Partida Rol por web

A Elyas no le gustaba nada lo que se estaba insinuando. ¿Una inquisidora del Ordo Xenos utilizando tecnología alienígena para manipular a otros xeno? Sabía que no era inusual que los inquisidores incautaran, estudiaran y ocasionalmente usaran "juguetes" de los xeno, pero manipular a los alienígenas, y nada menos que a una máquina de destruccion tan basta y potente como los Tiránidos... Aquello solo podía obra de un demente, no de un fiel siervo del Emperador.

¿Y desde cuando Sepheran sabía tanto de los xeno? Pensaba que lo que mejor se le daba era destruir cosas, no preguntarse como funcionaban.

- Tecnoadepto, si lo que dice es cierto, deberíamos informar cuanto antes a instancias superiores. Eso de usar tecnología alienígena para dirigir a los Tiránidos como si fueran un arma suena a... herejía. -casi escupió esa última palabra

El capitán de la nave había escuchado con atención la conversación, asintiendo cada tanto para sí como si ya conociera algunos de los detalles. Sin embargo, el curso de la discusión no pareció agradarlo en exceso y se removió, incómodo, con las últimas intervenciones:

— Eso estaba pensando. No soy un experto en doctrina imperial, pero diría que el uso de tecnología alienígena es herejía y es algo que no debería plantearse en esta nave. Debemos mantenernos diferenciados de aquellos a quienes a quienes combatimos, porque si un día nos levantamos convertidos en aquello que perseguimos ¿qué será de nosotros? —suspiró, ante tan antigua paradoja filosófica—. En mi opinión, si el artefacto hace eso que el magus Mlvaar propone, quienquiera que lo use, inquisidora o Guardián del Trono, merece ser juzgado por herejía. Mejor, condenado por herejía.

Calló un momento, como dando el debate por zanjado.

— Y sin embargo me parece que Hadros tenía algo que añadir, ¿no es así?

El táctico, que al parecer era el tal Hadros, carraspeó un poco antes de intervenir, previa mirada temerosa a los Astartes y al tecnosacerdote. Al parecer, no se sentía especialmente cómodo exponiendo ante seres tan... especiales. Su voz, quizá demasiado aguda, parecía contrastar enormemente con sus cejas, permanentemente arqueadas como un pequeño animal de presa. El pelo largo, en grises y negros y atado con una coleta y la barba cuidada le conferían un efecto de respetabilidad que se rompía en cuanto comenzaba a hablar. Era... curioso y lamentable a un tiempo..

— Si... ejem, ejem. Me temo que nos faltan algunas piezas de vital importancia, desde mi humilde punto de vista, por evaluar antes de tomar una... una decisión. Quizá —un quizá que sonaba a disculpa— les interese saber que entre los materiales que componen el artefacto se encuentra la zirconita ultradensa.

Zirconita ultradensa. Parece obvio, ¿no? —parecía querer decir su mirada.

— ...uuun... amplificador psíquico de enorme potencia. Claro. Eso... canaliza sus efectos, o quién sabe.

Otra mirada de constatación. Un segundo. Dos. ¿Nadie? No.

— Es iiinteresante porque, ejem, Avalos es el único planeta de la Expansión Jericho que extrae este extraño material. Solo como actividad secundaria, claro. Pequeñas cantidades. Su sector principal es... era —casi pareció encogerse al decir esto— el industrial.

Tres segundos, cuatro.

— Solo que actualmente apenas se extraía nada. El Imperio tenía suficientes reservas, o algo así. No se consideraba... interesante

El ya conocido sonido de succión al extraer un puro de la boca indicó el inicio de la intervención de Ascote:

— Eh, eh, eh parad el carro. ¿Qué se está debatiendo aquí, joder? ¿Que Kalistradi trajo el aparatejo debajo del brazo y lo puso allí? ¿Que le dió al botoncito de ON para que vinieran los bichos a comerse sus higadillos? Tsk, tsk, tsk —chasqueó la lengua con fuerza—. Nada de eso. Yo no he visto esa cosa en mi vida, no fuimos nosotros los que la trajimos al planeta. Entre mis intereses diarios no se encuentra atraer enjambres asesinos al planeta en que me encuentro, y me juego el puro a que entre los de Kalistradi tampoco.

Miro el puro con interés, como si temiese que de verdad pudiera perderlo, solo para darse cuenta de que estaba apagado y era de la longitud de centímetro y medio y lo dejó caer al suelo con un encogimiento de hombros.

— Kalistradi sabía lo que hacía, al menos hasta que metió los hocicos en la madriguera del bicho ese. Venía buscando algo, seguramente el objeto ese del mineral que dices. Tenía un buen olfato habitualmente, aunque era un poco impulsiva —agitó la cabeza hacia los lados con desaprobación—. Y al próximo que insinúe que ella, yo, o cualquier otro miembro del equipo era un hereje le doy una patada en los huevos. Lo mismo me da si es un Astartes y los tiene blindados.

Sepheran enarcó una ceja ante las insinuaciones de herejía. La ira comenzó a bullir en su interior, pero intentó no dejarse llevar por ella, ya que su hermano Elyas era probable que no lo hubiera entendido bien.

-Mis disculpas Hermanos- dijo el astartes, que estaba pasando por alto la peligrosa declaración del capitán Cobb- No era mi intención siquiera insinuar que usáramos el artefacto, ni mucho menos. Únicamente pretendía ilustrar al Tecnoadepto Mlvaar para que entendiera que solamente dirigir a una flota enjambre ya es suficiente para provocar inmensos daños en el Sagrado Imperio. No hace falta controlarla para crear una distracción o, sencillamente, para destruir un sistema importante que se oponga o moleste en los planes de algún hereje. Y cálmese capitán Ascote, no sería la primera vez que un Inquisidor cae ante la herejía que intenta combatir. Además nadie quiere que se fracture usted su pie contra los acorazados huevos de un Astartes- dijo con una leve sonrisa ante las bravuconadas del oficial e imitando su soez lenguaje. Los humanos tenían esas ocurrencias a veces y, curiosamente, le resultaban muy divertidas por lo irreales que eran. 

Sin embargo, y volviendo al tema-dijo levantando una mano para señalar al Táctico Imperial- Esa información me resulta relevante. Un artefacto construido del mismo material que se extrae en el planeta me parece mucha coincidencia. ¿Es posible que alguien lo haya fabricado en Ávalos?. Tal vez la Inquisidora Kalistrandi fuese buscando a algún hereje situado en las altas esferas del planeta, que contaba con los recursos y la capacidad psíquica suficientes para poder crear y usar el artefacto-dijo medio preguntando, medio teorizando- Y como hemos visto llegó tarde para detenerlo. De ser así podría haber más artefactos como éste o que este solo sea una parte de un conjunto.-volvió a girarse hacia el capitán Ascote- ¿Sabe usted algo del trabajo de la Inquisidora Kalistrandi aquí o conoce a alguno de sus acólitos o colaboradores que nos pueda proporcionar esa información?

Estuve a punto de reírme de las palabras del Capitán Ascote pero recordé que el Codex dice que debemos ser serios y disciplinados en la planificación, lo que claramente deja fuera a la risa. Todo lo que dicen los presentes son antecedentes a tener en cuenta pero la verdad y las líneas que no deben ser atravesadas deben ser delimitadas con sumo cuidado. Luego escuché las palabras del Hermano Sepheran, pero hay cosas más allá de esa duda que me hacen ruido.

Alzo la voz para plantear el primer punto que me asalta:

 - "Los tiránidos son el peor enemigo que existe y les odio con toda la intensidad que mi Capítulo y el Emperador me permiten. Para mí, dirigir a un enjambre contra un mundo por enemigo que sea, no solo es una herejía sino una estupidez enorme pues ninguna victoria vale el alimentar y fortalecer a tan letales xenos. Si el artefacto tiene esa capacidad, agradezcamos al Dios-Emperador por su destrucción."

Luego continúo con el segundo punto:

 - "Ahora que sabemos qué hace el artefacto, es importante saber cómo llegó ahí y quien lo activó. Me niego a creer que la Inquisidora fue pues las pruebas demuestran que desconocía lo que ahí había y que intentó llegar al fondo del asunto pero la muerte la atrapó antes. Dudo también que esto sea obra de algún habitante de Avalos pues nada más que muerte habría llegado al él y quien lo activase, lo habría sabido. Esto es obra de alguna mente más insidiosa, como agentes del Caos u otra clase de Xeno."

Finalmente el tercer y último punto que me interesa, más que todos los otros:

 - "Hemos discutido del artefacto y hemos hablado incluso de cosas peligrosas pero no hemos hablado de lo que realmente nos compete aquí e insistiré en la pregunta cuya respuesta nos mantiene en órbita de este cementerio: ¿Qué hacemos para acabar con los tiránidos? Ya sea recuperando el planeta o condenándolo, esos bichos deben morir en nombre del Emperador."

Mis puños se aprietan pues el odio que siento por aquellas criaturas se sale de mi mente y mi corazón, invadiendo cada fibra de mi cuerpo, volviendo insoportable la imagen que tengo grabada en mi mente, de un planeta completo siendo devorado por estas bestias asquerosas, tal como intentaron hacer con Macragge.

El capitán os miró con el rostro algo ceñudo. No había reproche en sus facciones, solo cansancio, o quizá impotencia:

— Mucho me temo que no disponemos de la forma de acabar con tantos tiránidos. El planeta está condenado de una forma u otra. Si el Imperio lo abandona a su suerte no quedará nada de él, y lo mismo pasará con un bombardeo orbital que pretenda erradicar a esas criaturas. Si  se produce un desembarco a gran escala, costará décadas recuperar la industria, y quizá siglos para que la población se recupere —agitó la cabeza—. Y sin embargo una decisión de tal calibre no nos compete. El alto mando sectorial decidirá que hacer, quizá ya estén al tanto —os miró con gravedad, y añadió—. Nuestro psíquico astrópata murió durante el bloqueo psíquico, el mismo al que ustedes se refirieron. Hemos enviado mensajes sin cesar desde las otras naves desde entonces, pero aún resulta complicado. Sin embargo, el silencio de un planeta no pasará inadvertido. El Imperio vendrá, pero aún no sabemos con qué fuerzas. Deberíamos pensar qué hacer mientras.

El diodo de Orseo Mlvaar destelló varias veces mientras el capitán hablaba. Con cierta sorna:

— En realidad no pretendo dessautorizarle, capitán, pero ssí dissponemos de medioss para hacer frente a essoss tiránidos, aunque quizá los juzguen SSS —sonrió. Estáis seguros de que sonrió—... dessessperadoss. Lass muesstrass genéticass de un individuo classe beta de la cepa Dagón contiene información genética de vital importancia. Ssería possible generar una bomba vírica o neurotóxica esspecífica. ¿Y qué ess una bomba contra un enjambre, me dirán? SSS... SSS... SSS. Pues todo, si explota en el cerebro.

Se giró, dandoos la espalda mientras observaba el puente de la nave. El brazo mecánico se movía azarosamente, chirriando, sin ninguna razón en concreto.

— Evidentemente el cerebro de un enjambre esstá protegido. Así que habría que llevar la bomba hasta allí, lo que ess ssencillamente impossible. Pero imagino que para cossass impossibles disseñaron a los Asstartess.

El ex-gobernador de Avalos, (o gobernador de ex-Avalos, según se mirase) había permanecido en silencio durante toda la conversación, su habitual sonrisa y sentido del humor ácido perdidos. Parecía deprimido, o aburrido, según cómo se mirase y se le juzgase. Sin embargo, arqueó una ceja ante la propuesta del magus, y en sus expresión brilló de nuevo cierto interés.

— ¿Me está diciendo que va a mandar a estos cuatro Astartes solos a otra misión suicida? —dijo, a modo de introducción— Me parece encomiable... y sin embargo desperdiciar nuestra mejor baza de un modo tan estúpido me parece que delata una amplia carencia de sentido común.

Así se dirigía un planeta.

— Si me permiten, señores, me gustaría recordarles que no fueron esas cucarachas asesinas las que destruyeron mi planeta, en el sentido filosófico de la palabra destrucción. Si nos remontamos en la cadena causal, según sugieren los Astartes y el sentido común, parece que toda esta masacre se debe a la intervención de otros sujetos. Aquí, por supuesto, las teorías varían desde inquisidores hasta Eldars, pasando por el Enemigo. A mí, personalmente, no me importa demasiado mientras su final sea una muerte dolorosa e innecesariamente cruel —si hubiera tenido un vaso de amasec y fuera bebedor, ahora le habría dado un trago. Pero no lo era—. Y todo apunta a que parte de la información se encuentra aún en mi planeta, si no se lo han comido ya esos tiránidos. Y entonces me paro a pensar un momento —se llevó la mano derecha a la barbilla, y la izquierda tras la cintura— y digo: puestos a enviar a estos Astartes a una misión suicida, de la que parecen estar deseosos y para la que sin duda han sido diseñados, ¿no sería mejor volverlos a mandar ahí abajo a ver si encuentran algunas claves de todo esto? Eso podría salvar otros planetas, lo que sin ánimo de parecer maleducado me importa ya bien poco, pero seguro que la ética mayoritariamente aceptada lo encuentra digno de elogio. Y mis pares, los otros gobernadores planetarios, también.

Niego con la cabeza en señal de desacuerdo antes de exponer mi punto a los presentes, intentando cambiar la torcida imagen que tienen de la labor de los Ángeles del Emperador:

 - "No cuenten con nosotros para el suicidio. El Codex es claro cuando indica que no debemos desperdiciar nuestras vidas en labores fútiles, sobre todo en campos de batalla donde nuestra semilla genética se puede dar por perdida. Todos los Astartes aquí presentes sacrificaríamos nuestra vida con mucho honor y gloria en una misión por el futuro del Imperium pero no por detalles inútiles ni iniciativas sin futuro."

Hago una pausa para dejar en claro que, si bien somos instrumentos del Emperador, no lo somos de ninguno de los presentes. De hecho, somos Astartes de la Deathwatch y por lo tanto, tenemos más atribuciones que la mayoría de los aquí reunidos.

Continúo con mi discurso, mencionando los puntos de mi interés:

 - "Si el Mago aquí presente cree que puede desarrollar un arma que acabe con los tiránidos, estaremos, pues creo que hablo también por mis hermanos, honrados de ser quienes portemos la bomba y acabemos con aquellas criaturas. Si pudiésemos encontrar información de quien está, hipotéticamente, detrás de esto, también lo haríamos. Para que todo esto se lleve a cabo, necesitamos que se haga antes el trabajo de inteligencia necesario para que no estemos buscando a ciegas. Si se obtienen datos necesarios para realizar una búsqueda y un arma efectiva para acabar con estas bestias, bajaremos."

Dejo el silencio detrás de mi voz para que las palabras resuenen en sus mentes. Haremos la misión, por difícil que sea, pero tiene que existir una misión para que ocurra. Si no, no vale la pena y el Codex es claro en ello.

Sepheran no era un adepto del Codex como el Hermano Lucian, para él era poco más que unas cuantas directrices, pero sí que el Ultramarine tenía razón en lo de desperdiciar la semilla genética. El ángel sangriento adoraba la batalla y no le importaba lanzarse de cabeza a una misión suicida, pero la idea de que no se recuperase la simiente de otro Astartes no le hacía gracia en absoluto. Sería negar a ese futuro Marine Espacial la posibilidad de alcanzar la gloria y privar al Imperium de otro guardián contra los muchos enemigos que lo acosaban.

-El hermano Lucian tiene razón. Se están hablando de cosas muy grandilocuentes en esta sala como derrotar un enjambre Tiránido o desarmar una herejía a gran escala, pero no se están apoyando en posibilidades tácticas reales.- dijo el Astartes mientras hacía un aspaviento con el brazo con cara de malhumorado. Ya había hablado mucho y parecía que no iban a ningún lado- Cuando tengamos los datos, nosotros cumpliremos nuestra labor, pero es necesario que ustedes hagan su trabajo. El resto es hablar por hablar. -Sentenció con la esperanza de que los  charlatanes humanos entendieran que no hacía falta hablar más, si no ponerse manos a la obra.

Elyas estaba de acuerdo con el planteamiento del hermano Lucian. El Adeptus Astartes eran tropas de élite para situaciones críticas, no matones prescindibles a los que enviar a morir cuando la Guardia Imperial es incapaz de hacer su trabajo. Ávalos se había complicado, si, pero porque sucedieron cosas que no habían previsto. Aquello que sugerían era entrar directamente en la boca del lobo sin más recursos que un cohete de fuegos artificiales.

- Además, si consiguieramos destruir el cerebro con la bomba vírica que sugiere el tecnoadepto, entonces volver a Ávalos a recuperar los datos sería relativamente sencillo. Los Tiránidos estarían desorganizados, puede que incluso empezaran a matarse entre ellos. Un equipo de la Deathwatch podría recuperarlos entonces sin demasiadas complicaciones, y quizás podría recuperarse también el planeta. Pero penetrar en una bionave o un planeta infestado sin más... Hay cosas que son una insensatez incluso para un Astartes. Hay que planificar primero una estrategia más sólida. Sugiero coordinarnos con otras fuerzas imperiales del sector para llevar a cabo una operación conjunta.

Skold había permanecido en silencio durante toda la conversación. Poco se había aportado que no supieran o al menos intuyeran antes de subir a la nave, no obstante la conversación viraba en torno a grandilocuentes palabras y actos heroicos en nombre del Emperador.

Pero nadie parecía recaer en una importante cuestión, planteada a raíz de la posibilidad de que el artefacto les permitiera “dirigir” a aquellos Tiránidos – Deben morir comentan... ¿Esos bichos deben morir? ¿Por el Emperador?... Qué le importa a un esqueleto, a una reliquia, el destino de esos seres... – Los acontecimientos de los últimos días, en especial el episodio psíquico, habían obrado un cambio en la mente de Skold. Ahora era capaz de entender con claridad que aquellos seres no eran sino organismos inteligentes que pensaban, si puede llamársele así, con una mente conjunta. Orientando sus acciones sistemáticamente por el bien de la especie, algo que la raza humana aún no había comprendido. – De ser cierto, podría utilizarse el artefacto para evitar más masacres, para alejar a esos seres de nuestro camino, no para destruirlos.

Era por tanto prioritario que aquella información, de ser cierta, no llegara a oídos de los responsables militares, pues únicamente la utilizarían para masacrar psíquicamente a los Dagon – Y visto que no hay astrópatas disponibles esa información permanecerá en la nave... salvo que revelemos todas las cartas.

Todos los caminos partían del mismo punto, necesitaban más información, y cuanto antes, pues si la clave se encontraba en el planeta iba a desaparecer muy pronto, en caso de que no lo hubiera hecho ya.

Tras carraspear sonoramente, Skold, con ganas de volver a su camarote, comenzó a hablar – Seré claro. Ambas opciones, la bomba y el artefacto, contemplan el exterminio de los Dagon. Dada la imposibilidad actual de contactar con el exterior es imposible tanto recuperar como destruir el planeta. Por tanto somos nosotros quienes hemos de decidir el siguiente paso.

Carraspeó de nuevo para lanzar una pregunta directa a Orseo, que requería una respuesta directa – ¿Qué necesita para crear dicha bomba vírica? – Y tras una breve pausa formuló una nueva pregunta – O por el contrario, ¿dónde podemos obtener más información para operar este artefacto psíquico?

Y para concluir añadió – Y sepa, Syndalla, que acabo de descartar la hipótesis de cuestionar la labor de su inquisidora – No obstante no estaría de más mantener una conversación alejados del puente de mando...

...jeg har den artefakt , jeg har det psykiske , har en forstærker , men jeg savner hvordan...

Perian Thorsholt arrugó los labios hacia un lado, en una mueca mitad disconformidad mitad resignación ante los últimos fragmentos de conversación:

— Astartes... —suspiró—, tratar de bromear con ellos es como tratar de hacerlo con un trozo de piedra maciza, hasta un tiránido tiene más sentido del humor —se encogió de hombros, como en una disculpa—. Hubiera entendido una argumentación sobre lo poquíiiisimo conveniente que son las bromas ante la delicada situación en que nos hallamos, pero ni siquiera eso. En fin...

Adoptó una pose más seria, con nueva resolución, y habló con buen ritmo.

— Estimados Guardianes, creo que hablo por todos cuando les digo que nadie intenta seriamente que mueran vanamente. Ojalá todos vivamos por siempre, y más ustedes para que puedan seguir defendiendo la galaxia muchos años. Me parece, no obstante, que no han elegido el mejor oficio para ello y que se confía en ustedes para lo que fueron entrenados. Ya ven, el capitán dirige esta nave, yo dedico mi tiempo a incordiar ahora que no tengo planeta que gobernar y a ustedes se les confían, o se les ruega, que lleven a cabo las misiones de riesgo. Con el mínimo posible, claro está, en medida de nuestras posibilidades.

Aquí Hadros ha confirmado la existencia de un mineral con poderes muy relevantes para el asunto que nos traemos entre manos. A buen seguro que, como táctico imperial formado que es y con los medios de los que disponemos en esta nave y que el Capitán Cobb —le hizo un gesto bajando la cabeza— no dudo que estará dispuesto a poner enteramente a nuestr valga la redundancia, disposición, es posible indicarles con rigor y precisión el lugar o los lugares concretos de extracción del mineral. Asimismo, el magus les precisará cualesquiera detalles que requieran para su propuesta, que escapa a mi entendimiento y buen juicio.

El táctico, por un instante protagonita de la conversación se frotó las manos con nerviosismo.

— Sí, ssí... supongo que no habrá problema. La computadora de la nave puede localizarlos sin problema. Po...demos hacer un escaner orbital previo para ver si la invasión ha llegado a la zona de extracción, como una ev-valuación previa de riesgos. Puede predecirse también el ritmo de desplazamiento del frente xenos de acuerdo con las últimas observaciones y el tiempo del que dispondrían...

Enseñó los dientes en una sonrisilla

— ... si finalmente es posible, claro.

El diodo destelló con furia ante las palabras de Thorsholt. Durante un instante casi imperceptible, el magus pareció más alto y sobre todo, más amenazante. Pero fue tan solo un instante:

— Caballerossss —siseó—, se olvidan de mi propuessta. La ssuya no ssalvará el planeta. Ssin embargo SSS, la mía... quién ssabe. Imagínenlo —dos destellos intermitentes y un chirrido metálico respaldaron su argumentación—. Un dessembarco en la nave inssignia de los Xenoss —oirle decir "Xenos" contravenía todas las normas de pronunciación habituales en el Imperio—, como una inyección letal, directa al cerebro. En ssu interior, cuatro valerossoss Asstartess portando un arma letal la conducirían al centro neurálgico de la invassión de Avaloss.

Si hubiera tenido ojos normales a la vista, probablemente brillarían con la ensoñación:

— Sse dice que una bionave tiránida es un macroorganissmo vivo en ssimbiossiss con sus tripulantess, SSS. Ssean usstedess la infección.

El capitán se mesó la barba con preocupación. Había en sus maneras algo tranquilizador y parecía ser el que mejor comprendía vuestras réplicas.

— Mmm, comprendo lo que dicen. Sin embargo he de incidir en que la intervención de otras fuerzas imperiales es de momento solo una quimera. Aunque las otras naves hubieran conseguido contactar con el Administratum, la Guardia Imperial sectorial o fuerzas de la Armada, para cuando ellos lleguen las cosas pueden haber cambiado. Tal y como yo lo veo, podemos esperar o actuar, y la decisión es suya. Deben evaluar si lo que se les propone es factible o sensato, pero también deben estar dispuestos a asumir los riesgos derivados de su decisión, ya sea la posibilidad de la muerte genética que comentan o el peso moral de una posible oportunidad perdida.

Boqueó un poco de humo.

— Sea cual sea su decisión, cuenten con mi respaldo.

El capitán tenía razón; los refuerzos podrían tardar días, semanas o meses en llegar, eso si no se perdían en la Disformidad. Y si encima el astrópata de la nave estaba muerto...

Elyas se quedó pensando unos instantes, meditando sobre el mejor curso de acción.

- Mi opinión es que una incursión en Ávalos ahora mismo es inviable, y el tiempo y recursos que invirtamos en ello serán tiempo y recursos que no podremos emplear en tratar de detener a la flota tiránida. Atacar su "cerebro" es la mejor opción; dejaría a la flota desperdigada y desorganizada, más vulnerable a futuros ataques, y nos daría una ventaja significativa para efectuar futuras operaciones, incluída la de regresar a Ávalos.

Las palabras del Hermano Elyas son muy ciertas y asiento a ellas con mi cabeza mientras mantengo mis brazos cruzados frente a mi pecho. La verdad es que aquello del metal y todo eso es secundario para mí con todos esos tiránidos pululando y consumiendo a nuestro alrededor. Lo primero es limpiar, luego ordenaremos las cosas.

Hablo para apoyar a mi Hermano de Batalla:

 - "Estoy totalmente de acuerdo con el Hermano Elyas, tanto por logística como por prioridades. Si los tiránidos son eliminados, buscar pruebas y los yacimientos será un juego de niños pero intentar realizar las actividades en orden inverso serían un desperdicio y suicidio. Derrotar a la Flota tiránida es la prioridad y, por imposible que parezca la misión, es digna de intentarse en estas circunstancias."

Bajo los brazos y los apoyo sobre la mesa, depositando mi peso y mirando fijamente al Magus, quien sería el encargado de desarrollar aquella extraña bomba que podría poner fin a los enemigos xenos y darle la victoria a las fuerzas de la Humanidad.

Aunque una pequeña parte de la mente de Sepheran le decía que todo el asunto del metal y del artefacto podría ser una mejora táctica muy significativa si se pudiera usar para atraer a los tiránidos a una "emboscada"; la gran mayoría de su mente se dedicaba a imaginar todas las formas posibles con las que el Astartes destriparía a esos malditos Xenos. 

-Estoy de acuerdo- dijo parco en palabras el Ángel Sangriento mientras asentía intentando mantener la calma. Ya llevaba rato escuchando más palabras de las que le gustaba oír en una única conversación y su paciencia estaba en su límite.-¿Algo más?- preguntó exasperado