Partida Rol por web

Dexter se acercó a una cabina de teléfono y echó unas monedas. Marcó el número y la operadora no tardó en responder. Al cabo de unos minutos obtuvo lo que buscaba. Aquella residencia pertenecía a una tal Greta Odemar. También buscó información sobre ella y no tardó mucho en encontrarla en un puesto de periódicos cercano donde el vendedor le puso al día. Esa tal Greta Odemar era una aspirante a estrella de segunda que había venido de Europa intentando hacerse un hueco en el mundo del cine como tantas otras. Pero también le dijo que esa casa no era su residencia principal sino una casa de invitados.

Entre la élite de Beverly Hills y Bel Air, tener una casa de invitados no se consideraba tan vulgar como llevar un hostal, por supuesto que no. Aquella era una pequeña construcción independiente situada en dentro del terreno del propietario, donde podía alojar a un invitado a una distancia prudencial.

Había conseguido el nombre del propietario, en este caso propietaria, pero aún seguía sin conocer quién había sido el individuo que lo habia estado siguiendo. Guardando la información que aquel amable vendedor le había facilitado, Dex se preguntó hasta qué punto sería buena idea volver a la casa para interrogar a la propietaria.

Sería lo más logico, la mejor forma de encontrar información sobre su perseguidor. Pero también corría el riesgo de que, en el caso de que fuera el amante de la señora Odemar, seguramente le pondría sobre aviso y eso sería un nuevo obstáculo en su camino.

Dex volvió hacia el coche y encendió un cigarrillo. Allí sentado, sin arrancar el vehículo, el detective se dedicó a pensar con la mirada perdida en el vacío mientras el cigarrillo se iba consumiendo entre sus dedos después de haberle dado un par de caladas. Tenía que tomar una decisión, ese caso se le estaba complicando demasiado ya que los hilos de los que podía tirar, solo le conducían hacia callejones sin salida.

Decidido. Apagó con ímpetu el cigarrillo en ya abarrotado cenicero y arranco el coche. Su destino la casa de la señora Odemar. Tenía que arriesgarse, pero necesitaba saber quién era aquel tipo que lo había estado siguiendo y, sobre todo, el motivo. Sobre todo necesitaba saber si estaba relacionado con el caso de Helen.

Dex apagó su cigarrillo y salió del coche. El cielo había comenzado a nublarse de nuevo y no tardaría en volver a llover. Todo en aquella ciudad bajo su permanente manto de nubes parecía estar en blanco y negro, una ciudad apagada, ahogada con el agua de lluvia que a pesar de todo no podía borrar el hecho de que una joven había sufrido. Y fuera lo que fuese, Dexter daría con los culpables.

El detective cruzó la calle intentando mantenerse alejado de la casa de invitados y subio por el sendero de tierra durante unos metros hasta llegar a la puerta de la calle principal.

-¿Si? ¿Quién es?-contestó una voz de mujer que se acercaba a la puerta. Se abrió lentamente y tras ella había una mujer joven, alta y bella, el pelo rubio y hondulado perfilaba su rostro claramente europeo. Sus ojos azules miraron al detective con indiferencia- Buenas tardes-le saludó- ¿que desea?

Como era habitual en él, mientras se acercaba a la puerta Dex consideró cuál sería la mejor manera de presentarse. Decidio que no se inventaría ninguna excusa y que, ya de mano, daría su nombre y su profesión. Pero, cuando la puerta se abrió para dar paso a la señora Odemar, Dex se quedó callado por un segundo.

Por algún motivo se había imaginado que la mujer sería más mayor y, por supuesto, no tan bonita como la rubia extranjera que le acababa de abrir la puerta. Abrió la boca para decir algo pero, durante un segundo, nada salió de su garganta teniendo que cerrarla para no parecer un completo idiota.

—Buenos días —consiguió decir por fin, volviendo a adquirir un aire lo más profesional posible—. Busco a la señora Odemar. Mi nombre es Dexter Raymond y soy detective privado. El nombre de la dueña de la casa ha salido en una investigacion que estoy realizando y necesitaba hacerle unas preguntas.

-Yo soy la dueña de la casa y no he hecho nada-replicó la mujer sin ceder el paso al interior de la casa ni apartarse de la puerta. Parecía sobre todo ofendida por aquello- ¿Qué es eso de una investigación? ¿Por qué me están investigando?

Dex se mantuvo firme ante la actitud hostil de la mujer. Estaba claro que, o bien era culpable de algo por mucho que lo negara o simplemente no se fiaba del primer hombre que se presentaba ante su puerta.

—Usted tiene un inquilino en su casa de invitados ¿verdad? —dijo sin andarse con rodeos—. Es de él de quien busco información. Una mujer ha sido secuestrada y torturada... Una mujer joven como usted... Necesito todo lo que me pueda decir sobre ese hombre.

Intentaba apelar, quizás de manera algo torpe, a la sensibilidad de la mujer. Esperaba que la señora Odemar quisiera colaborar aportándole la información que Dex quería saber.

-¿Es por ese... ese...?-dijo llena de rabia- dese prisa, entre antes de que le vea-le dijo al detective dejándolo pasar y cerró la puerta tras él. No le llevó mucho más lejos allí mismo comenzó a hablar.

-Ese hombre... lo conocí en Berlín. No es amigo mio-explicó-. No se nada de ninguna mujer secuestrada ni nada por el estilo ni quiero tener nada que ver con eso. Él... tiene unas fotografías mias. No me avergüenzo de mis preferencias amorosas, pero esas fotografías son... íntimnas, demasiado privadas. Serían mi ruina. Por eso le dejo quedarse en la casa de invitados...

Dex no podía creerse que su estrategia hubiera funcionado. Pero ahí estaba, en el interior de la casa y junto a una joven más que dispuesta a contar todo lo que sabía y podía.

—Así que ese hombre le está haciendo chantaje —dijo, sin mostrar ningún tipo de reacción que pudiera pasar por prejuicio ante las inclinaciones de la mujer. De hecho a Dex poco le importaba con quién pudiera acostarse la joven, lo que le importaba era que le diera toda la información posible sobre ese tipo—. Si me ayuda, quizás yo pueda ayudarla. Cuénteme todo lo que sepa sobre ese tipo, su nombre, si sabe a qué se dedica... Todo. Y yo puedo intentar devolverle las fotografías.

Al detective le parecía un trato bastante justo.

-¿De verdad lo haría?-le dijo sorprendida. Entonces pareció pensárselo durante unos instantes y comenzó a hablar- Ese hombre, Spellmans, tiene amigos muy indeseables en Alemania-le dijo-. Dice que es periodista, pero yo creo que sigue trabajando para esos fascistas desgraciados que solo son capaces de ver el mundo de una manera...

-Si quiere, si de verdad va a ayudarme... tengo una copia de la llave de la casa de invitados. Puede buscar allí y si encuentra las fotos le agradecería mucho que me las devolviese para que las pueda quemar-dijo casi como una súplica.

-Le aviso que Speelmans va armado con una navaja y estoy bastante segura de que no tiene miedo de usarla, si le descubre tendrá problemas-le advirtió.

—Y ¿el tal Speelmans se encuentra ahora en la casa? —preguntó Dex mientras cogía la copia de la llave. Hacía ya un rato que lo había visto entrar pero quizás, y con un poco de suerte, hubiera salido de nuevo. Eso si la señora Odemar no lo estaba engañando de alguna forma.

Saber que Speelmans era un fascista alemán hizo que el detective lo uniera mentalmente con el agradable y encantador William Dudley Pelley, al que esperaba no volver a encontrar en su vida. Aunque, si su hipótesis era correcta, seguramente tendría que volver a tener unas palabras con él.

-Pues no lo sé, la verdad. No estoy al tanto de sus idas y venidas-dijo la mujer. Lo cierto es que al estar en casas separadas el hombre podía ir y venir a su antojo sin que ella lo viera, pero como el detective lo había visto entrar en la casa de invitados seguramente estuviese allí aún.

—O sea, que no sabe si ese hombre pasa mucho tiempo en casa o hace salidas frecuentes ¿verdad? —preguntó, extrañándose de que no sintiera ninguna curiosidad por los movimientos de su inquilino.

En especial Dex se preguntaba el porqué la mujer no había aprovechado alguna de las ausencias de Speelmans para buscar ella misma las fotografías. Podría deberse al miedo, pero... Algo le hacía dudar.

—¿La casa de invitados tiene otra entrada separada de esta casa?

-Si claro, es ese edificio de ahí, el que está junto al camino de la entrada. Lo habrá visto al subir hasta aqui. Es una casa pequeña con su entrada propia-dijo describiendo, efectivamente, una pequeña casa donde había visto entrar al sospechoso que le había estado persiguiendo. Era una casa aparentemente normal con una entrada principal y dos plantas no demasiado llamativa. La mujer era lo suficientemente adinerada como para tener una casa de invitados, que ya era un lujo, pero era en comparación con otras un par de residencias muy pequeñas y discretas-tengo una copia de las llaves, puede usarlas para entrar. Pero intente que no le pille, ese cabrón es peligroso...-le advirtió preocupada.

Agradeció a la mujer las llaves y, tras despedirse de ella, recorrió el camino que Greta le había indicado para llegar a la casa de invitados. Lo primero que tenía que hacer era saber si el tipo que perseguía, y que antes lo había seguido a él, estaba en su interior.

Así que, con sumo cuidado y procurando no hacer ruido, Dex se acercó a la casa e intentó espiar de manera disimulada por las ventanas. Quizás una luz, un movimiento, una silueta o un ruido... Cualquier cosa que le indicara que el hombre se encontraba dentro o, por el contrario, podía acceder al interior sin demasiado riesgo.

Dex Raymond se acercó a la casa de invitados con sigilo. Era una casa pequeña que constaba en realidad tan solo de una habitación y un pequeño cuarto de baño independiente*. Había seguido al hombre hasta allí y luego había subido a hablar con Greta asi no estaba seguro de si el hombre, el tal Speelmans, seguía en el interior. No le costó mucho acercarse a una de las ventanas y observar. El tipo debía haber salido de nuevo mientras hablaba con la mujer y ahora la casa de invitados estaba vacía, era la oportunidad perfecta para entrar y revisar el lugar rápidamente antes de que regresase.

Una vez Dex comprobó que no había nadie dentro de la casita, usó las llaves que la dueña le había dado y comenzó a rebuscar a su alrededor. No le llevaría demasiado tiempo ya que aparte de una habitación y un baño no había ningún otro sitio donde buscar.

No quería que el hombre, en el caso de que regresase, lo encontrara allí así que el detective se puso manos a la obra sin perder demasiado tiempo. Rebuscó entre los pocos cajones que había, en el armario, incluso en la cama, procurando dejarlo todo tal cual lo encontraba para no alertar al tipo.

Miró también en el baño por si encontraba algo, por pequeño que fuera, que le pudiera indicar quién era el sujeto y, ya de paso y si la suerte lo acompañaba, para quién trabajaba o quién lo había enviado a seguirlo.

Dex comenzó a rebuscar rápidamente en el lugar donde vivía aquel tipo que parecía de todo menos bueno. Miró debajo de la cama plegable, en el escritorio, el canapé y el armario. No tardó en dar con unas fotos quemadas en la pequeña chimenea. Una de ellas más o menos reconocible, las otras prácticamente eran ceniza, pero quizás en un laboratorio podrían recuperar algo.

 También logró encontrar una llave escondida tras un pedazo de argamasa suelta entre los ladrillos de la chimenea cuando cogía las fotos. Sin embargo esta no encajaba con el cajón cerrado del escritorio.

Poco parecía haber entre esas cuatro paredes que pudiera esclarecer el motivo por el que aquel tipo le había estado siguiendo. Lo único que pudo conseguir fue una llave escondida en la pared que no tenia ni idea el qué podía abrir. Probó en el escritorio pero no tuvo ningún éxito. Por un instante Dex pensó en quedarse con ella, pero esa era una tontería ya que el hombre que vivía allí se daría cuenta enseguida que le faltaba; además que el detective podría tardar años en descubrir a que cerradura pertenecía.

Estaba a punto de darse por vencido cuando se fijó en los papeles que se habían estado consumiendo por el fuego. Recogió los restos y se dio cuenta que no se trataba de ningún documento sino de dos fotografías. Una que casi se había reducido a cenizas y otra en la que aún podía percibirse algo.

Dex la observó con atención, haciendo memoria por si algo en aquella fotografía le resultaba familiar. Caras, lugares... cualquier cosa que le diera una pista.