Partida Rol por web

La hora del combate había llegado de nuevo. Los kobolds, hartos de comida, yacían en el suelo con sus estómagos hinchados y un hilo de baba escurriéndose por los laterales de sus fauces. De no ser porque uno de ellos -quizás el más débil o el nuevo en la manada, aquel al que le habían obligado a vigilar mientras el resto saciaba su apetito voraz- había dado la voz de alarma, el combate no habría durado mucho. Aquellas bestias no eran enemigos para los aventureros. Sin embargo, el ataque por sorpresa no se había producido. La hora del día no era la más propicia para que estos serés iniciaran la lucha. La luz del sol, casi a pleno día, suponía una desventaja considerable para los kobolds, que prefería la oscuridad para moverse libremente. Sus estomagos rebosantes, se tornaron un impedimento para moverse con agilidad, sin embargo, a pesar de su escaso intelecto tardaron poco en entender que sus vidas peligraban. Eran seres cobardes, que huían si se veían en desventaja. Ahora bien, las ratas acorraladas se vuelven un enemigo feroz....

-Te voy a matarrrrrr!- Exclamó el K2, dirigiéndose hacia Alysia, que era el que se encontraba más escorado.

El K3, paralizado y desencajado ante la situación de peligro, solo antendió a coger su lanza y balbucear: -queeee,ee ehhh!-

- Yo esperaré aquí-

-Mi nu entender...Eztuz humanuz zon mu rarunoz- Gruñó para sí la semiorca al escuchar a Alysia.

Klurca volvió a gruñir en voz baja cuando el vigía dio la alarma. ¡Con lo fácil que era rebañar cuellos mientras el enemigo dormía!. Ya se veía corriendo detrás de todas esas ratas escamosas, ¡con el soletazo que estaba  cayendo!.

Hizo una señal a su Bast para que se ocupase del más cercano y se fue directamente hacia el siguiente comenzando uno de sus movimientos por la retaguardia que tanto adoraba.

La salvaje no gritó. Ni siquiera cuando atacó al kobold. Simplemente se acercó encorvada como una loba y lanzó una rápida y brutal estocada con un movimiento corto.

El filo atravesó el pecho del humanoide con un siseo. Klurca levantó su arma para arremeter contra el siguiente enemigo, pero el cuerpo del primer kobold se había quedado  trinchado. La semiorca agitó su arma de un lado a otro para desembarazarse del estorbo hasta que el reptiliano salió despedido como un pelele con el pecho abierto de par en par.

Klurca era tan bruta que sus gestos era difíciles de interpretar por Bast, de modales mucho más refinados. El semielfo se puso pálido ante la visión de lo que era capaz la semiorca. Le había revuelto las tripas con el espectáculo sangriento de su espadón. Tanto era así que le entró tembleque en las piernas haciendo que su disparo con la honda saliera muy desviado.

- ¡Uy!- Casi devolvía al ver la sangre y al kobold trinchado como en un espetón en el arma de Klurca. Dio un paso atrás para apoyarse en uno de los troncos y recuperar la entereza.

Avanzando con seguridad y decisión voy en busca de mi objetivo: el Kobold más cercano. Tratando de emular a la semiorca alzo mi espada y la hago bailar sobre la cabeza de la desdichada criatura.

Veo como uno de los kobols se dirige hacia Alysia, lo cual hace que sea un blanco más factible de atacar. Apunto con calma con mi ballestar  y disparo un virote contra el.

Glockta ha fulminado al K2. Alysia se ha salvado. La ballesta del mago resultó letal.

De todos es sabido que los kobolds no son, precisamente, las criaturas más valientes del universo. El K4 había visto como sus dos compañeros caían fulminados. Sin embargo, el K4 parecía que iba a vender cara su vida. Con su lanza, intentó atacar a Patric, pero erró su golpe. Falto de fuerzas, dirigió su lanza hacia el guerrero, pero apenas lastimó su malla. Patric resultó completamente ileso. Asustado ante su ataque lastimero, dio un paso hacia atrás.

Alysia sacó su maza ligera y se avalanzó sobre el K3, aquel que tenía más cerca. Lleno de ira, invocó a sus dioses y suplicó su favor para poder alcanzar a su objetivo. No podía fallar... Aquellos kobolds no resultaban enemigos a su altura, a la de sus compañeros, razón por la que no podía decepcionar a sus amigos.

La maza era su arma favorita. Alysia no se carecterizaba por ser un humano violento. La fuerza era su último argumento, pero cuando sacaba su maza y se enfrascaba en la lucha, no solía dejar el combate a medias.

Alzó su maza y se dispuso a atacar.
 

El K3 se dio cuenta de que el asunto se ponía feo. La luz del sol le molestaba. No estaba irritado, sino molesto. No es bueno irritar a estas bestias, puesto que su agresividad crece, pero, en este caso, no era irritación, sino ganas de salir corriendo y cobijarse en el primer agujero oscuro que encontrara, era lo que deseaba. Observó el amago de huída de su compañero e intentó hacer lo propio. La tripa le pesaba mucho.....

Miró a Alysia, que se dirigía como una furia hace él, y, examinando rápidamente el panorama, optó por salir huyendo. Nunca lo recordaría por su valentía en la lucha, pero, si salía de ésta, al menos podría disfrazar la verdad.

-"Malditos Kobolds..." pensé maldiciendo mi pésimo ataque.
La concentración no fue suficiente en el primer ataque, y aunque mejoró algo en el segundo....aun era insuficiente para estar a la altura que yo, sólo yo, sabía que podía llegar.
Los Kobolds no eran criaturas valientes, tampoco inteligentes y no solían atacar en solitario, sólo en grupo. Sin embargo, el que tenía delante respondió a mi primer ataque y Afortunadamente se dejó llevar por su entusiasmo y euforia pues falló estrepitosamente como lo hice yo.
Dando un paso atrás para ganar impulso en mi segundo ataque, levanté y bajé mi arma con rapidez; quizás demasiada. E intenté partir en dos al Kobold que al parecer, era el único que seguía plantandonos cara.

Klurca se sacudió la sangre de las manos. El kobold que había trinchado la había empapado de pies a cabeza y su arma resultaba peligrosamente resbaladiza.

-Ya ez viernez- Bromeó en relación al día que solía bañarse.

El kobold que había a su lado estaba tan aterrado mirando a Alysia que no midió el alcance del espadón de la semiorca. Klurca lanzó un mandoblazo cuando el pequeño reptil le dio la espalda, pero este siguió corriendo como si nada.

-¡Ez trampa, le he dau!- Protestó mirando incrédula el filo entre sus manos.

Alzó la mirada para insultar al kobold, pero este no tenía cabeza y cayó de bruces entre las matas.

La semiorca rió como un cerdito:-GRRRK, GRRRK, GRRRK- y se lanzó espada en alto hacia el siguiente kobold.

-Hehehe, te vuy a cumer chiquitín...GRRRK, GRRRK,- Siguió riendo. No había nada más placentero para su sangre verde que una pelea desigual.

-¡Hops! Cuidado chica, no me vayas a dar con eso.- Klurca podría partirle a la mitad de un espadazo como hacía con esos kobolds. Pobrecillos. tampoco quería que la bruta semi-orca manchara sus ropas de sangre. A la vez que ella parecía deleitarse con la idea de zamparse a aquellos pequeños largartos, Bast se apresuró a recoger todos los nabos posibles.

- ¡Nabos!¡Ricos nabos, deliciosos!- Había múltiples formas de saborear aquella hortaliza tan adorada por el hechicero.

Klurca era devastadora. Nadie la podía parar. El K3 cayó ante sus pies insertado en su espada, antes de que pudiera llegar más lejos. La espada de la semiorca había entrado por la hinchada barriga del kobold y había salido por su espalda. Al desensertar el arma, un chorro de sangre, acompañado de restos de lo que podían ser rábanos, salió a presión del orificio provocado en el abdomen de la pobre criatura. Ya solo quedaba un kobold.

-Suplico perdón!!!!! Suplico perdón!!!!- era ló unico que acertaba a decir el K4, arrodillándose y soltando su lanza al suelo...

Al desensertar el arma, un chorro de sangre, acompañado de restos de lo que podían ser rábanos

-Ze le va er rellenu- Se lamentó la semiorca sacando la lengua.

A la vista de aquella carnicería, el ultimo kobold trató de rendirse:

-Suplico perdón!!!!! Suplico perdón!!!!-

-¡Zoy un orcu!- Gruñó Klurca -Orcuz nu perdunan ¡Azí que nu puéez rendirte!- Aseguró sacudiendo la cabeza. La semiorca se debatía entre un difícil dilema.

-Mira- Explicó señalando a los tres kobolds caídos: -Primer platu, zegundo platu y poztre...Ezu pa mí.- Dijo señalándose la barriga. Entonces lanzó una mirada al resto de aventureros y preguntó al kóbold. -¿Que cumer elloz?- Se encogió de hombros dejando que el pequeño reptil llegara a la terrible conclusión. -Lu vez...¡Nu puéez rendirte!- Aseguró tajante.

Klurca resopló mirando la minúscula lanza en el suelo. Aquella situación la incomodaba de una manera desconocida hasta entonces. Se puso en jarras frente al kobold, señaló al palito rematado en punta y le espetó: -Vamuz, no t´agaz er remolón-.