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Crónicas Giovanni I: La última cena

6. La visitación

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09/02/2012, 23:20
Damian Rockhard

Damian no se lo pensó dos veces, algo en su interior rugía y pedía a gritos la sangre de aquél pobre hombre.

- ¿Dime una cosa? ¿Tu creador contaba con la aparición de demonios como nosotros?- dijo mientras se relamía, dando vueltas en torno a su presa y moviendo la espada de forma amenazadora cerca de su rostro.

- Siempre estáis sermoneando a vuestros "súbditos" diciendo que habláis en su nombre y nos mandáis a la muerte una y otra vez por vuestras estúpidas guerras "santas". Cuantos soldados han muerto por vuestras palabras. Yo era uno de esos soldados, uno a los que mandasteis a la muerte por seguir vuestras palabras ciegamente. Por creer en las palabras que decíais que ponía en vuestros labios... ¡y me despreciasteis! ¡Me tirasteis a la basura como una herramienta rota a la que ya no podíais darle utilidad!

Y clavó la espada en la otra pierna del sacerdote, cortando piel y músculo y provocando que se derrumbase. Dejó que agonizara unos instantes, ignorando todo lo que sucedía a su alrededor.

- Ahora bien, mi querido sacerdote, vos sois lo que llamáis la herramienta de vuestro creador, sois su mesías y nos traéis su palabra y su verdad, sois la encarnación del bien y la bondad, pero en este mismo momento sois solo una herramienta rota, que no puede más que arrastrarse por el suelo al igual que la serpiente que ofreció el fruto del pecado a Eva. No sois útil a nadie ni a nada. Yo soy el demonio que habéis creado, vuestros pecados me han traído hasta vos y ha llegado el momento... de que te reúnas con tu creador.

Acto seguido se abalanzó sobre él tirando de la cabellera para dejar visible su cuello y beber todo el jugoso líquido que latía en sus venas de forma desesperada.

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10/02/2012, 00:15
Director

El monje soltó un grito ahogado cuando Damian le cortó la pierna y luego intentó pedir piedad cuando le mordió, pero sus dientes le cortaron el flujo de aire a los pulmones y sólo soltaba gorgoteos. Estaba muerto en cuestión de segundos.

Notas de juego

Los dos recuperáis toda la sangre.

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10/02/2012, 00:22
Damian Rockhard

Damian volvió al carruaje con un hilo de sangre que salía de la comisura de sus labios y caía hasta su barbilla. Se acercó a Leonore con paso apresurado al ver su precario aspecto.

- ¿Estáis bien mi señora? Estáis herida.

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10/02/2012, 00:33
Leonore Valkor

Leonore, temblando por el miedo y la angustia, se aferró al brazo de Damian y señaló el cadáver.

-Yo... hice eso  -musitó acongojada.

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10/02/2012, 01:06
Damian Rockhard

Damian se quedó atónito ante el espectáculo que había dejado la joven dama. ¿Realmente ella había sido la causante de aquél espectáculo? Se había quedado sin palabras ante el irreconocible cadáver del soldado.

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10/02/2012, 01:13
Leonore Valkor

-No sé por qué lo he hecho. Me enfureció. Le estaba causando daño a Rodrigo... Apenas lo recuerdo...

Parecía a punto de empezar a chillar de nuevo, pero en vez de eso se frotó las manos manchadas contra el vestido para limpiarse y después alargó las mangas para hacer lo mismo con su rostro. Se sentía muy sucia, literal y metafóricamente, y mal consigo misma. Damian podía sentirla temblar a escasos centímetros de él, aunque al menos ya había dejado de mirar lo que quedaba del templario.

-Tengo hambre... -anunció de forma seca, y se dirigió hacia uno de los cuerpos para beber.

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10/02/2012, 01:30
Damian Rockhard

Muchas cosas acudían a su mente en ese momento pero ni una sola palabra acertaba a decir. Boquiabierto y atónito, sacudió la cabeza de lado a lado un momento y contempló a Leonore con los ojos como platos.

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10/02/2012, 01:42
Leonore Valkor

Leonore se arrodilló junto a uno de los templarios y tomó su brazo para saciar el hambre. Era la segunda vez que se alimentaba aquel día. El sabor le reconfortó y alivió el pesar que sentía en cierto modo. Al terminar se levantó cabizbaja y miró al guerrero de reojo. No había dicho nada al respecto y eso le desconcertaba. Él había matado antes, pero ¿qué pensaría de ella? Era un monstruo. Se estaba volviendo un monstruo.

Se frotó las manos con nerviosismo y miró el carruaje y a Rodrigo.

-Deberíamos continuar...

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11/02/2012, 12:32
Director

-Enseguida, mis señores -dijo Rodrigo. Buscó la rueda enganchada y la levantó con fuerza sobrehumana. Luego saltó al pescante y aguardó a que ellos subieran para continuar con el viaje.

Al cabo de una hora llegaron al Monasterio de San Timoteo. El edificio era un lugar de paz en aquellas tierras. El patio estaba limpio y cuidado, el huerto, el corral de los animales, el pozo... todo parecía tener su sitio y ocuparlo de buena gana, como si la santidad del lugar pudiese transmitirse a las cosas inanimadas.

Nada más detenerse el carruaje y salir, escucharon un cántico a pesar de la hora de la noche. No había vigilancia. En el patio interior había un grupo de monjes orando todos en comunión.

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15/02/2012, 23:12
Leonore Valkor

Damian estaba sorprendido por lo que había logrado la que parecía ser su frágil acompañante. En un principio no había sabido muy bien cómo reaccionar ante aquello, pero después de ver en lo que se habían convertido le quitó importancia al asunto.

- ¿Os encontráis bien mi señora?

Leonore, sentada junto a la ventana como había hecho todo el trayecto, le miró algo contrariada. Parecía tener una pelea interna sobre lo que había pasado.

-Sí -musitó ahogadamente mientras se miraba las manos, rosadas por los restos de sangre. Volvió a frotadora con insistencia y nerviosismo a pesar de que no iba a lograr que eso desapareciese. -Sí, me encuentro bien. Gracias. Estoy bien -repitió de forma mecánica y arrogante, sin mirarle, como si estuviese enfadada.

El soldado se quedó pensativo un instante y recordó su primera muerte. Fue traumatizante, la primera siempre lo era. Pero luego comprendió que no tenía otra opción, que era su trabajo y que de su habilidad dependía su vida en todo momento.

- Es el primero ¿verdad? El primero siempre se recuerda y es complicado, claro que sí. Pero no os atormentéis demasiado, mi señora. Es su vida o la vuestra.

La vampiro le devolvió una mirada austera. Tenía razón pero no la tenía. En su vida había tocado algo más peligroso que un cuchillo para la carne. ¿En qué se estaba convirtiendo?

-No soy tu señora. Y para ti es fácil decirlo, llevas matando desde a saber cuándo. Somos monstruos. Ni siquiera sé de dónde he sacado la fuerza para levantar... algo como eso -dijo señalando su arma-. Es antinatural y abominable. -sentenció.

- Esto puede ser la diferencia entre la vida o la muerte –le respondió.

Leonore se cruzó de brazos y apartó la mirada hacia otro lado, ofendida o quizá enfadada. Le exasperaba enormemente hablar con el soldado, con sus ideas tan claras y firmes respecto a todo mientras ella era una marea de incoherencias.

-Igualmente... Gracias por preguntar -añadió tras una pausa larga.

Los dos volvieron a sumirse en aquel cotidiano silencio que ya se hacía eterno compañero de viaje hasta que varios minutos después la noble, de cuya apariencia de clase alta quedaba apenas rastro, levantó la cabeza hacia el soldado y habló de nuevo.

 

-¿Va a ser siempre así? ¿Van a intentar matarnos constantemente? Ni siquiera pudimos elegirlo. -Se quedó callada de nuevo y en sus ojos azules reinó la angustia-. No quiero que me maten. No quiero que me hagan más daño como... la otra vez. No quiero morir. Otra vez.

Damian mostró por primera vez en su rostro la agonía que sentía por lo que habían pasado, por lo que los habían convertido. Sus vidas, o más bien sus muertes, habían supuesto un cambio repentino y brusco para ambos y permanente, por desgracia.

- No... ni yo. - dijo el vampiro bajando la mirada. - Pero no tenemos opción, nos han obligado a actuar así. No sé... No sé qué podemos hacer realmente.

Leonore respiró resoplando por la nariz.

-Yo... Creo que necesitaré aprender a usar eso -dijo, señalando de nuevo su arma-. No quiero ser una carga. Quiero saber defenderme. Nos están usando como marionetas...

Y eso, obviamente, no le gustaba nada. Ella que siempre había estado envuelta en todo tipo de embrollos de la corte, que adoraba hablar y malversar todo lo que se decía, por primera vez se sentía inútil e indefensa.

- Esto no es ningún juguete querida. No es algo que pueda usarse a la ligera. Y si, puede que seamos sus marionetas ahora mismo, pero creo que nos encontramos en una posición ciertamente privilegiada...- Y comenzó a bajar la voz y acercar a Leonore para que Rodrigo no escuchara nada. - ...para hacer que esas dos especie de facciones o lo que sea se destruyan entre ellos.

Damian lo pensó durante un minuto. Realmente no tenía nada que perder, y al fin y al cabo ahora tenían toda la eternidad por delante, si aprendía realmente a manejarla sería más útil aún.

-Sí. ¿Por qué no?

La vampiro sonrió ampliamente, satisfecha. Quizá por primera vez desde que habían salido de la mansión de Hardestat.

Notas de juego

Mañana posteo la entrada al monasterio

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16/02/2012, 17:08
Leonore Valkor

Leonore le dio algo de charla al soldado casi hasta la llegada al monasterio. Parecía como si lo macabro del suceso inmediatamente posterior no existiese. Bajó del carruaje, maravillada en cierto modo por la paz que se respiraba en aquel lugar, y se preguntó por qué querría alguien enviar a la muerte a nadie. Seguro que eran hombres de buena fe. Esperó a que Damian abriera la marcha y le siguió hasta el patio, donde los monjes cantaban. Decidió que no quería interrumpir la ceremonia, y esperaba que su acompañante tampoco lo hiciera y guardase los modales.

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16/02/2012, 22:53
Damian Rockhard

Damian bajó del carruaje y abrió camino hacia el lugar donde oraban los monjes. No tenía ni idea de qué era lo que les podría aguardar allí y temía por ello. Qué tipo de persona, o lo que fuera, era capaz de despertar el odio de una organización de vampiros como para que le quisieran muerto.

Llegó hasta el lugar y se detuvo al final de la estancia, esperando a que terminasen la oración o a que alguno de ellos se les acercase a preguntar.

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18/02/2012, 13:37
Director

Rodrigo se adelantó y pidió que los condujeran ante Japheth. Asintiendo, el monje los condujo hacia el interior del monasterio, bajando a las catacumbas. Caminaron a través de pasillos llenos de nichos hasta llegar a una sala iluminada por ninguna luz en particular, sin antorchas o lámparas. En el centro había un altar sobre un estrado y tres sillas en el extremo más alejado. Dos de ellas vacías, la tercera ocupada por un hombre con ropas de monje.

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18/02/2012, 13:43
Japheth

-Soy Japheth Cappadocius, Primogénito del gran Cappadocius, abad del Monasterio de San Timoteo. Habéis solicitado audiencia conmigo. Hablad, hijos míos.

El hombre hablaba con mucha calma. Tenía un aura de santidad a pesar de que su rostro exhibiera las marcas de la muerte: una palidez más severa que la suya, casi azul.

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19/02/2012, 16:26
Damian Rockhard

Damian inclinó la cabeza a modo de saludo.

- Buenas noches señor Cappadocius. Nos envía el señor Giovanni, quiere concertar una cita con vos en las próximas noches. Un asunto de extrema importancia lo requiere.

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20/02/2012, 14:40
Japheth

-Debo comulgar con mi padre.

El monje se echó hacia atrás y volvió los ojos hacia arriba. Permaneció así durante unos instantes y luego volvió a fijarse en ellos.

-Traed a Claudius Giovanni del Clan Capadocio ante mi presencia en una semana. Pero primero mi padre desea hablar con vosotros.

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20/02/2012, 14:43
Cappadocius

El resplandor de la habitación se hizo más fuerte. En una de las sillas vacías apareció una imagen luminosa y translúcida, un hombre de pelo blanco y largo y rostro tranquilo. Llevaba un hábito inmaculado que reflejaba la luz, o quizá la emitía. Tenía un modo de mirarlos que invitaba a sentirse dichosos y en paz.

-Bienvenidos, hijos míos. Soy quien una vez fue Cappadocius. Soy el Hijo de todos los vástagos. Aliviad vuestros corazones conmigo.

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24/02/2012, 11:32
Leonore Valkor

Leonore se quejó en silencio por la rudeza del soldado. Aunque no se podía pedir más de quien nunca había tenido modales, pensó. No obstante sus pensamientos se evaporaron ante la aparición de Cappadocius, retrocediendo varios pasos con espanto a pesar de la candidez del anciano. Superado el estupor inicial contempló ls escena con admiración y ligera arrogancia, como si se negase a creerlo.

-Es un placer tenerle ante nuestros ojos, Señor Cappadocius -dijo dubitativa, sin tener muy claro cómo debía referirse a él.

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27/02/2012, 11:50
Cappadocius

-Observo un gran desconcierto y un gran dolor en tu corazón, hija mía -dijo Cappadocius-. Os han herido y torturado y aún sangráis por las heridas que se han curado a ojos vista, pero que se mantienen dentro de los pechos.

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27/02/2012, 16:19
Leonore Valkor

Leonore observó al e traño con una mezcla de odio y arrogancia. Y también temor. ¿Qué clase de poderes poseía aquel hombre? Resultaba una amenaza precisamente por su sabiduría?

-Eso no es de vuestra incumbencia. Lo que hayamos padecido nos atañe a nosotros mismos -respondió desafiante.