Partida Rol por web

El principio de combate era notable la presencia de Moradin que guiaba a sus aliados en el combate. Los ánimos del veterano guerrero hacia guiar a sus compañeros en la senda de la guerra, sin menospreciar en ningún momento los gritos de batalla de los enanos impulsado por la fe ciega en su Dios. La dragona había lanzado el aliento hacia ellos, sin importarle nada el precio de la vida de quienes la servia, que se convirtieron en daño colaterales. El enano sentía como parte de su brazo se había entumecido por el aliento frió de la criatura, pero la peor parte se había llevado el "pequeñin", pues había recibido la bocada de aliento glaciar de lleno, así como las cuchilladas de los hombres largatoides. No iba a dejar que cayera en este lugar, si antes hundir su arma en la entrañas de la Dragona. MORADIN!! DAME FUERZA Y PARTE DE TU PODER, PARA HACER SUCUMBIR A ESTOS ENEMIGOS CON TU PALABRA
El Cuerpo del enano empezó de nuevo a emanar la energía azulada que empezaba a resplandecer en el, sus heridas había sanado, y se había pasado la sensación de entumecimiento de su brazo. La ira de un Dios se reflejaba en su mirada y parecía la reencarnación de los guerreros divinos de Moradin. Con un giro de su alabarda golpeo en antebrazo de unos de los Slyblade como se hacían llamar, hasta casi apuntárselo y con un medio giro sobre si mismo, hundió la hoja de su alabarda en el costillar del otro, el cual escupió sangre por su boca.
Kuori, siente como Moradin posa en ti parte de su fuerza, golpea con furia a tus enemigos, que hoy serán los suyos propios
El cuerpo del semigigante empezó a brillar con la misma intensidad que el de Travok, y parte de sus heridas empezó a cerrarse.
Miro hacia la Dragona y se movió hacia ella, dejando parte de su flanco descubierto para que el enemigo avispado y experto pudiera aprovecharlo para soltarle una estocada, cosa que no le importo, su objetivo era la gran criatura y la fe de su Dios. El restallar de un rayo golpeo el arma del enano, empezando arder con un fuego purificador. Empalo el arma en una de las alas de la criatura, empezando a arder en un fuego azul.

El kobold que se estaba enfrentando a Travok aprovecha la oportunidad que le da el enano al darle la espalda y lanza un ataque malicioso. Esta vez si, el filo de su espada consigue traspasar la dura coraza de Travok y le abre una herida al enano

Kuori sabia que la situación estaba acabando con sus fuerzas, a pesar de sentir el aliento de Travok dándole fuerzas y apoyándole, a Clevor animándoles y todo ello unido a la furia que sentía en aquel momento. Hizo que el Goliath descargara contra el Dragón toda la furia contenida. Su primer golpe fue bien dirigido pero con escasas fuerzas, y cuando pensó que las había recuperado con su segundo golpe el impacto fue mínimo por el resbalón de su hacha en las manos.

Anarion vio como el Goliat era flanqueado por el Kobol, así que sin pensarlo lanzo un proyectil mágico sobre la criatura, confiando en que fuera suficiente para acabar con su miserable vida.

Tordek  sonrio al ver   como se desenvolvian sus compañeros ante la situación que se presentaba ante ellos. Por sus pensamientos se cruzaron  recuerdos de sus tiempos e ntre los suyos y las millares de incursiones que habia vivido. Se sentia orgulloso de  haberse topado con un grupo tan variopinto y experimentado. Los golpes que sus compañeros  enviaban contra el enorme dragón  surtian efecto así pues, con su martillo en la mano; convocó el favor de Moradin sobre ellos.

- ¡Oh Moradin, guía nuestras manos para  derrotar al  enemigo!!

La batalla parecía estar cambiando claramente a favor del grupo de aventureros, pero aun no estaba terminada. Clevor sintió cada fibra de su cuerpo enardecida por la guía de Moradin, que había establecido una poderosa presencia en la estancia luego de que los enanos clamaran varias veces por su presencia.

Había notado con gran complacencia como su rápida intervención en el frente de batalla afectaba a la dragona de manera que su ataque de aliento se había visto afectado en su potencia y precisión, pero aún debía seguir atacando de la misma forma, para que Kuori tuviese tiempo de recuperarse, por lo que dio un paso hacia el costado, amezanando tanto con el escudo como con la espada ¡Aquí estoy dragón! el aire salía de su garganta como vapor, y ya el frío se condensaba en sus cabellos formando pequeños carámbanos de hielo, inspiró nuevamente enfréntame cobarde

Su desafío fue seguido de varios tajos laterales que aprovecharon las escamas debilitadas por sus anteriores ataques para penetrar la carne y hacer a la vil criatura sangrar. Su desafío tuvo como respuesta un rugido de furia y dolor.

Vuestros golpes caen como una lluvia destructiva sobre la dragona. El enorme lagarto alado ruge de dolor mientras la sangre se derrama por sus heridas.

El fuego divino de Travok arde con fuerza, quemando a la dragona. Ésta, muy enfadada, vuelve a respirar hondo y tras tomar una intensa bocanada de aire, lo expele contra los enanos y Kuori. El ártico aliento también impacta en sus vasallos kobolds, matando a uno de ellos que queda convertido en una estatua de cristalino hielo.

Girándose después hacia el humano que la había desafiado, la dragona rie mostrando sus afilados y enormes dientes - Desearás que acabe rápidamente contigo, mortal - Seguidamente lanza un zarpazo que choca de pleno con el escudo de Clevor. Pero de forma rápida lanza otro zarpazo que el señor de la guerra no ve venir y le produce una herida muy profunda, destrozando parte de su armadura.

El otro kobold que queda en pie sigue ayudando a su señora a pesar del dolor que ésta le ha provocado. El kobold torpemente y casi sin fuerzas da un paso al lado y vuelve a atacar a Travok con sus dos espadas. La primera penetra la dura armadura del enano y se clava profúndamente, hasta el punto de tocar uno de sus órganos vitales, resultando en un golpe mortal. El segundo espadazo rebota en la armadura con tan mala suerte que el propio kobold se produce a si mismo un terrible tajo.Ambos contendientes, enano y kobold, caen al suelo...

Desde el fondo de la sala se une a la refriega el último de los kobolds que quedaban aún con vida. Este se acerca hasta situarse tras Clevor, flanqueando al humano para apuñalarle por la espalda.

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Kuori sentía la furia corriendo por su sangre. Las ansias por acabar con la dragona hacían que sus golpes no fueran bien dirigidos, el dolor que amenazaba con envolver su mundo de la oscuridad se acercaba.

A pesar de ello se enfrasco en mantenerse en una posición en la que fuera útil para sus compañeros.

El rápido movimiento de Clevor con su arma hace caer al último kobld de la guarida cuando este trataba de apuñalar al humano por la espalda, dejando tan solo la dragona como vuestro único enemigo.

Kuori, algo nervioso y debilitado por los devastadores ataques de la dragona, descarga su hacha con fuerza pero esta no consigue traspasar las duras escamas del lagarto gigante.

Aun algo aturdido por el aliento del dragón, el clérigo enano no frenó su avance. Con paso firme, levantó su martillo de guerra  implorando una vez mas el favor de su dios Moradin.

- Oh Moradin, no dejes desfallecer a quienes castigan el mal que nos  acecha. ¡Inundales de gracia y cierra sus heridas!.-

Mientras las palabras del enano resonaban en las paredes de la estancia un delicado manto de luz dorada  cayó sobre los tres guerreros  y el monstruo que se hallaban ante  Tordek. Aunque aparentemente  el acto del enano no parecía haber funcionado, Tordek continuó convocando nuevamente el poder de su dios.

-  ¡Oh Moradin , bendice a quien lucha en tu nombre!- con estas palabras,  una suave y templada luz dorada cubrió levemente al enorme goliat, la cual fue cerrando las feas heridas de Kuori y reconfortandole. En una ultima demostración de poder, Tordek reunió el poco poder que aun vagaba sobre el y lanzó una saeta dorada que terminó rebotando sobre las escamas del enorme reptil.

Todos los kobols estaban muertos, así que Anarion desde la retaguardia comenzó a disparar energía mágica al dragon.

La dragona respondió al reto de clevor extendiendo sus letales garras y atacando sin contenerse. Desvió el primer tajo usando su escudo pesado, hacía rato que venía siguiendo cuidadosamente el movimiento del monstruo y le costó poco esfuerzo deflectar tal golpe. Estaba flexionando las piernas para esquivar el segundo apéndice que pretendía quebrar su cuerpo cuando el último kobold en pie surgió desde las sombras intentando aprovecharse de su flanco descuidado. Clevor cambió su táctica en el momento y con un movimiento giratorio de su cuerpo, acabó con la vida del reptiloide. Mala elección, ese movimiento fue aprovechado por el dragón para herir su hombro gravemente. Las garras atravesaron el acero y la carne, haciendo que el joven guerrero cayera de rodillas con un suspiro ronco, con tibia sangre que manchaba su rostro y su cuello, y un agudo dolor que atravesaba su torso desde arriba hasta abajo.

Si bien su atención estaba fija en el enemigo, por un instante creyó ver que el resto de sus camaradas estaban sucumbiendo ante el terrible aliento de la criatura. Sin embargo, la presencia de Moradín volvió a llenar el espacio subterráneo que pertenecía verdaderamente a los enanos, haciendo que todos recuperaran fuerzas y ánimos. Con ese impulso Clevor se puso de pie de golpe, blandiendo su arma en un golpe ascendente ¡Justicia, por Torm; no me harás caer!
La espada atravesó el brazo escamado y furioso que pretendía golpearlo nuevamente, el humano mantuvo el brazo atravesado, negándose a retirar el arma, infligiendo dolor y control sobre los movimientos que era capaz de realizar. Estando allí de pie, observó como Travok trataba de incorporarse a duras penas, con su cuerpo magullado y su barba cubierta de escarcha. Sus ojos se encontraron, y Clevor lo llamó al clamor de la batalla Vamos compañero, ¡a seguir peleando, arriba!

murrullo murrullo.....

El crepitante fuego que envuelve a la dragona sigue ardiendo con fuerza, provocando en la sierpe unos dolores terribles. El último asalto ha mermado bastante sus fuerzas, la sangre que brota de sus múltiples heridas comienza a formar charcos en el suelo y sus movimientos se vuelven torpes e imprecisos. 

La dragona, cargada todavía de furia, vuelve a golpear con sus potentes garras a Clevor, pero al ser tan predecibles sus ataques el señor de la guerra consigue evitarlos sin muchos problemas.

Sin ningún aliado vivo, malherida y en clara desventaja tras la intervención divina de Moradin y Torm a través de sus fieles seguidores, la dragona, aún envuelta en llamas sagradas y en un intento desesperado por salvar su vida, despliega sus alas para alzar el vuelo e intentar escabullirse de lo que tiene pinta de ser una muerte segura...

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