Partida Rol por web

El amor en los tiempos del Sida

28. El Ensueño Profundo

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03/04/2013, 23:42
Narración

¿? - ¿?

Con gesto solemne, Ashantii abrió el Paso con un intrincado ritual. Al atravesarlo pasaron por un velo de niebla parecido al que habían cruzado en el océano, pero este era más denso e incómodo. Sus espíritus se removieron por completo, como si fuesen extraídos de sus cuerpos y luego depositados de nuevo sin cuidado alguno. A través de la bruma se vieron unos a otros para su propio asombro y horror, pues los seres que salieron al otro lado no eran ni un poco humanos.

Caían. La sensación de vértigo era increíble y no había suelo por ninguna parte. Estaban suspendidos en el aire y caían. ¿Caían? No. Volaban. Flotaban. Nadaban en el aire. Habían llegado al Ensueño Profundo, donde los sueños se encuentran en su estado más puro y carecen de lógica o estructura. Era perfectamente posible que nadasen por el aire porque eso hacían.

Ashantii comandaba el viaje, nadando con una energía envidiable mientras su capa ondeaba tras él como una estela. Tanto él como Nadim se habían convertido en esculturas de ébano y bronce, de rasgos angulosos y marcados y brazos y piernas largos y nervudos. Sus ojos se habían vuelto del todo negros y brillaban como estrellas. No había nada que no supieran sobre aquel lugar ni miedo que los detuviera: todo parecía una aventura estupenda, incluso cuando no había suelo que pisar.

Damara era una sombra de sí misma. Tan delgada como un cadáver consumido por el tiempo, tan pálida que se podían observar sus órganos internos con un poco detenimiento. Los humores que salían de sus orificios eran repugnantes y hedían a tumba; el pelo le salía en parches. La muerte y la enfermedad la manchaba: suya era la leyenda de la peste.

Shyam tenía una belleza tan inconmensurable que era imposible mirarlo. Su presencia irradiaba luz e incluso observarlo de reojo causaba dolor. Tampoco era posible hacer otra cosa que inclinarse. Como sidhe, su posición de gobernante estaba clara. No había espacio ni argumento para discutirlo.

Los pookas se habían transformado casi del todo. Van Doren reposaba sobre cuatro piernas y contaba con dos brazos extra y la glándula de tela de araña estaba tan desarrollada que disparaba algo parecido al hilo de acero. Calandra también contaba con dos brazos extra y su cuerpo se había segmentado como el de una mariposa. Los dos se hallaban en un estado de perpetuo descreimiento y humor risueño. Todo era una broma, una mentira, un cuento. Pero era divertido.

Notas de juego

Podéis recordar lo que queráis. Siguiendo la línea de los recuerdos que os di e inventándoos otro, podéis daros a vosotros mismos el pasado que os dé la gana. Habéis llegado a lo más profundo del Ensueño y sois lo que fuisteis soñados para ser.

Los Cantrips funcionan inmediatamente.

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04/04/2013, 00:08
Narración

Notas de juego

  • Podéis convertiros en cualquier animal imaginable (legendarios valen) a cualquier tamaño.
  • Podéis sacar cualquier secreto y no pueden resistirse si no es gastando FdV.
  • No os creéis nada, ni a vosotros mismos.
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04/04/2013, 00:11
Narración

Notas de juego

  • No hay ninguna barrera para ti. Si es necesario, puedes convertirte en líquido o gas para fluir a donde te plazca.
  • Puedes detectar la mentira con Percepción y Astucia a dif 4. Puedes detectar ilusiones automáticamente.
  • No puedes emitir sonido alguno. Ni siquiera puedes hacer ruido con las manos o los pies. Tampoco golpeando cosas. La gente tiende a pasar de ti.
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04/04/2013, 00:14
Narración

Notas de juego

  • Sabes dónde está todo con sólo pensarlo.
  • Puedes crear quimeras sintientes con tus historias.
  • No puedes negarte a un desafío por absurdo que sea salvo si estás en una Búsqueda (que lo estás), en cuyo caso lo pospondrás hasta que acabes.
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04/04/2013, 00:16
Narración

Notas de juego

  • Eres guapo +8. Para que se resistan a tus órdenes tienen que ganar un punto de FdV por escena.
  • Reluces y das mucho miedo.
  • Los plebeyos son esclavos. No tienes por qué maltratarlos, pero no los consideras nada iguales a ti. +6 a la dificultad para entender sus sentimientos.

 

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04/04/2013, 01:29
Calandra

Calandra recordaba a Silveth, desnudo en la cama. Sabía que era él. Recordaba que le quería, y que le iba a traicionar. Le había agotado con besos y caricias, y cuando dormía plácidamente, descansando para la siguiente batalla, se había despedido de él con un beso en la frente. Se deslizó fuera de la cama para abrirle la puerta a alguien con los ojos de Shyam y una espada en la mano. La vergüenza de aquella traición y el desdén con el que su amante le había tratado hasta empujarle a aquella situación le acompañarían vida tras vida.

Habían pasado siglos, y era increíblemente alto y fuerte. Pero sus brazos no empuñaban una espada, sino que lanzaban y giraban a Van Doren, que se doblaba como un junto y se enrollaba alrededos de su cuerpo para divertir a un señor y sus invitados. Llevaban ropa de colores vivos y sonreían, y cuando terminaban les tiraban unas monedas y les echaban. No tenían nada, pero eran felices yendo de un sitio a otro y haciendo reír a la gente. Había algo después, peligro y pérdida, pero no podía recordarlo.

Encontró entre sus recuerdos una imagen de Ashantii. Entonces Calandra tenía cuernos, caderas de mujer y patas de cabra, y Ashantii era bajo y tenía una gran nariz, cejas espesas y rizos negros. Calandra sostenía en sus brazos a un bebé mortal, rubio y sonrosado. Observaban juntos a una familia que acababa de tener una criatura de pelo negro y alma de hada. Sabían que sería más fácil para su hijo crecer con mortales, y que nadie iba a comprender a aquella criatura perdida mejor que ellos. Aquella misma noche intercambió los bebés. Le dio un beso en la frente al hijo de su carne y recibió en sus brazos al hijo de su alma, y se sintió triste y completa al mismo tiempo, lo mismo que su reencarnación al recordarlo.

Sin embargo, cuando quiso seguir recordando a aquel niño que le llenaba el pecho de un sentimiento cálido como el sol del verano, lo único que lograba ver eran unas manos muertas arrastrándolo al fondo del agua, su propia mano tratando de alcanzarle mientras se inclinaba sobre un murete de piedra, y dientes verdes y podridos desgarrando carne infantil.

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08/04/2013, 16:02
Nadim
Sólo para el director

Nadim cerró los ojos, y recordó

Recordó un mar de cristal y arena, lejano como los sueños y borroso como el pensamiento, tan inmenso como bello. Destellos de plata y bermellón acariciaban su rostro negruzco, curtido por el sol y el tiempo, mientras caminaba a través de senderos ocultos en la inmensidad que solo algunos como él podían llegar a ver. Buscando a un padre vanidoso, huyendo de un hermano cuyo nombre oscurecía el sol. El viento era su guía y su misión, su condena. Una lanza de plata atravesando un precioso reloj de arena blanca, la piel pudriéndose sobre sus huesos agrietados. Una muerte voluntaria para salvar el poco tiempo que restaba a un viejo compañero de viaje, ahora convertido en su amigo inseparable

Recordó las puertas de una ciudad maldita, recubiertas de áureos grabados y hechizos arcanos, asediadas por un ejército invasor que contaba con la fuerza de mil soles y con el ímpetu del que conoce su destino. A su alrededor, soldados y guerreros, salpicados a lo largo de murallas y susurrantes plataformas colgadas del cielo, observando la marea negra que embestía contra su hogar en un silencio sepulcral. Y entonces el aire se enrarecía, y de repente la magia pura comenzaba a causar estragos a su alrededor. Un pasadizo secreto, argucias desesperadas para tornar el desarrollo de la batalla. El reencuentro con un viejo enemigo, el final de una vida inocente. Una sombra se cernía a sus espaldas, y todo se volvía negro

Recordó las olas sobre el casco, danzante espuma revoloteando como mariposas sobre la insondable superficie de un océano rugiente. El sonido de las cuerdas y el cuero, el olor del pescado y el sudor, el tacto de la madera en sus manos y el alcohol barato en su boca. El desdén de una mujer, demasiado orgullosa para admitir su amor por él y demasiado cobarde como para olvidarse de él. Humo y confusión, huyendo de los cañones de un barco cubierto de nubes, con mástil de ónice y velas multicolor. Una espada en su mano, el corazón de ella en la otra. Dinero, riquezas y sentimientos tirados por la borda, a raíz de una mala decisión tomada frente al borde de un tablón tambaleante. Una inmensa criatura marina, tan grande como un edificio, transportándole por el mar como una resbaladiza alfombra viviente. La búsqueda de un viejo ídolo olvidado, que convirtió su piel en pergamino y sus ojos en ceniza

Recordó grandes palacios de piedra y sueños, jardines paradisíacos con obeliscos apuntados hacia la luna como agujas dispuestas a rajarla en dos. Bajo un manto de estrellas, dos figuras caminaban entre las sombras, esquivando miradas, murmullos y maldiciones. Una tela de araña, un candil que nunca se apagaba. Risas contenidas bajo puentes malolientes, extrañas personas con ropas apagadas que caminaban ciegas a las dos traviesas hadas que hacían de sus bolsillos una religión. Demonios que asediaban sus sueños, palabras de ánimo y cuentos de héroes dejados atrás. Y la risa de ella, que siempre se reflejaba en la suya. Una traición, una sucesión de catastróficos malentendidos. El batacazo de un mundo demasiado oscuro como para permitir la magnética burbuja de dos niños asustados de crecer

Recordó una corte deslumbrante, alojada en un palacio con paredes de esmeralda y cielo de cristal. Un hombre caminando por el salón de audiencias, un grito que helaba la sangre. El relato de un amor no correspondido, hundido hasta los cimientos en su pecho humeante. Una silueta negra, enfermiza y siniestra, una sonrisa macabra en un rostro plagado de dientes afilados, un pequeño niño travieso con cola de ratón y una aventura llena de peligros. El vestigio de un poder capaz de alterar la propia realidad, entregado voluntariamente para salvar a quién se ama, a sabiendas de que este nunca conocerá el sacrificio. Lágrimas amargas ante una muerte repentina, una venganza naciendo en su pecho y una manzana podrida alojada en su corazón. Una vida consagrada a una misión sin objetivos, coronada por un final agridulce y un parpadeo de nostalgia. Una muerte silenciosa, observando las mismas estrellas que le trajeron al mundo

Nadim cerró los ojos, y recordó

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10/04/2013, 18:56
Director

Notas de juego

Mensaje de Damara.

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10/04/2013, 18:57
Madame Van Doren

Mensaje de Van Doren.

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10/04/2013, 19:00
Director

Notas de juego

Mensaje de Shyam.

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10/04/2013, 19:00
Narración

Llevados por una brisa ligera como un pensamiento, los cinco duendes siguieron a Ashantii a través del cielo sin forma. El día y la noche se confundían y sueños embrionarios brotaban aquí y allá. Abajo aún podían verse reinos tangibles y permanentes, lugares que los eshu habían visitado al menos una vez y de los que pudieron contar historias. Entretenidos por las quimeras que surgían para ilustrarlas y tras posarse en la tierra de nuevo, los changeling llegaron a su destino.

La Fuente de la Vida fluía en lo alto de una montaña, cayendo en cascada hasta lo más profundo de un pozo. Hasta llegar a ella debían atravesar un bosque en pendiente salpicado de un antiguo sendero más allá de la Senda de Plata. Ashantii y Nadim afirmaron que no había peligro de perderse si no se separaban de ellos, pues los eshu sabían dónde estaba todo y cómo volver sobre sus pasos aunque el paisaje hubiese cambiado. Parecían más autoconvencidos que sinceros, pero no había motivo para temer ahora que estaban tan cerca.

Conforme subían, se dieron cuenta de que el resto se difuminaba. Parecían caminar solos: los sonidos del bosque y las voces del resto se alejaban y amortiguaban, y cuando miraron atrás...

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10/04/2013, 19:08
Narración

...Calandra vio que se encontraba en una playa de arena blanca y que las olas rompían en las rocas cercanas. El aire olía a verano, a vida y a madera quemada. No muy lejos de él descubrió una hoguera que ardía en la madrugada. El sol naciente se reflejaba en el agua y su mera visión emocionaba. Escuchó unos pasos a su espalda. Erguido y hermoso, con la brisa enredándose en su atuendo de lino blanco y la piel tostada, Lord Stevron le sonrió.

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10/04/2013, 19:16
Lord Stevron

-¡Calandra! -exclamó, risueño-. ¿Vas a venir a la fiesta?

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10/04/2013, 19:17
Narración

...Van Doren se descubrió a sí misma en la habitación en la que había vivido con Eddie durante casi diez años. Era más grande y oscura de lo que recordaba, pero el papel pintado de las paredes no había cambiado, y sobre el comodín seguían reposando las mismas fotografías que había habido allí años atrás, antes de que ella se llevase algunas para conservarlas y otras para romperlas.

Se topó con una cuna de madera vacía. Aún estaba caliente. Percibió los conocidos olores de la sangre y de Eddie, a menudo mezclados, y le vio de pie al otro lado. Vestía de traje, pero su cara y su peinado eran los de su juventud. Seguía llevando cresta y piercings y su piel era tersa y algo más clara.

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10/04/2013, 19:23
Eddie Castle

-Cuando he llegado no estaba -dijo el redcap-. Te juro que por más que la busco no la encuentro, Annie. Sé que tenía que cuidar de ella, pero no he podido evitarlo...

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10/04/2013, 19:25
Narración

...Shyam se percató de que había salido al jardín de la casa azul. Había vivido allí durante un par de meses mientras viajaba por Europa, en Francia. Había conocido a una estudiante de arte en un pueblecito recóndito; le gustaba la fotografía y la pintura y no sabía inglés. A Shyam no le había hecho falta el idioma para conquistarla.

Un momento. No, no era aquel jardín. Era otro distinto: más espacioso, menos salvaje. Había una caseta de madera pintada de azul, pero no era su casa. Allí dentro no entraba un adulto, pero algo le dijo que había alguien en el interior. Al agacharse y mirar, Shyam percibió un destello pelirrojo. Rose le miraba hecha un ovillo, demasiado grande para su caseta y demasiado asustada para salir de ella.

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10/04/2013, 19:31
Rose Morrison

Rose hizo un mohín cuando Shyam apareció delante de la puerta. La chica tenía cierto aspecto salvaje y se había ensuciado la cara con carbón o algo parecido. Olía a fresas silvestres y en el suelo quedaban los restos. Se había dado un atracón y ahora tenía que enfrentar las consecuencias.

-No me hagas daño...

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10/04/2013, 23:20
Shyam

Aunque era plenamente consciente de quién era y dónde estaba, la multitud de nuevos recuerdos se agolpaban en su cabeza desdibujando la fina línea que le separaba a él mismo de quien había sido o, incluso, de todo lo que había vivido. Recordaba aquel jardín, aquel lugar, pero al instante ya no era el sitio que creía. Durante un momento se preguntó dónde estaba el resto, pero la curiosidad silenció aquel fugaz pensamiento instándole a acercarse a la caseta para descubrir a Rose. Un extraño sentimiento de familiaridad se apoderó del sidhe, logrando que sonriese. Igual que durante el viaje de LSD, supo que no era real y que no le importaba en absoluto. Se agachó hincando una rodilla en el suelo, ofreciéndole su mano con un gesto afable y tierno.

-Jamás te haría daño... Rose -a punto estuvo de decir otro nombre en su lugar, el de aquella pooka zorro que tanto se asemejaba a la persona que lo esperaba en el Mundo Gris-. Vamos, no pasa nada porque te hayas comido todas las fresas.

Aquel familiar aroma lo endulzó todavía más. 

Notas de juego

¿Sigo siendo igual de antipático con los pebleyos que antes?

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11/04/2013, 19:01
Rose Morrison

-¡Shyam! -exclamó, tomando su mano y gateando hacia el exterior. La chica le echó los brazos al cuello y le abrazó-. Te he echado de menos...

Una voz de mujer llamaba a Rose desde la casa. Ella abrió los ojos angustiada y miró al sidhe sin saber qué hacer.

-Es mi madre. Va a hacerme daño... ¡Vámonos, Shyam!

Notas de juego

Sí, pero ella no es una plebeya :D

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11/04/2013, 20:18
Calandra

Calandra había recuperado su buen humor. Había pensado mucho en ello, y cuanto más pensaba, menos creíble le parecía que Damara hubiera hecho una cosa tan terrible. ¡Debía de estar equivocado! Cambiaba de una forma a otra sin cesar, de mariposa a dragón y de arpía a lagarto de diez patas, hasta que hubo pasando por tantas que casi olvidó con cuál había empezado. Lo cierto es que no importaba.

Cuando vio a Lord Stevron reptó hacia él, riendo. Ashantii les había dicho que no salieran del camino (había sido Ashantii, ¿verdad?), que no se creyeran nada de lo que veían, pero seguro que estaba exagerando. Después de todo, ¡todos se habían marchado sin decirle nada! Ashantii era terriblemente serio para ser un eshu, sin duda tenía que ser un troll. A lo mejor aquel no era Stevron de verdad (y si lo era, ¿para qué les había mandado hasta allí en busca de las Aguas, cuando ya sabía dónde estaban? ¡Sin duda debía estar preparando aquella fiesta sorpresa!) pero de cualquier modo la idea de una fiesta le parecía divertida, así que adoptó una forma que pudiera asentir con la cabeza y voló hacia su señor dejando atrás un remolino de plumas doradas. A lo mejor los otros estaban en la fiesta.