Partida Rol por web

Bree se eleva en la vertiente oeste de la Colina de Bree, cerca del Bosque de Chet. Al pie del monte se encuentra un centenar de casas de Hombres, construidas con ladrillo, madera y piedra. Más arriba en la loma se encuentran los agujeros Hobbit. El pueblo está rodeado por una empalizada semicircular de madera. Dos puertas guardadas se abren del lado oeste y sur respectivamente. Al ser un cruce de caminos importante, Bree canaliza buena parte del comercio de Eriador, y es una parada obligatoria de todo viajero. Por ello, hay varias posadas en el pueblo; la más famosa e importante a finales de la Tercera Edad es ‘El Poney Pisador’, regentada por la familia Mantecona.

Una vez dejado al comerciante en zona segura y con todo su dinero, salvo mi paga que ha sido generosa me dispongo a tomarme un par de dias de descanso en lo que encuentro trabajo de vuelta a mi ciudad, asi que me dirijo a la posada de los Mantecona con ganas de una buena comida y un par de pintas de su famosa cerveza

Han pasado muchos años desde que estuve aqui por última vez, pero nada ha cambiado.

Entro por la puerta y obserbo el ambiente que hay. Muchos hombres con sus jarras de cerveza, hobbits en otra parte compartiendo su comida y algún que otro enano descansando de sus viajes a las minas, es lo que se observa en la taberna. Ïgual que la última vez.

Me acerco a la barra a la espera de que aparezca alguien que me atienda.

El ambiente de la taberna es alto. Unos cuantos seres pequeños observan al grupo de estirados elfos que acaban de entrar a la taberna mientras se hablan en voz baja y beben sus cervezas.

Os sentís un tanto observados. No es común ver elfos por esta zona, pese a ser esta zona mercante.

Tras poco tiempo de espera un hombre bajo, calvo, gordo y de cara roja se os acerca casi sin haber terminado de charlar con alguno de los comerciantes andan por ahí.

- Saludos viajeros, bienvenidos a mi taberna. ¿Toman algo o solo han venido a disfrutar de la compañía de las gentes de Bree?

Queda un rato a la espera de una respuesta observándoos de arriba a abajo.

- No parecen comerciantes, ¿puedo preguntarles que les trae por aquí?

Veo que no me recuerda, hace demasiado tiempo que estuve aqui por última vez. Será mejor así, no es bueno dar detalles después de tanto años.

Me gustaría una buena pinta de cerveza fría, tengo la garganta reseca y me vendría bien refrescarla con su famosa cerveza.

Observo que me mira de arriba a abajo como un extraño y respondo a la pregunta que me hace: No soy comerciante, está en lo cierto. Vengo a ver a unos parientes que viven en la ciudad. Hace tiempo que no les veo y me gustaría darles una sorpresa con mi visita.

Busco una mesa apartada del gentío. Tabernero. lleveme a esa mesa la cerveza. Me doy la vuelta y me dirijo hacia el sitio que he escogido

Al observar superficialmente la taberna se observa que en un lugar cercano al fuego hay un pequeño grupo de locales que permanece en silencio, apartado de la algarabía general que gobierna el local; Un segundo vistazo revela que su vista y atención están fijadas en una figura que se sienta apoyada en la pared y que, por su expresión y el movimiento de sus manos, les está contando una historia.

La figura, pese a que está concentrada en la narración, no pierde un detalle de lo que ocurre en la posada ya que hoy parece estar mucho más animada de lo que es habitual.

Si, una jarra de esa famosa cerveza y un buen plato de ese guiso que tan bien huele respondo a su pregunta y contesto a su otra pregunta mientras lo prepara

No soy comerciante, pero suelo seguir sus rutas, trabajo muchas veces como guardia para ellos, mi ultimo viaje me ha traido hasta aqui protegiendo a un mercader de hoja para pipa y sus ganancias y esperare unos dias en lo que encuentro un nuevo trabajo, disfrutando de un merecido descanso

Desde que hemos llegado a este pueblecito todo resulta tremendamente bullicioso. Las gentes de Arda parecen haber formado una curiosa comunidad en esta zona, incluso hay enanos mezclándose con hombres y esos pequeños hombrecillos que llaman hobbits.

Mis compañeros de viaje nos han llevado a una taberna que al parecer ambos hombres conocían de tiempo atrás. Es de agradecer encontrar un lugar en el que reposar lejos de las amenazas que aguardan en los caminos en estos tiempos. Empiezo a comprender algunas de las lecciones de la vida que mi señor dijo que me esperarían si persistía en mi deseo de conocer tierras, valles y montañas al igual que conozco mis amados mares.

En estos momentos mientras ambos hombres hablan con el afable posadero de rostro enrojecido, la taberna goza de una animación contagiosa a la par que de la calma a la que se entrega la gente que se siente segura.

- Saludos tabernero. Mis amigos y yo mismo estaremos muy agradecidos de disfrutar de su hospitalidad, así como de la cerveza y el guiso que recomienda este hombre. Nos dirigíamos camino del Sur, y hacemos una parada en este alegre pueblo para reponer nuestras provisiones. Tal vez vos podáis ocuparos de ello a nuestro cargo una vez nos dispongamos a partir. Imladris queda lejos, y por lo que se comenta los caminos no están exentos de peligro, así que será buena una escala tranquila.

Con un gesto de agradecimiento, acompaño a nuestros escoltas, Carster y Amrod a la mesa escogida por este, mientras con otro animo a Anäril a hacer otro tanto. Aún les estoy agradecido por salvar mi vida en el Bosque Viejo, ya que en mi ingenuidad no creí que el mundo fuera tan agresivo y cruel tan cerca del oeste. Ahora que vamos de camino a la Última Morada donde conoceré a Elrond y me pondré a su servicio, este par de valerosos hombres ,que Elerin sabía nos ayudarían a garantizar la seguridad de nuestro viaje, han accedido a acompañarnos. ¿qué emocionantes aventuras nos esperan en nuestro viaje? Me hallo tan ansioso que apenas soy capaz de pensar en los preparativos del viaje en mis ensueños aventureros.

Si, una explicación más detallada del asunto está en mi trasfondo; Como yo tambien vengo de Rivendel supongo que conoceré o me conocerán aunque sea de vista los que vengan de allí.

Si te parece bien ¿Podrías modificar el mensaje para que lo lea todo el mundo? Por alguna razón yo no puedo cambiarlo.

Mientras los demás charlan entre ellos y con el posadero, Anäril se mantiene algo distante, inmerso en sus pensamientos. Se sienta de espaldas a la pared, vigilante, escuchando con atención y observando. Los signos de la presencia del enemigo pueden estar en cualquier gesto o conversación.

Sin duda el destino ha propiciado el extraño encuentro en el bosque. Tal vez ha llegado el momento para el que me he estado preparando tanto tiempo, y este parece el grupo adecuado para afrontar las dificultades que surgan.

- Claro, enseguida les acerco esas cervezas , dice el sonrosado tabernero mientras os sonríe amablemente.

Es raro, en otra mesa hay otro elfo, el único además de los de vuestro grupo, que parece entretener a un puñado de lugareños. Amrod no es la primera vez que le ve por aquí, hace ya años que pasa su tiempo, entre viajes, contando alguna que otra aventura en esta posada.

Una vez sentados en la mesa, el posadero se acerca con algunas jarras y un suculento plato con algo humeante y aspecto sabroso.

- Aquí tienen señores; confío en que sea de su agrado , baja la voz y agacha un poco la cabeza, -perdonen que me inmiscuya en sus asuntos pero han dicho que son aventureros, ¿no es así?. Se habla por ahí que Fornoster, esta buscando un grupo para buscar no se que hierba que cura un mal que cierto hijo de oriundo sufre, quizá puedan ayudarla.

Tras una pausa vuelve a hablar:
- Si desean hablar con ella mandaré a buscarla a un muchacho de la zona. ¡Ah!, un consejo, no la juzguen por su aspecto. ¿Qué me dicen?

Apoyándome sobre los antebrazos con las manos juntas me acerco al centro de la mesa mirando con la sonrisa en el rostro a mis compañeros sentados a ambos lados de mi, e incluso lanzo una mirada animada al apartado Anäril a modo de invitación:

- No hay prisa en partir, y tampoco puede llevarnos tanto encontrar una hierba. Además merece la pena si con ello ayudamos a alguien, ¿no os parece?- Paso una jarra a Carster a mi derecha con una mano y otra a Amrod sentado a su lado. Cojo una para mi y chocándola alegremente con la cuarta hago que se deslice hasta el lugar de Anäril, justo antes de levantarla a modo de saludo hacia el narrador cercano a la lumbre y echar un buen trago.

¿Una planta?

Pregunto sin demasiado interes mientras agradezco con un gesto la jarra de cerveza a la que le doy un buen trago que la deja a la mitad y comienzo a interesarme por el guiso

Supongo que por escuchar de que se trata no perderemos demasiado tiempo

Finalizo mi historia y después de disculparme con con los oyentes cojo mis bártulos y mi arco, ambos apoyados contra la pared, y me acerco con curiosidad a la barra para dirigirme al camarero.

-Tabernero por favor, póngame un vaso de hidromiel.
Después me giro hacia el variopinto grupo que se está formando a mi lado y les digo con una sonrisa:

-Saludos buenas gentes, me presento como Elerin, un simple elfo errante. Me ha parecido oír que se disponen a tomar parte en una misión para ayudar a un inocente y quisiera prestarme para ayudar en todo lo que fuese posible a tan noble empresa. Estoy seguro de que mis habilidades les resultaran, cuanto menos, útiles durante el periplo que nos espera.

Espero la respuesta dando buena cuenta del vaso de hidromiel que me presenta el tabernero.

Cojo mi cerveza y antes de llevarmela a la boca, la alzo en señal de brindis. Claro que deberíamos ayudar. Para eso estamos. Sino ayudamos, ¿quien hablará de nosotros bien? Pero primero vamos a disfrutar de la buena comida y bebida y del estupendo ambiente que se respira en este lugar.

Nada más de hablar doy un gran trago a la cerveza dejando la jarra medio vacía. La dejo en la mesa y saco mi pipa con un poco de hierba, relajandome del todo ante la estupenda escena que se está produciendo.

Mira sin sorpresa la jarra que se acerca deslizándose sobre la mesa. Espera a que se detenga y acepta el brindis, aunque apenas moja los labios. Por favor, ¿es que los humanos no tienen olfato ni gusto?

Luego, dirigiéndome a Elerin y usando el Quenya:

Ai! Laurië lantar lassi súrinen
yéni únótimë ve rámar aldaron!

¡Ah! ¡Como el oro caen las hojas en el viento,
e innumerables como las alas de los árboles son los años!

Después, usando el Sindarin:

Mucho tiempo ha pasado desde que hicimos el más triste de los viajes juntos, Elerin, y no poco desde que decidiste partir de Rivendel. Pero no tanto para que no reconozcas a los viejos amigos, a no ser que la edad esté afectando a tu vista. Por primera vez, se le ve sonreír durante un instante. Sin embargo, oportunidad habrá para que me cuentes tus viajes ahora que nuestros caminos se han unido de nuevo, pues tu compañía es bienvenida.

Después, su semblante se vuelve serio. Continúa en sindarin:

Y al parecer, todos estamos de acuerdo en que nuestra gloriosa misión es la búsqueda de algún tipo de vegetal.

Tras mirar a los otros en busca de asentimiento, alza la mano y usando un tono autoritario y firme se dirige al posadero en oestron:

Haz pues, venir a esa mujer. Escucharemos lo que tenga que decirnos, y después decidiremos.

Otro encuentro inesperado, éste aún más extraño que los anteriores. Las señales son claras, el destino nos ha traido aquí con algún propósito.

- Bien señores, en seguida mandaré a buscarla y podrán hablar con ella. , sonríe amablemente al comprobar que accederéis a ayudarla.

El tabernero se acerca a uno de los muchachos que sale a todo correr por la puerta de la taberna.

Pasados unos minutos una extraña mujer entra en la taberna.

Una mujer de cuerpo achaparrado, el pelo enmarañado y bastante mal aspecto entra por la puerta. Tiene la mirada perdida, no sabríais precisar hacia que lugar está mirando en cada momento.

Rápidamente el tabernero se acerca a ella, la echa la mano por encima del hombro y os señala desde el quicio de la puerta. La mujer se acerca lentamente hacia vosotros.

Una vez la tenéis a un palmo podéis verle la cara, no es muy agraciada y seguramente si no descuidase tanto su higiene sería agradable. Tiene las manos agrietadas y manchadas de tierra.

- ¡Ejem! El señor Mantecona me ha dicho que quizá ustedes puedan ayudarme, su tenue voz suena quebrada, como si hiciera mucho tiempo que no pronuncia palabra alguna.

Anäril se queda durante un instante que parece muy largo escrutando fíjamente los ojos de la recien llegada, sin pronunciar palabra ni hacer gesto alguno...