Partida Rol por web

El eco del Diablo

El sitio más lejano

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27/04/2016, 12:55
H. Saint Jean de Dieu.

El silencio acabó tan rápido como había empezado y por supuesto, su hermano le mostró algunas fotos de la nena, subida a sitios insospechados, con las manos sucias de chocolate y como no, en la bañerita.

Pierre le pidió a su hijo que eneseñara el vídeo de la niña llorando, con cara de mal rollo, sorprendida por la aparición abrupta de su vecina chillona, cuya presencia de bruja ya era legendaria cuando Sophie era una niña.

Entraron las cuñadas con algo de bollería para comer y el dorado del amanecer ahora era amarillento brillante. Fue la novia de Antonie, el nuevo fichaje de la familia, la que se dio cuenta de que había algo al otro lado de la ventana.

Habían incorporado a Sophie entre almohadones y cuando la chica descorrió la cortina vió una abubilla que curiosa, no hacía más que mirarles desde el otro lado.

.

 

 

Notas de juego

Me alegra mucho tu nota Kirlyan, y te tomo la palabra. Sobre todo porque ahora os he juntado a tres jugadores que posteáis muy bien y quiero disfrutar de ver cómo vuestros personajes interactúan. Tus dos compañeros de escena postean a muy buen ritmo y me sabría mal que no fluyeran las narraciones.

Dicho sea de paso, me encanta tu personaje y lo bien que escribes. Así que un aumento de ritmo es una muy buena noticia. :-)

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27/04/2016, 13:29
Sophie Taylor

La pena ahondaba en su interior, pero Sophie fue un público inmejorable ante la galería de fotos de su hermano. Rió con las graciosas, puso pucheros con aquellas en las que la pequeña Jacqueline lloraba y ahogó un gritito cuando la bruja hizo escena en el vídeo colofón. Se ganó inmediatamente la simpatía de la niña, que había subido a su cama y ya no se separaba de su lado. Si no se paraba a pensarlo, casi parecía que era una mañana normal y que sólo se había recuperado de un resfriado especialmente violento. Si no se paraba a pensarlo, claro.

Guiñó los ojos cuando la luz del Sol entró a raudales por la ventana, las cortinas ya descorridas, y vio al ave dando saltitos en el alféizar. La chica frunció el ceño unos segundos. Ese pájaro...

-Papá, ¿qué pájaro es ese? -sabía que si alguien en esa sala podía darle una clase de ornitología improvisada, era su padre. - Es raro... juraría que lo he visto en algún otro sitio.

Qué extraña sensación. Era como un déja vu. Como un escalofrío en la nuca cuando alguien te mira fijamente. Pero, de algún modo, ese pájaro casi le parecía más familiar que algunos de los presentes en su soleada habitación.

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27/04/2016, 15:23
Arthür Guitry

Arthür se quedó encandilado mirando la abubilla: ¡qué preciosa era! Le hizo muchísima gracia esa especie de danza y que pareciera hacerse la interesante. La verdad es que poco esfuerzo necesitaba con esas plumas tan espectaculares. Nunca había visto una tan cerca y le extrañó que no huyera al encontrarlo, como solían hacer. Tal vez estuviera acostumbrada a los humanos ya que estaba en la ciudad. Tampoco había visto ninguna en París hasta hoy.

La siguió con la vista cuando emprendió el vuelo y aunque no pudiera explicarse el porqué ni su significado, pensó que el hecho de que se posara en la ventana de Sophie no podía ser fortuito. Tenía que ser un buen augurio, seguro.

El reguero de flores que había dejado le recordó que le debía un ramo a la chica; después de todo había tirado sus narcisos sin preguntarle a nadie. Volvió a reírse de sí mismo al pensar que en ese momento no tenía ni idea de que la Sophie estaba en coma y que esa precisamente había sido la primera vez que abría los ojos en todo aquel tiempo. La primera vez… Quién sabe: tal vez tampoco aquello había sido fortuito.

Decidió ir a buscar algún puesto donde comprar un ramo bien bonito. Las flores serían blancas y amarillas por consejo de la abubilla.

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27/04/2016, 16:58
Ernest Taverner

Era temprano, el aire fresco y el cielo despejado. Ernest sonreía tras su mostrador.

-Está arrancando bien, parece que el mayor problema será la movilidad. En el mejor de los escenarios necesitará un bastón. Tendrás mucho trabajo, pero tío. ¡Se recupera! ¡Qué fuerte! ¡Tres años y medio!

Suspiró y le hizo mirar a una webcam.

-He comprobado tus datos y te voy a hacer un pase provisional hasta que te manden el carnet.

Dedicó unos largos segundos en hacer la foto.

-Ha venido toda la familia a arropar a su niñita. Y son una familia encantadora. De campo. No veas las verduras que nos trae el señor Pierre.

Los ojos se le empañaron.

- Si el doctor Bärenthal, que es el jefe de la planta, te limita la estancia hoy, no te ofendas. Montaron una fiesta los del turno de noche. Y para que la chica esté tranquila el doctor ha impuesto un estricto toque de queda. Y no se libra nadie.

Suspiró con cara de satisfacción mientras se imprimía ruidosamente el pase. Se lo ofreció a Mats y le sonrió.

-Es el segundo piso, habitación dos cero ocho ¡Corre que te quitan el ascensor!

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27/04/2016, 17:07
H. Saint Jean de Dieu.

Compró las flores en un puesto muy cercano al hospital. La vendedora era una señora mayor, muy pequeña y casi calva.

Tenía un perrito pequeño, viejo, como ella que le seguía con la mirada atenta, contemplativa, como preguntándose qué historia tendrían esas flores.

 La mañana había salido fresca, clara y despejada.

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27/04/2016, 17:09
H. Saint Jean de Dieu.

Arthür y Mats entraron en el ascensor a la vez. La cabina lucía como la de un hotel, con la botonera de pulsadores redondos, de cobre. Arthür llevaba un ramo de flores blancas y amarillas.

Las puertas se cerraron quedando sólo ellos dos.

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27/04/2016, 18:41
Mats Bergstrøm

Tras despedirme del amable recepcionista, me dirijo a paso rápido hacia el ascensor del hospital. El suelo del vestíbulo está tan pulido que mi imagen se refleja en su superficie, y las suelas de mis deportivas chirrían con cada paso que doy. Cuando llego hasta el ascensor, las puertas ya están abiertas. Entro al mismo tiempo que un chico que va cargado con un bonito ramo. Sin mirarlo a la cara siquiera, lo saludo con un escueto aunque amable «buenos días», pulso el interruptor de la segunda planta y me giro, mirando hacia la puerta.

El interior del ascensor es tan lujoso y acogedor como cabía esperar, con espejos inmaculados y acabados de cobre. Cuando las puertas se cierran, me paso una mano por el pelo, algo nervioso, y luego me quedo con las manos cogidas la una a la otra frente a mi cintura. Emito un suave y lento, casi inaudible suspiro por la nariz cuando el ascensor empieza a subir, y giro ligeramente la cabeza para mirar de reojo a mi único acompañante. Es un chico joven, de menos de treinta años, y casi tan alto como yo. Aunque no es muy agraciado, sí que tiene unos rasgos simpáticos, con unos pómulos salientes y redondos y un mentón estrecho y huidizo que dan a su cara la forma de un corazón. Desde mi situación no puedo ver el color de sus ojos, pero sí que lleva gafas, así como una melenita corta que la luz no me deja distinguir si es rubia oscura o castaña dorada. Me da la sensación de que el joven está haciendo un esfuerzo consciente por evitar mirarme, así que decido darle algo de cuerda y romper el hielo.

Bonitas flores —concedo, con una sonrisa afable y un tono de voz relajado—. ¿Son para algún familiar?

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27/04/2016, 19:35
Arthür Guitry

Arthür saludó al otro pasajero con una sonrisa tan tímida y un inclinar de la cabeza tan contenidos que, como solía ocurrir, le pareció que ni siquiera le había visto. «Buenos días», respondió enseguida a su saludo y se dio cuenta que iban a la misma planta. No recordaba haber visto a aquel hombre en la celebración de la noche anterior y no podría haberle pasado desapercibido alguien que parecía salir de una saga vikinga. Le hicieron gracia los gestos tan expresivos de su acompañante, seguramente algo incómodo por el silencio. Agradeció que le dirigiera la palabra y bajando la vista al ramo entre sus manos pensó en decir que era para una «amiga», pero no, aquello no era cierto, la chica ni siquiera le conocía. Podía decir que era «una larga historia» pero aquello era menos cierto aún, pues de larga no tenía nada aunque fuera difícil de contar. Optó por la verdad y respondió:

Le debo un ramo a alguien. —Y esforzándose por mirar a los ojos a aquel hombre añadió: —No en una forma figurada de hablar: se lo debo literalmente. Y le pareció que aquella explicación sonaba un poco absurda. Una vez metido en el lío quiso aclararlo: —Le dejé ayer sin flores y quería compensarlo. —Volvió la vista al ramo y sonrió al recordar todo lo acontecido. —Esta misma noche salió de un coma.

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27/04/2016, 20:26
Mats Bergstrøm

Finalmente, el chico intenta contestarme, clavando la mirada en el ramo que lleva. Vaya, parece que es realmente tímido. No puedo evitar ponerme en su lugar; de más joven, yo también era verdaderamente introvertido, y he llegado a la conclusión de que ahora intento sobrecompensarlo con una actitud despreocupada y entrante. En situaciones como esta me gustaría poder decir que no pasa nada, que se tranquilice, pero sé muy bien que demostrar que me he dado cuenta de su incomodidad solo lo pondría más nervioso. Por ello, escucho su innecesariamente precisa explicación con una expresión neutra, sin sostenerle la mirada demasiado tiempo. No obstante, mis cejas se levantan un poco por efecto de la sorpresa cuando el chico, que tiene el gracioso aspecto de un ratón de biblioteca, levanta sus azules ojos y me comenta que la persona a la que va a visitar acaba de salir del coma.

Qué coincidencia.

¡Ah! Entonces también vas a ver a Sophie Taylor, ¿no? —afirmo más que pregunto, acariciándome la barba—. Yo voy a ser su nuevo tutor y cuidador. Me llamo Mats. Encantado.

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27/04/2016, 21:05
Arthür Guitry

Encantado, igualmente. —dijo sacando una de sus manos de debajo del ramo para chocársela a Mats. —Me llamo Arthür, y sí, sí, es a Sophie Taylor a quien quería visitar. —Una sonrisa bien sincera se dibujó en su rostro. De alguna forma le parecía que los amigos de Sophie eran sus amigos, aunque aquello no tuviera mucho sentido racional aparentemente. También le vino a la mente la imagen de la abubilla volando hasta la ventana de Sophie; el rabioso naranja del pelo de Mats le recordó a sus plumas. Pensó que tal vez era a él a quien venía a anunciar como portadora de buenos augurios. Y también que en algún momento tenía que dormir un poco o su imaginación acabaría totalmente disparada.

«Tutor y cuidador»: sonaba misteriosa y encantadoramente decimonónico.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron hizo un gesto a Mats con la mano para pedirle que saliera primero.

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27/04/2016, 21:55
H. Saint Jean de Dieu.

El pájaro se marchó tan abruptamente como había venido y como suele pasar con estas cosas, cada uno dio su opinión, más o menos informada. Incluso la niña, prendada con el pájaro, dio la suya a base de diminutivos incomprensibles. Pierre decía que eran unos bichos muy listos, que se hacían los heridos para alejarte del nido. Zac que eran muy guarros y que su carne sabía tan mal que era incomestible. Coincidían en que era una abubilla, un pájaro insectívoro muy frecuente en el campo y menos en las ciudades. Eliza dijo que parecía atrapada por su propio reflejo en la ventana.

Y siguieron charlando otro rato, hasta que los hermanos decidieron dejarla descansar y Sophie quedó sola con sus padres.

Estaban charlando cuando llamaron a la puerta de la habitación.

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27/04/2016, 21:55
Pierre Taylor

Abrió un hombre con porte duro y cara afable. Saludó a Arthür y a su pelirrojo acompañante. Se acercó la madre, una mujer de aspecto amable, visiblemente feliz. Al ver las flores, Pierre, el padre, sonrió entre pícaro y protector y estuvo a nada de hacer una de sus típicas bromas.

-Arthur... 

Pero fue frenado por su mujer que cogiéndolo del antebrazo habló hacia los visitantes sin dejarle terminar la frase.

-¡Hola! Pasen, pasen por favor.

Y allí estaba Sophie, encajada entre almohadones, en pijama, ni sentada ni tumbada. Tenía algo de aristocrático a pesar de su traza que era la mar de jovial.

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27/04/2016, 23:30
Mats Bergstrøm

Cuando la puerta del ascensor se abre delante de nosotros, me dispongo a ceder el paso a mi acompañante, pero caballerosamente, Arthür se me adelanta. Me quedo inmóvil un par de segundos, sin acertar a reaccionar, para finalmente hacer una solemne inclinación de cabeza y salir delante de él. Caminamos un trecho por un pasillo espacioso y bien iluminado que mantiene el estilo cuidado y con buen gusto que he podido apreciar en el resto del edificio.

Cuando llegamos frente a la puerta de la habitación número doscientos ocho, vuelve a asaltarme la marea de dudas y de preocupaciones que la breve conversación con el joven Arthür había conseguido disipar momentáneamente. ¿Cuánto sabrán los padres de Taylor acerca de en qué se metió su hija hace más de tres años, y del accidente que sufrió, probablemente a causa de ello? Cuantas más vueltas le doy, más paralelismos veo entre Sophie y yo mismo. Mientras llamo dos veces a la puerta con mis nudillos y miro un instante a Arthür, que sostiene su ramo de flores como un abnegado Romeo esperando ver a su Julieta, no puedo por menos de pensar que conocer al fin a Sophie me hará bien. Será como hacer desaparecer un fantasma.

Antes de lo que esperaba, la puerta de la habitación se abre. Me encuentro frente a frente con un hombre de facciones decididamente varoniles, incluso algo toscas, aunque con una cualidad afable. Me fijo en su aspecto moderadamente desaliñado; seguramente se trate del padre de Sophie, lo que significaría que el pobre hombre ha estado celebrando toda la noche el regreso de su hija. Las flores de Arthür parecen hacerle gracia, aunque la que debe de ser su mujer lo interrumpe antes de que diga nada inadecuado, invitándonos a su vez a pasar a la habitación.

El espacio es exactamente igual que la habitación vacía que visité ayer junto a Taverner, el recepcionista, y efectivamente es más fácil hacerse a la idea de hasta qué punto satisface las necesidades de los pacientes viéndola ocupada. Recostada en una cama, cerca de una gran ventana al fondo de la habitación, se encuentra Sophie. La luz que entra a través del cristal parece formar un halo de blancura a su alrededor, como si fuese el foco que ilumina al protagonista de una obra cuyo argumento aún desconozco. Lo primero que veo de ella es una deslumbrante sonrisa. La verdad es que no me la imaginaba tan guapa. La chica ríe mientras su familia da muestras de su comprensible euforia, y me mira durante un momento, que yo aprovecho para devolverle la sonrisa.

Buenos días a todos —saludo enérgicamente, sin poder evitar sentirme contagiado por la alegría que flota en la estancia, y decido sobre la marcha tutear a la familia, para crear más cercanía—. Soy Mats Bergstrøm, a vuestro servicio. Bueno, lo primero de todo, dejadme deciros que me alegro muchísimo de que Sophie haya despertado. —Miro un instante a la joven y vuelvo a sonreírle antes de seguir hablando con sus padres—: Supongo que el personal ya os habrá anunciado lo del cambio de acompañante de vuestra hija. A partir de ahora, seré yo quien la cuide y la supervise. Llevaré a cabo exactamente las mismas tareas que hacía su anterior cuidador.

En esto, avanzo un par de pasos hacia la joven Taylor. Es extraño, ella no tiene ni idea de quién soy, y yo tengo la sensación de conocerla desde hace mucho tiempo.

Hola, Sophie —la saludo con una sonrisa genuina, aunque le hablo con suavidad, pues aún desconozco su estado—. ¿Cómo estás?

Notas de juego

Una pregunta que me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo: después de tres años y medio... ¿Sophie sigue siendo rubia Targaryen? XDDD Parece una pregunta tonta, pero me gusta describir a los demás personajes desde el punto de vista del mío, y no he podido decir de qué color era su pelo.

P.D.: Os estáis juntando todos los de Guerra y paz... ¿En otra vida, Arthür y Sophie fueron marido y mujer? ¬¬

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27/04/2016, 23:53
Director

Notas de juego

Je, perdón, se lo describí a Kirlyan y a Aliosha, pero no a ti. No le han tintado el pelo mientras estaba en coma. Es de color castaño oscuro, como la actriz. (Si no es así, corrígeme Kirlyan)

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28/04/2016, 00:06
Sophie Taylor

Sophie observó con gran curiosidad a los dos hombres que entraron en su habitación. Por un momento pensó que no les conocía de nada, pero luego reparó en que el joven, el que llevaba un ramo de flores (¿Me trae flores a mí?) era a quien había mirado nada más despertar aquella noche. La verdad es que no había vuelto a pensar en él hasta entonces. Recordó su tímida sonrisa y cómo se había ido sin hacer ruido, e instintivamente le cayó bien. Su mirada se alternó durante unos momentos entre sus ojos y las flores, que no hacían más que despertar en ella un sinfín de preguntas, pero entonces volvió su atención al segundo hombre, que se acercó a su cama.

Lo primero que pensó Sophie es que parecía salido de una película de Vikingos. El radiante sol que entraba por la ventana añadió dorados y dramáticos reflejos a su cabello y su barba, causando aún más impresión a la joven. Era, sin duda, un rostro que no pasaba desapercibido. Su tono, grave y serio, la sumió en una graciosa mezcla de seguridad y miedo. Parecía el tipo de hombre que, o bien estaba ahí para asegurarse de que nada malo le ocurriera, o todo lo contrario.

Dijo que sería su cuidador, así que de momento parecía que eso le relegaba a la primera opción. Pero... ¿qué significaba eso de cuidador? Por un instante, Sophie volvió a sentirse abrumada. Llevaba toda la mañana conociendo a gente, familiares, que de pronto tenía que asimilar como parte de su vida. Y allí llegaban nuevos rostros que parecían conocerla perfectamente, pese a que ella no tenía ni idea de quiénes eran.

Pero pareció completamente sincero y preocupado por ella al preguntarle cómo estaba. Sophie dudó, y la sonrisa que ya llevaba perenne desde hacía rato, patinó peligrosamente. Las barreras que había levantado tras enterarse de... las barreras, en definitiva, eran demasiado recientes como para que fuesen completamente seguras.

-Estoy... bien, creo, gracias -dijo, tratando de sonar convincente, aunque se dio cuenta de que no estaba siendo la mejor actriz del mundo, ni mucho menos -. Es decir... un poco cansada y, bueno, todo es un poco... abrumador... Pero feliz de estar de vuelta -y al decir esto, la sonrisa volvió a recuperar su puesto en su rostro. Al menos aquello era cierto.

La chica dudó un momento, un tanto turbada. ¿Debería decir algo como "encantada de conocerles"? Ellos parecían conocerla. ¿"Gracias"? ¿"Quiénes narices sois"? ¿"Por qué tienes flores"? Ninguna parecía la mejor opción, así que al final optó por mirarles con tímida curiosidad, dejando que fuesen ellos quienes acabaran de presentarse, aunque la confusión era visible en su mirada.

Notas de juego

¡Hola, hola! ¡Qué bien ver rostros nuevos!

Es gracioso que hagas la pregunta del pelo, porque en mi siguiente post pensaba pedir un espejo precisamente para aclararlo, pero os habéis adelantado. Lo explico. Antes del accidente, Sophie tenía una corta melena ondulada teñida de blanco, con dos graciosos mechones azul brillante, como en la foto. Sin embargo, hace tiempo que no pasa por la peluquería, así que ahora mismo tiene un vulgar pelo castaño oscuro, a medio caballo entre liso y simplemente lacio, algo más largo que como lo llevaba ella. Para cuando pida un espejo, se horrorizará al respecto, por cierto, le gustaba mucho su pelo.

Un comentario, no sé vosotros, pero de vuestras fichas, sólo he leído la descripción física, así que sé tanto de vosotros ahora mismo como Sophie. Lo digo no sólo porque quería evitar metarol, sino también porque creo que así es más divertido y más facil entender cómo se siente el PJ ahora mismo.

Edit tras el comentario del dire: Sí, como he dicho, totalmente de acuerdo.

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28/04/2016, 00:12
Sophie Taylor

Notas de juego

En concreto, ahora mismo tiene más o menos este aspecto:

Si al máster le parece bien, mañana actualizo el avatar tras retocar un poco la foto (que el BBC de detrás queda feo jeje)

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28/04/2016, 00:29
Pierre Taylor

Pierre quiso ayudar con la presentación:

-Sophie, Arthür es la primera persona que te vio despertar, su hermana ocupa la habitación de aquí al lado... es muy simpática... y Mats es el sustituto de Nicolás, él venía y comprobaba que te cuidaban bien, te leía... bueno, el señor Montillet dejó en su testamento que tendrías un cuidador y un tutor, y una clínica adecuada... hasta que te recuperaras totalmente.

En ese momento se dio cuenta de que había dado una mala noticia sin querer. Se sentó en la cama y habló más bajo.

-Sophie, el pobre lo pasó muy mal con tu accidente, se sentía culpable y quiso echar una mano. Nos ayudó mucho y nos hicimos muy amigos. Era un buen hombre. Lo siento, cariño.

Notas de juego

Sin problema con la foto.
 

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28/04/2016, 00:41
Mats Bergstrøm

Asiento al oír las palabras de Sophie, comprensivo. Claro que se siente sobrepasada por la situación. Su reciente despertar debe de haber sido como el regreso del hijo pródigo, y ahora mismo se estará preguntando quiénes somos, qué hacemos allí y por qué no la dejamos un poco en paz. Sin embargo, tiene esa contagiosa sonrisa que, aunque titubeante, cada vez que aparece enciende toda su cara. Me descubro a mí mismo lamentando sinceramente su trance. Con todo, intento que la compasión no se refleje en mi cara, y esbozo una sonrisa confiada y tranquilizadora. Lo último que necesita Sophie ahora es que la traten con lástima.

Claro, lo entiendo —continúo hablando, con una voz grave y pausada que casi parece un ronroneo—. Seguramente ahora te estarás haciendo muchas preguntas. Quizá no podamos contestar a todas, pero sí a muchas de ellas. Eso sí, todo a su tiempo. Aquí estarás muy bien cuidada, y ahora mismo solo tienes que preocuparte por descansar. Has de recuperar fuerzas, que pronto empezaremos a trabajar para ponerte en forma, ¿eh? —Sonrío y le guiño un ojo a la muchacha convaleciente. Luego me giro hacia sus padres—. ¿Cuál es su dieta? ¿Puede comer de todo? —Y, mirando nuevamente a Sophie, añado—: ¿Te apetece algún capricho? Aquí al lado hay una pastelería muy buena.

¿Y qué pastelería de París no es buena?

Seguidamente, el padre de Sophie nos presenta más adecuadamente a Arthür y a mí. Es entonces cuando me entero de que el chico tiene una hermana también aquí, en Saint Jean de Dieu. Sin embargo, al hablarle de mí, Pierre comete un desliz y hace conocedora a Sophie de una cuestión que yo pensaba atacar más adelante. Miro de reojo al hombre y luego vuelvo a fijarme en ella, tratando de evaluar el impacto que le produce a Sophie la noticia de la muerte de David Montillet.

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28/04/2016, 09:55
Arthür Guitry

Una vez dentro de la habitación Arthür dudó si había hecho bien en llevar las flores en ese momento. Agradeció infinitamente a la señora Taylor que cortara lo que fuera a decir al respecto su marido y entonces dudó de la reacción que pudiera tener Sophie. Allí estaba la chica, algo incorporada ya, totalmente despierta. Le llamó la atención su mirada brillante, aquella que había visto venir desde tan lejos cuando abrió los ojos, pero ahora con un destello muy vivo de inteligencia y curiosidad. Le pareció que tenía una elegancia natural pues había en ella cierto porte de nobleza que un pijama y un pelo algo revuelto no podían eclipsar en modo alguno.

Sophie le miraba repetidamente a él y a las flores y aunque le pareció algo confusa creyó ver en su gesto más curiosidad que desagrado o alguna otra mala cosa y se tranquilizó. No quería perturbarla por nada del mundo en un momento como ese. Esperaba poder explicarle el porqué de aquellas flores.

Mats rompió el momento de silencio nuevamente con la decisión que a Arthür le pareció que debía ser una de sus virtudes. Llenó la habitación con su presencia y su voz cuando se presentó, y en su tono había una fuerza patente que decía en cada inflexión que estaba allí para ayudarla y que todo iba a salir bien. No pudo dejar de imaginárselo como un escaldo, un poeta guerrero vikingo arengando a sus compañeros antes de una batalla.

El señor Taylor le dio entonces una mala noticia a su hija. Alguien al parecer muy querido, tal vez otra persona implicada en el accidente de la chica, había muerto. Se sintió mal por Sophie pues tras la alegría del despertar ahora debía estar agotada tratando de asimilar los más de tres años perdidos. Era imposible que todo ese tiempo no trajera alguna mala noticia. De nuevo se sintió de más allí ante un momento especial para la familia. No quería mirar fijamente a Sophie pero necesitaba saber cómo se encontraba. Él también quería decirle con todo su ser que todo iba a salir bien.

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28/04/2016, 13:59
Sophie Taylor

La chica miraba con serenidad a Mats. Cuando mencionó lo de "ponerse en forma" fue momentaneamente consciente de que se sentía realmente agotada. El mero hecho de imaginarse haciendo ejercicio le hizo desear irse a dormir en aquel mismo instante. Entones mencionó la pastelería y volvió la mirada a sus padres. Por un momento, pareció tener cinco o seis años, cuando su abuela le preguntaba a Eliza si podía darle otra galleta y ella la miraba con cara de ángel, para que nadie pudiese intuir siquiera que ya le había pasado unas cuantas por debajo de la mesa.

Casi no escuchó a su padre, abstraída como estaba pensando en qué tipo de dulce le apetecía más. Casi.

Sus ojos se abrieron como platos cuando se enteró de la muerte del Señor Montillet. Distraida como había estado todo el día, no se había parado a pensar en qué le habría pasado durante aquellos años. A él... ni a su mujer. Y de pronto, las barreras que antes se habían tambaleado, reventaron en mil pedazos.

Su mente, que sin que ella lo supiera había pasado tanto tiempo buscando una causa al accidente, de golpe pareció desbordarse con las terribles conclusiones que había alcanzado.

"-No llore. ¿Quiere que le deje un rato a solas con ella? Seguro que le hace bien."

Ella había estado allí. En aquella habitación. Habían estado juntas. Miró aterrada a sus padres, y luego a aquellos desconocidos, que de pronto se le antojaban amenazadores. ¿Venían de parte del Señor Montillet? No, seguro que venían de parte de ella. ¿Y sus padres? Habían hablado con ella. ¿Y si estaban bajo su hechizo también?

De nuevo el monitor que descansaba al lado de su cama delató con sus pitidos su frenético ritmo cardíaco. Encogió las piernas, o más bien trató de hacerlo. Sus músculos no la respondieron e inmediatamente un dolor sordo subió por el lado izquierdo de su cuerpo, dejándola entumecida. A ojos de los demás, sólo pareció un pequeño espasmo bajo las sábanas y una mueca de dolor en su rostro.

Fue a hablar, a decirles que se fueran, que se quedaran, no sabía qué quería decirles, pero el miedo estrangulaba su garganta y sólo pudo emitir un gemidito ahogado. Paralizada, les miraba a todos con verdadero pavor reflejado en su mirada.