Partida Rol por web

La sombra se había detenido, pero aún así, ni mi corazón ni mis respiraciones se calmaban. Sentía una presión en el pecho, como un agobio, que me impedía respirar correctamente. Y aún así, me pedía que le respondiese a unas preguntas que estaban lejos de ser normales. Tragué saliva de forma costosa, y reprimí las lágrimas que amenazaban con escaparse de mis ojos.

- N-no n-no lo sé. Supongo. -Mi pecho subía y bajaba rápidamente, como queriendo apropiarse de todo el aire que allí había para no poder quedarse nunca sin él.- Supongo que la oscuridad es el estado original. -Mi mente vagaba rápido, intentando pensar aún en aquella situación.- Salvo la luz del sol, el resto es artificial, lo buscamos nosotros. Si no fuera por el fuego, la oscuridad reinaría. -Miré con mis ojos alrededor, las antorchas y velas que iluminaban la estancia lo probaban. O eso quería creer. No sabía qué otra cosa responderle.- Y mi sombra soy yo misma. -Enarqué levemente las cejas, sin entender bien qué quería preguntar con aquello.- ¿Por qué la oscuridad? -Repetí en un susurro. Personalmente prefería algo de iluminación, aunque tenue. La oscuridad era el hogar de los animales salvajes, del lobo que se come al rebaño, de aquellos hombres que tomaban ventaja de mujeres indefensas, de los secretos, y de los deseos y aspiraciones más sombrías del corazón.- Aporta tranquilidad. Hay silencio y... -Mi ceño se arrugó y mi voz se quebró, haciéndome sentir que estaba a punto de llorar. ¿Y si una vez acabase de responder sus preguntas aquella sombra me engullía?- calma.

Busco a ver si encuentro algún arma arrojadiza que pueda lanzarle, si no hay nada, me dispongo a salir corriendo por donde pueda intentando ir hacia el bosque o algún para poder esconderme de ella, para luego poder ir en busca de ayuda o irme de allí

Imara para de cantar automaticamente cuando siente el ruido de la copa rota y observa con mucha cautela al hombre que tiene frente a ella con un pedazo de vidrio. Aunque igual este es demasiado rapido para accionar a tiempo contra sus multiples cortes. Estupefacta con sus acciones se le quedo escuchando esperando una explicacion a sus acciones, pero lo que recibio le parecio una locura total.

Sosteniendose el labio y cuello, lo miro con miedo "Esto no esta bien, no puede hacerme esto. Como espera que cante algo si corta mi cuello." dijo nerviosa mientras retrocedia alejandose del loco.

"Maestro Lord Casmir, no hace falta que me lo pida: Creo y confio en lo que me diga... ¡salvo que la vuesa merced me encante para hacer lo contrario, por supuesto!" digo caminando un par de pasos detrás del Mago... ¡y esforzandome en cada paso! Intento estar atento, intento recordar todo lo que diga, todo lo que haga... Este momento puede que sea el que llevo esperando toda la vida.

La curiosidad hizo que Katia se acercara al hombre y lo mirase con detenimiento, hasta le puso la mano en la barbilla y le alzó el rostro para verle mejor, pero le soltó dejando caer su cabeza como si no tuviera interés en él.

-Como bien habéis dicho, este hombre es vuestro enemigo. No el mío.- Comenta mientras se pone al lado de Maeve de nuevo con pasos largos, recuperando parte de su aplomo poco a poco.- Su muerte y o agonía no nos aportaría ningún beneficio. Ya os lo he dicho. Encadenad a la rata de vuestro mayordomo, y os enseñaré lo que le haría. Al fin y al cabo, un hombre de vuestra posición, bien puede prescindir de un criado... 

Lady Theophana agarra del brazo a Temujin y se lo lleva tirando a una sala.

No pude evitar esbozar una sesgada sonrisa. No esperaba menos.

Inicialmente Ewald se sorprende por el contacto de la mano de Matrona en su cara, pero la sorpresa se convierte en horror al comprobar palpando con las manos los efectos en la cara.

Mira a la mujer, pensando en la copa del brindis dedujo que posiblemente le habían envenenado, y ahora todo aquello era producto de una alucinación. ¿Que tipo de reunión era aquella? Acaso estaba siendo objeto de una broma, pues no tenía ninguna gracia.

- ¿Qué te crees que haces?, Me has drogado y ahora me quieres volver loco... Lamentablemente tendré que abandonar este  lugar extraño, nunca debería haber respondido a esta invitación de locos...

De nuevo la confusión se apoderaba de su rostro, no sólo no se despejaban sus dudas, si no que crecían ante tan extraño comportamiento. Ajustó sus pieles descolocadas por la tensión a la que fueron sometidas, aprovechando para aliviar el forcejeo de su brazo, mientras miraba a la hermosa dama con resignación. ¿Para qué quiere saber esas cosas? No entiendo nada. Aguantó su compostura manteniendo cierta distancia prudente, alertado por la extraña fuerza que presentaba la mujer.

Lord Snap Casmir sale (¿altivamente?) de la sala, y Carlos le sigue solícito detrás. Parece como un pez, que hubiera tragado un anzuelo y el pescador estuviera recogiendo el sedal.

La expresión del buen castellano, curiosamente, no es una vacía como cabría esperar, sino una de tremendo interés. Como si el pez no necesitase el sedal para salir fuera del agua. Da la impresión de que en este momento saltaría a cualquier fosa, a cualquier peligro, y lo haría de buen gusto, de buena fe.

No estoy acostumbrado a sitios tan altos. De hecho jamás he subido mucho más que el techo de una casa para ayudar a arreglarlo. Contemplar el mundo desde tan alto, como un ave... realmente da algo de miedo. Y el viento cortante de la noche no ayuda.

Me planteo cosas... Sobre la naturaleza del viento, la protección de los árboles. Sobre la luna (¿Está llena?) Pero la voz del maestro me trae de vuelta de mis elucubraciones

"¡si queréis conocer los Misterios, debéis confiar en mi!" dijo
"Confio en vuesa merced" Digo acercándome al borde, con toda mi voluntad y mi humanidad acallando al miedo que sin duda me está golpeando "Confio en vuestra sabiduria y vuestro poder, Lord Casmir."

Dicho eso, subo al alfeizar. Mi equilibrio puede ser precario aquí, más mi determinación no va a fallarme. "Aunque solo sea una muestra de poder" pienso "Al menos esta noche podré cuanto menos ser testigo."

Me pilló por sorpresa cuando Marchettus tiró el jarrón contra el suelo, le seguí cuidadosamente evitando los trozos esparcidos del suelo y con una actitud que no dejaba ver aquella sorpresa, casi sin inmutarme y con un gesto en mi rostro que no aprobaba lo que acababa de hacer. Ver a continuación como el hombre destrozaba un cuadro con sus propias manos fue suficiente para hacerme reaccionar. Me paré allí cruzándome de brazos y le dije a ceño fruncido:

-Espero que tenga la suficiente amistad con el Señor Giovanni como para que esta ofensa, no le traiga consecuencias desagradables. ¿Sabe Marchettus? No sé de dónde es usted, pero de dónde yo provengo, si alguien viniese a mi casa a faltarme como usted lo está haciendo en este instante, lo sacaría de mi casa a palazos. Deje de comportarse como un niño malcriado si quiere que lo tomen en serio. No sé que quiere decir con basura dorada, pero... su forma de actuar tampoco parece muy honrada. Se queja de las pretensiones y las falsedades de los demás... ¿Cuáles son sus pretensiones? ¿Cuál es su verdad? ¿Qué gana haciendo todo esto? - dije mirándolo con una mirada que desaprobaba su actitud, intentando comprender el motivo de su comportamiento.

No sabía que le ocurría a ese tipo, parecía frustrado y con mucho rencor, parecía capaz de envenenarse el mismo con sus propios pensamientos, "un pero" quejándose de "una manzana", sentía que estaba haciéndome perder el tiempo entre sus desviaros, y me preocupaba que su actitud me salpicase, se comportaba como un loco, no le conocía pero el loco es loco no por que se sienta loco, si no por que no le importa nada.

Si pretendía que le siguiera imitando aquella actitud, con aquella poca vergüenza, no conseguiría nada de mí. Era insultante que Marchettus se atreviese a señalar lo que estaba bien o mal y se desacreditase el mismo de aquella forma.

Viridiana abandona la sala junto con Marchettus.

Golpeas al gato con precisión, matándolo en el acto. Lady Amisa asiente en silencio y te ofrece una moneda de oro. Tras esto, vuelve a acerarse hacia uno de los rincones y saca un ataud de entre las sombras. Puedes ver como un criado yace en su interior, atado y amordazado. Te entrega una pala:

Entiérralo vivo

Ves como los rasgos de la mujer se endurecen y grita enfurecida:

¡Entonces no eres mas que otro cordero, y no un león!- posa sus ojos en ti, y te vuelve ordenar- azótale.

De pronto en tu mente la orden no te parece del todo inadecuada, así que sujetando el látigo con fuerza comienzas a azotar al criado, que chilla de dolor ante cada golpe que le das. De su espalda comienza a manar sangre, pero tu no puedes parar, y sigues golpeándole mientras la mujer sigue pidiendo mas y mas. 

Finalmente el criado queda hecho una piltrafa sangrante, y cae inconsciente al suelo. La mujer se acerca hacia a ti y te ofrece un trozo de pan:

Mójalo en la sangre y saboréalo. Un líder de hombres no debe temer el derramamiento de sangre.

El hombre te mira y niega con la cabeza. Entonces se da la vuelta y comienza a marcharse, mientras la oscuridad se cierne de nuevo sobre ti... quedas sola y rodeada y no ves nada, salvo la oscuridad que te ha atrapado.

Comienzas a correr en un intento de huir de la mujer, la cual te sigue mientras ríe. Parece que estaba disfrutando enormemente con aquello. Buscas una zona de huida -una ventana para escapar porque saltar desde el tejado queda descartado, habida cuenta que era demasiada altura-. Sin embargo Dimitra se adelanta siempre a tus movimientos y te corta el paso, y cuando eso ocurre recibes un pequeño, no tan fuerte como los dos anteriores, pero si lo suficientemente molestos como para tener que seguir corriendo. 

No sabes cuanto tiempo llevas así, pero de pronto ves como un sirviente se asoma por una estrecha ventana situada justo enfrente tuya y os dice.

La cena está servida.

Tras esto, Dimitra se coloca a tu lado y te da un par de golpes en la espalda.

Vamos- te dice como si tal cosa. Como si toda aquella escena no hubiera ocurrido.

El hombre hace caso omiso a tu protesta, y murmura unas palabras -que no logras entender-. De pronto y no sabes muy bien como ni porque continúas cantando (no puedes parar) mientras el hombre continúa con sus cortes. Así pasan un par de minutos cuando entran un par de sirvientes avisando que la cena está servida. Sire se detiene y sin dedicarte ninguna mirada sale de la estancia.

Los sirvientes se acercan hacia a ti y te indican un lugar para sentarte. Tras esto, comienzan a curarte tus heridas. Te sientes algo mareada y débil, pero sobrevivirás a aquello.

Podría obligaros a saltar en cualquier momento. Vuestra vida no es más que la vacilante llama de una vela en mis manos- te dice- ha llegado el momento el momento de que saltéis a la gran boca que se abre...- de pronto un criado aparece tras vosotros anunciando que la cena está servida.

Casmir sonríe y dice: quizá saltéis después de la cena.

Entra de nuevo por la ventana y se dirige rumbo a la sala principal.

Cierro el puño y le intento dar un puñetazo en la boca del estomago, si cae al suelo le empiezo a dar patadas, sino intentare seguir dándole puñetazos a discreción.

Pero que haces maldita bastarda...