Partida Rol por web

La sacerdotisa tras ser acompañada por Phey os saluda haciendo una pequeña reverencia.

- Oh, menos mal que hemos tenido suerte, esta claro que la amada Hareth quiere que continuemos el viaje, encontrar a unos exploradores tan pronto cuando parecía que íbamos a tener que esperar aquí semanas es una señal clara.

- Y no tenéis que preocuparos por mi... no soy tan indefensa como parece, aunque no lleve armadura ni eso... - Dice señalando con cierta reticencia la espada del Guerrero Sagrado.

Luego, volviendose de nuevo hacia Aeryn - Vaya sois realmente hermosa

Alegre acentuó su habitual gesto de desagrado, cuando Aeryn le reprochó, no muy solapadamente, su insistencia en recalcar los peligros del viaje, que tenían por delante.

—Pues no parece que te haya entrado en la sesera. —murmuró, por lo bajo.

Estaba a punto de atacar la sopa, cuando las palabras del sacerdote, hicieron que tirara la cuchara dentro del plato y abriera los ojos, horrorizado.

—¿Combatir? Pensé que vosotros, los sacerdotes, no podíais abusar de la bebida. Si vemos orcos, correremos como alma que lleva el diablo. No nos quedaremos a combatir. En mí puedes confiar, muchacho. Puedes confiar en que correré lo más que pueda. —miró a Aeryn—. ¿A este qué le ha picado? —volvió a mirar a Phey y le apuntó con la cuchara—. Sólo combatiremos si nos acorralan y no nos queda más opción. Espero que te haya quedado claro. No quiero tonterías heroicas, ni nada parecido. —finalmente se llevó una cucharada a la boca y continuó, mientras chorreaba caldo por la comisura de sus labios—. Poco me importa cómo me llames, aunque nadie que me conozca me llamaría buen hombre. Puedes decirme Alegre o Voki, si quieres.

Miró a Voki y se encogió de hombros.

-Hombre...- empezó diciendo, no muy segura de si misma. La verdad es que la simple idea de entrar en acción de aquel modo la llamaba bastante. ¡Para algo tenían que haber servido todos esos entrenamientos con la espada! Y quería comprobarlo-, si es necesario hacerlo, y vemos que no corremos peligro con ello...- continuó pensando en las palabras que debiera utilizar con tal de que Voki no se alarmara todavía más. Pero aquello debía ser imposible, con lo que quería venir a decir;-, pues es mejor deshacernos de nuestros enemigos que retroceder, cansar a las monturas... y demás. Y también cabe la posibilidad de que huir no sea una opción viable, en según que casos.

Suspiró. Seguramente no debía haberle seguido la corriente al sacerdote, pero sinceramente pensaba que era una probabilidad bastante alta la de tener que combatir si había tanto número de pieles verdes como Voki inicaba.

-Hanne, Phey, encantada- haciendo de nuevo una breve inclinación de cabeza-. Podeis llamarme Aeryn.

-Alegre.. que irónico

Comentó a la bella muchacha, casi en un susurro. Escuchó atentamente, y observó la respuesta de Aeryn, así se había presentado.

-Un numero alto de pieles verde supone grupos.. Aunque huyamos, es posible que solo nos adentremos en una emboscada mayor. No malgastaremos fuerzas, ni lucharemos, si no es necesario. Pero no creo que se paren a hablar si nos adentramos en sus tierras, ni nos dejen huir y no vengan a por nosotros.

Así que... esperaba que dijeran una fecha, o un momento en el que partir.

-Vos diréis, Alegre. ¿Cuando partiremos? Los víveres pueden ser comprados... tengo listos los caballos, y en lo que a nos respecta, estamos descansados... Por un día en bastante tiempo al raso.

Comenzaba a conocer como actuaba Alegre. Parecía el típico hombre que a veces se cruzaba en los caminos. Un hombre hastiado, que ha elegido su propio camino, un camino tan poco honroso como es el huir. Siempre los problemas te alcanzan si no los afrontas.... Tenía unas impresionantes ganas de decírselo, pero se mordió la lengua, pues no era menester irritar o molestar a aquel que los guiaría en su camino.

Hanne tomo asiento mientras os escuchaba emocionada, pasando la mirada de uno a otro. Cuando llego la comida, la verdad es que el olor era increíble, tanto que Hanne practicamente se puso a relamerse.

- Aquí tenéis unas patatas bien picantes y carne de ternera de primera y para beber nada mejor que fresca cerveza - Anuncio Bermick con orgullo

Alegre asintió.

—Si es necesario hacerlo, y vemos que no corremos peligro con ello... —dijo Aeryn y alegre le clavó una mirada de incredulidad, luego sacudió la cabeza e hizo girar los ojos, como dándose por vencido con ella—. pues es mejor deshacernos de nuestros enemigos que retroceder, cansar a las monturas... y demás. Y también cabe la posibilidad de que huir no sea una opción viable, en según que casos.

Alegre volvió a tirar la cuchara al plato, salpicando la mesa.

—Así que quieres luchar con pieles verdes, sin correr peligro. Buena suerte con eso —se inclinó sobre la mesa, apoyando los codos y miró a Aeryn con expresión cansada—. La única opción viable aquí es no ir a ese jodido lugar al que queréis ir. Todas las demás son puras locuras. —volvió a menear la cabeza y se echó un trago de cerveza—. “deshacernos de nuestros enemigos”—repitió mascullando las palabras de Aeryn—. Oíd a la generala.

—Un número alto de pieles verde supone grupos —dijo Phey—. Aunque huyamos, es posible que solo nos adentremos en una emboscada mayor. No malgastaremos fuerzas, ni lucharemos, si no es necesario. Pero no creo que se paren a hablar si nos adentramos en sus tierras, ni nos dejen huir y no vengan a por nosotros.

Alegre se encogió de hombros.

—Estoy de acuerdo. Todo lo que dices es verdad. Por lo tanto, lo mejor es no meterse en las tierras de los pieles verdes. Eso digo yo.

—Vos diréis, Alegre —continuó el sacerdote—. ¿Cuando partiremos? Los víveres pueden ser comprados... tengo listos los caballos, y en lo que a nos respecta, estamos descansados... Por un día en bastante tiempo al raso.

—Ella y yo no estamos descansados —respondió Alegre—. Necesitamos dormir. Le dejaré una lista con las cosas que necesitamos a Bermick, para que las consiga y, si está todo, podremos partir mañana por la mañana.

Decidió no seguir con aquella absurda conversación sobre si sería mejor huir, luchar, o directamente no ir a aquellas tierras. Ya que no era discutible; ir, iban a ir, por lo que no pensaba discutir sobre ello con alguien que tan malas formas mostraba a la hora de ello.
No podían saber en qué situaciones se encontrarían una vez allí, por lo que empezar a hablar sobre esas cosas era completamente inútil.
Y hasta que no lo viera con sus propios ojos, no podía creerse lo fuertes que decía Voki que eran los pieles verdes, ni el enorme número del que también hablaba.

Suspiró y asintió con la cabeza a las últimas palabras de su acompañante.
-Me parece bien; descansar un día más sería lo correcto.
No os importa, ¿verdad?
¿Qué es lo que debéis hacer allí?- preguntó entonces, curiosa, mientras empezaba a comer con los modales propios del tipo de familia del que venía.

Miró a ambos. Concluyó que resultaba inutil pelear por saber quien tenía la razón, y se centró en lo que ahora le preguntaba Aeryn..pues así se había presentado.

-Recibí una misión... debo escoltarla hacia la Colonia de Zhurant, llevarla a salvo hasta su destino..  ¿Y vos?

Conocerse algo mejor vendría bien. . No solo quería conocer a sus compañeros de viaje, sino que iban a pasar bastante tiempo al parecer juntos en un camino peligroso. Sí o si, sería mejor conocer las motivaciones de cada uno..la parte mas interna de la persona, su corazón.

Alegre se encogió de hombros.

—A mí me paga ella, para que la lleve hasta allí —dijo, cabeceando en dirección a Aeryn—. No se me ha perdido nada por aquella mina.

Examinó a la sacerdotisa, de manera inquisitiva.

—No es asunto mío, pero me pregunto qué puede estar buscando una sacerdotisa en un lugar como ese. Repito que no es asunto mío, pero, sí quiere un consejo, señorita: Ese no es lugar para una mujer sola. En especial para una que no puede o no quiere defenderse.

- Lo único que busco es cumplir con el deseo de mi amada Diosa - Te responde con un tono un tanto seco - En la colonia minera viven muchos enanos y humanos, que tambien necesitan de alguien que los atiendan cuando enferman o sufren heridas, y el hermano destinado allí es un hombre ya de avanzada edad que se ha ganado su justo descanso en unas tierras mas amables.

Alegre resopló por la nariz.

—Pues espero, por su bien, que esos mineros respeten a las sacerdotisas. Allí hay muchos hombres solos, si sabe a lo que me refiero. También están los pieles verdes, claro. A veces intentan incursiones a la mina —señaló a la mujer, con un dedo mugriento—. Ustedes son de esos que no pueden hacerle daño a nadie, ¿no es así? —menó la cabeza— No muy recomendable, si se quiere vivir en un lugar como ese.

Alegre volvió a atacar la sopa y mordió un trozo de pan.

-Ivhist ilumina nuestro camino por la senda de la paz y la armonia, en mi caso. Criaturas de la luz jamás serán dañadas a no ser que esté en juego nuestra propia vida.

Comentó, mirando a ambos muchachos. Cada vez, Alegre parecía hacer mas y mas preguntas, y cada vez parecía mas dispuesto a señalar su punto de vista sobre tales temas.

-De cualquier modo, esas criaturas no creo que sean criaturas de la luz. Sus actos son brutales y despiadados. Pese a que los comprendo tratando de defender su territorio, si el combate es inevitable, no voy a frenarme en destruir criaturas que, si no son del todo infernales, poseen parte de tal...

Las lecciones de Ivhist eran claras: La paz sobre todas las cosas. Pero todo guerrero sagrado tenía una misión mas allá del capítulo al que perteneciera, y su orden. Y era la destrucción de las criaturas malvadas, si se las encontraban. Y no pretendía evadir esto..

-Confío en que la sacerdotisa sabrá que hacer una vez allí. Su corazón es bondadoso y su alma pura. Confío en que guiará las almas de los hombres de aquel lugar, y los llevará hasta la luz. Es menester guiarla para que consiga el propósito por el que fue enviada.

La miró, sonriéndole algo. Sabía que estaban muy vinculados, pues ambos se guiaban por dioses, y por grandes órdenes. Su espíritu, el mostrado hasta ahora, le hacía confiar en que ella lograría su cometido.

—Ivhist ilumina nuestro camino por la senda de la paz y la armonía, en mi caso —declaró Phey—. Criaturas de la luz jamás serán dañadas a no ser que esté en juego nuestra propia vida.

Alegre le miró, entornando los ojos, con curiosidad.

—¿Y qué es una criatura de la luz?

—De cualquier modo —continuó Phey—, esas criaturas no creo que sean criaturas de la luz. Sus actos son brutales y despiadados. Pese a que los comprendo tratando de defender su territorio, si el combate es inevitable, no voy a frenarme en destruir criaturas que, si no son del todo infernales, poseen parte de tal...

—¿Infernales, dices? —Alegre hizo una mueca de duda—. No creo que sean más infernales que tú o que yo. Todavía no he visto a un piel verde hacer algo que un piel blanca no sea capaz de hacer.

—Confío en que la sacerdotisa sabrá que hacer una vez allí —sentenció Phey—. Su corazón es bondadoso y su alma pura. Confío en que guiará las almas de los hombres de aquel lugar, y los llevará hasta la luz. Es menester guiarla para que consiga el propósito por el que fue enviada.

Alegre echó una mirada de reojo a la sacerdotisa, al tiempo que relamía la cuchara.

—Para mí, la luz está de mañana y la oscuridad de noche. Y hay gente mala y gente buena en todas partes y a todas horas. —se encogió un poco de hombros—. Quizás haya un poco más de mala. Pero yo no entiendo nada de esas cosas vuestras.

-Una criatura de luz... pese a lo que creas, tu eres una criatura de la luz.

Sonrió algo, siguió escuchando..

-Son razas que trabajan fuera de la humanidad. Aún no me he topado con alguno que tuviera buenas intenciones.. De hecho por ahi se escucha que ellos son los obreros de los demonios.

Se notaba que todo lo que decía lo decía con el corazón: Creía en ello..

-No pretendo que me entiendas.. Es complicado. Has vivido una senda que difiere de la mía. El mal está por ahí, Alegre, un mal que va mas allá de la humanidad. Y debemos estar preparados para afrontarlo y defender a los nuestros.

Con humildad, decía aquello, mientras lo miraba a los ojos.

-Defenderlos, todos. Y si podemos destruir a sus vástagos, antes de que sus fuerzas se hagan mayores, será mejor que combatir contra una fuerza titánica...

Alegre le dio un leve codazo a Aeryn.

—¿Has oído? Soy una criatura de la luz. —miró inquisitivamente a Phey—. Eso es bueno, ¿no?

—Son razas que trabajan fuera de la humanidad —explicó Phey—. Aún no me he topado con alguno que tuviera buenas intenciones.. De hecho por ahí se escucha que ellos son los obreros de los demonios.

—Obreros de los demonios… —repitió Alegre, rascándose la barbilla, pensativo—. Ellos sólo cazan y pescan, que yo sepa. No son de hacer obras.

—No pretendo que me entiendas.. —prosiguió Phey—. Es complicado. Has vivido una senda que difiere de la mía. El mal está por ahí, Alegre, un mal que va más allá de la humanidad. Y debemos estar preparados para afrontarlo y defender a los nuestros.

Alegre torció la boca, en un leve gesto de duda.

—Si crees que existe una maldad que pueda ir más allá de la humana, entonces tienes razón… tu senda ha diferido mucho de la mía. Reza para que tus dioses no te dejen caminar nunca por la senda que yo he caminado, muchacho. Podrías aprender una o dos cosas desagradables sobre tus “criaturas de la luz.”

—Defenderlos, todos. —declaró Phey—. Y si podemos destruir a sus vástagos, antes de que sus fuerzas se hagan mayores, será mejor que combatir contra una fuerza titánica...

Alegre observó al sacerdote, elevando una ceja, en gesto de desconfianza.

—¿Vástagos? ¿Quieres matar niños orcos?

Se llevó una mano a la cabeza mientras escuchaba aquella conversación que, sin duda alguna, bajo su punto de vista, no les llevaría a ningún lado.
Discutir sobre ideales y experiencias de los que ni Voki ni el sacerdote tenían ni idea respecto a los del otro, era inútil. Y ninguno de los dos iba a ceder. O al menos no lo parecía.

Igualmente no era quién para interrumpir o meterse; si ellos querían seguir con la charla, que siguieran.
Encuanto a ella, terminaría cuanto antes la comida, desayuno, o lo que fuera, con tal de largarse de allí. Le dolía la cabeza de tanto ruido y palabrería, planificación y preocupaciones. No parecía importarle qué pudieran decir a continuación sobre matar vástagos.

Al terminar, se levantó de la mesa con una leve inclinación de cabeza hacia sus futuros acompañantes en un intento de desganada despedida.

-Yo me voy a la habitación...
Voki, acuérdate de pedirle al posadero que encargue todo lo que necesitamos- y entonces desvió la mirada hacia Phey y la sacerdotisa-. Que paseis un agradable día.

Suspiró y se dirigió hacia el posadero, para preguntarle por dos habitaciones, irse a la suya y tomarse un largo y relajante baño.

La sacerdotisa se despiste de ti con una agradable sonrisa, aunque salta a la vista que esta un poco decepcionada por no poder emprender el viaje ya.

- Aqui tiene las llaves... la habitación del fondo del pasillo, es la mejor que tenemos. Espero que haya disfrutado de la comida.

Ya en tu habitación ves que esta es bastante amplia, de unos 12m2 dominada por una gran cama de colchon de pluma, sabanas de fina tela y un par de mantas.

A parte de la cama, tambien hay un pequeño escritorio, un armario y dos grandes baules. Bajo un espejo hay tambien una pequeña mesa con una palancana y un jarron con agua

No se iba a enojar: Jamás lo haría. Simplemente lo miró a los ojos y siguió comentando.

-No se trata de matar a niños, no...jamás. Los propios orcos son vástagos del mal... le pese a quien le pese. Muy por dentro, no me gustaría tener que eliminar a nadie, pues mi diosa es misericordiosa con toda raza. Pero, a la vez, en cierto modo llevo dentro algo que me hace querer justicia ante aquellos que siembran el mal en tierras de todo ser viviente. Quizás...los orcos sean seres vivos, pero están en el bando equivocado, a mi juicio. Se han dejado corromper por el mal. Y no se puede hablar con ellos....No, no creo que se pueda. De igual modo, esto no va a acabar en nada...

Suspiró...

-Solo quiero dejar claro que prefiero la vida a la matanza...pero se de primera mano que a veces es un mal necesario, eliminar a algunas criaturas en pro de la vida...

Podía parecer una ironía, una frase paradójica..y de hecho, lo era...tanto que él mismo se quedó dándole vueltas..