Partida Rol por web

-Enhorabuena por vuestra captura -dijó conforme asentía, apartando finalmente la vista de Inome. Sin reparos, se dejó conducir luego conforme escuchaba tus cuestiones. Se notaba que era por voluntad propia y sin fuerzas, a pesar de que era muy consciente de que tu rango era superior al de ella.

-La mayor parte de mis investigaciones son personales, aunque hay algunas cosas que me ha encargado su alteza, si. Pero eso ya esta terminado, solo era algo de perfeccionamiento de una versión mas primitiva del mismo conjuro. No me ha dicho si lo ha llevado a cabo, o simplemente no lo ha ejecutado por falta de algo como piensas. Sobre tu interés, no tendría problemas en ayudaros en lo que necesitéis.

Le miró de soslayo.

-Aunque asumo que ya debéis tener algo de experiencia, como para atreveros a tratar con demonios.

-Si, he tenido experiencias con demonios. Tan recientes, que incluso da la sensación de que ha sido esta misma mañana. Pero… cuéntame, en que consistía esa primera versión del ritual. Colaboré en una pequeña parte del proceso, pero mis obligaciones no me permitieron profundizar demasiado en lo que no era mi parte, propiamente dicha.

Es una lástima, pero tengo otras maneras de servir a mi rey y tengo asumido que no puedo estar enclaustrado dedicandome a estos menesteres, aunque la curiosidad en cuanto a lo mágico siempre está ahí.-

-Ciertamente es una formula para canalizar energía desde los planos inferiores. Pero el diseño del vortice que permite el paso de la energía de una realidad a otra era bastante deficiente. Creo estas relativamente cerca de mejorarlo de una forma definitiva. Cada intento es sumamente agotador, las llamas de ese averno podrían dejar a alguien convertido en huesos carbonizados en cuestión de pocos instantes.

Le ojeó con curiosidad. Evidentemente no era normal que nadie a parte del rey se interesara en sus investigaciones.

Asiente satisfecho. -Suele pasar. Si circula mas energía que la que el conductor soporta, este al final acaba por quemarse.

Y dime, que me puedes contar de aquel ser del que me avisaste. Has venido hasta aquí para estudiarlo, ¿que tiene de interesante?-

-Que parece ser peligrosamente inteligente. Además se parece a una ilustración que justamente tengo aqui.

Pasó las páginas del tomo que cargaba, y tras encontrar la que buscaba sostuvo el libro horizontalmente para que pudiera ver la ilustración.

-Aunque ya debe haberse ido, así que será en otra ocasión. Hay cosas que me gustaría comprobar cuando lo encuentre...

Se acercó algo mas, y le miró fijamente a los ojos, con una mirada que quedaba a medio camino entre lo analítico y lo cordialmente curioso. En aquel momento tuvo la oportunidad de apreciar mejor aquellos ojos, que dependiendo de la luz del ambiente, parecían mas rojizos que castaños.

-Hacer tratos con demonios deja marcas, yo puedo verlas -se apartó algo- No me gustaría incomodarle mas sobre ese tema, solo espero que no salgáis perjudicado.

-Así que no está tan en babia como parece…-

Una media sonrisa y una mirada de cierta complicidad precedieron a sus palabras. -En absoluto me incomodas. Pero espero que prediques con el ejemplo. Algo me dice que no sigues a ese extraño ente solo por curiosidad.

Te daré un consejo, aunque la especialista en el asunto eres tu. Mide muy bien tus palabras cuando formules el trato.-

-Bueno- hizo un cordial ademán con el brazo señalando por dónde habían venido. -La charla ha sido breve pero interesante, espero que la podamos repetir mas adelante.- Anda unos pasos. -Ah, ahora que debe haber desaparecido tu objetivo ¿Adónde te vas a dirigir? Nosotros volvemos al castillo.

Si quieres puedes volver con nosotros. Tengo intención de adquirir un par de caballos en Ivere. Esta misión se ha alargado mas de lo que pretendía y quiero regresar cuanto antes mejor.-

Empezó a andar a la par de él de vuelta al camino, apreciando los pequeños destellos producidos por las luciernagas en los alrededores.

-Exactamente es la mejor precaución a tener en cuenta, las palabras empleadas -luego agregó- Tenía pensado volver también, así que si no os molesta os acompañaré. Asumo que partiréis por la mañana, ¿verdad?

En el camino, ambos caballos permanecían en su sitio, y el soldado sostenía ambas riendas. Inome estaba a un lado de Blanca, aprovechando un espacio que dejaba libre el cuerpo de ella sobre la silla de montar para sentarse. La entrada al pueblo de Ivere estaba a escasos 150 metros ya, y todo estaba dispuesto para continuar a la menor señal. Diablo parecía bastante calmado, seguramente con el tiempo ya se había acostumbrado a la companía y ya no daba tantos problemas.

-Supones bien. La noche se nos viene encima y ayer ya dormí al aire libre. Con una cama decente para esta noche ya me conformo.

¡Vamos! nos espera un buen filete.-

Ivere estaba aún con bastante movimiento. Parecía mas sofisticado, o al menos con gente de categoría algo mas alta que la de Yrubac a juzgar por las construcciones de los edificios, cuidadas y sin deterioro. Varios locales repartidos de forma esporádica entre las viviendas estaban abiertos aún, aunque seguramente no tardaran en cerrar con la llegada de la noche. Carnicería, panadería, tienda de verduras, una sastrería, una armería... algo mas lejos podía verse el cartel de una posada, iluminado con faroles de aceite. Según este, el nombre del establecimiento era "El martillo". Bastante tosco y típico, si.

Por la calle había poca gente (probablemente la mayoría se estuviesen preparando para cenar y dormir) aunque alguna que otra persona se cruzó con ellos. Otra diferencia notoria con Yrubac, es que no eran el centro de atención. Aparentemente era mas normal ver viajeros por allí, aunque el hecho de llevar a alguien desmayado sobre una de las monturas levantaba indeseada curiosidad, y algunas miradas. Dos mujeres pasaron conversando, un hombre joven caminó riendose al pórtico de una de las casas con un niño de 3 años en los hombros. Un par de muchachos y jovencitas charlaban sentados al pie de unas escaleras de piedra, con macetas en los costados.

Se respiraba tranquilidad en aquel austero paraje.

-Veo que no tenemos mucho donde elegir.-

Ivere era tranquilo y no estaba dispuesto a dejar que su presencia cambiara las cosas. Buscó el lugar mas apartado posible y se dirigió hacia el. Quería pasar desapercibido, lo cual no parecía demasiado fácil, teniendo en cuenta que eran un grupo formado por una "niña" prácticamente inanimada, un gato de ojos dispares, un soldado orondo, una maga con un tatuaje en la frente, una mujer desmayada y maniatada y un comandante de la guardia, acompañados por un brioso corcel negro y otro plateado.

-Ves a la posada y pregunta si tienen tres habitaciones libres y si hay alguna puerta de atrás por la que entrar.- Habló al soldado en tono cansado. No le apetecía nada tener que ser tan cauto, pero tenía que serlo. Siempre lo era.

Raudo, el hombre asintió y sin decir palabra fue a sus averiguaciones. De momento estaban "a salvo" de miradas, y tenían unos minutos en lo que el soldado regresara. Inome había estado callado desde hacía un rato, lo cual era algo extraño.

En cuestión de 10 minutos, el soldado había vuelto, e indicó que efectivamente había una entrada de personal menos llamativa que la puerta principal del local. Se ofreció a llevar los caballos, sugiriendo bajar a las "pasajeras" para luego volver a ayudar a cargarlas dentro.

Claro que, ¿donde les dejarían para pasar la noche sin mayores percances?

Scire, por su parte, se ofreció a costear los gastos. Claro que ni para ti ni para ella era un problema, casi siendo un gasto irisorio. Era una de los beneficios que acompañaba desempeñar funciones tan importantes como las de comandante y teniente en el castillo, respectivamente.

-Gracias Scire, todo un detalle.- le agradeció el ofrecimiento por mera educación.

-Entraremos por la puerta de personal. estas dos dormirán en mi habitación, quiero tenerlas bien controladas.- dice señalando a Blanca y a la niña. -La teniente Scire y yo cenaremos primero. Siempre y cuando le apetezca compartir mesa conmigo, claro está.- La invitación, aunque informal, la había pronunciado con cordialidad. -Ahora Blanca está dormida. No te dará problemas. Cuando acabemos haremos un cambio de guardia y ya me quedaré yo con ellas hasta la mañana.-

-Me agrada la idea -respondió, no excenta de una sonrisa leve- todo un detalle el vuestro también. Os noto algo fatigado ya, ¿habéis venido andando tal cual todo el trayecto desde Yrubac hasta aqui?

Reparó inmediatamente que estaba demorando el proceder de tu idea.

- Mis disculpas, será mejor que lo hablemos una vez dentro.

Una vez el soldado una vez mas no mostró el menor reproche, manteniendo impoluta su disciplina, llevó a la "niña" primero, tras que la teniente le dejara una suma para nada despreciable para hacerse cargo de los pagos. Con notorio cansancio, cargó luego de regresar con Blanca. Su capa arrastró algo por el suelo conforme se la llevaba. Volvió con algunas llaves de habitaciones en la mano. La 13 y la 14 fueron para ella y para ti respectivamente, quedandose el con otra para si. Obviamente, en la 14 había depositado a las cautivas.

-No os preocupéis, sentado por allí puedo aguantar bastante. Que os aproveche la cena a ambos.

Reverenció levemente y se perdió de vista el también.

Habiendo tomado rumbo entonces, pudiste comprobar que la entrada de personal era la cocina. Varios aromas de distintas cacerolas y platos casi listos inundaron tus sentidos al pasar por ahí, capaces de abrirle el apetito a cualquiera. Aunque no era una entrada de lo mas digna, la discreción estuvo asegurada, ya que una vez en el comedor del local nadie se fijó realmente ni en ti ni en ella. Había poca gente, o bien preferían cenar en sus habitaciones o simplemente la clientela era algo escasa en ese momento. Lo cual dejaba a elección una ámplia gama de lugares, cerca de la ventana, de la entrada, a un lado de algunas macetas con frondosa vegetación decorando el lugar, o simpemente un espacio corriente que no se diferenciara del resto.

Las mesas eran algo pequeñas, de metro y medio de lado y cuadradas. Aunque en algunos puntos estaban colocadas varias juntas, creando espacios mas ámplios. Estaban hechas de madera clara, pulida y cuidada a pesar de su provectidad.

Señaló la mesa situada cerca de las plantas. -Adelante, por favor.- Se acercó a la mesa y retiró una silla ofreciéndosela para que se sentara. -Si me disculpas un momento. Voy a asegurarme de que todo está bien por aquí arriba y enseguida vuelvo.-

Se dirigió al posaderó y le pidió algo para que el soldado pudiera engañar al hambre mientras se esperaba. Acto seguido fue a la que iba a ser su habitación aquella noche, con la intención de asegurar que Blanca no daría problemas. Lo mas probable era que a las ataduras añadiera una nueva, seguramente a un armario o a la cama, para que no tratara de salir corriendo.

Scire tomó el asiento ofrecido. Subiste las escaleras con un entremes compuesto por un buen emparedado de varios ingredientes siendo el principal fetas de jamón que estaba lejos de ser tosco, y allí en la habitación se pudo comprobar que Blanca aún seguía dormida. El soldado la había dejado estirada en el suelo, cerca del ser de fuego.

La habitación era ámplia y bastante bien decorada, se notaba que el hombre (que por cierto agradeció de sobremanera la comida) había pedido las mejores que habían para que pasaras la noche. Una alfombra de tejido vistoso que formaba un paisaje campestre estaba dispuesto por el centro del lugar, Inome estaba acurrucado allí aparentemente durmiendo. Apoyado en la pared oriental se había colocado un escritorio con su respectiva silla (que el soldado había girado hacia donde estaba la mujer para sentarse a vigilar). Cuatro lamparas de cobre proporcionaba iluminación del lugar fijas en las paredes. También podía apreciarse una ventana con su respectivo seguro que dejaba vista a un trozo del pueblo, aunque no se veía mucho dado que ya estaba oscuro. Finalmente, un lecho ámplio preparado con sábanas bayas dominaba la estancia. A unos tres metros de este se encontraba un ropero antiguo y pesado con tallados de hojas en sus puertas. Cerca del umbral de entrada había otra puerta mas discreta, posiblemente un baño particular.

El armario sirvió a la perfección para la atadura extra, tras chequear que las anteriores permanecían intactas y fijas enlazó el nudo de las muñecas a la pata del mismo dejandole sentada allí.

-Inome, no te me hagas el dormido, que Scire ahora no esta aquí.- Se acerca y se agacha para estar mas a la altura del animal. -Veo que su presencia te incomoda, eh. Bueno, hemos echo un trato, así que, ¿qué te apetece cenar?-