Partida Rol por web

  Mucho se habla de new Big Hall, la capital de la confederación. Sus altos edificios sobresaliendo entre un turbio mar de niebla recorrido por decenas de aeronaves, su incesante canción producida por máquinas, humanoides, y si prestas atención... balas y secretos.

Los estirados os dirán que es una joya de ciudad, ¡ Más yo os digo que una ciudad que no toca mar no es más que una porqueriza con ínfulas!

Nuestra historia empieza en Puerto Sur, EL puerto. El más grande de toda la jodida Zhenoghaia, digan lo que digan los capullos cuernudos del continente Linaes. Fue desde Puerto Sur el lugar donde zarpó la Buggeder, la primera nave capaz de cruzar el muro de fuego que separaba el mundo, Puerto Sur la blanca, con los bamboleantes mástiles de cientos de navíos siempre a la vista, tal cual un bosque móvil.

Dejemos atrás las casas y el mercado; pasead conmigo por el puerto hasta adentrarnos en las estrechas callejas donde sólo los borrachos, locos y fuertes osan pisar. ¿Lo notáis verdad? La atmósfera es distinta, más densa... y no sólo por el grasiento humo de aceite de ballena, nadie hay aquí que no haya matado, desde Bonnie en su esquina hasta esa chica del puesto ambulante de almejas en salmuera. Tal vez por eso estamos en una zona libre del Occulum, pasean orgullosos por el resto de Ansalance, embarrando de mierda todo cuanto hollan, pero son sus pantalones los que se embarran ante la idea de entrar en los callejones.

Pues bien, es aquí donde se encuentra el Red Sharck, cuna de nuestra historia y mote del dueño, una historia graciosa que os contaré algún día... pero no hoy, pues Alexander W. Abrahams, el pirata de acero se dispone a hablar, y ante el pirata inmortal, hasta Red debe retirarse.

El aire estaba bien cargado, vapores alcohólicos, pescados en abanico ante una enorme brasa, las maldiciones de los jugadores,el humo del tabaco y el twizzy se juntaban y oleaban por todo el local, confluyendo en vuestro reservado. De pronto la puerta salta más que abrirse para adentro con un quejido de sus lastimosas bisagras, que no fueron construidas para que un orco tan enorme que sólo podría describirse acertadamente en términos geográficos la maltratase de aquella manera. Fija la vista en el capitán y se acerca a él, agarrando una botella por el camino, tras lo cual se para imponente ante él y, de forma sorprendente para quien no lo conociese, se inclina con cuidado mientras extrae unos receptores portátiles de ondas ESR claramente modificados y le señala ciertos puntos de la pantalla mientras le susurra algo al oído.

Abrahams es un hombre adusto, capaz de tirarse a una manga marina sin vacilar si eso ayuda a sus objetivos, pero lo que el enorme orco le dice parece sorprenderle. Por un momento se plantea si los datos son correctos, pero sabe que Haak no falla; asiente y le despacha con un gesto, tras lo cual espera a que la puerta quede cerrada y se dirige a vosotros.

-¡Muchachos! -Dijo el capitán. -Sintiéndolo mucho, pero el festejo termina aquí, y empieza vuestra oportunidad para servir con el valor que espero de mi tripulación. Moveos, el Intrépido aguarda.-
En ese momento se puso su armadura de nuevo y salió a la calurosa noche dirigió a la puerta seguido por el orco y Priscilla, la segunda de abordo.
El barco estaba atracado muy cerca, así que no tardasteis mucho en llegar, era un navío gigante, de madera y metal que haría dar la vuelta a cualquier barco que intente atacarlo, lleno de tripulación moviéndose de un lado a otro preparándose para partir.

Una vez arriba veis como el capitán se acerca al Timón y Priscilla se queda a su lado, los dos van dando ordenes a gritos para que el barco zarpe lo antes posible, los hombres que hay en el barco actúan sincronizados y a gran velocidad. Aún no sabéis donde os llevan.
Una vez en alta mar la cosa empieza a calmarse, una voz entre los marineros suena y a modo de coro los demás le siguen en una canción despreocupada, por el tono se nota que ya van borrachos, pero parece que siguen trabajando sin parar y contentos.

Finalmente, el Capitán de Acero abre la puerta del puente de mando y os hace una señal para que entreis.

Saludos, capitán.

Precioso navío, he servido en el Galathen y en el Lady Elisabeth durante años, pero ninguno puede igualarse a la majestuosidad del Intrépido. Espero que lo que nos ofrece bien merezca los preámbulos, ¿no creéis?

Quedó pasmada frente al enorme navio, antes de subir. No estaba acostumbrada a tanta agua, menos aun a algo tan inmenso meciendose tranquilamente. Subió con paso desconfiado al buque, desacostumbrada a caminar en una superficie en movimiento. Allí arriba pronto se vió en un frenesí donde no pintaba mucho. Scylla se había adelantado y ladraba ordenes con el capitán, mientras la gente en cubierta se movia de un lado a otro. Se apartó a un rincón y comenzó a revisar sus cosas mientras esperaba...

Al cabo de un rato ya estaban en alta mar. Aun se encontraba nerviosa, completamente fuera de su elemento, lanzando miradas fugaces a su alrededor, asegurandose de que todo estuviera bien, pese a no saber nada sobre barcos, cuando vió al capitan haciendo señas desde el puente. Suspiró y se dirigió hacia allí. Entró en la sala sin hacer mucho ruido, poniendose a un lado de la puerta, ligeramente apartada, y esperó en silencio lo que fuera a decirles, ojos color miel clavados en el hombre acorazado.

Mi cuerpo se movía casi como el de un cadáver, apenas tenía fuerza y lo único que quería hacer era dormir, así que me apoyaba cual piedra encima de mi secuestradora y gemela, Christin, dejándome arrastrar, o más bien obligándola a arrastrarme, mientras de mi ingeniosa boca salía oro a modo de estridentes quejas que todo el mundo tenía el placer de oír, y con mis manos intentaba agarrar a White Golden o al menos, a juguetear con el.

- ¡ESTOY CANSADA!¡QUIERO DORMIR!¡CHRISTIN, QUIERO DORMIR!¡DORMIIIIIRRR! - Algún que otro golpe iba dirigido contra su espalda sin ser mucho más que pequeños y molestos picotazos propinados por un cuerpo carente de fuerza disminuida por el cansancio.

Aquello no duró mucho más que el trayecto hasta lo que era el navío en el cual, se suponía que íbamos a viajar. En ese entonces, mi cara se convirtió en un cuadro de asombro, pasmada, de felicidad sin duda alguna. El cansancio desapareció de golpe apoyándome sobre mis propios pies dando ligeros saltitos de absoluto gozo hasta recapacitar en la acción que estaba haciendo, detenerme de golpe, tomar una actitud adulta que más bien parecía la actuación de una cría de cinco años intentando ser madura, cruzando los brazos y asintiendo descontroladamente en pautas de tiempo controladas.
- Bueno... esto es el pan de cada día... Allí donde yo vivía... Jum, jum... Esto era lo de cada día... Gigantescos navíos ballena ... - Las chispas de emoción hacían brillar los ojos.

Tras ello, esperando a que nadie observara. En realidad que no me observara mi gemela, subí corriendo por la rampa, casi a cuatro patas por la inestabilidad de esta, y una vez arriba, intentando, con autentico fervor ingeniero y otros muchos predominando la emoción de una niña que no ha salido de cierto lugar en su vida, entrar, observar y desmontar cuanto estaba a mi alcance. Sin embargo aquello no duró, hasta que el sueño volvió a apoderarse de mi, y fui arrastrada en contra de mi no voluntad hacia donde nos esperaba el capitán.

En el camino dejé ir sonrisas, mostrando los dientes, a todo aquel que me observara.

Me terminé la jarra de cerveza y me limpié la boca con la manga de la gabardina. Ya se había terminado la fiesta, así que tras revisar el contenido de los bolsillos de un despistado me dirigí con presteza al barco. Tras echarle un vistazo rápido, decidí que "El Matón Acuático" y "El Cachas Marino" eran mejor nombre que El Intrépido, pero claro, discútele el nombre al capitán a ver si hay cojones.

Fui velozmente de un lado a otro del navío, explorando, buscando cosas que pudieran interesarme, como dinero, munición, mujeres en general, comida, mujeres altas, cosas brillantes, mujeres de mi estatura, alguna pelea, quizá algún mago... Hasta que el capitán pidió asistencia en el puente de mando, teniéndome allí en pocos segundos.

Ver naves de aquel tamaño no era nada extraño, en mi época de soldado era lo normal. Si queríamos luchar y derrocar al Occulum había que ir en serio y no con pequeños juguetes.

Había gente muy ruidosa allí dentro, empezando por el capitán. Parecía que no se diesen cuenta de la importancia del asunto. Lo importante, en este y en los momento venideros, era estar preparados y no bajar la guardia. Todos deberían de seguir mi ejemplo, no había día en el que no aprovechase aunque fuese un rato para poner a punto y limpiar mi arma.

Dentro de poco llegaría el momento de entrar en batalla.

 Al cerrarse la puerta del puente de mando, la sempiterna algarabía de Puerto Sur quedó silenciada. El olor del salitre quedó reemplazado por el de la madera, el tabaco y el powl, dejando un regusto metálico en vuestras lenguas. El lento balanceo del barco hacía de contrapunto de la frenética actividad que veíais en los hombres del Intrépido. Los hombres, sabían que la calma llegaba a su fin y que pronto deberían levar anclas, y ora cantando, ora gruñendo, hablando o maldiciendo, prestos se afanaban en sus tareas.

Al fondo, el capitán os hace pasar a otra sala, con una mesa ovalada en la que se sienta en un extremo, con Priscilla -su segunda- a su diestra y el enorme orco a su siniestra.

-Señores, este es Haak, mi oficial de comunicaciones, estimado navegante y, uno de mis hombres de confianza. Es experto en adquirir conocimientos que no deberíamos tener y, hoy se ha lucido.-

Haak asiente y se aclara la garganta, lo cual no resta ronquera a su grave voz.

-Esos t'hkar del Occulum siguen con su shergunn de código, así q'es fácil de rebentá. Enresulta q'esos mamonazos rodean lisla Xa, Zhaa...

-Creo que la palabra es Isla Schädel, Haak.

-Eso, 'acias Priszy... por'kace una semana perdieron un 'quipo de reconocer y no dan jeerhi'm tek... señales de vida, eso. Y mientras mandan otro 'quipo, sólo rodean lisla unos robots que puedo, je... Haakear y asín pasamos y les sacamos ventaja y portanto luego vosotros pasáis con un bote y os coláis.

-Gracias Haak , es suficiente. En la isla hay una antigua mansión y es allí donde el Occulum desapareció. Sea lo que sea que buscaran es importante y potencialmente mortal. En nuestra contra tenemos el tiempo y el desconocimiento, pero sabemos una cosa, si lo querían ellos tenemos que conseguirlo primero. -Tras eso se levanta, pasa una lista a Priscilla y se dirige a la salida. -Parte de mis hombres os acompañarán, pero para eludir el bloqueo de las máquinas deberán ser un destacamento pequeño. Mañana llegaremos, así que les sugiero que se preparen. Que la fortuna les sonría en su primera misión caballeros.

Me estiré bostezando, alargando tanto como pude toda mis extremidades y dije quejándome acerca de la poca entendible forma de hablar de aquel - ¿era un orco?¿era un orco civilizado? - individuo.

- No he entendido nada - Puse cara de circunstancia - Pero nag'de'nag ¿eh? - Burlonamente y cansada, con el rostro serio.
La falta de sueño empezaba a afectarme a las neuronas y era plenamente consciente de que podía acabar con la cabeza rota, pero si ya era insoportable cuando no estaba cansada y apenas pensaba acerca de lo que hacía, ahora era aún peor. Dos horas mas y seguramente estaría borracha por falta de sueño. Iba a ser un auténtico show.

- Vamos a ver si me he enterado de la copla, porque creo que no he acoplado nada de información a mi cerebro - Acabé de bostezar y de estirarme para recuperar una postura decentemente adulta y entrelazar mis dedos.

- El ojo ha ido al oculista, pero antes de llegar, alguien le ha cortado el nervio óptico. De eso deducimos que ese oculista que iba a visitar el ojo era alguien importante, y por esa razón, nosotros vamos a secuestrar antes que el otro ojo visite y demande al oculista ¡¿me equivoco?!  - Desenlace mis manos y coloqué el puño cerrado bajo mi barbilla apoyándome en él.

- Pues que sepan que yo no quiero perder ningún ojo. Así que no contéis conmigo. Buenas noches damas y caballeros. - Me senté en el suelo, encogiendome y abrazandome las piernas ya que seguramente, si intentaba salir, no iban a dejarme, así que iba a esperar como una niña buena - adulta, adulta, maldita seas -

Por fin parecía que íbamos a levar anclas y a navegar hacia, lo que esperaba con ansias, fuese una batalla más en la que pudiésemos ganar contra el Occulum y, poco a poco, ir hundiéndolos más y más en la miseria.

El capitán daba paso para que hablara el orco que había a su lado, aquel que decían se llamaba Haak. No hace falta decir que, como a casi todos los orcos, el 80% de lo que decía no se entendía una mierda, pero, afortunadamente, el 20% restante se entendía lo suficiente para saber que se acercaban las hostias y el peligro, que era lo que realmente interesaba de todo aquello. Era un hombre de acción, después de todo.

Asentí levemente cuando el capitán explicó lo que el orco había dicho para que quedase mas claro, pero fue cuando la niña habló cuando mi gesto se congeló y se volvió serio. Llevé la mano a la cara y moví levemente la cabeza de lado a lado en señal de resignación. - ¡¿Dónde nos hemos venido a meter?!

Esperemos que la chica fuese mejor luchando que entendiendo los planes de batalla, si no íbamos apañados.

Haak parecía tener bastantes problemas con el halliano, pues hablaba como un paleto de provincias, pero por lo que contaba, de tonto no tenía un pelo. Hasta se permitió el lujo de hacer un juego de palabras con su propio nombre, a lo que respondí con una risa para informarle de que lo había pillado, a diferencia de varios de mis compañeros.

Lo de jugarme el pescuezo me echaba un poco para atrás, pero se trataba de joder al Occulum, y eso siempre me subía los ánimos. Además, como el Haif más fuerte a este lado de Ansalance, tenía que demostrar que podía sobrevivir donde unos estúpidos racistas habían muerto. O por lo menos escupir a los cadáveres antes de morir.

Entonces, la niña pálida salta con... una interpretación bastante fantasiosa de lo explicado. ¿Estaba ahí para aportar un toque de humor, estaba desconectada de la realidad, era dura de oído, o quizás todo a la vez? Lo mas probable es que fuera dura de oído, por lo que tendríamos que buscar una forma de comunicarnos con ella por gestos. Sino sería muy complicado cargar con ella.

Como un rayo llegué hasta la bola que había hecho la humana, justo a su espalda. Le di un par de golpes en la cabeza para comprobar si estaba hueca.

- No, no está hueca. Esta es dura de oído.

Antes de cualquier posible represalia me puse frente a ella, me puse a una distancia a la que no pudiera alcanzarme sin levantarse y le di la espalda mirando a los demás.

- ¿Alguien se lo puede repetir a gritos? A mi no me apetece mucho.

Una vez en el puente, el capitán nos presentó a su oficial de comunicaciones, un orco llamado Haak. De constitución amplia, como los pocos que había visto de su raza, su explicación resulta practicamente ininteligible, aunque el capitán nos resume la situación.

- Basicamente tenemos que ir y recuperar lo que sea que el Occulum quisiera, ¿No? ¿Que hacemos si encontramos gente alli? Gente que no sean de Occulum, quiero decir - pregunto seria. Aun tenía algunas dudas sobre todo lo relacionado con esa "organización", y lo que respondieran a esa pregunta podía ser muy relevante para su estancia.

En ese momento actuó la otra chica que habían traido. Lo único que saco en claro es que no parece el tipo de persona para soltar en un sitio donde se puede acabar a tiros. Otro de los "reclutas" observaba silencioso la escena, salvo por un leve asentimiento. El haif se acercó a la joven. No tenía claro si lo hacía en broma o en serio. Me limité a observar al capitán, esperando una respuesta.

En efecto, capitán, estoy totalmente de acuerdo. Si el Occulum ha enviado recursos y patrullas ahí, podemos estar seguros que lo que guarda esa mansión es, cuanto menos, interesante.

No conozco la isla, pero el cuadrante -dice Stir señalando una sección de la carta de navegación desplegada sobre la mesa de capitanía- pero esta zona ha atraído a los saqueadores desde hace décadas.