Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

3. El Monasterio de Caedus - Adrenalina.

Cargando editor
23/01/2013, 15:45
Ace Velvet

Después del encuentro con los templarios, andar a paso ligero por las calles de aquella enorme ciudad parecía un mero paseo.  Pero ciertamente no lo era. Ace no entendía por qué no salían corriendo para llegar cuanto antes, pero decidido que lo más sensato era hacer lo que hiciera Bronn, a no ser que éste les indicase lo contrario.

Mientras avanzaban, el pequeño iba mirando intermitentemente a Bronn, a sus dos compañeros, y los edificios de su izquierda. ¿Por qué habría acabado así aquella noche? Las palabras de los templarios lo habían desconcertado. Los Inquisidores eran los buenos, ¿no? Ellos protegían a los inocentes del mal. Tyler había sido, aunque durante poco tiempo, el único padre que había conocido. Se le ocurría alguna pregunta, pero no era el momento de pararse. 

Simplemente anduvo en silencio, sumido en sus pensamientos y en el problema que los ocupaba. 

 

Cargando editor
23/01/2013, 21:08
Aenea Hollen

Aenea abandonó el lado de su amigo con reticencias. ¿Por qué se tenía que ir? ¿Porqué no podía ayudarle? Se sintió expulsada de su lado, rechazada. No sabía qué podía hacer pero tenía que intentarlo, no podía dejar a su amigo sangrando de esa manera. Pero la decisión de su tutora era firme. Solo cuando mencionó que a Elohim podría no gustarle que le vieran en tal estado, Aenea pensó que quizá sí que tenía que dejarlo solo con ella. No sabía lo que haría si estuviera en su lugar, pero no le pareció tan extraño que un chico quisiera algo de intimidad en esa situación, a pesar de que ella hubiera preferido la compañía.

Así pues, se levantó sin rechistar y se dirigió hacia la entrada a la trastienda sorteando los destrozos de la tienda. Seguía estando cansada pero al menos ya no andaba como si llevase zapatos de roca, se había "acostumbrado" al cansancio de una forma u otra.

Cuando pasó por el lado de los regalos que los tres habían escogido, allí a un lado de la barra, no pudo menos que pensar en lo mucho que había cambiado la situación. Minutos antes estaba tan contenta... Su máxima preocupación era que el regalo le gustase a Charlotte, y ahora aquello parecía tan lejano, insignificante en cierto modo.

Pasó un dedo por el borde del pájaro de cristal de la diadema, como despidiéndose de ella por el momento, y se dirigió tras los pasos de Resha hacia el almacén. Aquello estaba más oscuro que la boca del lobo, así que Aenea decidió hacer uso de su Don. Total, después de lo ocurrido, ¿Qué más daba?

Empezó a murmurar una melodía sencilla, una canción infantil, tan bajito que solo Resha que estaba a su lado oyó nada. No le hacía falta recurrir a su propia fuerza para hacer lo que quería hacer, el Don venía por sí mismo, solo tenía que llamarlo, así que no se agotaría mas. Pero descubrió que no era capaz ni de hacer eso. No tenía ganas de cantar, por lo que la melodía no era buena, no lo bastante como para que la magia aceptase ser usada por la niña, que simplemente dejó de cantar, sin ganas ni de sentirse frustrada, mientras intentaba buscar al tendero en la oscuridad.

- Tiradas (3)
Cargando editor
23/01/2013, 22:43
Resha

Resha se volvió al oír el susurro melódico de Aenea y se volvió hacia ella.

-Ven- dijo cogiéndola con una manita, con la otra seguía frotando distraída los deditos entre ellos, desmenuzando miguitas de pan imaginarias.

-Señooooooor....-llamó de nuevo- vamos primero a por algo de luz.

Se llevó a Aenea de nuevo a la tienda, buscando algún farol de los estantes.

-No se tú, pero yo en la oscuridad no veo nada- dijo intentando sonar despreocupada pero el incontrolable temblor de su voz delataba a la niña que no podía soportar la situación de la tienda.

-Bernadette, ahí dentro no se vé ni se oye nada, ¿puede alcanzarnos algo para que podamos ver?

Cargando editor
Cargando editor
24/01/2013, 18:28
Aclamado Director

Unos cuantos hombres bramaron alarmados al ver a Kael gritar, pero cuando se alzaron de las mesas tanto él como la pelirroja ya habían abandonado la taberna, adentrándose en la calle contigua y su frío nocturno.

- ¡¡HIJOS DE PUTA!!- graznó furiosa y sin mucha labia la pirata, que poco podía explicar vestida como una marinera y con un puñal al cinto. Si no hubiese aparecido corriendo al pie de la escalera hubiese cantado otro gallo, pero ciertamente tenía toda la pinta de ser un secuestro de niños, que al fin y al cabo es lo que era.

La mujer se volvió sobre sus pasos, evitando a la avalancha de hombres que se le tiraba encima por las que ahora eran sus espaldas. Un problema menos para Kael y Charlotte, desde luego, y muy bien solucionado, al menos por el momento.

Más de una persona arrugó el ceño al ver a un niño llorando corriendo por la calle con su hermana, pero... a saber. Nadie se atrevió a acercarse, por supuesto. A saber lo que podía pasar. Seguramente fuesen, en efecto, huérfanos, o críos reviviendo la muerte de algún ancestro en una fecha como esa. Algo relacionado con la fiesta, sin duda.

Charlotte, que tampoco estaba mucho mejor desde hacía ya rato, consiguió, en lo que se comunicaba mentalmente con Kael, vislumbrar un buen montón de paja apostado contra una pared, a la entrada de uno de tantos angostos callejones en la ciudad. Subir era seguro, aunque una cuestión de tiempo por lo resbaladizo del terreno. Alguien les acabaría viendo, pero ciertamente no será tanta gente como si se ponían a escalar fachadas desde la calle. Arriba, desde ese tejado, tendrían mejor visibilidad.

El insomne, en seguida, al ver hacia dónde miraba la pequeña, se pudo percatar también de la existencia de aquella pequeña escalera improvisada. Les habían dado esquinazo a la mujer que les perseguía para capturarlos como moneda de cambio, sino algo peor, pero ahora quedaba encontrar un lugar seguro y reunirse con el grupo.

No dejaban de ser niños solos en una capital al fin y al cabo. Su abanico de libertades se había visto ampliado drásticamente en relación a hace una hora. ¿Media hora? ¿Diez minutos? ¿Cinco?

Cargando editor
24/01/2013, 18:40
Aclamado Director

Charlotte tenía razones para estar agotada. Era lo más normal que a su edad y en su estado se pusiese a buscar a Dóminar, el único adulto conocido y cercano en ese momento, pero lógicamente sus aptitudes mentales la fallaron. Estaba lejos, no le veía y estaba exhausta.

Lo intentó varias veces, lanzando ráfagas de pensamiento hacia donde debía de estar, pero canalizar sus palabras no fue nada fácil. Un estallido de dolor le sacudió la cabeza, como si la hubiese metido en un bloque de hielo. Y luego otro.

No sólo no estaba funcionando, sino que le estaba pasando factura. Demasiado complicado en ese momento, hasta para ella. Podía seguir intentándolo, y pese a que había mínimas posibilidades de que un grandísimo golpe de suerte le hiciese encontrarlo, lo más probablemente es que la chica acabase inconsciente, o si no, algo mucho peor.

¿Había llegado Charlotte a forzar sus poderes tanto? Podía desmayarse. Podía descerebrarse. Para siempre.

Cargando editor
24/01/2013, 18:48
Bronn Valiant

No pasó mucho tiempo hasta que Ace, Bronn, Richard y Juliette lo vieron. Era francamente difícil no verlo. Demasiado.

A través de las ventanas, en lo que a todas luces según el cartel negro de arriba que rezaba "La Toscana" debía de ser una taberna, podía verse una auténtica lucha campal. Una auténtica pelea de taberna de cuento, ni más ni menos. Había gente estampándose sillas al hombro, empujando cabezas contra los cuadros y reventando jarras de cerveza contra las mismas.

Definitivamente aquello no era en absoluto algo normal en una ciudad como Albídion. La gente era pacífica, más en un día así, y las peleas de taberna eran algo ciertamente de lo más inusual, impensable en una fecha así.

Debía de tratarse del grupo de Dóminar. De Charlotte. De Kael. De Gilbe. Era una cuestión de probabilidad y lógica. Esos cuatro la habrían armado de escándalo, conociendo a su líder y al temple de algunos de sus miembros.

- Joder- masculló Bronn, sacando una chapa ropa con forma de cruz de un bolsillo, echando a correr hacia la taberna esperando que pudiese apaciguar aquello. Esperando que los tres chiquillos le siguieran.

Una vez dentro, el hombre alzó la chapa, enseñándola al público, mientras con la mano libre liberaba la espada del cinto, llevándose la funda con él sin quitarla, pues el tamaño del arma era más que suficiente para imponer respeto, y era mejor no enseñar la sangre.

- QUIETO TODO EL MUNDO- ordenó con voz autoritaria, sin alzar la voz más de lo necesario pese al tono totalitarista-. El próximo ciudadano que golpee a otro quedará bajo arresto de La Inquisición.

La gente se paró en seco. Hubieron un par de personas que hicieron caso omiso de las primeras cuatro palabras, pero al oír "arresto" e "Inquisición" se petrificaron en el acto. Las jarras dejaron de volar, los golpes dejaron de sonar y hubo gente que bajó las manos, frenada en mitad de una descarga de golpes. Había un par de narices sangrando, e incluso un hombre con un sable desenfundado.

Y es que La Inquisición no era, según el pueblo de Albídion, una organización de asesinos sobrenaturales, sino una mera división militar de la iglesia, destinada a mantener la paz. Tenían fuerza en todo el mundo, pero en su casa eran una auténtica autoridad viviente. Su ley era la ley. Sus deseos, órdenes.

Cargando editor
24/01/2013, 18:58
Dóminar

Dóminar apareció al pie de la única escalera, situada a la derecha de la barra. Llevaba la ropa algo descolocada, pero no sudaba en absoluto, pese a que su respiración estaba acelerada y sus ojos reflejaban auténtico pánico.

- Yo me hago cargo- dijo rápidamente, bajando las escaleras y acercándose a Bronn, a expensas de las miradas de incredulidad.

Dóminar era un tipo extraño. Era un crío de veinte años, vestido como un nómada del bosque que ha encontrado, aparte de pieles caras o baratas según el día, un puñado de joyas que ha decidido pegarse al traje. Su actitud de crío y su gusto para la ropa eran rasgos totalmente impropios de un inquisidor, a lo que se sumaba la ausencia de espada bastarda y pocas aptitudes sociales. Pese a ello, nadie iba a discutir con un inquisidor. Nadie era tan imbécil.

- Nos han atacado seis piratas de ruta- comerciantes nómadas de mar- comprados por los Templarios. Cinco están inconscientes en el callejón. La jefa está persiguiendo a Kael y Charlotte, que han estado aquí hace medio minuto. Gilbe está corriendo por los tejados. Encuéntralos, yo manejaré esto. Mis talentos no sirven de nada en público, los tuyos sí.

No se molestó siquiera en mirar a Juliette y explicarle qué había sido de su hermana. Se dedicó a hablar en voz baja con Bronn, que parecía ser el único que le importaba. Una ligera falta de consideración dada la situación, la verdad, aunque ciertamente Dóminar se había metido en un buen aprieto, pues había metido la pata hasta el fondo, fuese o no culpa suya.

Cargando editor
24/01/2013, 19:05
Bronn Valiant

- Sugerencias- espetó Bronn en voz baja, con la mirada perdida, reflexivo.

Estaba claro que el hombre no se lanzaba a las bravas y a ciegas para solucionar las cosas, pero por otro lado su quietud y paciencia eran exasperantes. Hacía medio minuto habían estado allí. Medio minuto.

Encontrarlos no podía ser tan difícil, aunque el grandullón quería tomarse unos segundos más para meditar el procedimiento a seguir. Mentalidad heredada de Maestro, desde luego. Era uno de los Inquisidores que, pese a su actitud, tenía el temple y la frialdad para tomar decisiones reposadas en los momentos más difíciles.

Ahora era el momento de hacerse el estratega. Ponerse a dar palos de ciego podía servir, pero podían conseguir que los tres pequeños se diseminasen por la ciudad. Habían de pensar en algo para encontrarlos, y rápido.

Si es que tenían fuerza para pensar en una situación así, claro. Bronn parecía bloqueado y... ¿habían visto Julliette, Richard y Ace tanta violencia junta alguna vez? Aquello era un mundo hostil. Era el lado hostil de la inquisición, y aún no veían más que los dientes del dragón.

Cargando editor
24/01/2013, 19:10
Aclamado Director

Gilbe ya no se escuchaba a los piratas. Había conseguido subir al tejado con éxito, y no contento con eso, saltó al tejado contiguo, prestando especial cuidado para no caerse a ciegas por el agujero. No tropezó con las cejas, por suerte. Una vez las mismas dejaron de ascender y volvieron a bajar, Gilbe podía tantear con el pie, a ciegas y sin vara por desgracia, siendo consciente de que ya no había una teja por delante. Había llegado al final del tejado.

Se descolgó despacio, con un poco de esfuerzo y el nudo en la garganta al saber que no sabía qué podía haber debajo, pues no se escuchaba nada. Al final se dejó caer, pudiendo aterrizar, no sin suerte, sobre sus pies, en el suelo, a la altura de la calle. El golpe había sido considerable, pero su cuerpo parecía haber soportado bien la presión de la caída, bien recibida por el entrenamiento callejero de años sobreviviendo.

Arreglado eso, Gilbe pudo notar algo inconfundible. Altaír. El perro había callejeado, localizando al ladrón. No le podías preguntar cómo, pues no podía responderte con palabras, pero portaba entre las fauces, ligeramente salivada, lógicamente, la vara del ciego. Menos mal, pues era incómodo palpar directamente con el cuerpo, teniendo en cuenta la seguridad que brindaba ese instrumento.

Si Altaír había podido volver a la escena del crimen y recoger el objeto era porque no quedaba nadie allí, ya que hubiera sido muy improbable que volviese para combatir. Sea como fuere, no se oían ladrones, pero sí gente. Altaír bien podría guiar a Gilbe, que para eso estaba adiestrado, pero no sabría llegar a todos los sitios.

Al monasterio quizá, pero a más sitios iba a ser más complejo. El pequeño Klimb se había convertido en un ciego solo en una ciudad católica, en el día de los muertos, perseguido por matones que no aparecían y separado de la que ahora era, en cierto modo, su familia.

Su jugaba hasta el momento había salido redonda, todo un éxito, pero quedaba aún ver cómo, no sólo se dedicaba a huír, sino a alcanzar lo que buscase, fuese lo que fuese. La situación no podía durar mucho, pero estaba en mitad del descontrol en ese momento.

Cargando editor
24/01/2013, 19:11
Aclamado Director

Dentro del almacén estaba ligeramente oscuro, en efecto, pues era de noche y había un techo cubriendo la zona, pero no lámparas alumbrando, siendo las ventanas y sus cristales lo único que daban luz dentro. Pese a ello, Aenea pudo ver, sumida en la sombra, lo que parecía ser la silueta de un hombre, tirada contra el suelo. O bien podía ser algún tipo de sábana, o manta. Era difícil adivinarlo con tan poca luz, en efecto.

Resha tiró de Aenea, volviendo a aquella pequeña estancia alargada cargada de expositores, donde Elohim sangraba de forma generosa y bastante escalofriante en toda su espiritualidad. No cabía duda de que aquellas heridas eran estigmas físicos, pero, a juzgar por cómo brotaban de la nada, debían tener una naturaleza absolutamente sobrenatural.

No hacía falta saber mucho de religión para poder asociar las heridas de la frente, las manos y los pies con la cruz cristiana y su trasfondo de castigo. Tampoco es que el chico pareciese querer ocultarlo, a juzgar por su comportamiento para con Aenea y Resha.

- No puedo- murmuró la Santa con hijo de voz-. No puedo sacarte así a la calle, Elohim- aclaró la mujer-. Tendremos que esperar.

Bernadette no era plenamente consciente de todo lo que estaba sucediendo, ni tampoco los pequeños, pero al menos por ahora en aquella tienda estaban seguros. Salir a la plaza en plena festividad de los difuntos cargando a un niño sangrante con las heridas de Abel no era en absoluto buena idea. Menos aún estando como estaba la tienda, con expositores rotos y un tendero inconsciente.

La mujer no disponía de los recursos para solucionar aquello, y menos en aquel momento. No le había sido nada fácil acabar por los pequeños con aquellos dos Templarios, y ya podía dar las gracias a la voz de Aenea, pues sin ella quizá se hubiese quedado sin la poca energía que le quedaba antes de acabar el combate.

Y allí los cuatro sabían de qué servía un hechicero sin su magia en mitad de una pelea.

Así pues, sólo quedaba eso, esperar. No iba a ser la Santa quien insistiese una segunda vez, echando a Resha y Aenea del sitio si estaban dispuestas a volver. Ella sólo quería un poco de intimidad, pero a ninguno de los pequeños parecía importarle. Quizás porque, a fin de cuentas, eran niños.

- No lo sé, pequeño- volvió a comenzar ante aquella pregunta sin respuesta-. Supongo que al señor no le habrá gustado que hagas sangrar a tus enemigos, y paga con la misma moneda- obviamente, no eran sino meras teorías vanas, pues ambos sabían que no era la primera vez que pasaba, y aunque Aenea y Resha no lo habían visto en todo su esplendor hasta ahora, sabían algo al respecto. La segunda más que la primera-. Pasará pronto, tranquilo- animó, sin saber muy bien cómo reconfortare-. Encontraremos la respuesta cuando él quiera.

La mujer depositó un beso en el cabello del querubín, pues dárselo en la frente hubiese manchado los labios de sangre. Se giró y negó con la cabeza a las pequeñas, corroborando que, en efecto, no tenía acceso a luz. Ya no.

Cargando editor
24/01/2013, 19:49
Kael

Kael se secó las lágrimas y se reprendió mentalmente, que Charlotte estuviera de esa forma no quería decir que no estuviera poniendo de su parte para intentar salvarse.

Miraba alrededor, buscando alguna forma de subir cuando vio el montón de paja apostado en una pared. Desde ahí arriba podrían ver todo lo que hiciera falta y más; pero Charlotte no podía moverse mucho- yo te llevo y subimos ahí arriba, luego nos esperamos a que vengan a recogernos o, al menos, a que nos de por perdidos esa mujer.

Le ofrecí mis manos a Charlotte y volví a subirla a mi espalda a caballito, tras lo que me dirigí hacia el montón de paja y comencé a subir hacia el tejado.

Estaba cansado, frustrado por no poder hacer nada y no paraba de pensar en que podría haberle pasado a Gilbe- No seas idiota, él está mejor que tú, está con Dominar -se reprendía mentalmente el chico mientras escalaba por el montón. Le costaba, estaba cansado y estaba siendo un día muuuuuyyyyy largo, bueno, más bien una noche muy larga.

Una vez arriba dejó a Charlotte con cuidado mientras miraba a su alrededor, buscando algún punto de acceso que no fuera el  que habían usado ellos y, con suerte, podría incluso ver venir a la mujer sin que ella se enterara.

-¿Esto te parece suficiente mente alto o hay que subir a otro sitio mayor? -preguntaba mientras seguía intentando estar pendiente de por donde podría acceder la mujer pero sin acercarse a los bordes para que no lo vieran.

- Tiradas (1)
Cargando editor
25/01/2013, 12:54
Charlotte Bourgeois

Charlotte se estaba esforzando bastante, incluso demasiado, dentro de lo que eran sus posibilidades. Pese a no tratarse de algo activamente visible, su compañero sí que era capaz de percibir los continuos intentos de la pequeña por canalizar sus habilidades psíquicas.

Tras la última oleada matricial Charlotte sufrió un pequeño vahído, el cansancio extremo y la ausencia de la otra mitad de su existencia le impedían ejercer control alguno sobre sus capacidades más allá del daño que le estaban produciendo. Por fortuna no fue más que un pequeño desvanecimiento, su compañero estaba allí para sostenerla.

Al momento de recuperar la consciencia plena, la pequeña atisbó un montón de paja acumulado en una esquina colocado de una manera que propiciaría una posible escalada hasta un lugar alto desde el que divisar más detalles del callejón y la taberna que pudieran ayudar a su rescate.

Enseguida se dispuso a andar hacia allí, señalándole el hallazgo al pequeño de cabello escarlata, pero su extenuación era tal que lo único que conseguía era arrastrar los pies, por más que lo intentara; éste se ofreció para cargarla, una vez más.

Consiguieron subir a lo alto tras un poco de perseverancia, pues no podía ser muy fácil para el niño trepar por semejante estructura, blanda y movediza, con una cría a la espalda. Una vez arriba procuraron no ser vistos fácilmente desde el callejón.

Ante la pregunta de Kael, Charlotte negó con la cabeza y con los ojos cansados intentaba fijarse en todo lo que le permitiesen. Al poco tiempo, percatándose de su penoso estado y de su peor aún utilidad, no pudo evitar abrazarse al brazo del pequeño apoyando la cara contra su hombro mientras el mentón le temblaba, evidenciando el inminente sollozar.

...siento ser una carga...

Dijo apesadumbrada.

...no sirvo para nada...

Su voz se rompió en la última sílaba, resbalando dos lágrimas amargas por su rostro.

Si en algún momento aquel día terminaba, no cabría duda alguna de que la pequeña Charlotte atesoraría el vínculo que la unía con Kael, ahora fortalecido.

- Tiradas (1)
Cargando editor
25/01/2013, 15:52
Juliette Bourgeois

Juliette en brazos de Bronn, arropada como las otras veces, buscó a tientas algun lugar donde pudiera encontrarse su gemela esperando una contestación de ésta a su anterior pregunta...

De repente Bronn frenó en secó y al mirar por una ventana vieron un enorme revuelo en una de las tantas tabernas que habían recorrido. En unas fechas como en las que se encontraban en esos momentos tal vez no fuera normal todo aquel bullicio y aquella enorme pelea. La niña se dió cuenta...

¡¡Tal vez sea aquí!!.- Pensó, y en aquel momento su corazón dió un vuelco de alegría y la niña se agarró mas fuertemente si cabía al enorme brazo de Bronn.

Nada más entrar, Bronn ordenó a todas aquellas personas que se encontraban allí dentro parar aquella pelea en nombre de la inquisición. Segundos más tarde todo aquel bullicio paró, y la niña se sorprendió del poder de convicción que podría llegar a tener aquello en lo que un día se convertiría si conseguía pasar todas las pruebas.

Al segundo apareció Dóminar y se alegró más si cabía, eso significaba que Charlotte estaba allí y la joven empezó a imaginar como sería su reencuentro... pero algo la sacó de su ensueño. Las palabras de Dóminar se clavaron como un puñal en el corazón de la pequeña, alguien perseguía a Charlotte y eso significaba que su hermana no estaba a salvo y que algo malo podría pasarle así que el miedo se apoderó de ella nuevamente.

Se esforzó para contactar con Charlotte nuevamente, debía encontrarla y ayudarla... siempre había sido así, y así tenía que seguir.

Cargando editor
25/01/2013, 16:08
Juliette Bourgeois

...¡¡Hermanita!!...

Dijo la niña preocupada

...¿Donde estás?, ¡¡estamos en la taberna!!...

La voz de Juliette sonaba más preocupada que en las anteriores comunicaciones

...¿Estás a salvo?, ¡dime donde estás y te iremos a buscar!...

Preguntó la niña y esperó obtener una rápida respuesta para, si hacía falta, saltar de los brazos de Bronn y correr a ayudar a su gemela

 

Cargando editor
25/01/2013, 16:33
Charlotte Bourgeois

La voz de su hermana había llegado como un rayo de luz en la oscuridad para guiarla, sus palabras la sacaron de golpe del pozo en que se encontraba sumida.

Con fuerzas renovadas se dispuso a hablar con su gemela, presuntamente a escasos metros de ellos si era cierto que habían encontrado el lugar, cosa que deseaba de todo corazón.

...Hermanita...

Su voz era débil, pese a todo.

...Estamos en la calle por donde se entra a la taberna, creo...

Dudó un momento, pues no se había fijado exactamente en las características de la calle a la que daba la puerta por la que habían.

...Buscad un montón de paja, hemos trepado por él...

Hizo una pausa, le costaba articular las palabras.

...Estamos aquí...por favor...encuéntrame......encuéntrame...

Cesaron las palabras con un último susurro.

Cargando editor
25/01/2013, 16:54
Charlotte Bourgeois

Tras unos amargos minutos, Charlotte dio un súbito respingo meneando a Kael en el proceso. Parecía que algo la había sorprendido, ya fuese algo que vió o que escuchó.

Como si acabase de recibir una infusión de vida, Charlotte recobró la compostura irguiéndose mientras le dirigía una sonrisa a Kael señalando hacia la taberna con su temblorosa manita.

Lo cierto es que no había nadie allí, no todavía, la niña esperaba que aquellas palabras fuesen acertadas y no se hubieran equivocado de lugar, pues sería una calamidad.

Se había alongado con mucho cuidado de no caerse, agarrándose al bordillo del lugar donde se encontraban. Allí esperó, con la cabeza asomada por encima del montón de paja, a que los encontrasen.

Cargando editor
25/01/2013, 16:55
Juliette Bourgeois

Los ojos de la niña se iluminaron de pronto y dirigió sus enormes ojos verdes hacia Bronn..

Profesor, Charlotte dice que estan en la calle por la que se entra a la taberna.- Dijo apresuradamente la chiquilla, cuanto antes terminara de hablar, antes salvarían a su hermana-. Dice que treparon por un montón de paja, ¡debemos encontrarlos!

La niña se removió entre los brazos de Bronn intentando liberarse, solo quería bajar para ir en busca de su hermana, la necesitaba tanto como respirar y estaba tan cerca...

Cargando editor
25/01/2013, 22:44
Kael

Kael se acercó a Charlotte y la revolvió el pelo ligeramente- no eres un estorbo ni una carga y te has puesto en contacto con tu hermana y la gente del monasterio -seguía asomándose ligeramente para intentar que no le pillaran por sorpresa nadie- eso nos puede haber salvado -intentó sonreir mientras la enjuagaba las lágrimas a Charlotte con su manga.

La verdad es que estaba preocupado y que estaba liado. Tenía la posibilidad de irse y librarse de las restricciones del monasterio. Podría volver con mamá. Podría dejar atrás esas normas estrictas.

Pero no podía. Miraba a Charlotte y veía que hacía falta ahí y ni su madre ni Aidán lo verían bien si la abandonara. Además estaban Gilbe que no sabía que había sido de él, Resha y su alegría perpetua y Richard, al que no dejaría solo enfrentándose a León.

-¿Con quién has contactado? -preguntó por curiosidad. Solo quería saber a quien esperaban para saber qué tenía que esperar.

Cargando editor
26/01/2013, 15:44
Richard Wivernfall

Cuando entró en la taberna lo hizo con la enorme esperanza de que sus compañeros estuvieran allí. ¿Por qué si no iba a haber semejante alboroto dentro? Tantos hombres revueltos, la peste a cerveza y licor, sillas estallando en pedazos, taburetes y jarras volando por los aires... 

-Dios mio, ¡parecen animales!- 

Y los animales se calmaron súbitamente ante su domador Bronn sin rechistar. Desde que estaba en el monasterio la imagen que tenía Richard sobre los inquisidores había ido cambiando constantemente. Antes, solo los veía como un cuerpo de soldados que luchaban en nombre del señor. Pero desde que comenzó su formación fue viendo que eran mucho más. Eran cultos, astutos e instruidos. Lo suficiente como para ser buenos profesores. Sabían defenderse y todos eran poderosos de una manera u otra, pero cada uno en su campo. Ahora Bronn y Dóminar se aparecían como importantes figuras de autoridad, respetados y queridos por la gente honrada, y temidos por los maleantes. Todas estas facetas solo hacían aumentar su deseo por convertirse en uno más. 

Sus ilusiones por ver a los demás niños se esfumaron cuando Dóminar habló. Se habían ido. Les habían atacado y se supieron defender bien. -Ese es mi Kael- con lo que pese a la preocupación sonrió al conocer el resultado. Pero habían escapado y estaban siendo perseguidos, por lo que seguían en peligro. 

Algo no encajaba en la historia de Dóminar. No tubo más remedio que preguntar, desde el respeto, al otro tutor:

-Pero, si la pelea fue en el callejón, ¿por qué estaban todos tan revueltos aquí dentro? ¿Y por qué estabas arriba y no has ido tras ellos?- La preocupación que cargaba la segunda pregunta hizo que sonara más descarada y directa.

Tras ello, Juliette exclamó alarmada. Había contactado con su hermana y estaban muy cerca. -Genial Juliette. No podemos dejar que se alejen- Se dirigió a ambos chiquillos, que estaban tan preparados como él para partir. Solo necesitaba el permiso de Bronn para hacerlo y le miró a los ojos esperando su aprobación. Cualquiera que fuese su respuesta, la acataría. Era un hombre astuto.