Partida Rol por web

Esperaba que Morticia pudiera seguir esquivando de esa forma, visto que no conseguían derribar al osgo tan fácilmente, a pesar de que eran dos. Podía ver las gotas de sudor correr la frente de la joven, y lo cansada que estaba. Tenía que ser más certero con sus flechas, y el no muerto se empeñó en continuar disparando, aunque tuviera que gastar todas las flechas que tenía.

Morticia no podía creer que su ataque hubiese fallado. Tras esquivar el nuevo ataque del osgo se centró en seguir canalizando su energía hacia la espada y describiendo un amplio arco con la misma intentó asestar un golpe en la cabeza de la criatura. 

La criatura se gira para encarar al esqueleto que no deja de usar ese arco, y otra flecha en el costado parece que sobrepasa el umbral de dolor de la criatura, que suelta el garrote y camina dos pasos hacia el esqueleto, antes de caer de rodillas y mas tarde a plomo sobre la hierba del suelo, completamente inconsciente y sangrando por sus heridas. El silencio parece hacerse tras la pelea, un silencio incomodo tan solo roto por los jadeos de Morticia tras haber tenido que esquivar a la mole de pelo y musculo con una armadura puesta y estando fatigada.

Lord Tuétano sintió una gran satisfacción cuando vio como el enorme osgo es desmoronó en frente suya, presa del dolor por las flechas. Por si acaso, el esqueleto ya había llevado su huesuda mano hacia la empuñadura de su espada corta, pero no hizo falta que la usase.

-¿Estás bien?- Le preguntó a Morticia, mientras avanzaba con cierta cautela hacia el enemigo caído. Le arrancó las flechas que había acertado, no podía desperdiciar munición, y las limpió en la piel del osgo antes de guardarlas en el carcaj.

-¿Quieres matarlo? Aún respira- No habían acabado con el, pero si que parecía que habían logrado incapacitarlo. De todas formas, ahora si prioridad tendría que ser otra bien distinta -Tal vez deberíamos apresurarnos en buscar refugio para que descanses- El esqueleto miró a su alrededor, esperaba que ese bosque no estuviera plagado de mofetas.

Morticia estaba muy cansada. El largo camino y el combate posterior la habían dejado exhausta. Sería mejor encontrar refugio cuánto antes para descansar.

- Degüéllalo, registra su cuerpo y escóndelo bien. No tiene sentido mantenerlo vivo si no podemos interrogarlo-. le dijo Morticia a Lord Tuétano mientras recuperaba el aliento. -Después buscaremos un sitio dónde dormir- dijo una vez había recuperado la respiración.

Diligentemente el no muerto obedeció y con su espada le cortó el cuello al osgo antes de que pudiera recobrar la consciencia. Rebuscó entre sus apestosos ropajes para coger todo lo que tuviera de valor, aunque la pesada maza la dejó, no creía que le fuera a servir a Morticia o a el.

A continuación lo arrastró hasta unos arbustos donde escondió el cuerpo como buenamente pudo. Acabadas las órdenes de Morticia, se sacudió las manos y se dispuso a buscar un buen sitio donde pasar la noche. Afortunadamente, el no necesitaba dormir, ni comer, pero su compañera no disfrutaba de las facilidades que le brindaba estar muerto.

El osgo muere atragantado con su propia sangre, se mueve espasmodicamente en un ultimo intento de respirar y al final pasa a mejor (o peor, quien sabe) vida. Entre sus pertenencias hay un saco con cuatro monedas sucias de oro, acuñadas con la cara de un hombre en apariencia joven, llevando una simple corona, tambien hay un trozo de carne mohosa envuelto en un paño de tela, larvas de mosca parecen haber anidado en este...Estas criaturas deben comer casi cualquier cosa y junto a todo ello hay un espejo de plata pulida algo combado pero util todavia.

El esqueleto parece buscar un refugio, pero la zona de alrededor no deja de ser un claro y un llano poblado por un monton de arboles que luchan por crecer alto y alcanzar aún mas rayos de luz. Si lo que busca es refugio ante posibles lluvias tendrá que improvisarlo, puesto que no hay ningun lugar apto para una rapida acampada.

Tras haber recogido las monedas de oro y el espejo de plata, que el esqueleto había encontrado tras saquear al osgo, miró al trozo de carne putrefacta que rezumaba moho por todas partes. -¿Te lo vas a comer?- dijo mientras miraba a Lord Tuétano, que le miraba impasible. -Ya lo suponía- dijo seguidamente, y jurando que de haber estado tenido cara el esqueleto habría sonreído.

- Busquemos unas ramas y unas hojas y hagámonos un refugio para que pueda descansar. Una vez esté hecho comeré algo y dormiré, lo necesito con urgencia. Necesito que montes guardia y vigiles durante la noche, no sabemos si puede haber más bestias en los alrededores. - dijo Morticia mientras observaba el frondoso bosque en el que se encontraban

Lord Tuétano miró alternativamente hacia Morticia y luego al trozo de carne bastante desagradable que había encontrado en el cadáver del osgo -Se me ha quitado el hambre, no lo quiero- Respondió y lo tiró junto al cadáver sin vida. No creía que hubiera podido comérselo ni siquiera en vida.

Como decía Morticia, lo mejor sería hacer un refugio allí mismo. Caminó por el claro reuniendo ramas y huyas para construir un rudimentario refugio contra el tronco de un árbol. Tampoco se esmeró demasiado, con que fuera mínimamente confortante y protegiera de las lluvias, tenía que valer, al fin y al cabo, el no lo necesitaba.

-Bueno, creo que esto ya está...- Le había quedado un refugio que bien podría haberlo construido el osgo con sus torpes manos, pero era mejor que nada -Me quedaré entonces vigilando toda la noche, y si se acerca alguien te avisaré- Aún no había terminado de acostumbrarse a no tener que dormir ni comer, ni se acordaba ya de lo que era soñar.

El refugio hace su apaño y Morticia puede al fin quitarse la armadura y descansar como es debido, tras haber rezado claro está, las horas pasan y Lord Tuétano se aburre como una ostra. 

El dia siguiente amanece brillante y soleado, con un ligero rastro de niebla que se va disipando poco a poco; las moscas y un par de cuervos se estan dando un festin con el osgo muerto mas allá y el unico sonido que perturba la paz son los huesos de Lord Tuétano crujir ante el cambio de temperatura.

Algo rompe la tranquilidad del descanso. Una mofeta rueda alegremente por un pequeño terraplen y se mete en el claro, dando algunas vueltas, posiblemente buscando algun tipo de comida y entonces las vacias cuencas de Lord Tuétano coinciden con los inexpresivos ojos de la criatura.

La noche transcurrió aburrida, tanto que Lord Tuétano deseaba haber aprendido a leer en vida, y tener un libro a mano para entretenerse. Si todas las noches iban a ser como esa, sin poder moverse para vigilar el sueño de su compañera, iba a tener que buscarse algún entretenimiento o afición que llevar a cabo.

Finalmente amaneció, y el esqueleto pensó que debería avisar a Morticia para ponerse en camino, aunque al verla dormida, con ese rostro angelical...Decidió dejarla descansar un poco más, tenía que estar agotada. Todo eso cambió cuando Lord Tuétano se volvió para volver a mirar el claro, y reparó en la juguetona mofeta que había entrado en el. Sus huesudas piernas le temblaron un poco, como si fuera a desfallecer en cualquier momento, odiaba y temía a esos animales desde que estaba vivo.

Sin apartar la mirada del animal, se agachó para zarandear a su compañera con su huesuda mano, clavándole las falanges en el hombro, y habló con voz apremiante -Morticia, despierta, ha aparecido un horrendo animal, debemos huir- Si la mofeta se acercaba, iba a tener que reunir toda su fuerza de voluntad para no esconderse detrás del árbol, no quería que le bañase con su asqueroso olor, seguro que no se quitaba de los huesos.

Morticia se despertó sobresaltada. La voz apremiante de Lord Tuétano había interrumpido su plácido y erótico sueño. Por primera vez en 2 días había descansado como Zon-Kuthon manda, y se sentía con fuerzas renovadas. Al buscar el terrible animal que el esqueleto indicaba sólo encontró una bonita y linda mofeta, que más bien parecía juguetona, tanto que casi le daban ganas de quedársela como mascota. 

-¿Se puede saber qué demonios te pasa? Estaba a punto de llegar al clímax cuándo me has despertado, y justo cuando me estaba preparando para luchar otra vez te encuentro asustado cómo un niño...!y de una mofeta! - le dijo Morticia al esqueleto mientras éste no le quitaba los ojos de encima  a la mofeta.

- En fin la mataré si es eso lo que quieres, pero preferiría no tener que meterle un flechazo a un animalito tan mono - dijo con una sonrisa entre los labios, divirtiéndose con el miedo que le infundía un animal 30 veces más pequeño que el osco con el que se habían enfrentado el día anterior. - Sea lo que sea lo que te pase vamos a terminar ya con ello, tenemos que seguir buscando- Dijo mientras se acercaba para coger el arma y las flechas del esqueleto, y dispuesta a acabar con aquel "terrible enemigo" que les miraba con unos ojos tan bonitos.

Aunque su rostro no pudiera expresar ninguna emoción, el esqueleto estaba atemorizado, y confuso al escuchar a Morticia. ¿Cómo podía encontrar a ese maligno animal mono? Seguro que a ella nunca le había atacado una, y no sabía lo que se sentía. El esqueleto lanzaba miradas de vez en cuando hacia donde estaba la mofeta, asegurándose de que no se acercase.

-¿Matarla? No nos ha hecho nada- Le arrebató el arco y las flechas de las manos a Morticia, quería irse de allí cuanto antes, para seguir buscando el rastro, y de paso, alejarse de esa peligrosa bestia -Vámonos cuanto antes, no vamos a ganar nada aquí- Y por si acaso añadió -Y no se te ocurra traerla: O la mofeta, o yo.

Lord Tuétano echó a andar con paso rápido para abandonar el claro y seguir buscando el rastro del caballero que había escapado de la aldea. Esperaba salir cuanto antes del bosque a terreno más abierto, donde pudieran ver los peligros acercarse con al suficiente antelación como para evadirlos.

Dejando la mofeta atrás, los pasos de ambos los llevan a salir del bosque y volver de nuevo a una basta pradera. La hierba se extiende por todas partes, pero hay una zona especialmente alta, una hierba alta y espigada se mece al son del viento en lo que parece un lugar a unos dos dias de viaje. Tras esta hierba, que uno puede imaginar que cubra a un humano por completo, se encuentra una red montañosa, que aunque no muy alta, si tiene sus picos lo suficientemente altos como para tener una capa de nieve permanente.

El dia pasa sin muchos accidentes, y la mofeta no parece seguirles a ningun lado; simplemente se queda en donde la encontraron, mordisqueando algo de comida que parece haber encontrado antes de seguir su camino, levantando la cabeza al caminar casi con actitud digna.

Justo cuando se preparaban para descansar de nuevo...El destino parece mofarse de Lord Tuétano, esta vez no es una mofeta lo que aparece en el campamento, si no una MOFETA TERRIBLE, el animal avanza peligrosamente, cola en alto mirando al esqueleto con una sagaz inteligencia en sus ojos, haciendo que el reanimado hombre huya de la zona tan rapido como puede. Ni si quiera la imagen de Morticia durmiendo tranquilamente a unos metros mas allá le hace pensarselo dos veces, sus pasos lo llevan a salir del bosque y terminar en un lugar mas parecido a una pradera, con un ocasional arbol aqui y allí, aunque lo que mas llama la atención es lo alto del cesped que crece aquí, capaz de ocultar a una persona que mida un metro cincuenta en ciertas zonas.

Un pequeño riachuelo cruza la zona, el rumor del agua corriendo entre las piedrecillas de este se hace notar y repentinamente, a un lado del riachuelo Lord Tuétano encuentra a Amaranta, Amaranta encuentra a Lord Tuétano, que si no fuese por la falta de expresividad de su calavera se le podria ver horrorizado. Malditas mofetas terribles.

Y te dejo breve introducción:

Todo lo de tu historial ha acontecido en Ashfell, una ciudad del sureste de Desiria, saliste por los caminos huyendo de lo que hiciste y has ido vagando por las praderas, recordando que al noreste habia una pequeña aldea, a varias semanas de viaje.

Amaranta vio al esqueleto, y en un primer momento, se agachó entre la maleza, por puro instinto. 

Luego frunció levemente el ceño, y volvió a emerger, despacio, hasta volver a vislumbrarlo, dedicándole una media sonrisa curiosa- Y tú, ¿de dónde has salido?- le dijo, con languidez, elevando un poco el tono para que la escuchase. La hechicera tenía el aspecto de una fémina humana más bien alta, de facciones algo más afiladas y esbeltas que la media racial. Su tono de pelo rubio apagado y su piel ligeramente cetrina y pálida, sin embargo, resaltaban sobre sus características.