-Curiosa pregunta para alguien que no ha abandonado jamás el Santuario -dijo el anciano-. Lo ignoro. El poder de las Aguas es fuerte. Quizá no cuentes con una semana, pero no debería ser menos que un día.
- Tal vez debieras ver mundo. Es curioso, pero las tierras del otoño, aún con la Banalidad rondando, tiene una fantasía más fresca que el Ensueño.- me giro cuando la copa está llena.- Gracias por todo, me has dado más cosas que el Agua. Es hora de que empiece el viaje de vuelta. Que tus días sean prósperos, Guardian.-me despido con un gesto y comienzo a andar, de vuelta hacia el bosque.
Silveth llegó copa en mano hasta mitad del camino y se encontró con Shyam, una versión rejuvenecida de Van Doren con alas pardas y ropa de putilla punk y un lagarto de lengua larga que se daba un aire a Calandra. Los dos tenían una copa igual a la suya; Van Doren no.
Dirigiéndoles tan solo una larga mirada, paso a su lado y sigo caminando. Tenía la copa a rebosar y aunque el agua no se derramase si no lo deseaba tenía una promesa que cumplir. Además estaba cansado de intentar comunicarme con los pooka y Shyam había dejado claro que prefería a la plebe, supongo que por algún motivo de pena.
Calandra decidió enseguida que aquel no era Silveth, sino una ilusión que se había fugado de una burbuja. Eso le hizo sentir menos incómodo, aunque no pudo evitar seguirle con un ojo mientras se alejaba.
Damara miró la cama de reojo antes de acercarse y tanteó con una mano antes de sentarse. Estaba bastante segura de que nunca se había sentado en una cama que no fuese la suya.
-La cosa es... -dijo acomodándose y aclarándose la garganta suavemente-. La situación es más... es decir, menos normal aún de lo que tú... -Damara suspiró, mirándose las rodillas un momento. Volvió a aclararse la garganta. Un sueño. Aquello solo era un sueño. Si había un momento para decirlo, probablemente era aquel.- Quiero y creo que podría. Contigo. Probablemente. Lo cual es bastante extraño considerando que esta clase de sentimientos son casi totalmente ajenos a mi naturaleza. Pero la cosa es que tú quizás no estarías tan dispuesta a... nada, realmente... si pudieras ver como soy de verdad. Y eso me pone muy nerviosa.
Claro que sí Nadim se acercó un poco más e intentó cogerle de la mano Ven conmigo. Un antiguo amigo conoce una forma... Podemos afrontarlo juntos
Intentó sonreír, pero las lágrimas no se lo permitieron. Su voz temblaba
Sé que te debo un post desde hace ya cuatro días. No me he olvidado, pero he tenido un fin de semana difícil. Planto bandera aquí, y entre hoy y mañana posteo. Perdona por la espera
-¿Como eres de verdad? -Gaia esbozó una sonrisa nerviosa-. ¿Tienes tres brazos o tentáculos en el estómago y yo no me he enterado?
-¿Y si sólo uno de los dos pudiese curarse? ¿Qué harías? -preguntó una voz que provenía de todas partes y de ninguna.
Nadim se giró, sobresaltado. Su mirada se posó en el vacío
¿Qué? ¿Quién...? ¡¿Qué clase de pregunta es esa?!
-Es la pregunta que habrás de hacerte si finalmente llegas a las Aguas. No puedes tomar agua de manera ilimitada: sólo cuentas con el poder para curar a una persona. Y no puedes saber si tus compañeros han llegado, o si serán tan altruistas o egoistas como tú.
Nadim negó con la cabeza, obcecado
Eso es mentira. Ashantii lo dijo. Todos podemos curarnos
Volvió a mirar a Jime. ¿Seguía allí? ¿Dónde estaba? El mundo daba vueltas, y las palabras que flotaban a su alrededor volvían a repetirse una y otra vez, haciendo eco dentro de su cabeza. ¿Uno solo? No, no podía ser así. Debía haber algún error... ¿O no? ¿Y si era cierto que debía elegir? ¿Y si debía condenar a otros para...? Sus ojos de color ébano se movían de un lado a otro, intentando buscar una salida...
-Ashantii dijo lo que otros le hicieron creer. No, Nadim, las reglas son claras y no hay modo de romperlas: una copa para quien lo merezca, sólo una. Ahora bien, ¿para quién la utilizarías?
¿Reglas? ¡No! ¡No hay reglas en este lugar!
Jime no está aquí. Esto es el Ensueño
Eres una ilusión, un engaño. ¡¿Dónde está la fuente?!
Y, sin embargo...
¿No puede sentir nada Nadim con sus flupijijuandertásticos poderes de eshu? En plan, dónde hay que ir para encontrar la fuente, poder saber si es verdad lo que le dicen, tener algún tipo de corazonada o descubrir si hay alguna hamburguesería cerca. Yatu sabeh
-¡No! ¡Basta! ¡Deja de gritar! ¡Este es mi sueño!
La oscuridad se inflamó y una turbia vibración llenó el aire. Jime gritó. Nadim se sintió caer hacia la nada, ingrávido, incapaz de sostenerse a nada. Un sonido como de cristal estallando en pedazos le ensordeció, y cuando abrió los ojos vio hierba húmeda. Estaba tumbado bocabajo en la pendiente. La Fuente de la Vida estaba muy lejos, a lo alto. Demasiado lejos.
Los pasos de Silveth, descendiendo a su espalda, le hicieron percatarse de que volvía a estar en donde se había quedado. El sidhe llevaba una copa de plata en la mano que guardaba con celo. Más arriba distinguió las figuras de Shyam y los que debían ser Van Doren y Calandra.
Una de las burbujas estalló y Nadim rodó por la pendiente varios metros más abajo, entre Silveth y ellos.
Nadim se giró hacia Jime. No, él seguía allí. Por unos instantes, quiso decirle que todo iría bien, otra vez. Que elegiría salvarle, si tuviera opción, si todo aquel delirio resultaba ser cierto. Que estaría a su lado, que le apoyaría...
Entonces la visión de su propio cuerpo putrefacto apareció ante él. Descomponiéndose, apenas un recuerdo en las mentes de los que le conocieron. El mismo sufrimiento que había sufrido Shyam, la misma impotencia. El fin de su vida. ¿Lo era? Se reencarnaría, pero ya no volvería a ser el mismo. Como había pasado antes, como volvería a pasar. Era muy pronto todavía, y había tanto por ver... Aunque sus labios intentaban pronunciar palabras, lo único que salía de su boca era silencio. Ya no le importaba llorar, pero tampoco sentía las lágrimas
¿Sacrificaría todo por otro?
Lo... Lo siento
¿A quién se lo estaba diciendo? ¿A Jime? ¿A sí mismo?
Pero el mundo ya daba vueltas. Y, de repente, sus compañeros. Arriba...
Esto se me ha quedado en el tintero. Bórralo si ves que no cuadra
Nadim, que acababa de aparecer a su espalda, miró al sidhe, sorprendido Silveth... Su rostro estaba cubierto de lágrimas negras como la tinta. En su expresión se podía leer una muda pregunta
-Tres brazos sería menos desagradable, probablemente... -Damara miró a su alrededor y se recordó que aquello era un sueño y probablemente no habría mejor manera de hacerlo, ni menos vergonzosa-. Te lo podría enseñar. Seguramente te asustarás... pero si de verdad quieres verlo te lo enseñaré.
Durante un breve segundo esperó que Gaia la detuviese, pero al no encontrar resistencia alguna suspiró y cerró los ojos, dejando que su verdadero aspecto se filtrase en el sueño y sustituyera su apariencia mortal.
Oniro 2.