Partida Rol por web

- Mmmm. - murmuraba Sapo estudiando el cuerpo de la elfa. Iba bien protegido, tanto que aún disminuía su ya poco femenino cuerpo. Giró brúscamente el cuello hacia Eco.- Si vas a subir deberían pensar en ponerte algo.- Le dijo misterioso ahora uno de sus ojos fijo en el cartero.

Lilith miró hacia abajo, a los ojillos extraños del pequeño gnomo, y le sonrió, diciendo "gracias". Después oteó la cornisa de la muralla. Es verdad que una flecha desafortunada podría echarlo todo a perder. Descartó lo de la flecha y lo de escalar con una cuerda. Definitivamente alguien tenía que trepar allí. De este modo, podría investigar algo más sobre la torre, aparte del hecho de que tiene un campanario. De hecho, no podría llegar al campanario directamente, pero sí podía intentar explorar la fortaleza sigilosamente mientras los demás averiguaban si la puerta se podía abrir sin peligro. Si no era así, podría estar en contacto con Sapo para saber si debía bajar a abrirles o era mejor esperarles en otro lugar y abrir un hueco, si era posible, en las defensas internas de la fortaleza. 

-Escuchad-comenzó, y les expuso de manera breve lo que estaba pensando. -Eco, si eres buen trepador, estaría bien que vinieras conmigo. Tal vez no sea buena idea entrar sola en la fortaleza. Al menos, si atrapan o matan a uno de los dos, el otro podrá comunicarse con Sapo y alertar a los demás de que el plan sorpresa ha fracasado. ¿Qué pensáis, compañeros?

Lilith no podía evitar sentirse alegre en compañía de otros, especialmente en momentos de incertidumbre y aventura. Tampoco era capaz de disimularlo.

Okey. Ea, pues ya estáis tardando. Rapidito.

Añadió su comentario con unos aspavientos de mano para ahuyentarlos y que se pusiesen en marcha. En la práctica, un humano y un o una elfo o elfa capturados y torturados por los orcos eran tan buena distracción como alguien disparando flechas. Además, ya no veía el momento de librarse del inútil cartero. La muerte de Ulthor le haría menos gracia, pues llevaban tanto tiempo juntos que Estragón ya se había acostumbrado a su presencia. Por suerte, en Faerún hay elfos a patadas. Ya encontrarían un sustituto al que vestir y llamar con el mismo nombre que el original.

Los continuos cuchicheos se acabaron cuando Lauriel os ordenó con movimientos urgentes de sus manos y bastante significativos dos cosas....silencio y escondeos. Todos pudisteis ver como el vigía Orco estaba precisamente en ése momento encarado más o menos hacia vosotros, al norte del castillo. Parecía estar oteando el bosque. La elfa se arrastraba casi sin hacer ruido hasta un árbol cercano al borde que delimitaba con la zona limpia de maleza cercana a la puerta. Una vez allí, sacó una flecha y la puso. El Orco se movió ligeramente hacia su izquierda, mirando al oeste y apartando su mirada de vuestra zona, momento que Lauriel aprovechó para llamar a Lilith a su lado. Una vez las dos juntas, la urgió para sacar una flecha y apuntar..."a la de tres...una....dos....." susurró..

El Orco giró y les dió la espalda, mirando en ése momento al sur y comenzando a separarse de la "barandilla"....."Tres." 

Ambas flechas surcaron el aire nocturno, y casi sin ruido, la figura se quedó rígida por espacio de un segundo, para luego desaparecer de vuestra vista. Ambas cargaron de nuevo y se quedaron tensas, como todos, esperando que el vigía apareciera de nuevo, pero tras unos 30 segundos, Lauriel se giró y urgió a todos a ir hacia la puerta..."Rápido...entrar ahora...y si hay enemigos, matarlos lo más sigilosamente posible"

Todos os encaminasteis a la puerta, usando la llave que habíais conseguido arrebartarle a los Orcos emboscados. Tanto los goznes de la puerta como el candado se encuentran bien engrasados por lo que no hacen ningún ruido al abrirla. En el interior de la torre, en su mismo centro, hay una colonia de lodo verde rodeada de antorchas. Existe un camino bien definido a lo largo del perímetro de la sala gracias a las antorchas colocadas en soportes de hierro, que iluminan el interior con su luz, de hecho, hay dos antorchas a ambos lados de la puerta por la que habéis entrado y luego una cada 2-3 metros, siguiendo el camino y que evita al lodo verde llevando a unas escaleras de madera que suben al piso superior. Justo debajo de la escalera y enfrente de la puerta por la que entráis, hay otra puerta de madera y hierro reforzado que parece estar cerrada por fuera, con sendas antorchas a ambos lados, que parece dar, por su posición, al interior de la fortaleza, probablemente al patio. El tejado de éste piso está agujereado justo en el medio, y podéis ver a través de él el cielo, pues el techo de la segunda planta también está agujereado. 

Una vez entró el último, cerró la puerta tras de sí, por si había alguna patrulla en el exterior, y os quedásteis en silencio un minuto, tratando de escuchar todo a vuestro alrededor y de averigüar si os habían descubierto al entrar de manera tan osada. No parecía suceder nada, cuando fuera se escucharon unos pasos que se acercaban a la puerta. Aprestásteis las armas y conjuros, dispuestos a dar guerra...pero lo que sucedió fue lo siguiente.....en Orco, se escuchó:

- "Chicoz, ezperar, tengo que revizar la puerta...Eztupido Kren, ha vuelto a dejarze la puerta abierta......"

Apenas unos momentos después, se escuchó el candado cerrarse y un par de golpes, como alguien que intenta abrir y cerrar dos veces....."Lizto, ya ezta.....vamonoz....tenemoz que patrullar el camino del bozque a ver zi ezoz holgazanez llegan ya o tienen problemaz con los debiluchoz humanoz. Me pillaba a una buena humana ahora mizmo...ya me entendéiz....fakafaka....hahaha.....aunque con el tiempo que llevo zin, me daría igual una flacucha elfa...y ezaz te laz puedez comer dezpuez...eztan zuculentaz..."

Los pasos se alejaron y al minuto, estaba todo en silencio de nuevo.

El silencio dentro de la sala era mortal.

Genial, encerrados.

Aunque habían tenido mucha suerte para entrar ahora la situación parecía peliaguda. Sapo palmeó la pantorrilla de Lilith como gesto aprendido de "buen trabajo". Su flecha había sido certera permitiendo la infiltración del peculiar grupo. El gnomo amasó el éter impregnado en el ambiente hasta configurar una hermosa armadura, al menos para sus estrábicos ojos, y se la colocó con gracia. Se estaba quedando sin materia mágica que amasar y, mejor estar protegido si quería sobrevivir en un hipotético pero previsible combate.

- Si no vais vosotros delante- Dijo a quien consideraba más silencioso, osea mirando a Lilith y Eco.- puedo mandar a Shish a ver qué siento.- Estragón tenía a su asquerosa rata, tal para cual, con la que también parecía tener una relación especial. seguro que su animal allí, entre los desperdicios dejados pro los orcos, no se sentiría muy lejos de casa.

Estragón se interpuso entre la puerta y su hermano, negando con las palmas de las manos. Sabía cuánto quería Shagar entrar en acción, pero no era el momento. Asomó su redonda cara por un lado de Shagar para ver el contenido de la sala. El verde era bueno. Significaba puré de verduras, crema de espinacas y otras recetas entretenidas de hacer. Lo que no le cuadraba era el extraño sistema de almacenamiento, ahí, en medio de la nada, como esperando a fermentar.

Pst. Rata. Psssst.

No estaba por aquí. O por lo menos, con tantos pies, no había visto a su animalejo a la primera. Y la voz de Sapo no le dejaba oír el leve chasquido de la rata.

Silencio, Sapo, o lo que sentirás será mi puño en tu cara. Creo que ya entiendo cómo va esto... El coso ese verde se puede bordear por la izquierda o la derecha, así que seguro que los orcos habrán dejado una trampa por uno de los lados mientras ellos saben que deben ir por el otro. Fijaos si hay huellas en el polvo, a ver cual de los dos caminos es el transitable sin trampas, y luego id tirando hacia arriba, por las escaleras. Estoy deseando encontrar a Rata para poder irme de aquí.  Desde la planta alta tendremos visión del patio de armas y sabremos más. Contaremos y nos iremos.

Se acerco furtivamente al extremo de un pasillo, se detuvo, resoplo y furtivamente llego al otro.
"Esta claro que esto es un ascua en la pelotas..." -Miro hacia las 2 elfas- Perdonar la soez, pero creo que estaréis conmigo.

La voz del Gnomo se escuchó con cierta fuerza en la habitación, mientras lanzaba su conjuro sobre sí mismo. Estáis seguros que si hubiera habido un Orco en las inmediaciones, la salmodia invocada por el Gnomo le hubiera llamado la atención, sin ninguna duda. Un error así en el momento menos indicado podría dar al traste con la misión de infiltración.

Estragón notó un cosquilleo en la parte de atrás de su gemelo derecho, era rata, que subió por la pernera de su pantalón saliendo de vete tú a saber donde...probablemente de una de las esquinas. Se quedó a la altura del brazo, a medio camino entre el hombro y el codo, agarrada con fuerza, mientras tanto Shagar miraba con furia hacia la puerta de salida pero conteniéndose, donde no se veía cerradura alguna, si no un simple picaporte del que tirar. Lo que sí que recordaban era haber visto un picaporte igual y unos enganches de acero con agujeros que hacían las veces de soporte para el candado, por la parte de fuera. Probablemente, el Orco que los había encerrado sin saberlo, simplemente se había limitado a cerrar el candado en su sitio de nuevo.

Seguíais teniendo la llave, pero desde éste lado de la puerta, poco se podía hacer. Habría que buscar una solución para salir.

Lilith se adelantó, tratando de escuchar algo cuando llegó a la primera planta, pero no escuchó nada. Al llegar a la parte de arriba, vio que el suelo estaba podrido, y que un gran agujero se abría en el medio, al igual que en el techo del primer piso, por donde se veía el cielo. También pudo ver dos puertas, una que daba al éste y otra al sur. Ambas eran de madera y estaban podridas practicamente por entero, con un gran y enorme agujero en su medio, por donde se podía pasar sin problemas. La puerta que daba al este daba a un pasillo interior que terminaba en una puerta, y la puerta sur parecía dar al exterior por la luz nocturna que entraba por ahí, probablemente a las almenas de la parte Oeste.

Eco no encontró nada que pudiera ser considerado una trampa...a excepción del mal estado de la madera y los ominosos crujidos que hacía en cuanto comenzaron a subir por la escalera. Se percató, no obstante, de que la parte más estable era la más pegada a la pared. Era lógico pensar que pasaría lo mismo en el piso de arriba.

Lauriel marchó detrás de Eco y Lilith, seguidos de Jerinor y Hathol, mientras Galdar esperaba a que los hermanos Levin comenzaran a subir las escaleras. Ninguno tenía nada qué decir, así que siguieron caminando en silencio.

Mientras Eco y Lilith hacían su trabajo, Sapo estaba acuclillado junto al lodo verdoso. No eran excrementos de orco como había pensado en un primer momento. Su curiosidad natural por todo le hizo tocarlo con un palo* y acercar su enorme nariz para olfatearlo. De todos es conocido el desarrollado sentido del olfato que tienen los gnomos. Aún así fue Lilith quien ponía en evidencia que la colonia no llegaba más allá de las antorchas por lo que parecía que el fuego la mantenía a raya.

Sin saber cuánto tiempo había pasado sumido en sus investigaciones al levantar la cabeza Sapo vio que casi todos habían subido al piso superior. No quería quedarse el último, ni abajo en compañía de los hermanos 1 y 0, por lo que correteó por el camino y luego subió con cuidado las escaleras, siempre lo más pegado a la pared como había indicado Eco.

Una vez arriba parecía que sólo podrían ir hacia el pasillo este que finalizaba en una puerta cerrada. De nuevo trabajo para Eco y la exploradora elfa de cabellos plateados. Hacia allí señalaba con insistencia Sapo, sin decir ni una palabra para que Estragón no le estampara el puño en su preciosa cara.

Bravo, Rata. Has hecho un buen trabajo, vuelve debajo del toque blanche. Te daré un poco de queso cuando volvamos a Fairhill-dijo, cogiendo la rata y metiéndola bajo el sombrero de chef, en lo alto de su coronilla.

Aprovechando que Shagar y Galdar iban detrás de él, Estragón aprovechó para ralentizar la subida de las escaleras y retrasar deliberadamente a sus dos compañeros.

Ssssh... Esa cosa verde se alimenta de madera y metal. Y carne... ¿pero quién no comería carne con lo rica que está? El caso es que si algo me pasara... Lo sé, hermano, no me mires así. Si algo me pasara, podéis mover las antorchas lentamente... convertir la rosquilla que forman en una "U" abierta en dirección a la entrada. Si el lodo solo puede moverse hacia la puerta que nos han cerrado, la devorará y podremos salir del castillo detrás de ese bicho verde. Os lo digo a vosotros porque os conozco y sé que sois valientes-miró alternativamente a Shagar y Galdar-, pero guardad el secreto... Mientras los cobardes que nos acompañan crean que no hay escapatoria, darán lo mejor de sí.

Tras la pernera de Galdar estaba el pequeño gnomo, tan pequeño que Estragón no había reparado en su presencia. El guapo de los hermanos Leivn siguió escaleras arriba hasta la siguiente planta, reuniéndose con los demás.

Estragón hizo una serie de gestos, señalando a Lauriel con el índice, a sus propios ojos con un juego de índice y corazón, y al agujero en la puerta sur con el pulgar.

Ains... lo que trato de decirte, Lauriel, es que asomes la cabeza por ese agujero y te asegures de que en las almenas no hay más vigías. ¿Será posible que tenga que explicártelo siempre todo? Y camina pegada a la pared, que el suelo no parece muy seguro.

Normalmente se lo pediría a su hermano, en el que confiaba más, pero también era en el que confiaba menos. Quería atarlo en corto para que no se lanzase a la batalla sin pensar, y se cargase la infiltración sigilosa.

También necesito a dos con buen oído que vayan hasta la puerta del pasillo, peguen la oreja a la puerta y se queden un rato tratando de escuchar ruidos. Eco, por ejemplo, y... ¿tú, hermano? Lo haría yo, pero ya sabéis-palpó el bulto de su mochila en el que estaba el tarro de cristal con su oreja mutilada-En cuanto volváis con toda la información decidiremos qué hacer. Con un poco de suerte, Lauriel tendrá un ángulo bueno para contar los orcos del patio.

Lauriel se giró hacia Estragón mientras éste cuchicheaba desde la parte baja de la torre donde os encontrábais, lo miró unos instantes y sin decir nada, se adelanto, pisando la parte más cercana a la pared, siguiendo las instrucciones de Eco, hasta la puerta, poniéndose al lado y tratando de mirar al exterior con mucho cuidado. Le hizo una seña a Lilith para que la acompañara, pues siempre veían más cuatro ojos que dos. Con cuidado, se asomó a uno de los bordes de la puerta, mientras dejaba el otro a Lilith. "¿Ves algo? Yo no consigo ver nada..." le susurró a su compañera.

Mientras tanto, Shagar se acercó a la puerta que daba al éste, pegando la oreja y escuchando, mientras el suelo crujía peligrosamente bajo de su considerable peso...pero aguantó. Tras escuchar unos segundos, se giró hacia el resto y negó con la cabeza, mirando hacia su hermano y haciendo un claro movimiento de "vacío".

Galdar seguía abajo, esperando que le dieran paso libre para subir las escaleras. Sapo, mientras tanto, introdujo un virote que llevaba, curioseando en el lodo verde, mientras acercaba la nariz. En un principio no pareció suceder nada, pero en el último momento, Sapo se dio cuenta que el lodo, ladinamente, había dejado un ligero hueco por donde él había introducido el virote, de modo que daba la sensación de que el virote había entrado en el lodo, pero en realidad, el lodo lo estaba evitando, dejando que Sapo se acercara centímetro a centímetro. En cuanto Sapo acercó la nariz para oler, el lodo se estiró hacia él.*

Mientras ves como el Lodo se estira hacia tu nariz, recuerdas una lección que te dió tu maestro, Licasto:

"....Sin duda ésto que vemos en ésta representación mágica es una variante peligrosa del lodo verde. El lodo verde es conocido por devorar carne, lo cual no quiere decir que éste que vemos aquí no lo haga, es probable que también. Pero por lo que podemos , ésta variante también actúa contra la madera o el metal, destruyéndolos. En el momento que nos encontremos con un ejemplar de éstas características, debemos fijarnos si sus alrededores están protegidos, sobre todo el metal y la madera, pero debemos saber que actúa con más saña sobre el metal que sobre la madera. No parece dañar la piedra, pues suele asentarse sobre suelo de piedra. El fuego le daña, o al menos le molesta bastante...."

Las palabras de tu maestro se pierden en tu memoria, mientras en esos escasos milisegundos aprecias que las antorchas están dispuestas con habilidad en un círculo bastante apretado alrededor de la misma colonia, impidiéndole moverse.  Es probable que otros materiales tampoco se vean afectados, pero..¿cuales? ¿Y qué más cosas podrá hacer ésta maravilla de la naturaleza?

Su mente era compleja y, para cuando las palabras de su maestro lograron abrirse paso entre otros múltiples estímulos fue demasiado tarde. Sapo abrió la mano asustado para dejar caer el virote al suelo con la esperanza de que el lodo verde no le fagocitase vivo.

Aunque Sapo intentó retirarse rápidamente del alcance del Lodo Verde, no pudo evitar que un diminuto pseudópodo le alcanzara la nariz, su enorme y gran nariz. Un gran dolor le conminó a gritar, pero por fortuna, el Gnomo aguantó, más por el susto que llevaba, más por la impresión... que por otra cosa, pues estaba viendo como su nariz estaba desapareciendo a ojos vista sin que él pudiera hacer nada.

Cuando se giró hacia el resto, la acción del lodo parecía haberse detenido, pero Sapo, ya no tenía nariz.

Dolor. Dolor. Dolor

La preciosa nariz de Sapo, una lustrosa y apetecible berenjena, una bella formación cartilaginosa que acompañaba sin complejos a los bellos ojos del mago gnomo dándole ese aspecto tan peculiar y carismático, había desaparecido. El lodo verdoso se la había zampado, o mejos dicho, fagocitado, disuelto como un azucarillo en un vaso de leche.

- ¡Aaaaarg!-Gritó el gnomo de dolor y de sorpresa. Era como una efervescencia, un ácido que corroía su piel y su hueso. Se llevó las pequeñas manos a la cara, tapando boca y nariz, ahogando un grito. Pataleó, correteó, dio saltitos, mordía desesperado la madera de su ballesta dejando en ella las marcas de sus pequeños dientes, todo para soportar el dolor y no gritar a los cuatro vientos. Si gritaba demasiado alto estaban muertos y eso era peor que no tener nariz. Pero el dolor cada vez era más fuerte y, si no hacían algo, iba a gritar. Correteó hasta donde estaba Galdar pues él era clérigo, algo podría hacer. Se agarró de sus piernas, implorante con sus ojos saltones, el rostro contraído y rojo como un tomate, y los huecos en su rostro, donde antes había una nariz, que ahora eran sus respiraderos.

¿Pero qué...?

Estragón acudió al oir el grito agudo e interrumpido de un gnomo idiota, cruzándose con Sapo en lo alto de las escaleras. Que llevase las manos en la cara no era más que otra excentricidad de aquel loco, y no le dió importancia, pero al bajar cuatro escalones, pegado a la pared, Estragón vió el burbujeo del cieno que delataba actividad reciente, y los últimos restos de un virote de hierro y madera hundiéndose en aquel verdor. Con todo, se formó una imagen aproximada de lo que había pasado.

Sacó de nuevo de debajo de su sombrero a Rata. No podía descartarse que algún guardia orco viniese a ver.

Baja las escaleras y espera cinco minutos. Si no viene nadie, sube y vuelve conmigo. Si abren la puerta y vienen a ver, chilla seguido, como si un lodo verde te hubiese corroído la carne, y sube trepando los escalones hasta la siguiente planta.

Hasta ahí llegaba su improvisado plan. Que los orcos pensansen que lo que había ocurrido es que una rata se había acercado demasiado al lodo y había salido escarmentada. Ya si se daban por satisfechos y cerraban de nuevo la puerta, ya si perseguían a Rata para meterla en la cacerola, era otro asunto. En el mejor de los casos podría noquear a un único orco... interrogarle... o matarle directamente, y ahorrarse problemas.

El cocinero volvió a subir los cuatro peldaños que le separaban del resto. Con señas, distribuyó a los demás pegados a la pared, en los puntos ciegos que alguien que subiese las escaleras de caracol no pudiese ver hasta haber completado sesenta grados o más de recorrido. Estragón se sentó en el suelo, de espaldas a las escaleras, con su mochila y su sombrero en el regazo. Visto por el cogote, tampoco sería difícil que un orco lo confundiese con alguien del campamento, dando tiempo a Lauriel a que le atravesase con una flecha... al orco, no a Estragón, aunque ganas no le faltasen a la elfa a estas alturas.

El repentino movimiento brusco de Sapo atrajo la atención de todos los del interior de la torre, que se pusieron en guardia y tensos, mirando hacia el lodo verde y esperando cualquier tipo de ataque. Pasados los primeros segundos, se hizo evidente que el lodo no iba a abandonar su lugar, ni se iba a mover del sitio, por lo que una especie de suspiro general se sintió en el lugar.

"Detente loco, o nos delatarás a todos" le susurró frenéticamente Galdar a Sapo, mientras éste se cogía de su pierna. No pudo evitar una mueca de desagrado al mirar al pequeño Gnomo a la cara, pero alargó su mano y se la puso en la frente, recitando una breve plegaria "Que el poder de mi Dios te alivie"*

Al instante Sapo sintió una oleada de frescor que hizo desaparecer el horrible picor y dolor que sentía en la parte frontal de su cara, pero Galdar no pudo hacer nada por regenerar su nariz. "Te recomiendo te tapes eso con un trapo, por si las infecciones.." le dijo el clérigo, manteniendo la calma y subiendo las escaleras conforme Estragón les hacía señas.

La rata miró a su amo a los ojos, y ante la sorpresa de todos, asintió ligeramente y saltó al suelo, para bajar los escalones con rapidez y destreza, aunque éso no era de extrañar, pues no dejaba de ser una rata. Desapareció de la vista de todos por la parte de abajo de la escalera. Lauriel, desde su posición en la puerta, indicó que no había visto a nadie y que no parecía haber reacción en el exterior, aunque a pesar de ello miró con preocupación y cierta "tirantez" al Gnomo. Señaló con el dedo a la otra puerta, la quedaba hacia la parte de arriba de la puerta de entrada del castillo, al norte. "¿Miramos allí?" susurró. Miró a Eco y le señaló la puerta con el mentón..."Explora y dinos qué hay"....

Que Galdar no tuviese poder suficiente para regenerar una nariz, le confirmaba a Estragón que el sacerdote no era lo suficientemente poderoso como para "pegarle" la oreja cercenada que llevaba en el tarro de cristal de nuevo a la sien. ¿Quién sabe? Puede que este fuese el desafío que les uniese en el futuro para vivir una gran aventura: Estragón y Sapo, los fieles amigos (todo lo amigo que puede ser un semiorco hecho y derecho de un absurdo gnomo) buscando un poder milenario capaz de regenerar sus apéndices perdidos. En cualquier caso, estaba el aquí y el ahora.

Por un lado le preocupaba que el techo, el suelo y las dos puertas de madera de esta planta presentasen agujeros, mientras que el pasillo con suelo de madera que había revisado su hermano, y la puerta del final de ese mismo pasillo, estaban intactos. Estragón estaba seguro de que allí debía haber algo.

Hermano... ¿La puerta tenía picaporte? ¿O cerradura? ¿La cerradura es del mismo tamaño que el de la llave que usamos para entrar en la torre?-terminó diciendo, por si acaso era una llave maestra que servía para ambas puertas.

Por otra parte, Lauriel no había hecho bien su trabajo. No había reportado lo visto por el agujero de la puerta, así que fue el mismo Estragón en el que echó un vistazo. Le faltaba la seguridad que le transmitía Rata cuando estaba con él para ver a su alrededor, pero por otro lado tenía una larga herencia por vía paterna de orcos que veían bien en la oscuridad.