Partida Rol por web

Llegaba el momento de partir, la visión del amanecer al llegar al lugar acordado era la esperada. Aquel hombre era un traidor a su gente o a sus nuevos aliados, pero un traidor al fin y al cabo. 

Por ahora había cumplido su palabra, esperaba montado en el caballo imperial observando al horizonte. 

Mientras avanzamos hacia él miro disimuladamente a mi alrededor. No aprecio las ironías y no me gustaría caer en una emboscada. Esta noche, además, no he podido dormir bien y noto que la tensión de los últimos días me está empezando a agriar el carácter. Tranquilo. Mucha bilis vas a tener que contener hoy si quieres que esto salga adelante.

¿Todo despejado? Pregunto a mis compañeros mientras continúo andando.

El hombre asintió de forma casi imperceptible y un ligero movimiento de las riendas bastó para que el caballo que montaba, bien adiestrado, iniciara una marcha lenta hacia el campamento lunar. 

- Espero que no hagáis ninguna tontería... respondo por vosotros

Wulfric mantenía un gesto hosco y la mano junto al hacha. Estaba nervioso, aunque le costara reconocerlo. Iban a meterse en las fauces del imperio y este podía cerrarlas y devorarles para siempre, y con ellos serían devoradas las esperanzas de su clan.

- Te lo advierto, caerás el primero si nos traiciones -le dice al jinete-.

- Ya basta... ¿todavía estamos así? Acabaremos muertos por este camino, debemos más a nuestra gente - Harold caminaba junto al grupo luchando contra sus instintos por posar su mano en el arma, estaba nervioso y tanta desconfianza no ayudaba en absoluto

Thrfinn estuvo a punto de decir algo ante la advertencia de Wulfric, pero se lo pensó dos veces y calló. Estaba bien clara su postura y era absurdo volver a repetir lo mismo. A estas alturas estaba claro que el traidor estaba advertido. Con la mano cerca de su hacha y el escudo en la espalda para caminar más ágil. Se dispuso en la vanguardia y avanzó.

Estamos en manos del traidor, ya no hay vuelta atrás -pienso para mí mientras avanzamos-. Espero que piense bien en todos sus antepasados y vea que aún puede redimirse ante la mirada severa de Orlanth. Aun así, tenemos que estar preparados para lo peor.

Mientras camino miro en dirección al campamento lunar. Pensar en los imperiales hace que me hierva la sangre, pero al mismo tiempo es casi reconfortante. No hay ningún dilema, ninguna duda sobre si el otro es amigo o enemigo. Si no sabe pronunciar "orlanth" como es debido, se merece que le claves la espada. Ojalá todo fuera tan sencillo. Bebo un trago de agua prolongado y me imagino por un momento que es hidromiel.

En fin, necesitamos estar seguros de qué tenemos que decir ahí dentro. Alguien habrá entre esos bárbaros que piense un poco. Si empezamos a contar cada uno una historia para lo que íbamos a durar más nos valía cargar contra las puertas ahora mismo.

Mira atrás un momento, aunque no interviene, ni respondiendo a las amenazas. Deja que os pongáis de acuerdo sobre la versión a dar, sin intervenir mientras no le preguntéis. 

El explorador se detuvo y hizo un asentimiento.

- ¿Qué podemos contar, hermano? - medita durante unos segundos -  pero mejor sería que no abriera la boca cuando tenga uno de esos malditos delante pues no responderé de mis actos.

Las palabras de Garnath le hicieron mirar atrás - Thorfinn esto saldrá bien con un poco de astucia... Garnath está en lo cierto ¿alguna idea? -

-Mentir es más fácil cuanto más se acerca la mentira a la verdad. Podríamos decirles que ese -señalo al traidor- venció a nuestro líder en combate y hemos decidido seguir sus órdenes, porque ahora él es nuestro líder.

Sencillo... sin extendernos... lo que esteran ellos de nuestra gente...

Harold asintió con la cabeza ante las palabras de Ashart

Sopesó las palabras Wulfric durante unos metros de la caminata, en silencio.

- Me parece adecuado, Ashart. Sea esa nuestra historia a partir de ahora.

Sí, es buena idea. Y si nos preguntan por nuestra tribu, podemos decir que no pertenecemos a ninguna en concreto, que éramos un puñado de guerreros que por un motivo u otro estaban sin hogar y que nos habíamos unido con la idea de... hacer fortuna, creo que lo llaman los imperiales. Eso explicaría por qué atacamos a un par de jinetes y por qué queremos ahora trabajar para ellos.

Por cierto, hay otra cosa que tenemos que remediar. Mi nombre es Garnath -digo levantando un poco la voz para asegurarme de que el jinete se de por aludido-. ¿Cómo deberíamos llamarte a tí?

Thorfinn gruñó a modo de protesta.

-  Es una locura - se arrascó la barbilla barbuda - yo mejor...umn, me hago pasar por mudo y así si mantengo la boca cerrada no meteré la pata.

Miró atrás, altivo desde la montura

- Khalep - breve y conciso - ¿los demás?

El jóven guerrero se presentó como la costumbre orlanthi reclamaba:

- Wulfric, hijo de Kallai, del clan Viento Fuerte. Orlanth me guía cuando derramo sangre propia y ajena como huscarl al servicio de mi clan y de mis ancestros.

¿Es que vamos a seguir así hasta que el plan falle y nos maten a todos...?

- Harold - breve y conciso

-Ashart, hijo de Vastyr -respondo cuando llega mi turno-. Recordaré tu nombre, Khalep -digo mientras le dirijo una mirada profunda que parece llegar al alma.