Partida Rol por web

Master: no posteo nada, porque no sé la dificultad de la tirada, así que no estoy seguro si Voki la pasó y qué debería hacer en caso de que no lo haya hecho.

Tengo un poco de miedo de la respuesta a esto último. XD.

—Doce días —respondió Alegre, súbitamente con un tono más alto que el que pretendía. Necesitaba que su propia voz le distrajera de sus pensamientos—. Nos quedan doce días de marcha, sin contratiempos. He comprado la comida para ese período de tiempo. No será necesario racionar, a menos que alguien abuse.

Continuó masticando la carne con la mirada clavada en suelo. Seguramente Aeryn ya se había recostado, pero él no se atrevía a volver a mirarla.

—Ve a descansar, muchacho —le dijo al sacerdote—. Aquí no podemos desvelarnos. Tenemos mucho camino por delante mañana. Te despertaré en un rato.

Alegre tardó todavía un par de horas en atreverse a mirar hacia donde estaba Aeryn. Se sentía inquieto y la imagen del cuerpo de la muchacha, que decidía asaltar su mente de a ratos, le generaba molestas palpitaciones y evocaba imágenes vergonzantes. Hizo un esfuerzo por concentrarse en el bosque. Estaba vigilando, no debía distraerse. Pero la divina silueta de Aeryn no paraba de colarse en sus pensamientos. ¡Maldita mujer!

Se puso de pie y decidió dar una vuelta por el perímetro del campamento. Eso lo distraería. Quiso apartar la vista, cuando su recorrido lo llevó a pocos metros de donde Aeryn dormía, pero no pudo evitar detenerse a observarla. Notó cómo su aliento formaba nubecillas sobre su boca perfecta. Se había levantado una brisa gélida y el fuego no era suficiente para vencer al frío reinante. Alegre fue hasta uno de los caballos, desenvolvió una manta, se acercó a la muchacha y, agachándose a su lado, la cubrió con delicadeza. Mantuvo su mano derecha a pocos centímetros del hombro de la muchacha y allí se quedó por unos segundos, indeciso. Finalmente se mordió el labio inferior y se puso de pie.

Regresó a sentarse en un tronco caído, cercano a la fogata. Cogió una rama del suelo y comenzó a trazar líneas en la tierra. Era un idiota. Esa mujer era una Dama Alhyon. Sólo estaba allí con él por quién sabe qué necesidad. Le dirigía la palabra porque no podía evitarlo. En otras circunstancias, hubiera sido invisible para ella, indigno siquiera de limpiar la bosta de su caballo. Y aunque se tratase de una simple campesina, una mujer de semejante belleza no estaría con alguien como él. No a menos que fuese rico, que no lo era. Para colmo, además de ser poco o nada agraciado, él no sabía cómo agradarle a las mujeres, ni a las personas en general. La gente le molestaba y prefería la soledad. Aunque con aquella insufrible jovencita se sentía diferente. Con ella sí creía que podía estar sin sentirse molesto. Bueno, quizás sin sentirse tan molesto cómo con los demás, que para él era mucho decir. ¿Pero qué podía ofrecerle a una mujer? ¿Una vida a la intemperie, viviendo cómo animales? ¿Una cabaña destartalada, donde tendría que esperarlo sola durante meses, mientras él vagaba por quién sabe dónde?

Se inclinó, con los codos apoyados sobre las rodillas y comenzó a darse golpecitos en la cabeza con la rama. Debía alejar a esa mujer de su cabeza. Era una locura, un imposible. Él estaba destinado a vivir sólo. No tendría la compañía de nadie y menos la de una mujer cómo aquella. Lo mejor era llegar a la mina cuanto antes, para no tener que verla más y terminar con aquel asunto.

Phey se marchó a dormir, tras la pequeña charla con Voki: Tenía razón..debía dormir para rendir.

Se marchó a una distancia prudencial de Voki y el fuego, y comenzó a quitarse piezas de la armadura. Entonces las dejó a un lado, se utmbó y se giró para el lado en el que la penumbra cubría todo. Allí cerró los ojos, esperando que el sueño fuera reconfortable y le llenara de energía para el próximo turno.

Tan solo deseaba que todo pasara rápido...y que todo aquel malestar con la sacerdotisa se borraran al día siguiente, si fuera posible.

Durante seis días mas, avanzasteis hacia el norte sin mayores contratiempos que cierta tensión en el grupo y un frío cada mas intenso, aunque soportable. Ni un solo piel verde a la vista, y los pocos animales con los que os cruzasteis, en general pequeños depredadores, se mostraron esquivos y nada agresivos.

El séptimo día amaneció nevando copiosamente... ademas las nubes indicaban que posiblemente el tiempo iba a empeorar y rápido.

Alegre echó un vistazo a los alrededores y después al cielo plomizo. Había sido un tonto al esperar que tuvieran tanta suerte cómo para que el clima les acompañara durante doce días en el norte, pero por un momento, el buen tiempo le había hecho albergar la esperanza.

—La nevada va a empeorar —anunció—. Será mejor que encontremos un buen lugar para pasarla.

El caballo pasaba de manera dificultosa por la nieve que caía. El terreno se convertía en peligrosamente resbaladizo, y la visión se dificultaba, mientras ascendían metros por las montañas cubiertas de blanco. Las nubes amenazaban con descargar su ira, y aquello no era bueno. Los caballos llevaban demasiada carga, la pendiente ascendía, el terreno era costoso, y hacían trabajar demasiado a sus monturas.

Contestó a Voki, mirando a las otras muchachas.

-Al menos yo necesito estirar las piernas. Además, será mas fácil liberar un poco de peso de los caballos, y avanzar nosotros, ¿No creéis? Es mi humilde opinión.

Comentó, mientras miraba a todos.¡.

La Sacerdotisa mira hacia el cielo, un poco preocupada también, al tiempo que se agacha mas sobre su montura para protegerse de la nueve, si bien no dice nada.

En los últimos días su relación con el Guerrero Sagrado ha mejorado algo, no es que le dirija mucho la palabra pero al menos no lo mira enfadada.

—Hummm. —masculló Alegre, al tiempo que asentía a la propuesta de Phey.

Se bajó del caballo y miró en derredor. Tras unos instantes soltó un resoplido de frustración. Su mirada era aguda, pero no era capaz de penetrar la cortina de nieve que los rodeaba.

—¡Maldita nieve! No se distingue nada. Tendremos que conformarnos con encontrar algún lugar resguardado del viento y montar las tiendas.

El mismo descendió del caballo, tomando las riendas del mismo y dejando a Alegre libre de tal carga. La capa de nieve no permitía la visibilidad de nada. Era lógico, después de todo el blanco lo cubría todo.

-Al menos no nos hemos encontrado con ninguna criatura..

Era el consuelo de los tontos, que al menos no te haya pasado algo peor. Pero bueno, así era. Aunque fuese, no había tenido que usar sus armas... sobre todo lo decía para aumentar la moral de los que le acompañaban. Necesitaban algo así... Aunque fuese como engaño.

-¿A cuantos días estamos de nuestro destino?

Comentó, y luego de respirar profundamente, completó.

-..¿Cuantos días nos retrasará esto?

No miró a las muchachas. Contaba con ellas, pero sabía que aquellas respuestas las tenía Voki.. 

Cuando Aeryn fue despertada para realizar la guardia aquella primera noche desde que abandonaran la posada, se extrañó al comprobar que alguien le había colocado otra manta encima. Estaba convencida que había sido Phey, ya que la sacerdotisa seguramente no había salido de la tienda y Voki... bueno, eso era imposible. Pero cuando comenzaron de nuevo el viaje a Aeryn se le olvidó por completo el detalle por lo que no le pudo agradecer el gesto al sacerdote.

Los días fueron pasando y el tiempo iba empeorando, la única buena noticia era el no haber llegado a tener ningún encontronazo con los pieles verdes. Llevaban ya una semana de camino cuando empezó a nevar con gran intensidad. La nieve iba cubriendo rápidamente el suelo haciendo cada vez más difícil el avance y el fuerte viento lanzaba los copos hacia sus ojos impidiendo ver por donde iban.

Aeryn iba preocupada por Deah, la yegua no veía lo que tenía debajo de aquel manto y podía meter la pata donde no debía rompiéndosela. Al ver como el explorador y Phey se detenían y desmontaban, ella hizo lo mismo.

- El tiempo cada vez se está poniendo peor y no parece que vaya a parar. Necesitamos un refugio ya.

Alegre abrió la boca y unos copos de nieve se metieron en ella, derritiéndose rápidamente. Hizo un buche con el agua resultante, escupió a un montículo de nieve a sus pies y se acomodó la capucha para que le protegiera los ojos de la nevada.

—La nevada es muy densa —replicó Voki a la opinión expresada por Aeryn—. No conozco bien esta región y si vagamos a ciegas, en medio de la tormenta, terminaremos perdidos. Si encontramos un lugar resguardado del viento, las tiendas deberían aguantar.

Echó una breve mirada a Phey.

—Claro que no nos hemos encontrado con Pieles Verdes. Saben que no tiene sentido perder el tiempo vigilando el camino. Nadie pasa por aquí en esta época del año a menos que esté mal del seso, como nosotros.

A Continuación se puso a andar, hundiendo y sacando los pies de la nieve que le llegaba ya hasta los tobillos.

No estaba loco: Estaba haciendo algo que le fue encomendado. Así de sencillo...

Pero no dijo nada de lo que pensó en ese momento. Solo se limitó a seguir avanzando: Probablemente las dificultades del camino estaban poniendo mas rabioso a Voki, y era comprensible. Así que deceleró algo y se puso a la altura de las chicas. 

Les dijo en voz baja

-"Vaya, y pensaba que nadie podía estar de peor humor. Se supera cada día.."

Luego se rió levemente, por lo bajo. Al menos les quedaba la risa. Eso siempre ayudaba a mantener el ánimo.

La sacerdotisa estaba demasiado centrada en permanecer agachada sobre su montura, como para escuchar las palabras de Phey. Sabía que este seguía intentando recuperar su confianza, si bien era una chica bastante obstinada, ella misma lo reconocía, si bien no por conocerlo iba a dar su brazo a torcer.

A unos metros a la izquierda del camino, casi invisible por la borrasca, Voki notó una elevación que apenas podía llamarse colina.

—Por allí —dijo señalándola y se puso a caminar en esa dirección.

Rodeó el montículo, de manera que éste se interpusiera entre ellos y el aullante viento helado.

—No es el mejor lugar para pasar la tormenta, pero es lo que hay.

Le hizo un ademán a Phey y se acercó al caballo de Aeryn.

—Ayúdame con las tiendas.