Partida Rol por web

- Como para tener alergia al polvo.. - pienso al entrar en la tienda, haciendo caso omiso a las irónicas palabras que acaban de escuchar mis oídos, al fin y al cabo, irónico podría ser, pero el peso lo iba a llevar él igual, así que no había por qué molestarse.. La sabiduría del silencio es todo lo que una mujer tenía que saber para domesticar a un hombre..

Me di una vuelta alrededor de todo eso, aunque la verdad, es que quitando alguna cosa un poco bonita como para curiosear, la verdad es que no había nada de mi agrado. - El hombre podría haber tenido una boutique en vez de esto.. - Pienso suspirando.

Volví a recordar el buzón, así que me dirigí más o menos a la zona en la que estaba por la parte de fuera y traté de localizarlo, a ver si había alguna carta en él.

Por cierto, las luces no son de gasolina y tampoco hay velas -ni de cera ni de aceite- en su lugar por toda la tienda hay repartidas ciertas piedras que brillan debilmente. Algunas verdes, otras azules, y otras rojas, pero en su mayoría son blancas y la luz es del mismo color, y brillan con más intensidad cuando pasáis por delante de ellas o las tocáis.*

-Oh, diantres! Que grandiosa oportunidad me has dado, Daniel, viejo truhan. Que dios te lo pague, estes donde estes jejeje- Tras echar un vistazo breve a su alrededor William se dirige al mostrador. Observa con detenimiento y coge el libro con la etiqueta "INVENTARIO". Lo alza para que todos puedan verlo y comenta:

-Voy a echar un breve vistazo a esto, asi podremos saber que cosas hay por aqui, cuales pueden tener un valor historico importante, cuales podemos vender, regalar ...... digo... donar - mira burlonamente a Eban cuando menciona esto- o lo que interese, les parece bien?-

Sin esperar respuesta, William comienza a hojear el libro.

Es sumamente grueso, bastante más grande que cualquier otro libro que hayáis visto nunca y pesado.

Aparte de las primeras páginas del libro. El resto de las hojas están en blanco... vacías, sin contenido alguno.

Y mientras lo hojeas...

"¿Eres tú el nuevo propietario?" - lees, ya sea en una sóla pagina o bien cuando estás pasándolas por cientos, aparecen las palabras correlacionadas en distintas páginas.

Cuando vuelves a la página en cuestión o cuando terminas de leer la pregunta, el escrito ha desaparecido.

Y a continuación lees - "Demuéstramelo".

Y vuelve a desaparecer por lo que cuando se lo enseñes a los demás, nada habrá.

Asiento con la cabeza ante la petición del señor Abbot y le ayudo a entrar el baúl al interior de la tienda, una vez hemos soltado la carga escucho el nuevo comentario del señor Abbot negando con la cabeza Parece ser que este "caballero" y yo no nos vamos a llevar bien pienso tratando de que mi rostro no reflejase el rechazo que empezaba a sentir por el.

Parece que tenemos un buitre que acudió al olor a muerto, siento lastima por el no podía concebir como podía alguien estar tan obsesionado Vamos Jhon, relájate no le conoces , tal vez tenga una situación económica difícil

Señor Abbot , su sarcasmo deja patente que la sugerencia que he hecho en casa de la viuda no ha sido de su agrado, simplemente me parece que tener un gesto que honre la memoria de la persona que nos ha puesto a cargo de su tienda, ademas de ser el mentor de mi padre , era un bonito gesto para honrar su memoria, la tienda ha pasado a ser de todos y si mi idea no es de su agrado no hay problema alguno Digo al señor Abbot con voz pausada y tono respetuoso

Cita:

Era una de las lecciones que mi padre se había esforzado en enseñarme .

Mientras revisan el inventario echare un ojo por la tienda digo a mis compañeros mientras comienzo a pasear por ella buscando si hay más puertas de acceso y asegurándome de que están debidamente cerradas

No quiero alarmar a las señoritas con mi desconfianza ahora que parece que ya se han calmado

Si me necesitan avísenme digo a mis compañeros mientras comienzo mi ronda por la tienda

William ignora deliberadamente las palabras del señor Eban y comienza a hojear el libro de Inventario  pasando las páginas con rapidez. De repente, abre los ojos y pone cara de sorpresa. Vuelve hacia atras las hojas y mira perplejo el libro. -Esto no puede estar pasando, William. El libro ha ...... no, no puede ser....oh si?-

De repente, sin previo aviso, el señor Abott cierra el libro con brusquedad y lo coloca en el mostrador. Cruza los dedos de sus manos, como si estuviese rezando y, mirando hacia el techo, dice:

-Si, soy....somos los nuevos propietarios!- Dice en voz alta. Y luego como si nuestro protagonista se acabara de percatar de algo añade, mirando a los presentes:

-Es Verdad, no? Lo somos! Claro que si, je. Daniel Hough asi lo quiso y asi queda demostrado en su testamento.- Termina la frase con solemnidad.

Aun con los dedos cruzados en posición de oración, William sigue mirando a su alrededor y pronto comienza a distraerse de nuevo. -Pero que estas haciendo hablando en voz alta? Bueno quizas te haya oido, no descartes nada ....... vamos a ver, ha habido algun caso similar como este libro? Vamos, William, es tu oportunidad, por fin podrás dejar de contar mitos y contaras .... hechos! Malditos hipocritas pretenciosos, -refiriendose a sus colegas de profesión - os comereis vuestras palabras y pagareis por la humillación que me hicisteis pasar, os lo juro!-

La mayoría de los libros no tienen un título legible. Muchos son fragmentos, otros no llegan a ser libros, pues son unas pocas hojas cosidas juntas, otros tienen una encuadernación desgastada y los títulos han desaparecido o nunca los tuvieron.

La mayoría por no decir todos están en otros idiomas distintos al inglés. Y de ellos, el 70% están escritos en idiomas antiguos y/o lenguas muertas. Véase latín y Griego, o el sumerio y el acadio.

Otros -muy pocos- son sólo tablillas de arcilla o losas con glifos, runas y escritura egipcia.

Casi todos los libros son referencias religiosas, históricas o geográficas. En el pasado la escritura se usaba por unos pocos y era sólo para documentos oficiales o para dejar constancia de sucesos o dibujar mapas. Generalmente había pocas o ninguna novela, y muy pocos poemas...

Por así decirlo, la abundancia de libros son copias de otras copias de escrituras rudimentarias encontradas en excavaciones y expediciones. Aunque los libros son relativamente nuevos, los escritos a los que hacen referencia son de miles de años antes de la actualidad.

En el buzón hay cerca de una docena de cartas. Todas salvo una tienen membrete oficial, de algún museo o instituto de arqueología, paleontología y antropología.

La restante no tiene remitente y el matasellos es de Arkham.

No hay muchos casos de libros encantados. Al menos no de los "parlanchines". Están los que corrompen la mente de sus lectores, los que los hechizan para que cometan atrocidades, los que los atacan espiritualmente y los que poseen conocimientos antiguos... pero aunque dichas historias han llegado alguna vez a tus oídos esta es la primera vez que puedes presenciarlo en persona. Siempre has sido un poco escéptico con estas cosas: habiendo cosas más interesantes que encantar o poseer, ¿por qué un libro? no tiene mucho sentido.

Por otro lado, si vuelves a abrir el libro, te vuelve a hacer la misma pregunta y a pedir que lo demuestres. Y añade:

"no me sirve que lo grites a los cuatro vientos. Necesito una prueba fehaciente de ello".

-Una prueba, eh?- William vuelve a hablar en voz alta, pero no parece dirigirirse a nadie en concreto. -Os daré una prueba. Donde esta el cofre?- Acto seguido avanza en dirección al cofre y comienza a rebuscar en su interior. Se puede percibir facilmente que el señor Abott esta ligeramente exaltado pero no ha llegado al extremo de "perder el control".

Mientras rebusca en el cofre levanta la cabeza un breve instante y se dirige a los presentes. -Emm... Yo de ustedes no leeria ese libro. Es ..... dificil de explicar ..... bueno..... o si lo leeria? Bah, que mas da, hagan lo que quieran, pero no me molesten- tras un breve rato rebuscando William encuentra lo que buscaba, parece ser el contrato de propiedad de la tienda. Cierra el cofre y mira el contrato detenidamente para luego alzarlo con su mano derecha y moverlo de un lado para otro como si de una bandera se tratara. -Y bien?- Su tono de voz suena ligeramente amenazador, pero parece como si hablara con las paredes de la tienda.

Aparte de la puerta de la trastienda no ves ninguna otra (y la de la entrada claro.)

-Señor Abbot,  no quisiera resultar descortés, pero hace un rato que no dice más que cosas incoherentes. ¿Se encuentra bien? Si no es así, si lo desea podemos dejarlo por hoy y volver mañana por la mañana. A fin de cuentas...- voy dejando los libros donde estaban, decepcionada por no hallar nada de mi interés-... Ahora tampoco es que se vea gran cosa. Esto está oscuro y sucio, y en estas condiciones poco vamos a poder investigar.

Me pongo en pie y me acerco al mostrador donde se encuentra el señor Abbot, con la intención de averiguar qué demonios es lo que le ha impactado de tal forma como para que se comporte como un loco. Empiezo a preguntarme si realmente no será que este hombre es un poco mayor y que la azotea ha comenzado a fallarle...

-Si no les importa, voy a ojear un poco el contenido del baúl. Se supone que allí se encuentran los objetos que debemos custodiar, ¿no es así? Han pasado tantas cosas desde esta mañana, que las palabras del abogado empiezan a desvanecerse de mi mente, y ya no recuerdo lo que nos comentó al respecto con claridad. Si es así, señorita Adams, que la noto quizás algo aburrida, si lo desea puede echarme una mano y distribuir el contenido de este arcón entre las dos. Así al menos haremos algo útil y avanzaremos un poco. Cuanto antes acabemos aquí, antes volveremos al hotel a descansar un poco, que se está haciendo tarde.

- Comparto plenamente la opinión de la señorita Bradstreet señor Abbot. Ya es bastante malo tener que escuchar sus grosería continuamente, que le agradecería que se las guardara para el momento en el que no las tuviéramos que escuchar todos. Además, teniendo que ser compañeros en el negocio, creo que podría guardar un poco las formas, que yo sepa, yo no le he dicho en ningún momento nada que pudiera ofencerle, procure hacer lo mismo. - Digo con un tono cortante al estar empezándome a aburrir de las tonterías de este hombre.

Mientras hablaba, abrí el sobre que tenía en las manos, el único que no venía del museo y en el que no ponía absolutamente nada, tan sólo contenía el matasellos de la ciudad.

En el interior del Baul hay:

- Un libro titulado Livre d'Ivon (en francés)

- Varios libros de cuentas con las facturas del agua, la electricidad, etc.

- El contrato de propiedad de la tienda

-  Un par de joyeros

- un par de llaveros, uno de llaves normales y otro de llaves pequeñas

- varios libros: diarios y libros de apuntes de investigación.

- Un disco de vinilo en una funda sin nombre.

- Varios utiles de viaje, herramientas de limpieza, de excavación, ropa, mapas, brujulas, etc.

El sobre contiene una especie de broche, en forma de cruz de malta, pegado a dos cartones (uno por cada lado) y que no tienen ninguna inscripción.

El broche parece antiguo, tiene algo escrito en relieve, en latín pero la letra (y el broche) es muy pequeña para leerla sin ayuda.

-Emmmm.... ¿Y cómo se supone que hemos de repartirnos esto? ¿No debería haber dejado por escrito lo que deseaba que custodiaramos cada uno?- digo mientras tomo el libro que está en francés en mis manos. No en vano, el francés es uno de los idiomas que domino con cierta soltura- Livre d'Ivon... El caso es que me suena. Mi padre tenía una librería, así que estoy acostumbrada a ver ejemplares raros. No obstante, éste no tengo ni idea de qué va. ¿Hay algo en los joyeros?- prengunto, dejándole el placer de abrirlos y rebuscar en ellos a la señorita Adams**. Estoy segura de que las joyas le gustan bastante. Sin embargo, a mí, salvo las perlas, el resto de las joyas me resultan francamente indiferentes.