Partida Rol por web

Saliste de la casa de Zhiara y subiste al carruaje que dejó a Roy. Le preguntaste sobre un sitio en donde conseguir un caballo y el cochero te indicó que había una taberna cerca llamada "El Olmo" pero que allí había gente de muy mala calaña. De todas maneras quisiste intentar conseguir una montura y llegaste a la taberna.

Allí, el tabernero limpiaba un vaso sucio mientras le pediste un vaso de whisky seco y el te lo dió con un gruñido como asentimiento. Le dijiste si había alguna persona que comerciara con caballos allí y te señaló a un rincón de la taberna con un dedo mugriento.

Te llevaste la bebida, que salió dos dólares y te sentaste en la mesa en donde habían tres sujetos. Uno de pelo cano y unos cincuenta y tantos se llamaba Doherty y tenía un traje muy formal. De hecho no pegaba con el resto del sitio, lo acompañaba otro hombre llamado NN y un tercero que se presentó como Mc Toren, y eso fue lo único que te dijo. El primer sujeto tenía en su bolsillo, un pañuelo blanco en donde estaba bordeada la inicial "D".

Cuando le dijiste a Doherty si sabía cómo podías conseguir una montura, te dijo que él tenía posesión de monturas muy apreciadas pero que el precio de una de ellas era de 2000 dólares. Pensaste que el tipo te estaba tomando el pelo puesto que la suma era irrisoria; primero pensaste en apostar pero luego sacaste cuentas de que llevabas todas las de perder así que te levantaste y saliste, dejándoles el vaso como regalo, y jurando que no te ibas a ir sin un caballo.

Fuiste a la armería: un hombre cuidaba las estanterías mientras otro estaba en la puerta, haciéndose un cigarrillo. Pediste una ballesta y te mostraron una de madera oscura y que venía con un tubo de 30 virotes de regalo. La misma salía unos 250 dólares. También pediste una pistola, en realidad un revólver (con un barril de 6 balas). El hombre de la armería te hizo un descuento, cobrándote 150 por el mismo y los 250 de la ballesta, más un cargador de 12 balas para el revólver y dos tubos de 30 virotes para la ballesta, de regalo. Además le compraste un cuchillo pequeño de 10 dólares.

Hecho todo ésto partiste para la taberna nuevamente. El hombre de la puerta te dijo que no salgas de noche, que te avisaba por ser forastero. Le dijiste que ya había aprendido esa advertencia por las malas ya, lamentablemente. 

Volviste a la taberna y reconociste el caballo de Doherty porque era el mejor de los que estaban atados afuera: de pelaje níveo y espesa cabellera rubia, tenía una montura de cuero caro con una A bordeada en la misma. Junto a él había otra montura, oscura como la noche.

Lo que hizo entonces Alejandro, tentando a la suerte fue cortar el lazo que unía al palenque al caballo de Doherty y luego subir al otro, al oscuro. Usando su revólver, tiró un disparo en el aire lo que hizo que el animal blanco saliera bufando y el hombre canoso y sus secuases, se levantaran justo para ver como el músico salía al galope, con su negro alazán y dedicándoles una sonrisa triunfal.

Cierto es que no olvidarían esta ofensa, pero por lo pronto, el muchacho había tenido suerte. Así partió hacia el hotel, fuera del pueblo en donde Michells le dió las llaves del establo para guardiar a su reciente adquisición. Además le pidió que ayudase en el cuidado de su madre, que había sido atacada. Alejandro aceptó de buen grado, pero pidió herramientas para bloquear las ventanas que pudiera (sobre todo las de su habitación: la número 17, ya que casi todo el resto del hotel estaba vacío).

Alejandro se encargó de tapiar las ventanas mientras Michells iba a comprar provisiones con 10 dólares que el muchacho le ofreció para tal encargo. En realidad le iba a dar más pero el joven dijo que no era necesario. Cuando eran las cinco de la tarde Alejandro terminó su tarea. Pero, para encargarse de las ventanas de su habitación, empujó un armario hasta ellas y luego subió una cama a la otra para bloquear la segunda. Es que todas las habitaciones tenían dos ventanas y, aunque ellas estaban intactas, el joven no quería correr riesgos.

Así terminó todo y fue hasta la cocina para comprobar si había ajos. Pero era inútil, todos se habían usado ya en las ventanas que los tenían colgando por dentro, a diferencia de en la mansión de Zhiara. Volvió a buscar más cosas en las habitaciones, en este caso cruces. Encontró la cadena con el dije que tenía la cruz de plata en una de las habitaciones cy se la colgó al cuello.

Luego volvió a la cocina, pero al pasar por delante sintió tres golpes secos. Una voz llamaba con agonía:

-Hijo, hijoo ayúdamee...!!!

Raymond comenzó a acercarse hacia la puerta, habiendo primero sacado su revólver y con cautela. De lo que pronto se dió cuenta era de que la persona estaría en el suelo, porque rasguñaba la puerta desde ese punto. Los golpes siguieron pero el joven comenzó a retroceder...

Una mano en el hombro hizo que se diera vuelta de golpe apuntando a quien sea que estuviese allí.

Era Michells.

-¿Qué qué sucede?? -preguntó, blanco como el papel.

-Es su madre, está pidiendo por usted -dijo Alejandro.

-Oh dios... ¡mamá, mamá, espera! -dijo el chico y abrió la puerta. Sobre el suelo, con un camisón manchado de rojo en varias partes distintas, una señora más pálida que un hueso tomó las piernas de su hijo. Bajo sus ojos se hallaban sendas ojeras violeta.

-¡Mamá!! -dijo el hijo.

-Tengo hambre... tengo tanta, tanta hambre -respondió ella.

Alejandro, sin saber qué hacer, tomó las provisiones que el muchacho trajo del mercado y dejó caer por el susto y se dirigió a la cocina.

-Espere, pronto les traeré de comer.

Le dijo a ambos.

Alejandro volvió a la cocina. Se puso a preparar un pollo relleno y una ensalada. Era una manera de ocupar su tiempo y no tenía mucha idea de qué hacer respecto a la madre del muchacho auque quisiera ayudarla. La comida se colocó, la parte que necesitaba cocción, sobre la hornalla de una estufa a leña; cuando entró Michells que se fue a un rincón a lavarse con unos baldes de agua que allí había.

Intrigado, Alejandro se le acerca y le pregunta por su madre. 

El chico contesta:

-Está loca, mientras la estaba llevando hasta la cama tomó uno de mis brazos y le dió una fuerte mordida.

Michells muestra la herida: es como una mordida humana, con la marca de todos los dientes pero, justsamente los colmillos están más pronunciados que el resto de la dentadura.

-Nunca la ví así... no creo que pase la noche. Debe ayudarme, debe ayudarme a darle el descanso que se merece...- pide el chico con cara de horror.

Me haces pensar en un matricidio - le dije - No es que me importe mucho, pero si quieres podemos hacerlo

Yo jamás he estado en esa posición de matar a un ser querido pero entiendo que es porque ni siquiera me acerco a ellos; esta vida nómada te da muchas libertades a costa de unas cuantas restricciones.

Que piensas hacer? - le dije - y en que te soy util?

-Sí... sí... mis cálculos son efec... efectivos -dice Michells que tiembla como una hoja en un vendabal -el vampiro que la mordió volverá esta noche a hacerlo por por última vez.

Respira hondo y continúa:

-Verá, el el tema es que tienen que morderle tres veces, si lo muerden durante tres noches, y mi madre ya ha sido mordida dos, la tercera noche la víctima muere y... se convertirá en un vamp...

Le cuesta horrores al muchacho completar la frase pero lo hace -vampiro yy tenemos que clavarle una estaca en el corazón y cortarle la cabeza... o ... o matar al vampiro que la mordió pero pero.

Traga saliva.

-Es una vampira muy muy pod... no podemos hacerlo, no podemos matarla...

Alejandro acepta el ayudar al chico. Van hasta una habitación de estas destruídas y consiguen una silla a la que le falta una pata. Toman esa pata, que estaba tirada cerca y, en 30 minutos, Alejandro consigue armar una estaca afilada, con la ayuda del cuchillo de cocina para trozar el pollo. Michells, por su parte, no tiene tanta suerte porque los nervios hacen que su trabajo sea eterno. Cuando son las 6:40 y sabiéndo que el sol se oculta  a las ocho, Alejandro le dice que es hora de partir.

Un viento tenebroso asoma desde afuera, uno raro, uno que parece decir que nada será tan fácil.

-No, por favor, déjeme hacer esta estaca extra- ruega el joven. Alejando accede y por fin, siete menos diez, dos estacas están finalizadas.

Bajan ambos por la escalera y van hacia el mostrador y luego al pasillo de atrás, por el cual se accede al cuarto de la señora. Alejandro pregunta:

-¿Cerraste con llave?

Michells asiente.

-Entonces abre- dice el hombre y el joven, atropelladamente, pone la llave en la cerradura y abre la puerta.

Allí, recostada en la cama, está la madre. Aparenta estar dormida pero cuando abre los ojos, se los nota vivos, aunque vidriosos y con profundas ojeras marcadas bajo los mismos.

La madre habló con el hijo, aunque mirando a Alejandro de reojo.

-Hijo mío, no me lastimes. Te quiero hijo. Te quiero, mami te necesita, mami te necesita.

Michells, desesperado, se arrodilló junto a la cama, tomó la mano derecha de su madre y contestó: -No madre, nunca permitiré que te lastimen. Nunca lo haré, te lo prometo... no dejaré que nadie...

Entonces, antes de que pudiera hacer mucho más que decir eso, Alejandro usó su estaca y la clavó prácticamente en el pecho de la mujer.

-¡¡Aaaaaaaaaaahhhh!!! -gritó ella y tomó el palo de madera con ambas manos pero no podía removerlo de su lugar. Gruñó hacia ambos hombres y allí se vieron sus dientes: los colmillos casi totalmente transformados. Ese viento que sintió Alejandro mientras estaba haciendo las armas de madera, ese en la habitación, se volvió a sentir. Así también el suave rasguido de unas uñas contra la ventana...

-cracc...cracc...

El viento de la ventana se fue alejando de a poco, como si el vampiro que lo producía supiese que su víctima a reclamar estaba perdida por lo pronto. Michells, además, al ver la escena se levantó de golpe, tomó el martillo y golpeó con fuerza en la estaca, introduciéndola más y más; mientras Alejandro aprovechó la oportunidad para cortar de raíz la cabeza de la madre.

Con un sonoro "chac", ésta cayó al suelo rodando.

El joven se arrojó al suelo y lloró con toda la fuerza de su alma destrozada. El horror que había vivido fue demasiado, hasta el hombre músico que era indiferente a muchas cosas, sintió un poco de dolor solo de imaginar cuánto habría sufrido este joven.

Realmente había un mal en Transilvania, uno demasiado oscuro y que había golpeado a sus habitantes sin piedad.

El caballo negro había llevado a su amo hacia el sitio en donde Michells había asegurado que obtendría las respuestas, por los Montes Cárpatos, hacia el Castillo de un tal lord Drácula, el mismo que Van Helsing había nombrado.

No es que Alejandro en realidad quisiera ir allí sino que los "vaqueros" a los que había ofendido, habían irrumpido en el hotel por la mañana y tuvo que salir a toda prisa.

No había donde volver... en el pueblo era hombre muerto. Así que ¿qué podría perder intentando ganar otra aventura?

Tres días de viaje llevaría llegar allí... si es que los sobrevivía.

La noche había sido agitada, la mañana no habia sido diferente. Desperté con un escándalo bastante fuerte en las afueras de la posada y al asomarme vi a los ofendidos vaqueros buscando y cazandome por perderles aquel caballo.

Moví el armario de la ventana y me asomé, los hombres estaban cerca así que bajé rapidamente a donde estaba Michells y le dije - Hey tú, unos vaqueritos de seguro preguntarán por mí... solo diles que me fui y ya - Sonreí y volví a subir a mi habitación. Cuando llegué a ella tomé un par de las cobijas y las até para bajar por la ventana; sinceramente no podría creer de otra manera mas allá de la vida o la muerta el que yo bajara de un segundo piso así, pero tocó hacerlo. Cuando bajé a tierra firme los vaqueros hablaban dentro del hotel así que me escabullí hacia el establo y tomé al caballo negro con el que empecé a cabalgar para alejarme rapidamente hacia los cárpatos.

El viaje era largo, pero cargaba las armas, mi guitarra, el mazo de cartas y un trozo de pan y queso para comer en el camino... espero poder conseguir aunque sea una buena fuente de agua...