Partida Rol por web

La situación se va poniendo peligrosa por momentos, mis compañeros están recibiendo ataques de los atacantes que en esto momentos se han retirado a lanzar piedras.
Nos están rodeando. Hay que hacer algo…
Decido intentar usar unos de mis conjuros

Aprovechando el desconvierto creado por el cojurto de Lignindor entre los enemigos, Tharas se lanza hacia ellos como una exalación.

Sus hojas describen sendos círculos tratando de acabar con sus enemigos. Pero no logra su objetivo.

Si no fuera por la certera intervención de Lignindor ahora el destiono del grupo quizás fuera otro, pero eso ahora no importa. Solo el que varios enemigos están atónitos con el esqueleto y solo dos prestan atención a lo que realmente importa, ustedes y por ello atacan con sus hondas. Uno chilla a los demás para que ataquen mientras rebolea su honda por los aires sin darse cuenta de que se está cortando la tela y la piedra termina saliendo para cualquier lado y pobre del que golpeé cuando baje, mientras el otro sin esa suerte pero sin puntería también.

¿A qué distancia están? ¿podría llegar corriendo para lanzarles un conjuro?

Sedelon habia sufrido múltiples heridas y cortes. Tharas también había sido golpeado. Recompuse la situación y vi que no podía seguir escondiéndome detrás de mis compañeros o pronto caeríamos bajo las crueles piedras de nuestros enemigos.

Di varias zancadas al frente aprovechando el desconcierto de nuestros atacantes por la ilusión que había creado Lignidor. Así quedé a escasa distancia de los honderos y entonces comencé a recitar mis conjuros en la oscura lengua de mis antepasados y sentí inmediatamente ese desagradable cosquilleo que antecede a la manifestaciónd e la magia en las puntas de mis manos.

Y mis ojos comienzan a brillar con crueldad cuando reflejan las azuladas llamas que surgen de las puntas de mis dedos que intentan abarcar el mayor rango posible de enemigos ante nosotros.

Deberíais haberos largado cuando tuvísteis ocasión. No es bueno despertar los poderes de los avernos.

Jo, pobres, a lo mejor solo querían robarnos algo de comida....

Desenvaino la espada, mientras retrocedo varios pasos, me pongo junto a la chica y les digo a los compañeros:

-Hay que cubrir a Zenobia, que no se le acerquen.

Fuego se forma de las manos de la joven hechizera y este fuego que calienta todo lo que lo rodea de golpe expolta hacia adelante, abrazando y casi matando a varios de los enemigos. El lugar se ilumina y solo chillidos se escuchan, no están muertos pero si terriblemente heridos varios de ellos. Los cuatro afectados por el fuego huyen despavoridos por el dolor y el miedo de recibir otro ataque igual, pero el resto se queda donde están, aun con las fuerzas reducidas y ya mostrando agujeros por varios lados.

Con unos pequeños movimientos de mis manos, voy creando los movimientos que quiero que haga mi figura huesuda.
Voy formando una seria de movimientos y gestos, con los que intento que el esqueleto que ha conseguido asustar a algunos de nuestros atacantes, se dirija hacia alguno de los que se han quedado asustados y le ataque con la espada.

Tharas seguía con su baile de hajas para intentar dañar a los asaltantes, o por lo menos que se pensaran el atacarles al ofrecer tanta resistencia y tenacidad. De todas formas sabía que si seguía en esa línea, acabarían por ser derrotados. Esperaba que sus amigos pudieran hacer algo más de lo que él estaba consiguiendo.

Ahora habiendo menos enemigos a los que prestar atención, el elfo guerrero vuelve a hacer gala de su habilidad con la espada y arremete contra uno matándolo con un solo corte.

Uno de ellos tan asustado por lo que ve, quiere destruir al esqueleto y lo ataca, pero su asombro es grande cuando este se destruye con el piedrazo y no queda nada. El efecto de la ilusión cesa pero al ver que ahora son la mitad y ustedes están por atacarlos, los sobrevivientes salen corriendo cada uno por su lado sin reperar si los demás lo hacen.

Han ganado este encuentro al parecer y el silencio mal que mal vuelve a ustedes, pero ahora notan que las mochilas que estaban del lado que Zenobia hizo gala de sus poderes se han prendido fuego. Una es la de ella misma y la otra de Tharas.

Vi el desastre que había causado y me entristecí. Las mochilas estaban destrozadas por culpa de mi magia. Siempre había querido evitar usar la magia porque siempre provocaba esos problemas secundarios, pero con la tensión del momento ni siquiera pensé en eso.

Busqué entre los restos el libro de conjuros, intentando rescatar lo que pudiera de ese valioso ejemplar. No tenía mucho mas: un poco de ropa que me compró el monje Sean y algo de comida. Miré a Tharas y le dije susurré un poco triste:
Jo... lo siento, no me fijé en las mochilas

Al ver las mochilas de Zenobia y Tharas quemadas, rápidamente echo un vistazo a mi mochila, y resoplo aliviado de que este este bien.
Al menos nos hemos librado de esos rufianes… digo mientras me agacho para recoger mis cosas, será mejor movernos ahora que estamos a tiempo…

Observo el desastre, y le digo a Zenobia:

-No te preocupes, mochilas hay muchas, pero tu sólo hay una.

Tharas vuelve cansado donde estaba el grupo. Al ver a Zenobia agachada junto a sus mochilas el elfo levanta las cejas sorprendido. Entonces la muchacha se disculpa.

Tharas se rasca la cabeza mientras sonriendo le dice.- Bueno, ahora iré más ligero- sonrie a su compañera de viaje-. Lo importante es que estemos todos vivos.

Tras decir esto, Tharas se acerca a la mochila y busca algo que se haya podido salvar.

Al ver que su mochila y la de Zenobia estaban ardiendo, el elfo corrió hasta ellas les echó la manta con la que había dormido  encima, para quitarle el oxígeno, y comenzó a pisotearlas con cuidado.

De seguido, alargó la mano para coger su cantimplora y vertió todo su contenido líquido encima de la manta. Al poco, quitó la manta para ver si el fuego aun seguía activo.