como muestra de su buena voluntad mi señor os trae esto,es el collar de Pyarai  se trata de un objeto muy antiguo tiene extraños poderes .

Cuenta la historia de un Naya el cual soñaba dia tras dia con una cancion a las orillas del puerto,alli una noche se acerco a una gruta donde conocio a la mujer mas bella que habia visto jamas una sirena.

Ambos se enamoraron pero era una union imposible,el naya loco de amor pidio al dios d elas profundidades

cambiar el destino.

Todas las noches ,todos los dias acudia a la gruta esperandola ,hasta que un dia algo paso cuando el fue  ala gruta alli estaba ella poseia piernas como una naya,portaba el collar.

Pasaron toda aquella nche juntos pero al dia siguiente una magia surgio del objeto el Naya murio aquel mismo dia.

El sacrifico su existencia por pasar una sola noche con ella ,asi se creo la leyenda.

Posee extraños poderes ,uno de ellos permitira entablar contacto directo entre ambos emperadores.

En la ciudadela, pupulaba el entusiasmo entre los jovenes por hacerse con titulos y honores formando parte de la guardia. Otros se ofrecían por valor y deseo de proteger aquel sitio de quietud, que tanto les costó forjar...el tiempo transcurría perezosamente, pero la esperanza y la alegría de toda una civilización por ver sus esfuerzos recompensados como nunca antes solo crecía y crecía cada luna. Pero eso y mas cosas sucedían muy al sur de allí...

Caminó por aquel extraña y colorido lugar. Esta vez, había decidido venir en persona, dado que había decidido colaborar mas activamente en las relaciones. Aunque mas que una tarea, le parecía un paseo distrayendose entre las cosas que allí habían. Productos que nunca había visto, y otros que creía que jamás volvería a ver desde hacía siglos se conglomeraban ahí. Por esto casi no parecía percatarse de que estaba llamando demasiado la atención. Su aspecto le hacía una antorcha en una habitación oscura, por equiparar con algo.

Pero la verdad era que si se daba cuenta, pero no le preocupaba. Su andar era errático y quizá algo lento, deteniendose a apreciar cada pequeña maravilla que podía apreciar, como una brisa que se toma su tiempo en recorrer una pradera. Y conforme su caminata iba aumentando, también iba haciendolo la carga de cosas que empezaba a transportar consigo. Tenía claro que eran muy recientes y muy escasos los que, como ella, se mostraban y andaban entre el resto de las razas. Probablemente muchos no hubiesen visto en su vida algo similar, pero algun que otro elemental había hecho llegar los rumores sobre Hydratan hasta la Tempestad. Fue entonces cuando chocó con uno de los soldados de aquellos parajes. No sabía si el hombre lo había hecho a drede o había sido un despiste suyo (lo que era mas que probable porque se sentía sumamente embuída en su recorrido) pero le ofreció una sonrisa, y una pregunta, reprochandose un poco el casi haber olvidado el motivo de su visita:

-¿Donde...encuentro a quien manda aqui?

Observando a su ciudad, Jonsu se mantiene ocupado solucionando los problemas del día a día. Esperanzadamente el trabajo relacionado en tener cada vez mas parientes en su hogar acabaría pronto, pero por ahora tendría que posponer sus planes.

El caos se apodero de Pankheru. Alrededor de la Camara de la Cabala, el
bullicio era indescriptible, y poco tardaron los rumores en recorrer la
ciudad...

Se oia decir que Onuniru habia huido, que lo habian asesinado, que se
habia cansado de responder a tantas preguntas...

Tan solo la Cabala pudo ver el lugar del conflicto...

El caso es que en sus aposentos, una mancha de sangre bañaba el suelo,
junto a un pequeño escrito que decia: "No sabes quien eres".

Tan pronto como fue posible, la Cabala se reunio, para adoptar las
medidas pertinentes...

Ellos llevarian a partir de ahora los asuntos de la ciudad y sus habitantes,
y su primera orden fue crear un grupo de investigadores para tan extraño
suceso...

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Un lugar al que regresar... Muchos que visitar...

Como el manto de la noche su presencia cayo sobre ellos...

-Sobre quien??  Ni ellos mismos lo sabian...
-Cuando?? Nadie estaba seguro...

Pero lo cierto es que alguien - o algo - les observaba constantemente...
Solo el tiempo hizo que se olvidaran de ello, al menos de momento...

Una inquietante presencia acariciaba a cada ser de Pankheru, y estos,
ignorando por completo la ausencia de su soledad, siguieron con sus
vidas...

Cada noche, aquella oscuridad amorfa envolvia a uno de los Tvus, y jamas
se le volvia a ver...

Cada noche, una criatura menos era una sombra libre mas...

Silencioso ente, Omeghiru, el Tragador de Sombras, seria llamado por aquellos que creyeran verlo...

-Y vivieran para recordarlo-

Con el tiempo, la negacion de su inefable existencia era inutil...
Como el viento, invisible a los ojos de un mortal, pero con poder para
llevarse a cientos...

Y las desapariciones cesaron... No asi Omeghiru, el Tragador de Sombras...

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Alli estaba... Donde el sol apenas atreviase a adentrarse...
Y aun asi, una curiosa mirada, envuelta en oscura
y densa niebla, observaba con atencion...

Estallidos en aquel cumulo de oscuridad, impredecibles movimientos
parecian vigilar su alrededor... Retorcidos e inverosimiles, sin carne y sin
huesos, desafiando la comprension de los mortales...

Como una cascada, descendio vertiginosamente, y alli donde la luz apenas
se atrevia a asomarse, su ser cerro a cal y canto los pocos resquicios de
luminosidad que quedaban...

Y alli permanecio, aguardando a que un alma solitaria se cruzara en su camino...

TURNO 6

(Esta tarde cuelgo el mapa actualizado y la tabla de referencia rapida)

24 + 10 = 34

Ala se me ha pasado un turno con el puente de la inmaculada >.< ñiaaa

Los Tambores Gigantes de Talruum resonaron en la ciudad, con una triste melodía que enternecía el corazón de los habitantes de la ciudad, picaban la tierra y araban el campo al son de los tambores, pues ardua era la tarea que Kandoran habia encargado a su ejército, cavaban entorno a Talruum, un complejo de trincheras tamaño gigante, que no servían más que para enlentecer el paso del enemigo, haciendoles entrar en las entrañas de la tierra, donde los magos gigantes pudieran sepultarlos sin ninguna dificultad, dejando tan solo un camino libre recto y despejado, el más fuertemente vigilado, tentador para atacantes perezosos y letal a su vez.
 

Los kohiri resultaban poco útiles en el interior del consejo de eruditos, tan solo hablaban de paz mientras en Albur los ejércitos proliferaban como cucarachas. ¿Hasta donde podía llegar la ingenuidad de un Kohiri? ¿Puede que los Gigantes hubieran invitado a su gobierno a la raza más confiada e ingenua de todo Albur? Habia que comprobarlo.... Uviel regresaba cansado, agotado, habia recorrido llanuras y montañas, el explorador más hábil de todo Talruum no podía tener ni un dia de descanso, y así partió de nuevo.
 

Mientras el consejo se reunía junto a los Kohiri de Talruum, esperando hallar nuevas noticias acerca del exterior, también tenian fama de astrólogos, tal vez ellos pudieran ver algo en las estrellas, que predijera lo que habia de pasar.

Ouch! :( 

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