Partida Rol por web

 Sorteáis la trampa ya disparada, para salir del estrecho pasadizo a una pequeña gruta natural. Esta, en forma de L, mide aproximadamente siete metros por ocho y unos cuatro de altura, en la parte septentrional parece que se prolongue en un pasaje natural de paredes pulidas. Mirando hacia atrás véis claramente que la apertura practicada a modo de pasadizo hacia el pozo es algo totalmente artifical y que la runa de este pasaje se encuentra a los lados de la entradas al mismo.

 La sangre caliente que emana de la herida de Puggo se ven como gotas anaranjadas que al poco de caer al suelo se tornan amarillentas para volverse verde primero y azulado después, al enfriarse esa.

El enfermero continúa en su posición, rodeado de los trasgos más fuertes, pero no puede más que observar el goteo de sangre de su compañero y la hechura de la abertura - Alguien fabricó ese agujero... y debe estar cerca. Estén atentos -

Aprovechando las irregularidades de las paredes de la cueva, Puggo avanza ocultándose de relieve en relieve.

En otras ocasiones se habría escondido mejor, pero esta vez el escozor de la herida le distrajo un poco de su cometido.

Maldito conejo tonto... ¿Quién le manda construir madriguera gigante y cable de pinchos?

Continuaba en la cola de aquella expedición, mirando de vez en cuando hacia nuestra espalda, no fuera a haber alguien vigilándolos y al que poder destripar por intentar que cayera en una trampa.

- En algún momento aparecerás y te pienso sacar las tripas por la boca de un hachazo.. - Pensé apretando los dientes mientras mi mirada volvía al grupo por si acaso.

Ahora el camino se ensanchaba, llegando a una galería más grande y mi miraba, desde mi posición, iba de un lado a otro. - Más espacio, más ratas entran.. - Negué con la cabeza ante mis propias conclusiones.

 Una vez en la caverna y dar un vistazo por los alrededores el atento Akrate se percata, incluso en su pobre infravisión, de unos rastros en el suelo. Junto a los escombros sacados para la construcción de pasaje se percata de la huellas de unos pies con zarpas, unos rastos reptiliano, pequeñitas, similar en tamaño a los que podéis dejar vosotros. No sabriáis deducir cuantos tal vez un par o tal vez una docena...

 Valerosos, y sin encontrar nada más en la estancia en la que estáis decidís avanzar, por el pasaje natural que hay al fondo de la caverna. Tras pocos pasos más vuestra infravisión se pierde en una inmenso fondo azul grisacio claro, como una niebla. Sin embargo tras acercaros comprováis que delante vuestro hay una pared, como si os encontraséis en el fondo de un pequeo barranco subterráneo, de unos siete u ocho metros de altura...

El enfermero observó las huellas y se las señaló a sus compañeros - Como dije... Cuidado! - insistió con sus prevenciones tratando de prestar, aún, más atención a su entorno.

Al avanzar, finalmente, debieron detenerse - Uhm... supongo que debemos trepar. A nadie se le ocurrió traer una soga, no? Así sube uno y ayuda al resto - propuso intentando, como de costumbre, evitar cualquier riesgo sobre el, para él, más importante de los miembros del grupo... el mismo

Puggo no entiende lo de la soga. Sólo es un muro. Se sube y cuando estás arriba del todo ya se puede ir al otro lado.

Puggo intentó explicar lo mejor que podía el significado de muro. Creía que Akrate no lo entendía, sin reparar en que no todos los trasgos son buenos trepadores.

Sólo haz lo que hace Puggo.

Puggo afrontó la pared de piedra. Cada vez que apoyaba un pie o una mano, el calor corporal de Puggo se transfería someramente a la piedra por estar más fría. Para la vista nocturna de un trasgo, Puggo acababa de dejar un mapa luminoso que marcaba los apoyos que se debían seguir para trepar sin dificultad por el acantilado*.

Antes de llegar, Puggo asoma su cabecita por el borde del acantilado para ver lo que hay en lo alto sin exponerse demasiado.

No es que estuviera muy seguro de por qué mis compañeros estaban tan nerviosos. A mí me gustaba aquella oscuridad, que no así la luz del sol siempre me hacía pasarlo bastante mal.

Abrí mi mochila y saqué una cuerda cuando escuché algo sobre una, pero antes de que pudiera decir nada, descubrí que nuestro trasgo nadador también era un trasgo trepador y negué con la cabeza. No le hice mucho caso, pues siempre iba a lo suyo y bueno, que no fuera demasiado listo no indicaba que no supiera que siempre era mejor que otro que no fuera yo estuviera delante..

- Yo tengo una cuerda.. - Dije al trasgo que preguntó por ella, aunque quizás fuese tarde para usarla.

Nos vendrá bien, yo tengo otra.. si hace falta dice mientras empieza a rebuscar en su mochila. Al poco una sonrisa parte su fea cara en dos haciéndola, si cabe, más horrible

Los encontré! exclama mientras levanta una especie de plancha con pinchos*. Se acerca a la pared y apoyándose en ella se los pone sobre sus mugrientas botas, se cruza el arco a la espalda para liberar las manos y comienza a trepar siguiendo las huellas dejadas por Puggo.

Una vez arriba (si consigue subir) se quita y guarda los crampones, deja caer un extremo de la cuerda y afianza los pies para ayudar a subir a sus compañeros

Di un pequeño empujoncito a Akrate, sin decir nada aunque a la vez azuzándole para que subiera él primero. Yo me quedaría el último por si alguien aparecía por nuestra retaguardia.

Aún llevaba mi hacha en la mano y no pensaba colgármela a la espalda hasta que tuviera que agarrar la cuerda para subir allí arriba. La hacha era incluso más importante que respirar.

- Seguro que un trasgo puede aguantar mucho tiempo sin respirar.. al menos.. 10 segundos.. - Pensé intentando hacer tiempo para que subiera mi compañero y mientras me quedaba de espaldas mirando hacia el lugar por el que habíamos venido, vigilante.

- Bueno, allí vamos - murmuró el enfermero mientras así la cuerda y comenzaba a trepar, manteniendo su segura posición entre los dos trasgos más grandes del grupo. había algo claro Akrate no era un buen trepador. Necesitaba de la soga y de las marcas caloríferas que había dejado el explorador que había sido el primero en ascender

 De forma intuitiva Puggo se acerca al límite noroeste, dónde se juntan las dos paredes naturales, para facilitar la alta ascensión. Es asombroso como logra desenvolverse con facilidad, con agilidad llega hasta la coronación de la escalada y se os queda mirando indicando el camino para trepar. Grolm, con menos gracia pero más profesionalidad, logra alcanzar también el borde del acantilado, gracias a sus herramientas.
 Nada más alcanzar su posición el explorador snaga deja caer un extremo de la cuerda tras afianzar el otro en su cintura para que Akrate empiece la ascensión... pero no logra ni elevarse un par de metros cuando de repente un par de chillidos suenan des de la parte superior, donde la mirada de Akrate y Thok no acanzan a ver que sucede.

Aún estaba esperando que el " culogordo " de mi compañero lleraga arriba para ponerme a subir yo, cuando escuché el sonido inconfundible del metal surcando el aire. No podía ver absolutamente nada de lo que estaba pasando, pero no me gustaba perderme las cosas entretenidas y eso lo era seguro..

- EHHH PERO PODÍAIS ESPERAR A QUE SUBAMOS PARA EMPEZAR A JUGAR ¿ NO?!!

Mis palabras denotaban mi fastidio por estar ahí abajo mientras lo interesante pasaba por ahí arriba, pero había dicho o me habían colocado, ya no lo sabía seguro, que para vigilar la retaguardia, así que ahora me tenía que fastidiar.

 Tras aseguraros de que no hay peligros cerca un vez alcanzada la cúspide del abismo os dedicáis a ayudar a vuestros compañeros menos diestros con la ascensión. Grolm tendiendo a cuerda y Puggo indicando donde tiene que apoyar las manos Akrate para lograr ascender, cosa que no hace muy bien, posiblemente sea la primera vez que intenta ascender un muro.

 Estáis sumidos en la tarea e lograr hacer subir a Thok y Akrate cuando de repente sentís unos agudos chillidos feroces a vuestras espaldas un instante antes de ser atacados por unas enormes ratas casi tan grandes como vosotros, repleta de espinas y algunas placas óseas, pero lo que os llamamás la atención es su ferocidad y agresividad!

 A pesar de que os han tomado totalmente por sorpresa lográis evitar la peor parte del ataque de las bestias, fuertes y temerarias que logran superar vuestras defensas hiriéndoos a los dos.

- Sube tu, seguro te necesitan - Akrate dejó gustoso su lugar al guerrero, dispuesto a tomarse su tiempo para trepar después de que el resto de los goblins hubiesen acabado con lo que sea los amenazaba - Yo me ocupo de que nadie nos ataque por la retaguardia - intentó disfrazar su cobardía.

Auch!!!

Puggo se duele y al girarse ve a aquellas ratas grandes como conejos.

¡Conejos! ¡Los conejos que hicieron este túnel! Rico conejo para asar, ñam, ñam.

Herido por las grandes ratas su primera respuesta habría sido huir hasta una posición más segura desde la que disparar pero el peso de Akrate en la cuerda le impide tal movimiento. Por un momento la cuerda queda libre y está a punto de irse cuando escucha decir que Thokk suba

No es mala idea con ese hacha seguro que mata a las ratas...

Deprisa, sube! hay ratas enormes y están enfadadas... no tengo todo el día dice de muy mal humor

 Puggo logra sobreponerse de inmediato, listo para hacer frente a la ferocidad de las ratas. Las ratas, una vez provado el sabor de vuestra sangre parece que no dejarán pasar la oportunidad de continuar con el festín!