Partida Rol por web

El detective se fue acercando de manera paulatina, con desconfianza, buscando el origen de esos ruidos mientras aquel olor no terminaba de marcharse. Repentinamente sintió un golpe y vio acercarse la ventana hasta que con su cuerpo la abrió cayendo al vacío. Trozos de cristales y astillas de madera horadaron el desafortunado cuerpo del caído.

Aquella imagen había sido antinatural, los acontecimientos hasta aquel momento estaban siendo normales, incluso demasiado normales hasta el punto de resultar anodinos. Sin embargo aquello era impropio: lo que quedaba de una cama embistió a aquel pobre hombre como si se tratase de un búfalo arrojándolo por la ventana...

Como si tuviese alguna relación con lo que encontraron, aquello que olieron volvió a hacer acto de presencia: aquel olor nauseabundo que no parecía de este mundo. Y como si fuese el preludio de algo se escuchó un chirrido y un fuerte golpe seguido de un grito.

Provenía del piso superior...

Perplejo por ver como aquella cama vieja había embestido al detective, haciéndole caer, Alan dió unos pasos atrás para verificar con la mirada que nada ni nadie mas había en aquella habitación. Cuando se recompuso, apartó con el pie, con mucha cautela, lo que quedaba de la cama, para poder asomarse a la ventanas y ver como estaba Stokes.

- ¡Detective! ¿Está usted bien? ¿Podrá volver a entrar? Le esperaré en el pasillo a que usted suba, si es que está bien...¿Prefiere que baje?

Tras sus palabras, esperó lo suficiente para que le contestara el detective, para luego tratar de echar un vistazo, antes de volver al pasillo. Su idea era acercarse a la cómoda del otro lado de la sala, para revisar si había algo interesante en el mismo.

Que ha sido eso, puede que uno de sus compañeros estuviese herido, ahora si, el teniente Bishop entro en acción, no lo pensó, los recuerdos de la guerra y los reflejos instaurados durante tantos años de combate volvieron de repente, apoyándose en el bastón corrió hacia la escalera, sin pensar en que mañana la pierna se resentiría, ahora solo había una cosa en su mente, bueno dos, llegar hasta el herido y la segunda, no soltar el libro. –Voy a ver si están bien, ese grito no me ha gustado nada.- dice mientras sale corriendo hacia las escaleras, comienza a subir y en ese momento recuerda el arma del sr Stokes, cundo se encuentra subiendo la escalera cerca del final, dice –Soy yo el doctor Bishop, no dispare.-

Aquello no debio de pasar desapercibido pues no tardaron en resonar pasos en las escaleras
–Soy yo el doctor Bishop, no dispare. -Se escuchó al otro lado.

Los libros encontrados parecína una gran pista para saber qué había sucedido. Los ojeé yo mismo, más acostumbrado a los libros, y quizás con ánimo de encontrar más detalles*

El grito nos sobresaltó a todos, yéndose Bishop velozmente hacia el piso de arriba. Mi instinto también fue seguirlo, pero más cautamente.

Cogí la barra con la que abrimos el armario, y me aseguré de que fuese resistente dando un fuerte golpe contra el suelo.

-¡Miranda, no se quede sola aquí! Vamos a ver qué ha sucedido. Lleve los libros, si puede

Miranda, que ojeaba el libro con renovado interés, parecía que se había olvidado de la peste y los ruidos que habían dividido al grupo. Su lectura se vio interrumpida por otro repentino golpe, que despertó en ella una reacción similar a la primera. Pegó un bote para después aferrarse, instintivamente, al brazo del periodista. El libro se le cayó al suelo y cuando los dos caballeros empezaron a moverse, se agachó y lo recogió, arrojándolo al interior de su bolso. Cuando la aconsejaron que no se quedara allí, no lo pensó dos veces. Fuera lo que fuera lo que ocurría en aquel lugar, prefería asistir a ello en compañía. 

No tardó en aparecer Jeff acompañado de Miranda. Tras unos instantes de pausa que consideró suficientes, el doctor Bishop entró en la estancia seguido por sus compañeros.

Lo que encontraron les sorprendió bastante: una sala con una bastante posible función de dormitorio, a diferencia del resto de las estancias del hogar se encontraba totalmente inundada de luz la cual entraba por lo que quedaba de una ventana. Unos tableros fracturados y lo que quedaba de unos goznes daba una ligera idea del origen de uno de los ruidos que escucharon. A un lado de ésta lo que quedaba del armazón de una cama y al otro lado una cómoda.

El señor Monroe se encontraba asomado a la ventana.

Alan Monroe permaneció a la espera esperando encontrar respuesta, sin embargo el caído no respondía. Parecía inconsciente, tal vez tuviera algo dañado desde el piso superior tan solo se podían hacer conjeturas.

-¿Qué a pasado?, ¿Dónde esta el señor Stokes? –Dice mientras realiza una visual por la habitación, extrañado, al no ver al señor Stokes.

- Tranquilo señor Bishop, no llevo armas encima, pero tenga cuidado con esa cama. - Contestó Alan al recién llegado a la habitación, quien, al preguntar por Stokes, trató de explicarle. - El señor Stokes ha caído a la calle por la ventana. Al entrar a la habitación recibió una embestida de esa cama, aparentemente. No me pregunte como ha sido posible, ni yo mismo alcanzó a comprender... El detective no contesta, estará malherido, será mejor que alguien baje a echarle una mano. ¿Tiene alguien conocimientos médicos?

Tras sus palabras, Alan siguió echando un vistazo a la cómoda del otro lado de la sala, para ver si podía encontrar alguna pista de utilidad.

-Soy medico, voy a ver que puedo hacer por él.- Dice mientras se da la vuelta y hecha a correr hacia la salida, mientras corre se da cuenta de que gracias a dios trajo su maletín, no sabia porque lo había llevado con él, a fin de cuentas solo se encaminaba a una entrevista, pero algo le hizo cogerlo antes de despedirse de su esposa. Bien, algo por fin salía bien. Pero a que se referiría el señor Monroe cuando dijo que la cama había embestido al señor Stokes, bueno y le preguntaría, cuando hubiese atendido al señor Stokes, quizás, el señor Stokes se lo explicase si no había perdido la consciencia.

Alucinado y en silencio, Jeff atiende a la explicación de Monroe.. Bishop se lanza a auxiliar a Stokes antes de poder los demás reaccionar y acompañarle. Hubiera sido mejor que no fuese solo, pero ya se había ido

-¿La cama?.. ¿Que la cama le embistió? -pudo preguntar por fin, mirando al mueble aparentemente inerte.

Con la barra metálica que llevaba en su mano, Jeff golpeó la cama, esperando a ver qué sucedía. Había visto cosas extrañas otras veces. Fenómenos de más allá de este mundo.. o que lo parecían, al menos. Observó la cama, atentamente.

El buen doctor honró el juramento hipocrático y desandó todo el recorrido para dirigirse rumbo al exterior. Una vez fuera le llevó un rato acostumbrarse a la claridad del día, la cual contrastaba con el mundo de penumbra en el que se había estado moviendo. Tras dar vueltas alrededor de la vivienda logró situarse al localizar la ventana rota. Ahí se encontraba el caído, inconsciente con un hilillo de sangre recorriendo su sien... El testimonio del señor Monroe aparentaba ser verídico.

El hedor volvió como se marchó, sin previo aviso. Las fosas nasales de los pobres infortunados que se encontraban en aquella sala se vieron colmatadas por aquella peste que empezaba a adquirir matices familiares incluso hogareños...

Una gota cayó en la mejilla del señor Smith mientras observaba el armazón que reposaba a un lado, aquello cortó su concentración. Mientras se llevaba la mano a la mejilla levantó la mirada, como maldiciendo con fastidio y lo vio: una mancha sangrienta, irregular y de un tono muy oscuro la cual goteaba cada vez con mayor intensidad parecía como si una parte de la casa acabase de ser herida...

Tras revisar la heridas del señor Stokes, se pone manos a la obra, le venda las heridas lo mejor que puede, dadas las circunstancias, pero bueno esto es mucho mejor que en Francia, por lo menos no hay explosiones, gritos de cientos de heridos y porque no decirlo cientos de proyectiles asesinos recorriendo el aire en busca de otra victima, pensar en esto siempre le hacia sentirse mas seguro de si mismo y otra vez sirvió de algo. Tras vendar al señor estoques, darle quizás algunos puntos, espera a ver como reacciona a los primeros auxilios.

-Señor Stokes, puede oírme- dice mientras vuelve a examinar las pupilas de su paciente, mientras se acuerda de la antigua herida de su pierna.

Aquel olor nauseabundo volvía a embriagar la sala. Alan tuvo que taparse nuevamente la nariz y la boca para tratar de no inhalar aquel aroma tan putrefacto. La mancha del techo, junto con dicho olor, le provocaron un pavor y una extrañeza descomunal en su psique. De pronto, se le ocurrió algo al respecto.

- ¡Tengan cuidado! Cada vez que aparece ese olor y esa mancha ocurre algo... - Acertó a indicar a los compañeros que se encontraban en la sala con él.