Partida Rol por web

Hark mira la espada de dos manos que le ofrece el vendedor. ¡Ésta si que me podría ir bien para destrozar orcos de dos en dos! - piensa. La espada tiene algunos detalles grabados en el extremo del mango aunque, poco dado a valorar esos detalles, no le hace demasiado caso. Se fija en el tamaño y en el peso. Quiere ver si con un golpe certero cumpliría bien su función y partiría un cuerpo en dos fácilmente. Después echa un vistazo al escudo, de hierro y de perfil grueso. El escudo es liso,sin florituras, sólo un rombo en el centro,  grande y ovalado. Lo sopesa y observa que cubre bien la zona superior de su cuerpo y parte de los muslos. ¡De acuerdo!. ¡ Me quedo con los dos! - dice solemnemente el forjado.  Le paga la cantidad que pide y se marcha sin mediar palabra. Entonces sigue caminando cerca del capitán que va guiando al grupo. Mientras observa los puestos y la gente que camina por sus calles, escucha las explicaciones que va dando su guía. Está ansioso por emprender la marcha ya que ha terminado de comprar lo necesario. El capitán habla de 2 regimientos, unos 30 hombres. Y de un carro que contiene un arma secreta que hay que proteger, además de dos carros que irán escoltándolo. Si quiero tener oportunidades de matar enemigos, deberé ir en el carro más cercano. Seguro que querrán ese arma - piensa.

iremos portanto por un camino secundario y alejado del bosque para procurar no advertirles con antelacion

Y que razón tiene, ¡oiga! menudo destrozo me ivan ustedes a hacer sobre las florecillas con semejante carga - le aclara Kurtok al aguerrido caballero- ¿Le gustaría a usted que una manada de dragones le pisotearan los testículos destrozándolos sin piedad?

Por fin salían de aventuras, ya era hora, "Rayitas" tenía pis y necesitaba estirar las patas.

Kurtok esta vez no iva desnudo sino que llevaba su atavío de guerra, un taparrabos de cuero y una cota del mismo material en donde había dibujada una caricatura de una cara sacando la lengua en la parte frontal de la armadura.

El primer carro le llamaba la atención a Kurtok y como buen gnomo no podía consentir ignorar lo que contenía por lo que en cuando nadie le ve se acerca al carro e intenta mirar su carga....

perdoname myguelyon, ahora te cuento, resulta que el prestamista es el que da prestamos no lo de las ganzuas ,para eso ya tienes el kit de ladron con ganzuas de varios tamaños , llaves maestras ,pequeñas palancas etc

consiste en darte dinero con un 10% de interes mensual hasta que finiqwuites la deuda, pero como tenias poco tiempo (2horas) para ir por el pueblo y tu has hecho cosas y por no ir para atras como los cangrejos ,no podras usar sus servicios

La proxima vez intentere prestar mas atencion

¡Maldición! No me daba tiempo... nada más caminar un trecho hacia el emplazamiento de aquel susodicho prestamista me percaté de que se me había hecho tarde. Tampoco es que fuera un gran entendido, pero más o menos, por la posición del Sol podía deducir que mi tiempo libre se acababa. Era sorprendente el tiempo que había perdido con el hechicero, pero al final había resultado ser un contacto curioso.

Algo apresurado, me encaminé hacia la taberna. Mi mente aún rodaba el pensamiento de la extraña predicción dándole vueltas mentalmente. No tardé mucho en llegar al establecimiento del enano, absorto como iba en mis pensamientos. Saludé al encargado con la mano, mientras subía los peldaños que daban a la planta de arriba. Sin duda, aquellos dichosas escaleras mal diseñadas me parecían un poco engorrosas. Alguien debería crear algo que pudiera permitir subir a la gente de una planta a otra de una forma más cómoda...

Entré en mi habitación y me recosté un momento en la cama. Miré al techo unos segundos y empecé a vislumbrar las imágenes que el hechicero me había contado y por un momento volví a tener un torbellino de pensamientos: mi familia, lejos, lejos... la Mano Azul... mi negocio... me quedé dormido casi sin darme cuenta.

Los gritos y porrazos en la puerta de un bravucón militar me despertaron de golpe. Cielo santo, casi me caí de la cama, al pegar un bote del susto. Estaba acostumbrado a que mi Mentor me despertara de manera similar cuando vivía en su casa, allí en Falcon Gris, pero jamás tan bruscamente. Me levanté algo aturdido y molesto por la súbita interrupción de mi sueño. Aunque algo desorientado, cogí todas mis cosas y salí por la puerta.

Al hacerlo me encontré con aquel tipo. Bufff... mi vida como militar acaba de empezar y ya le estaba cogiendo asco. Mis actos, poco legales en muchas situaciones se veían ahora emparejados con los del ejército más importante de las naciones. Aquella jugada podía salirme tan mal... esperemos que todo aquello valiera la pena.

La verdad es que su aspecto me intimidó unos segundos. Definitivamente, aquellos tipos eran la razón por la que multitud de criaturas "grandes" no me gustaban: demasiada armadura, demasiada ostentación. Su equipo sin duda era bueno, pero yo siempre era de la opinión que el mejor combate era el que no se daba.

Me fijé de soslayo en los relieves de su arma: eran bonitos. ¿Quién se la habría fabricado? Le preguntaría más tarde, aunque quien sabe si me diría el nombre del herrero o me lo gritaría a la cara, visto lo visto. Seguí a mis compañeros a un paso lento que se iba tornando normal con el paso de los minutos; definitivamente no me gustaba despertarme de manera tan repentina.

Ragnar se llamaba el tipo. ¿Serían así todos los hombres del ejército? Había vendido armas, sobre todo espadas sencillas a la guardia de Falcon Gris, pero generalmente no trataba con aquellos tipos. Esperaba que el resto fueran un poco más afables.

Cuando el capitán empezó a hablar de la carga, mis ojos se abrieron de soslayo y lo que quedara de mi sopor se evaporó totalmente. Mis oídos se volcaron plenamente hacia las palabras del humano. Daba igual lo que fuera; la palabra "secreto" y "arma" ya simbolizaban dos cosas que siempre me interesaban por separado. Ahora la unión de ambas me intrigaba. Sentí un fuerte impulso de bombardear a preguntas al tipo sobre su construcción, origen, funcionamiento, pero pensé que el tipo me respondería de mala manera.

Verla más de cerca sería una opción interesante... pero debía contenerme. Como había meditado previamente por el camino, a la salida de la torre del hechicero, sería mejor que nadie pudiera relacionarme con acciones delictivas. Además, ahora había demasiados hombres. Si conseguíamos llegar sanos y salvos al castillo, ya nos la enseñarían y en caso negativo... ya la guardarían en algún sitio bien escondido y custodiado por menos hombres, donde podría entrar más cómodamente.

Decidí ir lo más cerca posible del Arma, pues aunque no pudiera verla enteramente, quizás podría hacerme una idea de como iba si la estudiaba con detenimiento. Me apresuré a ir al primer carromato y durante mi marcha no quitaba un ojo del carro donde estaba el místico y extraño objeto. Antes de subir a la parte de la zona de carga, me quede expectante unos segundos, buscando analizar visualmente la rara creación.

Me había fijado que Harkuar se había adelantado al resto y se había montado también en el primer carro. Esa otra buena razón para ir en el primer carro, pues podría entablar conversación con el extraño ser y además de conocerlo algo mejor, poder aprender sobre él y los suyos. Además, si los detestables y terroríficos orcos hacían acto de presencia, prefería estar cerca de un aliado que portaba armas más grandes que yo...

Tras terminar la contemplación del Objeto, apenas visible, entré en el carro, de un alegre brinco.

- Hola Harkuar - levanté la mano amistosamente en señal de saludo-.

Me senté donde hubiera sitio, pues sin duda Harkuar llenaría la mayor parte del espacio. Algo nervioso por el inicio del viaje, turbado por la visión de la secreta arma y algo asustado por el miedo a los orcos intenté establecer algo de conversacion con el forjado.

- ¿Has visto esa cosa? - refiéndome a la extraña arma-, ¿qué crees que será? Estoy de lo más intrigado, aunque supongo que como todos. Sin embargo, ando un poco asustado por eso de los orcos. La verdad es que nunca me he enfrentado a esos seres y preferiría no hacerlo, de hecho. Yo nunca he estado metido en asuntos de estos y ya me estaba arrepintiendo hasta que he visto esa curiosísima arma tapada. Aún así, estoy bastante nervioso por lo que pueda pasarnos... ¿tú no?

Hablaba deprisa, como siempre me sucedía cada vez que entablaba conversación con alguien. Mu cerebro generaba demasiadas ideas, que quería transmitir, casi más rápido de lo que mi lengua me permitía decir. Mis gestos acompañaban el diálogo que acaba de comentar, pues jugueteaba inquieto con algunas cuentas de pulseras o manoseaba algún abalorio de valor menor.

Al fin y al cabo no era de extrañar, pues aunque había estado en situaciones peligrosas, jamás habían sido contra seres sedientos de sangre como los sanguinarios orcos. Yo era alguien dedicado a otras artes, que no eran las de la guerra precisamente. Ojalá no hubiera muchos altercados...

El elfo había permanecido muy callado y apartado durante toda la reunión con Drako y Adusaribi.

Drako, un héroe de leyenda, hace años lucharon en el mismo bando en la última gran guerra, a la memoria de Thoronir le vinieron recuerdos de su tiempo como teniente en la guerra, han pasado ya años un tiempo que en cierto modo añoraba y aquí estaba de nuevo ofreciéndosele la oportunidad de ingresar en el ejército.

Desde el momento que escucho la palabra orco su decisión estaba tomada, odiaba a esos pieles verdes y si podía acabar con algunos de ellos no había más que hablar.

Tras la reunión, subió pronto a su habitación no sin antes pasar por el establo y cepillar cuidadosamente a su yegua Varnë, le relajaba mucho el pasar tiempo con sus compañeros animales, en cierto modo los comprendía mejor que a muchos humanos, eran más sinceros con sus intenciones, menos taimados.

Una vez estuvo en su habitación comenzó un a colocar sus pertenencias sobre la cama en un orden muy concreto, con mucho detenimiento comenzó a abrir una piel de cuero que protegía algo, esa piel cubría una caja de madera tallada, y dentro de ella había un libro, su libro de magia una de sus más preciadas posesiones, lo acarició con cuidado y se puso a ojearlo,  tras el descanso nocturno estudiaría sus hechizos para ese día.

Al contrario que los demás el elfo pasó la mañana estudiando no necesitaba nada del pueblo, al menos no en ese momento, cuando llegó la hora se presentó al capitán, iba montado en su yegua, se situó en retaguardia a lomos de su montura.

Hark estaba sentado en el primer carro, mirando hacia la parte de atrás. Entonces, suena un casi imperceptible ruido y nota un leve golpe en su espalda. Hark gruñe molesto ¡Grrrgggrrrg! y echa la vista hacia atrás. Es Kurtok, ese pequeño gnomo semidesnudo que, en esta ocasión, cubría su frágil apariencia con un poco de piel curtida. Llevaba un taparrabos de cuero y una especie de coraza, también de piel, con un rostro sacando la lengua grabado en el pecho. 

Mientras los demás van llegando a los carros, Hark observa  sus nuevas adquisiciones.

¡Mmmrmmrmrrrm! - murmura, al tiempo que se deleita con el escudo. ¡Parece robusto! - se dice a sí mismo. Suavemente lo acaricia y dice: ¡Tú serás "Kern-Drok", el escudo que me protegerá y aplastará orcos, elfos oscuros y muertos vivientes!.

Acto seguido lo deja apoyado en el suelo junto a su pierna izquierda. Lentamente, levanta los brazos hasta su espalda y coge suavemente la  espada de dos manos. Se queda mirándola desde la empuñadura hasta el extremo de la hoja. Observando su filo.

¡Tu te llamarás "Eksar"! . Hace una pausa . ¡Detendrás sus espadas y destrozarás lo que encuentres a tu paso!.

A Hark le gustaba poner nombres a sus armas. Era una especie de ritual místico, una manera de unirse a ellas.

Él era un constructo, una máquina. Y era consciente de ello, gracias a los Eldar. Por eso pensaba que sus armas podían tener alma, como él.

Drak, su espada y él se entendían a la perfección y debería hacerlo también con Kern-Drok y Eksar. 

A su lado pasa el arquero elfo Thoronir, directo al segundo carro. Le observa con respeto. Muchos de lo suyos lucharon a su lado y lo hacían con gran valentía y arrojo. 

Un sonido agudo interrumpe el silencio que, a veces, era roto por breves cánticos malsonantes de Kurtok.
 

¡Hola Harkuar! -le dirige el otro gnomo, con una sonrisa y con las cejas y la mano derecha levantadas. Es Cerrojo. Hark está a punto de contestarle con un seco "¡Me llamo Hark!", pero este gnomo le cae especialmente bien y se calla al tiempo que levanta el brazo, devolviéndole el saludo. Parece hábil con las herramientas y puede que arregle cosas e incluso que las mejore. Además le observa con un interés que parece sincero, por cómo brillan sus ojos cuando lo hace. Entonces Cerrojo se dirige a él.

...Aún así, estoy bastante nervioso por lo que pueda pasarnos... ¿tú no?

No, ¿porqué?. ¡Es para lo que me crearon! -dice el cruzado.

Entonces mira los deditos del gnomo moviéndose sin cesar y luego su cara de angustia. Sus ojos ya no le observan, como de costumbre. Ahora están mirándo al suelo, a los lados, nervioso. Hark añade: ¡No te preocupes!, ¡Yo mataré a los que te toquen a tí!. Hark se rie hacia sus adentros, mientras mira al gnomo y se coloca a Eksar a la espalda.

Veo como van subiéndose a los carros los demás componentes del grupo,el variopinto comportamiento de unos u otros,se contiene de sonreír pues se le escaparía una risa estruendosa y esta educada para contener las emociones,aunque como en este caso sea muy,muy difícil al ver a esos sujetos moverse y comportarse...

Mira el primer carro es lo único que le llama la atención,tanta parafernalia y gasto,según ha dicho el enlatado guerrero para un arma....se intenta imaginar que tipo es,pues en su vida ha visto muchas y esta no cree que sea una excepción de la que ya se usan en el mundo,solo que les ha sido difícil de conseguir pues podría ser de otra raza,¿enanos tal vez?,¿elfica? no no lo creo,¿gnoma?,podría ser muy peligrosa,casi mas para los propios que la usen que para los enemigos,eso esta descartado....

Sobre su caballo continua con las cavilaciones esperando al orden de marcha,no quiere estar cerca de esas razas inferiores y encima una marioneta creada por magia,eso es una afrenta para la naturaleza y para todos los seres vivos,no debería de formar parte de este mundo y aun menos de este grupo,podría ser peligroso,su cerebro,si es que lo tiene,¿de que esta hecho?,de metal,madera,de desechos de otros seres?....no eso va contranatura.....

Dos regimientos de caballería,30 hombres y ninguno protege la retaguardia,eso es una afrenta a las leyes de la táctica mas elemental,si pones uno delante y otro detrás,proteges las dos partes mas expuestas del convoy,pudiendo ayudar una a la otra en caso de necesidad,así si nos atacan por retaguardia,seremos el blanco perfecto para morir.....y col el ruido que hacen al marchar,seguro que no se enterarían aunque nos ataquen una tribu orca gritando a pleno pulmón....humanos y su superioridad mal entendida,no saben nada de nada y se creen superiores por tener el cuerpo cubierto de metal y un arma enorme entre las manos....¿donde hoy aquello?,creo que fue en Tragendean,en la taberna el sauce y el oso....cuanto mas grande el arma entre las manos,mas pequeña entre las piernas....en este caso los dichos humanos puede que se ajusten a la realidad,ya veremos como afronta un combate real con tanto metal alrededor y un arma de movimientos lentos como esa....

Sus reflexiones cambian un tanto,aunque sus ojos siguen sin apartarse del primer carro y de su contorno...

El tiempo fluye envolviendo la vida,pero parece que no le den importancia las razas inferiores,lo dejan pasar siendo un bien tan escaso para ellos,si fuesen elfos con su gran longevidad apreciarían su valor en mayor medida,pues malgastarlo es una afrenta a los dioses y hoy aquí,han de estar muy enfadados con esta partida,pues no dejan de tirarlo sin contemplación.....

Interesante relato el del enano, sin duda. Le doy las gracias por el mapa que me ha dado  y le doy mi bendición. Me dirijo a dar una vuelta por el pueblo. Tengo pensado acudir al templo a realizar mis oraciones antes de partir en aventura. Luego me doy cuenta de que no tengo tiempo para finalizar la oración antes de acudir al sitio donde hemos quedado, así que decido dar media vuelta y volver a la posada.

Subo a mi habitación y hago una oración por todos aquellos que, seguro, caerán en esta aventura. Ellos no tienen la culpa de vivir en el mundo en el que vivimos y pido a Dios que los libre de todo pecado pues todos somos luchadores del bien.
En ello estoy cuando unos golpes en la puerta y una voz irritante interrumpe mi rezo:

-MOVED ESOS CULOS CUADRADOS DE TROLL QUE TENEIS , SOLDADOS¡¡.
-VENGA , QUE VUESTROS CARROS NO OS VAN A ESPERAR ETERNAMENTE ,SEÑORITAS.

La vulgaridad de sus palabras resuenan durante unos instantes en mis oídos. Le dedico mi último ruego a esa persona antes de levantarme. Recojo cuatro cosas que tengo en la habitación y salgo cruzándome con su mirada y viendo en el interior de sus ojos una inseguridad enorme disfrazada debajo de esa arrogancia.

Desciendo las escaleras y espero a que bajen mis compañeros de aventura. El capitán sir Ragnar, dueño de las palabras anteriores, nos acompaña a la entrada del pueblo y nos da instrucciones de qué contienen los carros que debemos proteger. Una vez más da muestra de su arrogancia e imprudencia cuando dice que no esperan resistencia orca. El mal nunca descansa y Dios no lo quiera, pero todos sabemos que tarde o temprano nos atacarán. No pasa desapercibido un convoy como este en medio del bosque que habremos de cruzar así que lo más probable es que suframos una emboscada, si no son dos o tres.

No me da muy buena espina lo que hay en el primer carro. Pienso que si es tan importante para el ejército de los tres soles también lo será para el ejército del mal. Somos el cebo perfecto. Confío en Dios Todopoderoso y algo me dice que saldré de esta con vida, pero a costa de muerte de otros.

Subo al segundo carro, cierro los ojos e intento concentrarme en meditación.

Regimiento caballeria pesada

Regimiento caballeria ligera
 

El viaje es tranquilo , vais por un camino de tierra y barro y no teneis ninguna molestia salvo tal vez el barro que encalla alguna vez el carro pesado pero lo solucionais empujando y el viaje no tiene ninguna novedad salvo un par de buitres volando en circulos y un paisaje la mar de desalentador ya que arboles sin hoja lindan el camino.

Cuando salis del camino secundario y entrais en la bifurcacion hacia el camino principal hasta el castillo, conseguis ver la fortaleza ,alzandose imponente y dominando toda la llanura que alcanza la vista ,debatis entre vosotros si es de arquitectura enana o humana ya que tiene detalles de ambos estilos y sentis ya la cercania del descanso del guerrero tras el viaje .

Pero a medida que os acercais a el veis con mas detalle la llanura que domina y debajo de vosotros veis algo que os hace entrar en panico : Los rumores acerca de que las huestes del caos parecen ser confirmadas, cuando debajo de vosotros a la izquierda veis en la llanura: un ejercito de orcos, innumerables pieles verdes desentonan con el marron de la tierra hasta casi taparla, los que estan mas cerca del castillo hacen practicas de asalto en formacion moviendose como una unidad compacta , tambien veis tiendas de las que salen y entran mas orcos y goblin , tambien veis aparatos de asedio como un lanzarocas orco y un lanza virotes goblin y en el centro una serpiente alada que aletea poderosa montada por un chaman orco.

Pero la sensacion de panico sube mas cuando os dais cuenta que todavia os queda un trozo para llegar hasta el castillo y que un regimiento pesado de orcos montados en jabalies se encuentra cerca de vuestra posicion a los pies de un camino que conecta la llanura en donde estan los orcos que sube hasta camino principal donde estais vosotros , otra amenaza el otro regimiento , esta vez de caballeria ligera de goblins montados en huargos un poco mas alejados del camino de acceso hacia el camino principal.

Dais un respingo ante la sensacion de que os puedan alcanzar antes de llegar al castillo ,pero ahora la unica huida es para adelante y rezais para que no os hallan visto gracias a vuestra elevacion. Una caballero de vuestra unidad os dice :

-Moved esos carros ,sino quereis ser cena de orco.

El barro , que todavia estaba pegado a las ruedas sale disparado ante la velocidad que toman los carros ,con vosotros dentro ,por huir de una muerte segura

Cuando Hark ve a los orcos, se le dibuja una sonrisa en la cara, en la medida que sus piezas metálicas y engranajes faciales se lo permiten. Justo cuando está pensando en que ésta va a ser una buena oportunidad para estrenar sus nuevas armas, oye una voz que les apresura a seguir con sigilo para no llamar la atención de los orcos. Y como un niño al que le han quitado su juguete, gruñe.  Inmediatamente piensa en Cerrojo, lo mira y le dice: ¡No te preocupes, ya podrémos estrenarlas más tarde!
 

Después agacha la cabeza y piensa: !Ojalá hubiera más como yo!. ¡O como Targon! ¡Daríamos buena cuenta de esas bestias!

Después vuelve a mirar al gnomo y añade: Por cierto Cerrojo,¿te llamas así verdad?. He observado que llevas contigo algunas herramientas y...al parecer son de buena calidad, por lo que deduzco que sabrás utilizarlas.  ¿Sabes alguna manera de mejorar estas armas y el escudo?

Tras un paseo mas que un viaje,llegamos a las estribaciones del castillo,este se encumbra acogedor tras la monotonía del camino,los alicientes en la ruta han sido escasos por no decir inexistentes,tan solo la imaginación de lo que pueda esconder la lona que cubre el arma dentro del carro que guardamos me lleva a momentos de ensoñación transitoria,unos pocos minutos de pensar en algo mas que barro y razas inferiores....

Al llegar a la loma en la que se puede apreciar el emplazamiento de nuestra misión,nos sorprende la visión de un ejercito en estado de sitio,si odio a alguien mas que a las razas inferiores es a esos malditos pieles verdes,pero por el numero que se aprecia,no es momento de tener mas que millas de por medio,un encuentro con uno o varios esta bien,pero tantos....son demasiados,y lo que tampoco me atrae son las ordenes de partir a la carrera a resguardarnos tras los muros de la fortaleza,pasar allí encerrada un tiempo ilimitado no es de mi agrado,pero menos lo es morir en en intento....mi único consuelo reside en la poca paciencia,por no decir ninguna,que tiene esos seres y si no toman la posición en poco tiempo,perderán el iteres en ella y se dirigirán a otros objetivos mas fáciles de dominar o destruir....

Espoleo a mi caballo con el objetivo de no quedar rezagada en la loca carrera que empezamos,y de paso no ser el objetivo de ningún ser de los que nos aguardan mas adelante.....

Kurtok sin duda palideció ante tan sobrecogedora imagen cientos de orcos destrozabosques que estaban aniquilando el maravilloso paraje que sin duda antes rodeaba el asedio. Una lágrima discurrió por la cara de “Cicuta fuerte”.

Pero Kurtok tenía clara una cosa la naturaleza es rencorosa y vengativa, para ello dispone de las armas adecuadas: los árboles, los animales y las plantas, dirigidos por los guerreros más dispuestos para manejar dichas armas: sus hermanos los druidas.

Así pues Kurtok comenzó a entonar un cántico que le motivaba antes de la lucha y que solía entonar antes de entrar en “faena”:

¿Quien teme al orco cruel?

¿Quien teme al goblin feo?

Quien mata gigantes gordos

Quien exprime trolls horribles

¡Kurrrrtokkkkkkkkkkkkkkkkkkkk!

¡Kurrrrrtoooooooooooooookkk!

Después del cántico Kurtok estaba dispuesto y feliz, mediante un guiño le indica a su compañero “Rayitas” que la acción está cerca…

No estaba acostumbrado en montar bestias y carros, por lo que aquel viaje se me estaba haciendo algo molesto. Los continuos traquetidos resonaban en mi mente, mientras la comitiva avanzaba tranquilamente. Si bien aún estaba algo nervioso, la intimidadora y aliada presencia de Harkuar me ayudaba a espantar mis temores. Al menos, sus palabras eran inspiradoras.

Sin embargo, todo cambio al ver aquel mar verdoso. No podía describir aquello con palabras. Me eché hacia el lado contrario de la marea orca, dentro del habitáculo, mientras mis ojos hacía un notable esfuerzo por no salirse de sus órbitas. Jamás había visto semejante cosa. Ni en mi ciudad natal, ni Falcon Gris, ni ninguna parte. Aquel despliegue de fuerzas era increíble. El pensar que la fortaleza de los Tres Soles pudiera resistir tal asedio con aparente facilidad me sobrecogía. En esa situación un aluvión de sentimientos y pensamientos me estremeción.

Los cánticos de guerra y el estruendo en general llegaban a mis oídos como un susurro de muerte. Un sonido que por un momento me introdujo en una catatonia teñida por el miedo.

Por suerte las palabras del forjado me trajeron de vuelta a la realidad. Durante un segundo lo miré como si no hubiera escuchado nada de lo que había dicho, para un momento más tarde entenderlo todo. Era una pena que no pudiera compartir su ímpetu de batalla.

Una parte de mi estaba maquinando todo tipo de planes de huída, camuflaje, poniéndome en las peores situaciones posibles. No obstante, ganó esa parte que quería echar cuenta al gigante, pues al fin y al cabo su presencia era un magnífico caso de estudio y bueno... era mejor hablar con él que meditar sobre una inminente muerte.

Ante las preguntas de Hark, lo miré a su rostro de madera y metal y me fijé en sus armas, para volver a dirigir mi vista hacia él. Aunque mi voz afloraba nerviosa, intentaba concentrarme al máximo.

- Pu-pu-puuues si, mi nombre es Ce-cerrojo. O así suele presentarme. ¡Nosotros los gnomos tenemos muchos nombres! - exclamé orgulloso de mi herencia-. Pero ese me suena especialmente bien en Común, así que es el que uso más a menudo.

Me fijé en la espada, el escudo y demás que había diseminado por el habitáculo. Eran armas adecuadas; el rápido análisis visual a las que las sometí no me permitió ver nada especial, pero parecían tener una buena construcción y ser bastante eficientes.

- Mmm... sí, supongo que podría mejorarlas. Como bien te has percatado, lo mío es la creación. Esas armas tuyas... bueno yo podría hacer un trabajo mejor, pero están bastante bien. Sin duda, podrás cortar muchas cabezas de esos pieles verdes antes de que su filo se melle, jejeje - bromeé en la línea del forjado, para intentar dismunuir la gravedad de la situación-.

- Aunque en estas condiciones no puedo hacer mucho; con estos traquetidos, el movimiento y la ausencia de un buen fuego y otros materiales e ingrecientes, apenas puedo hacer nada con ellos. Quizás si estamos suficiente tiempo en esa fortaleza, si es que llegamos sanos y salvos a ella, pueda hacerles algún apaño.

Hice una pausa interpretativa, pues hablar de esos temas me calmaba el espíritu y llenaba de una gran satisfacción cognitiva.

- Verás, si intentará aplicar aquí algo de mi "Arte", lo más seguro es que voláramos en pedazos, más que conseguir algo útil. Aunque te prometo, que en la fortaleza intentaré mejorarlas. Verás, para mi las "cosas", las armas y todo en general son muy importantes.

Me llevé la mano al cinto y saqué una pequeña espada. Un cuchillo largo, para el gigante, un arma de defensa adecuada para mi. La desenvaine lentamente y se la mostré cuidadosamente.

- ¿Ves? Aparentemente no es más que una espada normal, pero fue una de mis primeras creaciones. No es gran cosa, pero le tengo aprecio, mucho aprecio y la llevo en todos mis viajes. Fíjate, no tiene mucho de especial, ni en materiales ni en acabados, pero tiene mucho de mi "esencia". ¿Me sigues? - no sabía si el tipo me seguía, o si habíamos muerto hacía rato y yo hablaba solo como un espectro, quien sabe, pero la cosa es que mi lengua se estaba soltando y eso al menos me calmaba un poco.

- Yo creo que las Cosas, no son simples "cosas". Cuando forjo, creo objetos o empleo mi Arte, noto mi ser fluir por ellos. Como si mi alma se hiciera uno con ellos. La verdad es que viéndote a tí, y perdona si te ofende, creo que las "cosas" verdaderamente tienen un alma, una esencia especial. Te seré sincero cuando te digo que eres el primer ser de tu clase que veo, aunque ya había leído sobre vosotros en diversas fuentes y me pareceis una raza, si es que así se os puede llamar, totalmente fascinante...

Mis palabras salían convencidas de mi boca, pues cada vez que veía a Harkuar, veía a una creación perfecta de la que estar orgulloso. No creía mucho en los dioses, pero creo que si ellos nos crearon, lo que los Eldar sintieron al crear a los Forjados debía ser similar.

Hark escuchaba atentamente a Cerrojo. Hacía mucho tiempo que no oía palabras tan agradables como las del gnomo cuando hablaba de su arma, de su creación. Él tambien creía en el alma de los objetos como su compañero.

¡Cierto Cerrojo! -espetó Hark. Yo soy una máquina, pero mi creador quiso darme una consciencia. Quiso que sintiera, aunque no como vosotros, claro. Y aunque me crearon para un fín, para algunos  no muy agradable...(hace una pausa)...!aunque, para mí sí! -y soltó una pequeña carcajada, pensando en sus enemigos, Yo pienso, que los objetos, las máquinas, llevan impreso el alma de su creador. Ese afán por crear algo cada vez mejor , el esfuerzo, la investigación de los materiales, de sus propiedades... Creo que entre los objetos es posible establecer un vínculo.

Entonces señala su escudo. ¡Te presento a Kern-drok !, y luego apunta a su espalda. ! Aquí está Eksar, mi espada de dos manos!. Acto seguido, extiende sus brazos, mostrándole su espada. ¡Ésta es Drak!. Nunca me ha fallado, y yo intento no fallarle cuidándola. La mimo, todo lo que puede mimarse a una espada...por ejemplo, ¡le doy sangre de orco siempre que tengo la oportunidad!. Puede parecerte estremecedor pero, ¿ acaso no es su fín?
¿Qué sería de la cuerda si no hubiese sido creada para sujetar algo? O de tu martillo si no pudiese golpear?

Me alegro de que pienses así. Hasta ahora no he tenido ocasión de hablar con alguien que no me mire como un constructo asesino sin alma. Y por cierto, ¡estoy impaciente por ver qué haces con mis armas!.

Entonces Hark asintió en señal de aprobación. ¡No te preocupes, pequeño amigo, todo saldrá bien!.

El viaje había transcurrido sin ningún problema, pese a que algunos de sus nuevos compañeros habían hecho el viaje como si se tratara de un paseo por el jardín de su casa, esto debería cambiar si querían seguir con vida después de más de una misión, si de él dependiera no habría dejado sin vigilar los flancos y mandar exploradores para evitar emboscadas.
Al final del viaje se habían encontrado con la desagradable sorpresa, el castillo se encontraba rodeado por un ejército orco.

El odio que sentía por los pieles verdes hizo que el corazón se le acelerase, le latían las sienes de la tensión, tuvo que morderse el labio para evitar lanzarse a rienda suelta hacía los orcos para acabar con ellos, pero el tiempo estaba enseñando al joven elfo la virtud de la paciencia, tendría tiempo de acabar con muchos orcos en el fragor de la batalla, eso si llegaban vivos al castillo, esos dos regimientos montados podían hacer que el corto trecho que les separaba del castillo fuera bastante complicado, por si acaso el elfo se preparó para entrar en combate cogió uno de sus arcos, su arco corto el que le permitía cabalgar y disparar, una técnica que había aprendido durante la guerra y que tantos quebraderos de cabeza les dio al bando enemigo.

Siguió a los carros y preparó una flecha para disparar rápidamente por si  hacía falta cubrir a los carros para que llegaran a la relativa seguridad de las murallas.

Soledad, bendita soledad. No encuentro más compañero dentro del carro que esa soledad que me permite concentrarme en mi meditación. Llevo muchos años en esto así que poco me cuesta llegar a ese estado de comunicación directa con lo más profundo de mi ser. Es la mejor forma de llegar a Dios.

Ni siquiera los traqueteos del carro me hacen dispersarme un ápice de mis pensamientos internos. Llevo un tiempo en ello, no sabría decir cuánto, cuando un mal presentimiento se me viene a la cabeza. Algo no iba bien.

Abro los ojos y miro a ambos lados de la carreta atentamente esperando encontrar el peligro. Nada. Solo árboles y más árboles. El otoño ya ha hecho mella en ellos y no quedan hojas en sus ramas. Todo está tranquilo, cosa rara pues cuando tengo un presentimiento rara vez fallo.

Por fin alcanzo a ver la fortaleza por encima de un cambio de rasante del camino, pero cuál es mi sorpresa al ver una masa verde que ocupa toda la llanura entre nosotros y el castillo. Veo que los carros no paran así que no me queda otra que mandarle a Dios mis plegarias y rogar que lleguemos al castillo sin que nos detengan esos malditos seres del mal.

Persecucion 1.0

Estais en el recodo del camino, por encima de vosotros se despierta de su siesta un goblin debido al sdonido de los cascos , no os habia visto antes porque estaba dormido vigilando el camino principal .Tiene pinta de niño humano demoniaco y verde al que  le sobresalen unos colmillos diminutos, veis que tiene un arco corto y lo que mas os llama la atencion en que le cuelga del cuello una caracola ,que podria utilizar para alertar a los orcos , debeis neutralizarle antes de que los avise o ewstareis en graves problemas

Veo a un feo goblin que se sitúa a un lado del camino,parece que se despereza somnoliento,pero eso no importa,es un engendro del mundo y no ha de estar vivo,por lo menos no lo estará si yo puedo evitarlo,un ejercito es una cosas,pero un solo apestoso ser como ese,es otra muy distinta.... Apresto mi arco largo recién comprado y de una calidad penosa comparado con los que aprendí en mi tierra natal y me prepara a efectuar el primer disparo con el.....gracias a mi habilidad mejorada en años de esfuerzo y trabajo con el,mejoro en mucho las capacidades del arma de factura humana y sale el proyectil adecuadamente,pues el caballo y su constante galopar,el acompasamiento de mi respiración y la distancia cada vez mas corta,no son la situación ideal para realizar semejante disparo,pero mucho mejor de lo imaginado en un principio,la saeta se dirige directamente al cuello del asqueroso goblin verde.... Pero la flecha es de una calidad espantosa,los humanos deberían dedicarse a ser esclavos como mucho y eso siendo generosa,me quedo observando la trayectoria e intento lanzar otra antes de que el ser de la alarma....