No, no teneis ningún arma. Nadie me ha dicho que cogíais las armas de los muertos.
Si teneis el resto del equipo, en cuanto a armadura y vestiduras. Por lo demás, no teneis nada.
Con visible desgana, dejo que me venden los ojos. Estos elfos, si intentan algo lo pagarán caro.
Arabella se deja hacer por sus salvadores.
Entendía que esto era una escena sin interacción ^_^
Os vendan los ojos a todos. Os dan unas vueltas para desorientaros y emprendeis el camino. Notais como en algunos tramos el camino se empina. Permaneceis caminando no sabeis cuanto tiempo, y al fin os parais. Escuchais la voz del que parece el jefe del grupo hablando con otro elfo. Solo Narwë entiende lo que dicen, y al final de la conversación, os quitan las vendas.
Ante vosotros un panorama dantesco. Lo que antaño fuera un poblado élfico bello y próspero, hoy solamente quedan cenizas de él. Las casas y edificios que habían sido construidos en los árboles, la mayoría había sido devastada por el fuego. Solamente quedaban dos a lo lejos, simbolo del arte y la prosperidad del pueblo elfo. En cada copa de árbol, un centinela elfo armado con espada y arco, vigila la integridad del poblado ante posibles nuevos ataques.
Normalmente, cuando termino de escribir, suelo dejar un poco de tiempo para que respondais. Podíais no haber querido seguir con los elfos y haberos ido por vuestra cuenta. La partida es abierta, y vosotros decidís vuestras acciones, que no tienen porque ser las obvias.
La joven miró desolada el panorama que se les presentaba, esperaba ver una población élfica en todo su esplendor no los restos de la misma. A pesar de todas sus precauciones habían sido víctimas de un ataque, probablemente el Caos.
Miró a Narwë esperando alguna explicación o consejo.
La escolta, tras un rato de espera, os conduce a lo largo del poblado. Vais en dirección a las dos casas que resistieron el fuego. Llegais a la base de la primera, la más ostentosa de las dos. Empezais a subir por una pasarela que asciende en caracol alrededor del tronco del árbol.
Al llegar a media altura del árbol, una gran sala se extiende ante vosotros. Delicadas sedas, finas tallas a relieve en pan de oro adornan de una forma poco cargada pero elegante la estancia.
El jefe de la escolta, os mira y os pide: Vais a ser presentados ante nuestro Lider. Por favor, esperad aquí unos instantes a que yo os llame. El querrá saber un poco más sobre vuestra experiencia. Tras estas palabras, os deja con el resto de la escolta y se mete en el palacio.
Viendo que Narwë no hace ningún comentario se acerca a él cuando el jefe de la escolta se va: ¿Qué está pasando? ¿Qué van a hacer con nosotros?
Esta situación es solo un poco mejor que en la que nos hallábamos, pienso para mí.
Caer de la sarten a las llamas, dicen en mi tierra. Digo con un tono alicaido.
Mi fé en Ranald esta siendo puesta a prueba y no estoy siendo el mejor de los creyentes. Debo poner mi fé en que Ranald nos dará una oportunidad.
Veo un poco de nerviosismo entre mis compañeros. Quizás debí responder antes a sus preguntas. Yo tampoco se lo que está pasando. Supongo que nos enteraremos de ello ahora. No obstante, tened por seguro que no quieren ningún mal para nosotros. Si así fuera, no nos hubieran traído a su poblado. Comento queriendo tranquilizar al grupo.
Al cabo de un rato, vuelve a aparecer el elfo, y os dice. Por aquí por favor. Pasais por varias estancias, hasta llegar a una central pegada al tronco del árbol. Parece como si fuera una especie de mirador, desde donde se contempla el bosque. Allí, en ese mirador, se ve una figura esbelta mirando hacia lo lejos. El elfo os hace parar en la entrada.
Noto la presencia de los rescatados, mientras miro el bosque. Todavía no consigo entender cómo ha sucedido.
Por favor, pasad. Digo a los recién llegados. Mi hermano me ha informado como os ha rescatado de las garras de unos sectarios de Khorne. Os encontrais bien? Puedo ofreceros alguna cosa?
Muchas gracias por su hospitalidad. Si no fuera molestia, algo de beber y comer, sería gratificante para nuestros magullados y doloridos cuerpos. Respondo con una ligera inclinación de cabeza. En señal de respeto.
Todos conocíamos la hospitalidad de los elfos. No te fíes Magnar. No pienses que te han salvado la vida atacando la carreta. Hubieras salido de esta como siempre has hecho. Pienso mientras me mantengo en un segundo plano, y le dejo al orejas picudas tratar con los suyos.
Arabella hace una pequeña reverencia ante el que parece el líder del asentamiento elfo...o lo que queda del mismo.
- Sin la ayuda de su hermano probablemente estaríamos muertos, muchas gracias.
Las bendiciones de los dioses recaigan sobre vosotros, por vuestra ayuda. Seguramente es un secreto, ¿pero podríais decirnos donde nos encontramos?. Antes de ser capturado lo único que recuerdo es una noche de fiesta luego un coliseo y una lucha a muerte y después unas interminables horas en la jaula de la que nos librasteis, gracias de nuevo.
Estoy perdido y desorientado y eso es algo que no me gusta. Espero expectante como se desarrolla la conversación.
Entonces, si os parece bien, os ofrezco comida y reposo, así como cura para vuestras heridas, y mañana, me gustaría hablar con vosotros. No obstante, sois libres de marcharos en cualquier momento. Avisad a nuestra guardia, para que ellos os escolten hasta las afueras del poblado. Queremos que, aunque algún hombre bestia sepa ya de nuestra existencia, siga siendo un secreto.
Alguien quiere irse? Pasamos al día siguiente?
- Gracias, estamos en deuda nuevamente con vosotros.
Me quedo
Me quedo y puedes pasar al día siguiente.