Partida Rol por web

Antonio se queda petrificado ante el ser que surge de repente. ¿Qué demonios era eso? Su mente quiere decirle que es una ilusión, que no es real, pero lo tiene delante, hablando...

¿Otra ilusión de un mutante mental? pero algo le dice que no es así, que no es una ilusión...

Sara se había pegado a la pared, preparada para caminar hasta el precario puente. De repente una risa ladina hizo que mirara hacia lo alto. Vio asomarse una figura, ¿Bohórquez? No estaba del todo segura, pero escuchando la reacción de Ibrahim eso parecía. La joven lo miró de soslayo...

- No es mi... - Sus palabras murieron en la punta de la lengua al escuchar más voces. Atemorizada miró en su dirección. Habían aparecido policías del subsuelo, y aquella criatura de la que habían estado huyendo. Por un momento aguantó la respiración. Un sudor frío recorrió su cuerpo y su mente quiso flaquear. Pero la joven respiró y sintió la fría roca a su espalda. 

Habia que ser mezquino y tambien algo gilipollas porque se estaba exponiendo. Capullo. Y tambien nosotros por hacerle caso. Pero era tarde para arrepenirse y mas con el ser ese que nos acusaba de... ¿de que exactamente? Que el conejo blanco hubiera guiado a Alicia hasta wonderland no significaba gran cosa... O tal vez si. Pero no era el momento.
Estudie la situacion, lo unico que realmente podia intentar era hacer que el bicho de las arenas y los polis se pelearan entre ellos...

En su día, la imaginación infantil de Ibrahim se había quedado prendada de los hechos más fantásticos recogidos en El Corán:

Hemos creado al hombre de barro, de arcilla moldeable
Antes, del fuego ardiente habíamos creado a los genios.

Y, rememorando las glosas de su abuelo, entonadas con voz profunda, reconocía en aquella figura “la semilla de Iblís”, un djinn que había pulverizado los sellos de Sulayman y corría suelto por el inframundo.

Sin embargo, a tenor de la conmoción que estaba experimentando, si hubiese poseído los conocimientos necesarios, con preferencia la habría entendido como un avatar de Seth, deidad egipcia de la fuerza bruta, de lo tumultuoso, lo incontenible;

aquella presencia lo abrumaba como una sucesión infinita de dunas, un terreno reluctante, una distancia insuperable, un sol aplastante, una sed insaciable, el espejismo enloquecedor de un oasis,

y era como si él estuviese intentado dejar atrás la sombra de una esfinge de piedra, viva por momentos, prestando una atención voraz a los seres del tamaño de hormigas que se arrastraban a sus pies.

Antes de que pudiese soltar su lengua, Alicia pudo encajar aquellas dos piezas: el monstruo de las arenas y la alusión a un “conejo”: ¡Rabbitteen! El químico loco que usaba una máscara de conejo y que había aterrorizado la provincia de Sevilla colocando bombas en los pilares de edificios concretos. Su padre le había comentado durante alguna sobremesa que el plan del conejo consistía en alterar determinadas corrientes telúricas. Sea como sea, aquella entidad que hacía aspavientos en la terraza, o uno muy similar, se lo había impedido y, posiblemente, había acabado con su vida.
 

Tenemos que seguir, no podemos retroceder ahora. No con el túnel derruido tras nosotros. Grito a los demás. Luego, me encaramo al saliente (en caso que nadie lo intente antes) y, con sumo cuidado, inicio el paso del puente. Voy avisando donde pisar, donde parece más sólido el camino.

Sin embargo, el camino era traicionero. Quizá demasiado confiado en su agilidad natural, Antonio pisa en una piedra demasiado resbaladiza. Con un grito, intenta agarrarse a algo, recuperar el equilibrio, pero ya es tarde. Parece que va a precipitarse irremediablemente.

Menuda mierda, ¿por que todos los locos tenian que tomarla con nosotros? Peor, locos peligrosos con poderes y ayuda del ejercito. Maldije y me descolgue la mochila para sacar algo que pudiera servir de cuerda para pasar. Claro que mi objetivo seguia siendo el psico de las llamas, convencerle de que atacara a los polis subterraneos o, mejor, a Bohorquez y que se jodiera. Asi que empece por algo que era cierto.
- El nos trajo a todos aqui - dije señalandole - no habria habido ningun derrumbamiento de no ser por el y esos tipos - señale

- ¡Alabado sea Alah! - Exclamo, mientras se suceden los instantes como losas pétreas. Entonces Alicia reacciona y me doy cuenta que hay que salir de allí... y todo comienza a moverse más lento. A pesar de la impresión por haber visto lo que a todas luces parecía un djinn, la adrenalina se descarga en mi torrente sanguíneo provocando que todo lo que pasa a mi alrededor suceda a cámara lenta. Como siempre pasaba cuando estaba en peligro.

Veo el puente. Un puente hecho para la gente normal. Ése tipo de gente para la que saltar 15 metros es una tarea impensable. Para mí, es el equivalente a saltar medio metro en una persona normal. A penas requiere esfuerzo ni precisión. Sin embargo, Antonio parece haber tropezado y su traspiés tiene mucho peligro, sobretodo para él.

Alicia parece tener un plan... o estar desesperada. Sea como fuere, ha comenzado a hablar con el djinn. Es una locura, pero la dejo hacer. 

No me lo pienso más. De hecho, no lo pienso en absoluto. Estiro la mano derecha para agarrar a Antonio del brazo y la mano izquierda para agarrar a Carla por la cintura y de un salto me planto al otro lado del puente llevando a ambos. Cuando están a salvo, regreso de un nuevo salto y agarro a Sara con la derecha y a Alicia con la izquierda, por la cintura también, preparado para dar un nuevo salto que nos lleve donde están ahora los otros dos.

Sara se había detenido y cerrado los ojos. Escuchaba las voces de aquellos que iban con ella, pero consiguió aislarlas en su mente, dejarlas en un rincón del que no llegaba sonido alguno y se concentró en los subfusiles con los que disparaban los policías del subsuelo. 

Los llegó a ver como si tuviera los ojos abiertos. Veía sus perfiles claramente, y aquellos hombres eran meras sombras... Tenía que conseguir arrebatárselos... Extendió la mano derecha, abriéndola y tensándola en el aire.

Sintió como su poder crecía y su vello se erizó. Abrió los ojos cuando ya los tenía apresados y una sonrisa asomó en sus suaves labios. De aquel tropel de hombres, siete vieron impotentes como sus subfusiles eran arrebatados de sus manos...

No pudieron hacer nada para evitarlo. Sara siguió concentrada, acercando las armas hacia donde ellos estaban...

Sara se concentraba al borde del abismo y parecía controlar con sus gestos un enjambre de armas que despegaban del plano distante, provocando gritos de sorpresa y alarma.

En otro plano, Ibrahim atraía hacia sí a Carla, petrificada en la cornisa, pero Antonio ya se había desplazado unos metros para intentar escapar por el puente, cuando, a pesar de sus muchas precauciones, una tabla se había tronchado bajo sus pies y la gravedad había empezado a engullirlo, a pesar de sus braceos desesperados. El superior velocista se tragó sus temores, si aquella cosa era un genio, él demostraría tener más arrestos que Aladino, alzó en volandas a la chica y luego rescató al mexicano en lo que dura un pestañeo. Saltó como una centella con la pareja, sus tobillos chasquearon contra la cornisa contraria, muy estrecha también. Algunas piedras resbalaron hacia las corrientes furibundas de allá abajo. Los descargó antes de que pudiesen decir esta boca es mía, y regresó de un nuevo tras una flexión de sus poderosos cuádriceps.

Ahora bien, antes de aterrizar, el coloso encendido había realizado una palmada ante sí, vociferando en una lengua de la antigüedad del papiro, y fue como si el ojo del desierto se hubiera abierto en aquel confín y los hubiese detectado: de la nada, creció un zumbido, las paredes de roca se estremecieron, una pantalla de viento y arena fue engullendo el cañón en dirección al puente, ¡era un apéndice del simún!

La voz de Alicia fue arrastrada (de todos modos, Bohórquez hacía rato que había puesto los pies en polvorosa), en tanto que lo más similar a cuerdas que encontraba eran las correas de su mochila. Ibrahim se arrimó a ella, y quería triunfar de nuevo con ambas chicas en su dominio del salto, pero la situación había cambiado drásticamente.

La racha abrasadora pronto estaría sobre ellos, el puente crujía. Para colmo de males, en el otro lado, Carla se erguía y estaba gritando algo contra el fragor.

-¡Drama…! ¡Te abrazo! -¿decía?

Una esfera de energía surcada por capilares de oscuridad la encapsuló y de su superficie se despidió una centella, similar a un látigo y a un relámpago, que cruzó el frente del simún para azotar, decenas de metros más allá, el balcón donde se congregaban los adversarios. Sin embargo, no acertó en el titán y sólo dejó una cicatriz negra en la pared.

Sara comienza a zarandearse nerviosa al verse atrapada por mi brazo. *

Visto lo visto, parece que ha llegado el momento de enfrentarse al problema de frente, así que suelto a Sara y a Alicia para que puedan ir en busca de un refugio.

- ¡LARGAOS, JODER!**

Grito a mis compañeros un instante antes de saltar como una bala de cañón hacia el lugar en el que se encuentra aquel horrible ser, así como los policías. En cuanto aterrizo a su lado, encaro a Enterrado. Delante mío tengo aquella imponente mole de mas de tres metros de alto. Detrás de éste, está el abismo.

- ¡Ven aquí, hijoputa!***

Sin dar tiempo si quiera a que los presentes comprendan cómo he podido aparecer en aquel lugar de forma tan inmediata, me lanzo contra el titán con el poder de mis piernas y mis brazos extendidos. Directamente contra su cadera, impactando con mi hombro contra el cuerpo de aquel coloso de otro mundo, de forma que nos elevamos ambos y salimos de la seguridad de aquél balcón de piedra para tener bajo nuestros pies nada más que el vacío del abismo insondable.

En el aire, mientras la irremediable fuerza de la gravedad comienza a tirar de nuestros cuerpos hacia abajo, sin soltar la cintura de aquel coloso, le golpeo con un rodillazo en el que aglutino todas las fuerzas de que soy capaz.

Caemos abismo abajo, en esta lucha épica, a brazo partido. En la caída libre, las estaturas dejan de tener sentido y, en un momento donde la fortuna se pone de mi parte, su cabeza se queda al alcance. Aprovecho la ocasión como si fuera lo último que haré en esta vida, pues puede que lo sea. Un tremendo puñetazo se hunde en su brillante cabeza.

Sus cerebros apenas pudieron procesar la imagen rauda de Ibrahim, pudiendo tan sólo atenerse a sus órdenes; había vuelto a esfumarse, impulsándose hacia la altura, golpeando en aquel risco elevado desde el que el gigante egipcio desplegaba su poder y cuya base ahora comenzaba a lamer el simún. Se produjo una pugna, y el titán fue desequilibrado, y cayó a la sima, con el valiente aferrado a su cuerpo, perdiéndose ambos en la nube de polvo.

El viento desparramó los subfusiles, haciéndole perder la presa a Sara. Un infinito de diminutas partículas de silicio se abatía contra ellos, capaces de atravesar el hueso como si fuese papel de fumar.

En el otro margen, Antonio no veía claro que Carla tuviese la intención de refugiarse.

El poderoso salto de Ibrahim parece pillar desprevenido a Enterrado que poco pueda hacer para evitar el agarre del coloso de ébano. Intenta safarse con un golpe seco pero la rapidez del velocista impide que llegue a acertar.

Ibrahim lo aferra con pétrea fuerza y ambos se hunden en el oscuro abismo. La caída parece interminable y ambos empezáis a ganar velocidad directos a una negrura desconocida...¿qué os espera en el fondo del abismo? Dentro de poco lo descubriréis...aunque puede que sea lo último que hagáis... 

Los dos colosos se agarran con fuerza para no soltarse y poder seguir combatiendo. Ibrahim golpea con un fuerte rodillazo el abdomen de Enterrado pero este no parece muy afectado por tremendo golpe que habría aplastado un coche con facilidad. Enterrado golpea con un fuerte cabezazo directo a la cara del sahariano. Su golpe parece hacer mella e Ibrahim siente como su nariz se rompe a pesar de su blindaje. Enterrado es un coloso que está a su altura...

Pero ese cabezazo no parece amedrentarlo y golpea con furia con su puño la cara del mutante. Su golpe acierta de lleno y ambos escucháis el sonido de huesos que se rompen y la sensación de que el puño ha dejado grabar su impresión en el hueso de Enterrado. Enterrado grita de rabia e Ibrahim puede ver como sus ojos adquieren una tonalidad amarilla...algo está cambiando en el coloso...

Enterrado golpea con violencia a Ibrahim en el pecho con su puño izquierdo, ambos se separan en el aire y siguen cayendo al abismo. Ibrahim ha ganado claramente este asalto pero Enterrado aún parece estar entero...y eso que Ibrahim desplegó su mejor gama de golpes, y ha dejado medio tuerto a su rival.

Tras unos segundos notáis como el aire cambia y que el fin de la caída se acerca, se escucha un sonido similar a un trueno...pero no hay tormenta (todavía)...ese sonido procede del choque de agua contra la dura roca...ambos os sumergís varios metros en la corriente subterránea que parece arrastraros con fiereza...

Las aguas os arrastran alrededor de un kilómetro hacia el suroeste, os golpeáis contra salientes que pueblan el túnel subterráneo por el que os desplazáis...notáis que la velocidad se incrementa como si descendierais unos metros...de pronto chocáis contra la pared y ambos salís despedidos hacia el exterior, una de las paredes se ha quebrado al no poder soportar el choque de dos cuerpos tan duros a gran velocidad en un recodo del río subterráneo.

Ambos podéis ver luz por fin aunque os cuesta unos segundos aclimatar los ojos de la oscuridad total a la luz...es luz artificial. Notáis como el agua brota de la roca y empieza a expandirse por el asfalto que recubre el suelo...En ese momento os dais cuenta de donde os encontráis...es un túnel...y no estáis solos...

Multitud de coches paran en seco para evitar chocar contra vosotros, un par de ellos salen despedidos y una furgoneta de reparto choca contra la pared para no golpear a Ibrahim.

A continuación el tiempo se congela alrededor de vosotros...ahora el resto del mundo no existe. Estáis él y tú. Una lucha de colosos...y sólo puede quedar uno en pie.

Me sentia traicionada a varios niveles aunque la traicion mas grave era, tal vez, la de Carla. No podia evitar culparme porque tendria que haberme dado cuenta de que Bohorquez iba a vendernos. O por haber atraido sin saberlo la atencion de aquella criatura. Tambien tendria que haber prestado mas atencion a lo que habia dicho Carla sobre ser el umbral del drama. Hay que joderse, como si eso no fuese a tener un precio. Y apenas unos segundos despues Ibrahim desaparecia por el abismo.
No habia nada que pudiera hacer y eso me llenaba de rabia y me hacia sentir inutil. Tire de Sara hacia el unico sitio en el que podiamos protegernos: la grieta por la que habiamos llegado.
- Intenta levantar una barrera. - le dije.
Al otro lado Antonio tenia que verselas con una Carla enajenada. Pero, una vez mas ¿que podia hacer? Con tiempo y material, tal vez, podria equiparme para hacer frente a estas cosas. Pero desde un principio habia estado en desventaja
, sin informacion de lo que pasaba y apenas sin materiales con los que yrabajar. Solo tenia una cosa clara, invocar al jodido ddrama podia dar poderes, pero a un precio que no estaba dispuesta a pagar. Para nada. Asi que no me quedaba mas remedio que aceptar mi papel de victima. Al menos, mientras no supiera como destruir esa dimension...

Sara intentó mantener su concentración en los subfusiles... Pero el viento los desparramó e hizo que los perdiera... Todo estaba pasando muy deprisa, ahora que volvía a ser consciente de su entorno la joven ahogó un grito. Ibrahim caía enzarzado en batalla con aquel titán... Sara alargó la mano, pero no, no podía quedarse allí, no podía ayudarle... Pensó en intentar hacer lo mismo con él. Nunca había hecho una cosa así, pero debía intentarlo... Gritó... Sentía las partículas de silicio abatirse contra ella. - ¡¡Nooooo!! - En aquel momento Alicia tiró de ella y dejó que así lo hiciera. 

La miró, en lo más profundo de sus ojos se podía ver la desesperación, el horror tiñendo ambas pupilas. Asintió con los labios exangües y movió la mano, intentando levantar la barrera que las protegería...

El vendaval cada vez es más fuerte. Antonio siente como las partículas de silicio golpean la roca, su cara, sus manos... Y Carla está de pie en medio de todo eso. En un gesto intuitivo, extiende la mano y tira de Carla hacia dentro, para protegerla en la pared de roca del interior de la sima. Espero que esto baste. Quédate aquí, Carla. Tras decir eso, me introduzco un poco más adentro en el túnel. Quiero saber qué otros peligros puede haber más adelante. Pero con cuidado de no alejarme demasiado, no me gustaría enfrentarme a un gigante de esos yo solo.