Partida Rol por web

-Coincido con el señor Smith, los dueños de los abrigos debieron abandonarlos al salir de la casa y, dado el estilo y la capa de polvo que tenían, fue hace bastante tiempo. Por cierto... ¿cuándo vivieron aquí los Macario?

Dejando los abrigos y con el candil en la mano, se acercó a sus compañeros para internarse más en aquella casa.

La puerta empezó a abrirse lentamente con un chirrido, pero pronto se movió más fluidamente bajo la atenta mirada del doctor. Al otro lado se encontraba un pasillo alargado forrado de papel pintado y escasamente iluminado por la llama que titilaba a cada movimiento de su portador. Sendas puertas se adivinaban repartidas a cada lado del pasillo todas de algún tipo de madera oscura.

El detective se adelantó y salió al pasillo. Contempló detenidamente las paredes para buscar algún tipo de lámpara que pudiese prender y así iluminarlo todo sin tener que estar paseando cada uno con su candil y evitar de paso las distorsionadas sombras que se proyectaban en las paredes.

-Bueno, parece que ahí están las escaleras que conducen a la planta superior -dijo al percatarse de las mismas-. ¿Qué os parece si comenzamos revisando esta planta?

Acto seguido se acercó a la puerta que tenía enfrente y la examinó mientras dirigía su mano directamente hacia el pomo. Sin embargo, antes de girarlo, como acto reflejo heredado de sus años de servicio, acercó la oreja a la puerta para intentar escuchar a través de ella.

Tras salir el sr Stokes salé tras él y echa una mirada alrededor buscando huellas en el polvo del pasillo, si es que lo hay buscando fotos por el pasillo sobre los anteriores propietarios. Cuando ve al sr Stokes acercar el oído a la puerta se comienza a poner nervioso, ¿habrá escuchado algo?, ¿que estará escuchado?, espera a que le haga un gesto de que todo esta correcto. Tras ver que se separa de la puerta le susurra, -¿todo esta bien, has escuchado algo?

Aquella casa parecía más grande una vez dentro, desde el exterior, rodeada por edificios mucho mas modernos y altos, no daba la sensación de ser tan amplia. Una vez en el pasillo, Alan pudo comprobar la cantidad de habitaciones y la situación de las escaleras.

Siguiendo los pasos de Stokes, me dirijo hacia la habitación de en frente, para ver si encontramos algo más de utilidad o de información. El historiador permaneció callado, observando atentamente aquella casa que le daba tan mala espina.

La mayoría se decantó por analizar el pasillo, así que jeff esperó pacientemente sus conclusiones revisando a la luz del candil sus papeles, para poder contestar la pregunta de Stokes sobre la vida de la familia Macario en la casa.

En sus notas sobre la entrevista que todos tuvieron con el señor Butch halló la respuesta:

-Stokes, los macario se trasladaron aquí en 1918, y un año después el señor macario sufrió un accidente, acabando internado en el hospital mental.

Una vez dejó guardadas de nuevo sus notas, se asomó también al pasillo.

-¿Pueden ver ustedes algo?

Tras separar el oído de la puerta, Stokes abrió de par en par.

-¿Qué os parece si nosotros tres entramos por aquí y vosotros dos examináis esa otra habitación? -preguntó refiriéndose al señor Smith y la señorita Thornton y señalando la puerta que había junto a aquella por la que habían salido al pasillo-. Así ganaremos algo de tiempo.

Acto seguido, entró en la habitación recién abierta con el candil por delante intentando iluminar lo máximo posible.

El aspecto de aquella estancia era el de una cocina, una cocina normal y corriente. Esta poseía entre otros muebles, una nevera con la puerta entreabierta, a un lado de esta descansan un horno y una estufa. Al otro lado de la estancia se encontraba la despensa formada por diferentes repisas sobre las cuales reposan lo que queda de algunas latas de comida y en el suelo se distinguen restos de comida y migas parece el resultado de algún tipo de atracón que se dieron las ratas.

Miranda avanzó por el pasillo hasta la puerta que le había señalado el policía. Sus tacones repicaban de forma rítmica a cada paso que daba, traicionando el sigilo con el que se movían los caballeros, y a la doctora no parecía importarle lo más mínimo. La verdad, no sabía si las reservas de ellos eran una consecuencia del respeto que sentían por ser aquel lugar el escenario de un crimen, o porque de verdad esperaban encontrar al asesino viviendo allí... pero para ella resultaba evidente que la vivienda estaba vacía. Había pecado de ingenua y el exterior del inmueble la había encandilado, lo reconocía, pero ahora se daba cuenta de que el oficio de detective en el mundo real distaba mucho del de las novelas. 

Cuando por fin llegó hasta el pomo volvió la vista hacia el resto de investigadores. ¿Qué demonios hacían esos catetos con la oreja pegada a la puerta? Suspiró, mientras sacudía la cabeza, y entró en aquella habitación. 

Smith, que se había retrasado con sus papeles, asiente a Stokes. Sin duda, separados abarcarían más habitaciones en menos tiempo. 

Desde que la casa quedó oficialmente deshabitada, hacía dos años, la casa se había echado a perder de un modo tremendo. Jeff no era demasiado aprensivo, pero la suciedad y la evidente invasión de las ratas en el inmueble le parecían excesivos.

Siguió a Miranda hacia el cuarto contiguo. La muchacha parecía muy segura, y vio cómo miraba con evidente disgusto a los precavidos compañeros de excursión. La quietud y silencio del inmueble invitaban a hacer poco ruído y hablar bajo, pero ir con tanta precaución quizás nos retrasase indebidamente.

-A ver qué encontramos aquí -le comentó a su compañera.

Tras el anuncio Jeff y Miranda desaparecieron de la vista del resto de los investigadores y entraron en la sala.

La luz de los recién llegados bañó la estancia, al igual que el lugar del que venían esta también se trataba de un trastero o algún tipo de almacén pues gran cantidad de muebles viejos se sucedían por las paredes, en algunos casos cuidadosamente colocados, en otros amontonados de cualquier manera, algunas piezas en el suelo parecían restos de muebles. Se mirase hacia donde se viese sólo se veía madera, desde luego que el contenido de aquella sala era un perfecto combustible para una estufa.

Con un leve desencanto, Jeff comentó a Miranda:

-Creo que no hemos hecho un gran descubrimiento, Miranda. Parece un cuarto típico donde amontonar cosas inservibles, o de poco uso. No parece que haya nada de interés. Aún así, miraré en lo posible si algo útil se esconde por aquí.

Me acerqué con la luz hacia los muebles amontonados, fijándome en detalles, en la posición, en cosas que podría haber detrás o bajo ellos, siempre con cuidado de no acercar la llama demasiado e iniciar un desafortunado incendio.

El periodista se aproximó a aquellos objetos, la luz que llevaba proyectó sombras fantasmagóricas sobre la pared. Tras unos instantes, el examen no desveló nada significativo, lo más anecdótico fue el comprobar que algunos objetos, principalmente las patas de las sillas se habían astillado intencionadamente previsiblemente para utilizarlo como leña.

La doctora acarició las patas astilladas de las sillas con cuidado, y miró al periodista. 

—¿Nada? —preguntó, aun sabiendo la respuesta— Vamos, inspeccionemos otro cuarto. Cuanto antes acabemos aquí, antes podremos investigar esa Iglesia de la Luz, o interrogar a los inquilinos. 

Lámpara por delante, regresó al pasillo. 

Aquella cocina no parecía tener nada raro, salvo los repugnantes restos de comida que anunciaban un olor nauseabundo, y producto posiblemente de haber alimentado a unas ratas. Viendo un acceso a otra estancia desde aquella cocina, Alan avanzó a la siguiente estancia, alumbrando con la lampara y esperando encontrar algo de mas utilidad a aquella exploración que estaban llevando a cabo.

Anexa a la cocina se encontraba el comedor. Una larga mesa de caoba flanqueada por sillas a cada lado presidía la estancia, había algún mueble más en los laterales pero pasaban desapercibidos. Lo más sorprendente era que la mesa parecía preparada, con tres cubiertos y una sopera en el centro. Tal vez esperando a un invitado que no llegó.

Mientras el señor Monroe se dirigía hacia la puerta que había al otro lado de la estancia, el detective Stokes se entretuvo más y paseó lentamente por la cocina, tocando, más bien como acto reflejo, todo aquello que le quedaba a su paso.

¿Qué se supone que debían buscar en aquella casa? -pensó mientras observaba aquel desastre de cocina.

-Espero que las condiciones de salubridad fuesen mejores mientras los Macario vivían aquí. De lo contrario, no me extrañaría que algún tipo de intoxicación fuese la causante de esas locuras que sufrieron.

Acto seguido se dirigió junto a su compañero hacia el comedor.

-Parece que esperaban a alguien más para la "última cena" -añadió Stokes en modo jocoso al ver la mesa preparada para tres.

Echó, curioso, un vistazo a la olla casi esperando que estuviese el contenido aún humeante, listo para ser servido. No apartaba la vista de toda la estancia, sin saber bien qué buscar.

Seguidamente se dirigió a la siguiente habitación, casi con prisa por salir de nuevo al pasillo y reunirse con los otros compañeros, a ver si habían tenido más suerte encontrando algo que les pudiese arrojar un poco de luz.

Tras observar como abría la puerta sin ningún problema, avanzo detrás de sus compañeros, esperando encontrar algo extraño, pero lo que vio no le llamo la atención, no había nada que fuese extraño, tras muchos años de abandono, no era anormal que esos dichosos bichos entrasen a comerse todo lo que encontrasen, y ahora estaba claro que no había vivido nadie en esta casa desde hace mucho tiempo. Tras observar la cocina buscando algo fuera de lo normal y no encontrándolo.

-Bueno, veo que finalmente se responde nuestras dudas, no ha vivido nadie en esta casas en mucho tiempo si juntamos que el pasillo estaba lleno de polvo y esta cocina, finalmente podemos deducir que si alguien estuvo viviendo aquí después de los señores Macario, hace bastante tiempo que se fue.- Dice mientas avanza con sus compañeros hacia la siguiente habitación. Al escuchar el comentario del señor Stokes, medita unos instantes y finalmente responde, -No creo que fuesen muy descuidados, piensa en como estaba la carbonera por donde entramos, estaba ordenada, nada estaba tirado por el suelo, eso me hace pensar que llevaban muy cuidadosamente la limpieza.-

Al entrar en la siguiente habitación, se encuentra con un comedor, todo en su sitio, pero el comedor estaba preparado para tres, quien seria el tercero, un amigo de los señores Macario, un familiar, quizás pudiese contarnos algo, revisa la habitación en busca de algo sospechoso, y si no lo ve, avanza con el sr Stokes.