Sábado, 1 de diciembre de 1984 - 16:24
Una vez despertó, Shyam se vio completamente recuperado de sus heridas. Tras desayunar, regresó a su apartamento, donde no había aún señales de Rose. Como si hubiese estado esperándolo, el teléfono sonó. Era Eddie.
-Oye, tío, necesito hablar contigo. ¿Puedo ir a tu casa? Será un rato solo. Llevo cerveza.
-Sí, anda. Trae mucha cerveza.
Aprovechó el tiempo en que tardaba en llegar para cambiarse el vendaje y poner orden en la casa. Cuando Eddie llegó estaba limpiando la espada y la armadura en el salón.
Eddie dejó las dos cajas de cervezas sobre la encimera y tiró los machetes a un lado. Abrió una de las cajas y le tendió una lata de cerveza antes de abrirse una para sí mismo. Le dio un trago largo y eructó.
-¿Qué... tal? ¿Qué tal ayer? Anne me ha contado alguna cosa pero como es una puta embustera no he sabido qué creerme y qué no.
-Bien. Recuperamos casi todo lo robado, pero sigue habiendo uno a la fuga -Hizo una pausa para atender la botella, limpiándose la boca con el dorso de la mano-. Tenemos que revivir el Feudo y no tengo mucha idea de cómo hacerlo. Espero que Damara sí. Ah. Y tu mujer casi hace que una quimera nos comiese vivos. Deberías enseñarla a no meterse en problemas. En serio.
Eddie soltó una risita nerviosa mientras se pasaba la mano por el pelo engominado.
-Sí, sí, debería enseñarle a no liarla, ¿eh? -Dio otro trago, se terminó la lata, la apachurró y se la metió en la boca-. ¿Sabes qué? Parece que voy a ser padre.
Shyam levantó la vista y le miró fijamente.
-Tío. ¿No te han enseñado para qué cojones se usa un condón? Venga ya.
El redcap enrojeció.
-Los condones me aprietan, ¿vale? Si tú tuvieras la polla tan grande como yo sabrías de lo que hablo. Además, ¿a quién vas a hablar tú de condones? ¿A cuántas tías habrás dejado tú preñadas, pichabrava? Y que conste que yo estuve follando diez años con la misma y no la dejé embarazada. ¿Qué iba a saber yo que ya no tomaba nada? -Eddie manoteó y terminó por abrir otra lata de cerveza-. Annie quiere tenerlo. Tiene ya una edad, ¿sabes? Supongo que no es lo mismo tener un crío a los quince que a los treinta y cinco. Pero ella es una tía, las tías... Lo del reloj biológico, ¿vale? ¿Y yo qué hago con un chiquillo? Si tengo casi cuarenta.
El sidhe se echó a reír a falta de algo más coherente que decir.
-¿Y yo que sé? Puedes llamarme lo que te de la gana, pero ninguna mujer se ha presentado en mi puerta a pedirme responsabilidades. Además, yo ya tengo bastante con lidiar con su hija. Ese crío es tuyo. La quieres, ¿no? Pues se un hombre y deja de lloriquear. Le pateaste a los sidhes el culo en la guerra. No me digas que un bebé te asusta.
-Pues claro que la quiero. Es el puto amor de mi vida. Si tengo que dejar a alguna preñada, mejor que sea ella. Pero... no sé. Ella dice que va a salir bien, pero es una pooka. Seguro que sale muy mal. Si yo fuera tu padre, ¿qué dirías? Creo que voy a criar a un niño horrible... -Abatido, el redcap se apoyó contra la encimera-. Anne dice que Rose es medio redcap y que ha salido bien. Ah, por cierto, eso tenía que decirte. Te gustaban pelirrojas, ¿no?
-Espera. ¿Qué? -Shyam pareció sumamente alarmado de repente-. Ella no es tuya, ¿no?
-A ver, hostia puta, ¿por qué no hay nadie capaz de hacer una resta en esta ciudad? Rose tiene veinte años. Hace veinte años yo era un niñato comemierda, creo que hasta virgen, y ni siquiera había tenido la Crisálida. ¿Cómo quieres que sea mía? ¡Hay más putos redcaps por ahí sueltos! Y si supiera quién es, le daría una paliza, por mamón...
-Y yo que mierdas sé. A veces se parece mucho a ti. -masculló-. Pero, a ver.
Pareció ir a decir algo serio e inteligente, pero en cambio permaneció en silencio. Eddie era un amigo de puta madre la mayor parte del tiempo. ¿Padre? Era una de esas cosas que le hacían querer salir corriendo lo más lejos posible, probablemente por ese terror a ser alguien terrible y dejar que su hijo cometiera los mismos errores que él.
-Mira. Yo no sé si puedes ser un buen padre o no. Pero sé que tu y yo tenemos algo en común: protegemos lo que nos importa. Lo que nos importa de verdad, y daríamos la vida por ello. A sí que... Puede que seas un desastre de padre y que hagas a Anne enloquecer más. Pero sé que si tenéis a ese crío lo vas a querer tanto como a ella y le procurarás todo el bien posible. Y eso es todo lo emocional que voy a ser hoy. Así que deja de lloriquear.
-No estoy lloriqueando. ¿Y a ti qué te pasa? -Eddie se acabó la siguiente lata-. No estás bebiendo. Bebe.
Shyam apuró la botella para demostrar que sí bebía y agarró otra.
-A mi no me pasa nada. Nada además de toda la mierda del Feudo, los amigos muertos, ser un asesino, que te deje la novia... Toda esa mierda. Ya sabes. El día a día.
-Joder... ya. Lo siento, tío. Estoy tan acostumbrado a que mi vida sea una mierda que cuando me va bien tengo que quejarme igual. Escucha, si queda alguna alimaña viva vamos y le damos caña. Ya ves tú qué cosa. A la chavala ya la recuperarás. A todo esto, a ver cómo se toma que vaya a tener un hermano... Tú no le digas nada, ¿vale? Eso es cosa de Van Doren. Pero anímate, anda. Bebe más cerveza. Eres mi mejor amigo. El único que me queda, creo yo. No me gusta verte así, y la vida vuelve a sonreírte, ¿no? Vas a vivir. Venga, ven aquí -Eddie le dio un abrazo. El redcap estaba tan alterado que no sabía ni lo que hacía-. Eso es. A mí matar a gente me relaja una barbaridad. Cuando quieras salimos y nos cargamos a los putos Kinain mierdosos del corby. Corby... eso no es ni corby ni nada... ¿Vale?
De alguna forma todo tenía un gusto diferente cuando sabía que iba a morir. Contaban los días, y contaba cada momento y cada acción porque al día siguiente podía pillar cualquier cosa que le mandase al otro barrio. Estar vivo resultaba reconfortante a un nivel inexplicable para el resto de sus amigos, pero cuando todo se volvía oscuro recordaba aquel pensamiento de poeta suicida que iba de la mano con el último recuerdo de un agonizante Lord Stevron: era mejor morir de pie que en una cama.
-Ja. A esos ya les dimos de lo suyo -Siguió las órdenes de Eddie bebiendo más-. No te pongas melodramático, esto se me quita en un par de días. Pero tu vas a ser padre, hay que celebrarlo.
Alargó el brazo para darle un golpecito a su lata y beber a su salud.
-¿Qué vas a hacer si te sale un crío pooka?
-Ahogarlo -respondió sombrío-. Pfff... imagínate tener que aguantarlos a los dos. Si ya a veces me apetece matarla a ella, un crío pooka tiene que ser una tortura. ¿He sido así de malvado en esta vida, tanto como para merecerme ese castigo? Dime que no.
-No. No te mereces un pooka. Te mereces al menos trillizos.
-Joder, no me digas eso, puto bastardo -gruñó Eddie con una mirada cuasi asesina-. Tengo nueve meses para hacerme a la idea de que puede que Van Doren albergue en su vientre un monstruito con mi cara. Dos serían demasiado. Tres imposible.
Shyam sacudió la cabeza y bebió.
-Deja de quejarte. Es solo un crío. La gente tiene de esos todos los días y seguimos vivos como civilización, ¿no? No puede ser tan complicado. Igual cambia de opinión en unos días, quién sabe.