Partida Rol por web

Vio como el ogro caía abatido, vio como todos los enemigos huían.- "Creéis escapar, pero la muerte siempre camina por delante de todos."

Vio como el cocinero prendía fuego en la zona donde hasta hacia poco había estado Vortigen, volviendo este a materializarse levemente en la silueta de las llamas que lo abrazaban.

"Tu que estas en llamas, tu que profanas a dioses y diosas. Deja que ahora el frió te acompañe a tu eterna morada, lugar de condena, donde tu carne sera arrancada hasta llegar a tu misma alma."

Tenso el arco. No se había movido del sitio desde que el rayo hiciera retumbar la capilla del lugar. A sus pies, el barro formaba el arremolinado camino que habían trazado sus pies en el devenir del combate. Su mirada seguía perdida, mirando más allá de si mismo. Estaba en trance, estaba en venganza por todo el dolor.

"Las llamas no te consumirán antes que el mismo vació que te vio nacer"

Estragón concentró sus fuerzas mágicas en hacer desaparecer de la faz de la tierra a aquel que le había arrebatado a su hermano. La llamarada salió feroz de sus yemas, pero perdió rápidamente fuerza, como si le faltara concentración. Un pequeño revoloteo de ropajes le indicó a Estragón que había acertado en la dirección general, pero le había faltado potencia al conjuro, pues ni un sólo quejido salió de los labios del mago. El cocinero supo que las ropas mojadas del Mago habían ayudado, de alguna forma, a que el conjuro no tuviera todo el efecto deseado.

La elfa aprovechó la distracción que había provocado Sapo, atontando al Ogro, para apuntar durante un segundo entero y disparar a bocajarro*. La flecha penetró por el cuello del Ogro y salió por su nunca mientras el enorme ser barboteaba esparciendo la sangre que salía por su boca y caía por su barbilla. Cayó pesadamente hacia delante, intentando mantenerse en pie apoyando la porra en el suelo, pero en un esfuerzo inútil. Con pasos rápidos, la guerrera elfa se alejó del ya cadáver hacia el centro del patio del castillo. 

Eco vio caer al Ogro, pero en lugar de relajarse, se giró con los ojos encendidos por una luz interior, continuando con sus rezos y apuntando al aire por delante de Estragón. Algo veía ahí y si el semi-orco le atacaba, es que era enemigo. Su flecha voló certera y se clavó en una figura invisible, que ahora sí, soltó un gemido de dolor. Estragón vio delante de sus ojos como la mitad de la flecha, invisible, se formaba de nuevo delante de él y caía al suelo. "Hi...hijos de puta...." escuchó débilmente. Unos pasos apresurados le indicaron que el mago había salido corriendo. 

Sapo, viendo que el Ogro había caído, detuvo el conjuro que iba a lanzar y recargó su ballesta. Tenía la opción de disparar a Tavik, pero su primer disparo se había estrellado contra la dura armadura de éste. Tenía la opción de disparar al aire delante de Estragón, pero no estaba seguro del todo. El blanco más sencillo era o el familiar de Vortigen o uno de los Orcos dormidos. Decidió** que el familiar era un buen blanco, ahora que estaba "entretenido" despertando Orcos, y apuntó y disparó. Al estar distraído, Garra volaba algo más estático de lo normal, lo que le restó agilidad a la hora de esquivar el disparo de Sapo. El virote penetró en un costado del Imp, que se giró hacia el gnomo con furia en los ojos. Un segundo después, desapareció en el aire. 

Apenas unos segundos después, se dieron cuenta que habían ganado. Tavik y el resto de Orcos supervivientes corrieron alejándose más allá del terraplén, corriendo por un camino que daba a un bosque, donde se metieron entre los árboles sin mirar atrás. Apenas habían sobrevivido 3 Orcos, además de Vortigen y Garra, que habían desaparecido y presumiblemente, acompañaban a Tavik. 

Una vez solos, acabar con los dos Orcos que aún dormían fue juegos de niños. 

La luz de la torre empezó a apagarse, poco a poco. 

¡No! ¡No podéis iros! ¡No es justo!-exclamaba el semiorco, girándose a izquierda y derecha tratando de encontrar a otro para descargar su furia.

Pero se fueron. Huían por el bosque alejándose de la columna de luz... o tal vez solo se escondían para esperar a que los Campeones de Shandrill abandonasen la protección y bendición del santuario de San Cuthbert. Y aquellos cobardes, aquellos asesinos, habían dejado atrás, tiznando las losetas del patio, un gran manchón que en su día fue Shagar.

Estragón guardó el rodillo de amasar bajo la solapa de su mochila, y caminó hasta las cenizas. Con lágrimas en los ojos se cogió el sombrero, descubriendo su cabeza, y lo apretó con fuerza arrugándolo. Rata bajó desde la cocorota hasta el hombro, apoyándose en la oreja que le quedaba al cocinero.

Snif, snif... Shagar. Shaaaagaaaar... Snif.

Había mucho por hacer. Tendrían que enterrar a Hathol. Tendrían que ver qué era esa luz que salía de la vieja iglesia. Tendrían que rematar o atar a los orcos dormidos. Tendrían que registrar la torre de la que salió el ogro. Tendrían que cortar las cabezas de todos sus enemigos para que Vortigern no los terminase alzando como no muertos. Quizás sería buen momento para tratar de deshacerse con antorchas de aquel limo corrosivo atrapado junto a la entrada por la que llegaron.

Pero aún con todas las tareas que quedaban pendientes, lo único que el corazón constreñido de dolor permitía hacer a Estragón era tratar de contener las lágrimas... y no lo estaba consiguiendo.

Sapo no daba crédito. ¡Huían! Tal fue la sorpresa que salió corriendo tras ellos agitando las manos y sacando la lengua.

- ¡Buuuuuuuh! Cobardes...- La verdad es que había pasado un miedo tremendo y sus enemigos más acérrimos, Vrtigen y el diablillo, habían huido. entonces se acordó de los orcos a los que había sometido con el gran poder de su arte. Correteó dando brincos y esquivando  cadáveres hasta llegar a ellos. Guardó la ballesta y sacó una pequeña daga. Señaló con su afilada punta a uno de ellos y miró a Eco.

- Hay que atarlo o cortarle el cuello.- Ninguna de las dos cosas las iba a hacer él. lo que sí podía hacer era ir registrando los cuerpos. Hacerlo no le era difícil pero tenía que soportar mientras tanto los llantos de Estragón por su hermano. Para Sapo Shagar no era más que uno de aquellos monstruos que yacían en el suelo. Un bruto descerebrado al que a veces le parecía pillarlo mirándole con ojos golositos, como si se lo quisiera zampar de un bocado.

- Jo, Lilith, ese movimiento ha sido increíble.- Le dijo a la arquera de pelo plateado.- Muy útil para un gnomo debilucho como yo.

Poco a poco el resplandor del campanario semi-derruido fue bajando de intensidad, hasta casi desaparecer, quedando apenas luz suficiente para iluminar la estancia interior. La luna se mostró con fuerza, iluminando con su plateada luz el patio del castillo donde un puñado de cadáveres permanecían allí donde habían caído tras la brutal lucha.

Estragón lloraba al lado de un montón de cenizas mojadas, medio dispersas por la acción de la lluvia y del viento, los restos de su hermano Shagar, mientras Sapo se dedicaba a ir de un cuerpo a otro e ir saquéandolos sin compasión, dejando los frutos de su búsqueda en unas baldosas al lado de la entrada al campanario. Lauriel se acercó a la muralla sur, por donde habían huído los Orcos, vigilando escondida en uno de los matorrales detrás de la muralla cochambrosa,su voz os llegó con claridad "Yo vigilaré desde aquí por si vuelven, mirar a ver si hay alguien más.". Lilith se unió a la vigilancia, en la pared oeste, por donde había escapado el secuaz de Vortigen, allí escondida era apenas visible y tenía un buen campo de tiro. Jerinor aparecía apenas un minuto después por la puerta del campanario. "Malditos bastardos, han conseguido escapar....qué asco." dijo al acercarse a los dos orcos que todavía roncaban como angelitos. Sacó una afilada daga y se la pasó por el cuello a los dos, con un corte profundo y bien medido. Ambos Orcos murieron entre estertores y tembleques, vaciando los líquidos de su cuerpo en las mismas baldosas que habían caído. "Iros a los siete infiernos...por Hathol." murmuró mientras veía como se desangraban. Se encaminó, tras escupir encima de los Orcos, al lugar donde Hathol había muerto, con intención de coger el cadáver y trasladarlo a un sitio un poco más digno. 

Galdar, que había permanecido unos momentos cerca de Lauriel, por si necesitaba su ayuda para rechazar algún contraataque se acercó de inmediato hacia el campanario, dejando atrás a los que vigilaban o se encargaban de saquear, entrando apenas un momento después que saliera Jerinor por la puerta. El brillo en sus ojos y su expresión fanática os indicaron que no tenía intención de pararse hasta que investigara el interior, apenas un par de segundos más tarde sus gritos exasperados fueron audibles por todos "¿Por....que?...¡han mancillado éste lugar sagrado! Oh, San Cuthbert, perdóname por no llegar antes...".

Habían ganado, pero el precio pagado había sido muy alto. Hathol muerto, Shagar muerto...y Vortigen, Tavik y Nagrod habían escapado, junto a unos pocos orcos más. Pero habían limpiado el castillo, habían conseguido echar a los Orcos que habían establecido una base allí, antes de que se hicieran más fuertes. 

Pero no estaba todo hecho aún. Quedaba la tarea inicial, su objetivo principal.

Eco, tras encender una antorcha, había desaparecido en el interior de la torre por donde había salido el Ogro, al parecer, curioseando.

Estragón se limpió los mocos con el dorso de su antebrazo y echó a andar. Había dos sitios que aún estaban a medio explorar: el interior de la iglesia y el interior de la torre. ¿Sería la torre en la que había entrado Eco la que estaba buscando Corian?

¡Galdar! Sigue a Eco a la torre. No me fio de ese cantamañanas...-dijo, metiendo al mensajero en un saco distinto al del sacerdote, como si Galdar sí se hubiese ganado la confianza de Estragón tras su papel en esta dura batalla.

El cocinero se acercó a la muralla sur.

Pssst... Elfa-dijo a Lauriel-. ¿Es cierto lo que dicen de los de vuestra raza? ¿Que podéis percibir las corrientes de aire de las puertas secretas? Necesito que te des una vuelta rápida por el interior de la iglesia y por la torre que falta por explorar. Buscamos trampillas a sótanos, o algo así. Si hay algo en este lugar que Vortigern necesite para ascender a liche, debemos destruírlo o llevárnoslo. Yo vigilaré en tu lugar. Vuelve a relevarme en un par de minutos.

Chicos... Nagrod el Rojo podría volver. Tenemos cinco minutos para explorar lo que queda de castillo. Jerinor, Vortigern podría hacer esqueletos de estos cadáveres. Necesito que le cortes la cabeza a todos... menos a Hathol, claro. A Hathol nos lo llevaremos.

A Estragón también le hubiese gustado llevarse a Shagar, pero esa maldita alimaña de Tavik no dejó nada de él que enterrar... El semiorco metió la mano bajo el sombrero y cogió a Rata para acariciarla sobre su regazo, y que le ayudase a vigilar. Esperaba a que Nagrod apareciese, para ajustar cuentas con el pasado, o que Lauriel informase de que había algo más que investigar en aquellas ruinas, lo que ocurriese primero.

Sapo se echó para atrás de un pequeño salto cuando Jerinor cortó el gaznate sin compasión alguna a los dos orcos que él había reducido.  No es que le dieran pena pero no quería mancharse de sangre sus ropas. Era muy escrupuloso con esas cosas y ya había tenido que tragar mucho con la compañía de los hermanos semiorcos como para encima mancharse con esa pestilente sangre. Por mucho que luego uno se lavara las manos, frotara y frotars hasta casi hacerte sangre, ese olor se metía muy dentro haciendo arrugar el gesto de desagrado.

Sapo gastó su preciado tiempo en clasificar y colocar con muchísimo mimo las pertenencias de los cadáveres. No era avaricia ni deseo de saqueo sino una imperiosa necesidad por dar un poco de orden al caos que aquella tropa de orcos dejaban por donde pasaban. Los comentarios de Estragón acerca de  cortar la cabeza a los orcos le llamaron la atención.

- Para deshacernos de los cuerpos...- Dijo mientras se palpaba la ausente nariz que ya tanto echaba de menos.-...podríamos echar sus despojos al limo verduzco.- Se refería a aquello que se había alimentado con su preciosa u gnómica nariz. No iban a quedar ni los huesos para que Vortigen pudiera levantarlos. Tras aportar su idea se unió a Galdar y Eco en la exploración del resto del castillo. Si había algo que pudiera interesar al mago ilusionista era encontrar cualquier objeto que Vortigen estuviera empleando allí.

Cuando estaba casi dentro, escucho de forma leve lo que dijo el semiorco sobre él. No se sorprendió, nunca lo hacia en ese aspecto. Siguió andando, esperando no encontrarse nada que pudiera recurrir en más problemas...

Vio como Sapo correteaba hasta ellos. Le apeno la perdida de su nariz, el pobre no se merecía eso.- "La curiosidad siempre tiene un precio, siempre se cobra algo, como todo en la vida y en la muerte."

Se giro hacia Galdar, con el mayor disimulo posible.- Es hora de decidir que hacemos, siguen esperando que vuelvas y te presentes... se que no descansaras hasta que no temas de tu sueño, pero no estamos capacitados para esto y lo sabes. San Cuthber proveerá, pero no podemos depender siempre de que ellos intercedan por nosotros, pues ellos nos eligieron para ser su palabra, su capa, su acero, su sombra y su luz. Nos toca a nosotros interceder por ellos aquí, entre la gente, y esto nos supera. Quiero tanto como tu seguir, pero tenemos que ser realistas. Acatare lo que decidas, solo se me ordeno venir a por ti y llevarte a salvo, pero nunca dijeron que tuvieran un tiempo limite. -Suspiro, le miro de refilón, alzo la cabeza y sonrió- Al fin y al cabo, todos somos libres de decidir. -Se apeno por un momento- Siento lo de la Iglesia, no he querido asomarme, pero me duele igualmente... y el dolor que les hemos causado no es suficiente, ni por nuestras perdidas ni por su maldad, siquiera por su corrupción. Pero ahora, debemos acabar de asegurar este lugar.

Tras apenas un minuto dentro del campanario, Galdar salió muy serio y con la mirada furibunda, casi retando a cualquiera a que le llevara la contraria. Escuchó a Estragón, y mirando hacia la torre en la que se adentraba Eco, le siguió con pasos largos y fuertes, mostrando una energía que indicaba su estado de ánimo.

Lauriel miró a Estragón de reojo mientras él le preguntaba. Frunció ligeramente el ceño mientras le contestaba "Sí, es cierto. Captamos con mayor facilidad ése tipo de...puertas o pasadizos. Es como un sexto sentido. Está bien, quédate aquí y vigila, si viene alguien, avisa." La elfa guardó el arco y sacando su espada larga, se dirigió hacia la torre-campanario, pues Galdar y Eco ya se estaban ocupando de la otra torre. Así ganaría tiempo. Jerinor no dijo nada cuando Estragón le indicó que hacer. Simplemente se dispuso a realizar la orden. Sapo, que estaba muy ocupado separando armas y objetos en mitad del patio, lanzó una sugerencia al aire. "No está mal pensado, gnomo, pero cargar con los cuerpos hasta allí es pesado y nos llevará tiempo. Mejor les corto la cabeza y si tenemos tiempo, los llevaremos allí." le dijo Jerinor a Sapo. Tras cortas las cabezas, se dirigió al cuerpo de Hathol y lo ató de pies y manos, para luego cogerlo a él y todo su equipo y llevarlo cerca de Lilith, donde lo dejó. "Tendríamos que traer los caballos para llevárnoslo. Llevar su cuerpo hasta los caballos va a suponer una verdadera paliza. ¿Te atreves a ir a por los caballos y volver? Con ésta oscuridad, a tí te será más sencillo." le dijo Jerinor a Lilith.

Lilith permanecia en silencio, vigilando desde su costado, mientras Eco y Galdar desaparecían por la puerta de la torre, sopesó las palabras de la humana mientras pensaba qué contestarle....
 

Galdar iba muy serio y con cara de enfadado, sus ojos lanzaban chispas dirías. Tus palabras apenas tuvieron efecto en él, al menos, no el deseado. "No pienso irme de aquí hasta que arranquemos el mal de raíz. Si quieres, puedes irte, pero después de lo que le han hecho a la capilla de nuestro Dios, no pienso rendirme. Su manifestación es prueba suficiente de que quiere que estemos aquí y que aún hay trabajo que hacer, Eco.". Encendió una antorcha, pues dentro de la torre no se veía nada, y te siguió.

Inmediatamente os asaltó un olor fétido y asqueroso, llenando vuestras fosas nasales. Ahí dentro olía...no...APESTABA a Orco y a Ogro. El suelo era blando, mullido. Al principio pensaste que podían ser restos de comida o inclusive, inmundicia o algo similar, pero no. Eran varias alfombras de diferentes tamaños y diseños dispuestas una encima de la otra que ocupaban toda la superficie del suelo. Al fondo de la estancia habían unas escaleras de piedra que subían al siguiente piso de la torre.

Tras subir las escaleras con precaución, siempre vigilantes, descubristeis que sólo contenía el cubículo del ogro, por los restos de huesos humanos y un enorme collar colgando de la pared que tenía múltiples calaveras entrelazadas, al parecer humanas también. También había una puerta de madera en el segundo piso, que daría a las almenas, pero estaba atrancada con varias tablas y hierros. Costaría un buen rato y tener herramientas para despejar la puerta.

Comenzando por la parte alta buscásteis algún indicio de puertas secretas o trampillas. En las partes altas, totalmente vacías a excepción de restos de huesos, excrementos y polvo, no había nada. En la parte baja, sin embargo, tras recorrer la estancia golpeando las paredes y escuchando con atención, repasando la pared con las manos por si había alguna juntura o malformación que indicara la presencia de una puerta oculta...tampoco encontrasteis nada.

Sólo fue al ir a salir de la estancia, cuyo olor casi os sentía hacer mareados, cuando Eco pasó por encima de las alfombras y en un momento dado, le pareció que el suelo se inclinaba ligeramente más de lo normal al pasar por un punto en concreto. Pasó un par de veces para asegurarse, pero había que levantar las alfombras para mirar debajo.

Las alfombras olían a orín, a restos podridos, a excrementos...inclusive a vómitos. Alzar las alfombras requirió un verdadero estómago de hierro*, pues el olor se intensificó sobremanera al moverlas.

Tras levantar las alfombras, Eco y Galdar pudieron ver una trampilla de madera en el suelo, tapada por las mullidas alfombras. La trampilla tenía una arandela de hierro grande de la cual tirar para abrirla.

Vamos... aparece, cabrón. Aparece...

Escondido en su rincón, Estragón no sabría decir cual de los tres cabrones esperaba con más impaciencia. Se limitaba a esperar, con los sentidos atentos, mientras acariciaba a su rata en el lomo. Allá, tras la cortina de árboles que vigilaba, en este momento Tavik y Vortigern tenían una discusión sobre qué hacer.

Quizás quieran esperar a Nagrod... quizás vayan a buscarle...

Quizás, con un poco de suerte, al ver que la columna de luz se había apagado, se estén acercando en estos momentos al castillo para retomar el combate. Eso sería lo óptimo. Estragón no era tan rápido como su hermano ni tan bueno siguiendo rastros. Su venganza exigía que fuesen sus enemigos los que se le acercasen a él.

Ooooh... sería estupendo que Vortigern, lloriqueando por sus heridas, acabase con la paciencia de Tavik, y el chamán orco rematase a ese maldito mago. Jujujuju... cómo lo disfrutaría.

Muy orgulloso de su trabajo de clasificación Sapo volvió a elevar la mirada cuando puso la última de las monedas en la cúspide de una columna formada por todas las de la misma clase.

- Monedas de oro: 35; Monedas de plata: 62; Monedas de cobre: 21- Y eso no fue lo único que listo de memoria, sino que reprodujo todo lo que había saqueado de los cadáveres.- Me quedo esta daga para mí y el dinero para repartir. Tengo cerebro para hacer cuentas y una memoria prodigiosa.-  La idea de traer los caballos le parecía grandiosa. Así podrían traer también a su mula, Lentejuela, a la que ya echaba demasiado de menos. Con los caballos podrían cargar los cadáveres y sus pertenencias.- Yo te acompaño, Lilith, así no tendrás miedo.

Lilith asintió tranquilamente cuando Jerinor le propuso ir a por los caballos y sonrió divertida al escuchar la propuesta del gnomo. Por supuesto, era un personaje que pasaba desapercibido y no vio inconveniente en su compañía. 

Muy bien, Jerinor. Tú vigilas ahora. Bien, Sapo, marchemos, dijo con una amplia y brillante sonrisa, que se le borró al instante cuando se volvió para echar un último vistazo al patio. Se puso tensa y, carraspeando, se encaró a Jerinor: Lamento tu pérdida. No se me da muy bien esto, pero... dio un par de palmaditas en el hombro de Jerinor y asintió forzadamente. 

Ya alerta, emprendió la marcha en la oscuridad junto con el gnomo. La piel de sus brazos y cara centelleaba cada vez que un rayo de luna incidía en ella. 

Veo que has recogido un buen botín. Tú sí que has salido ganando... rió suavemente. Aunque, ¿qué piensas hacer con esa nariz?

La verdad es que Sapo se quedaba embobado con todo pero con Lilith aún más. Verla refulgir cuando la luz de la luna incidía sobre su pálida piel era hipnótico.

- ¿Qué nariz?- Dijo Sapo como asimilando con lentitud las palabras de la elfa lunar.- Oh, MI nariz.- Se palpó otra vez por encima de la prenda que le cubría la mitad del rostro.- Pues no sé...- ¿Ir toda la vida tapado con un pañuelo? no, tampoco estaba dispuesto a ello. Si a él le daba igual su aspecto. ¿Qué mas le daba parecer un esqueleto por no tener cartílago nasal si ya muchos se horrorizaban de su rostro antes? Lo que a él le daba pena era el uso que le daba a su estupendo apéndice nasal. Todos los gnomos tienen un excelente olfato, lo cual para un mago es siempre una buena cosa si juguetea con la alquimia. Ahora sin esas estupendas fosas nasales iba a tener que meter la cabeza prácticamente entera en el caldero para distinguir los olores, lo cual era peligroso.- Algún día seré un ilusionista tan poderoso que hasta tú querrás casarte conmigo. Manipularé tu mente para que veas en mí a un ser perfecto: cogeré la altura de un olmo, los ojos de un gato y la nariz de ...ehm...una nariz esculpida en  mármol.- Sonrió a la elfa forzadamente como si lo que le hubiera dicho fuera algo de lo más bonito.- ¡Eso!  Haré que todos me vean como a ellos más les guste y mientras podré ir como a mi me dé la gana, jijiji, jajaja, jijijiejejjeje.- A pesar de que Lilith parecía mecerse con el viento Sapo tenía que corretear para ponerse a su vera. Sentía a su serpiente trepar por uno de sus escuálidos brazos. Ya sólo le faltaba Lentejuela para cerrar el conjunto.

Este olor...es.... -No le dio tiempo a acabar la frase, noto como le subía por el esófago el resurgimiento de lo que fuera en su momento su ultima comida. Salio arriba, a trote, manteniendo como podía las formas y evitando caerse...una vez estuvo medianamente fuera, lo hecho, dejo que su cuerpo se relajara, se recuperase. Tardo un momento, volvió a coger aliento, respiro hondo. Miro al cielo. Aun estaba oscurecido, amenazante por la noche y la tormenta.

La luna refulgía con fuerza. Vio a Jerinor con mirada perdida y triste. Vio en ultima instancia como se alejaban Lilith y Sapo.- "Ciertamente, son los que más me gustan del grupo, uno es tal y como es, y la otra...la otra es fuego, y a mi me encanta el fuego."

Rio para sus adentros- "¡Jajajaja! Siempre igual, ¿verdad Eco? Pero se te olvida todo el horror que acoge este lugar ahora, como han mancillado a tu Dios, como han mancillado la vida, como han mancillado la naturaleza. Ríete, pero ahora, recomponte, ve a por ello, siempre queda una verdad que encontrar." -Se sacudió la cabeza, tenia razón, siempre la tenia.- "¿Sabes lo incongruente que es hablar con uno mismo sobre el entorno como si fueras más de una persona?" "Bueno, tu ahora me estas contestando, eso no lo mejora" "Claro que si chicos, discutir eso mientras bajas si no te importa" "Vale, se acabo, orden, hay que acabar con esto, no quedara este agravio olvidado.""Fuego por Fuego y tu alma arderá de nuevo." -Siempre igual, cuando tenia que recomponerse, hablaba consigo mismo, quizás demasiadas voces consigo mismo, pero le relajaba, le daba perspectiva. Era algo que aprendió con el tiempo, y cuando le entrenaron, el instructor le enseño a sacar provecho de ello. "Si no ves algo bien desde un punto en concreto, deja que tu mismo te ayudes a verlo desde todos" le decía. Hacia tanto ya de eso.

Se volvió, no sin antes mirar de nuevo el panorama. Lilith desaparecía en la noche con sapo, con su fiero movimiento de hombros acompasado con las caderas. Sapo correteaba detrás, para luego rebajar el ritmo y volver a atrasarse y renovar el trote. Estragon lloraba su perdida, quizás más en la ira que en el dolor. Jerinor en cambio, aparentaba mayor abatimiento.

Se adentro de nuevo, vio a Galdar esperándole.- No dejaremos esto así. Me duele tanto como a ti lo que han hecho arriba, pero no podemos dejarnos llevar, tenemos que ser cautos. Tu visión, nuestra misión ahora mismo, es algo más que morir simplemente. San Curthbert nos ha puesto un objetivo, no le fallemos.

Se acerco a la trampilla, verifico antes que no había ninguna trampa, y se preparo para abrirla.

Giró la cabeza para que su pabellón auditivo, la oreja que le quedaba, enfocase la conversación de Jerinor y Lilith. Muy mal por la elfa. ¿Daba su pésame por la muerte de Hathol? ¿Y qué hay de Shagar? ¿Por qué Lilith no venía hasta Estragón a darle el pésame a él?

En el fondo sabía la respuesta... Era un semiorco. No pertenecía a ninguno de los dos mundos. Ni podía unirse a la banda de su padre, ni sería valorado nunca en ningún grupo de aventureros. Y ahora que Shagar había muerto, solo tenía a Rata.

Quizás cuando todo esto pasase, podría dejarles atrás. Viajar a alguna ciudad bulliciosa y perderse entre la multitud, en completo anonimato. Solitario, y rodeado de gente, todo a la vez. Dicen que Aguasprofundas está preciosa en esta época del año...

Entre ensoñaciones, volvió a prestar atención a los exteriores del castillo, vigilante, a espera de que Lauriel volviese de buscar puertas.

Eco y Lilith desaparecieron desandando el mismo camino que habían empleado para venir hasta el castillo, con los susurros de las hojas y la oscuridad del bosque rodeándoles por todas partes. Al poco rato de partir, fueron totalmente conscientes de que estaban en un bosque desconocido, con una patrulla de Orcos que había salido en la misma dirección en la que ellos estaban andando y que podían volver en cualquier momento....y que eran sólo dos.

Incluso el mismo bosque parecía querer impedirles la vuelta, porque los lugares que habían empleado (que no era camino al fin y al cabo), parecían volver a su estado original con una rapidez antinatural, al igual que la oscuridad les parecía más impenetrable y perniciosa que anteriormente. Incluso los sonidos del bosque se volvieron más amenazadores por momentos.

¿Llegarían a su destino....vivos?

Estragón vigilaba la linde del bosque, atento a cualquier movimiento, cuando un Orco enorme surgió con paso tranquilo de entre las ramas de un arbusto especialmente frondoso. Portaba un arco en sus manos.

A pesar de la distancia, Estragón reconoció casi de inmediato la figura de Nagrod, su padre. El Orco se quedó unos instantes mirando fijamente al lugar exacto donde se ocultaba Estragón, tensó el arco y disparó.

Una flecha cayó a un par de metros del cocinero, que se percató de que algo inusual sucedía con aquella flecha. ¡Llevaba un pergamino liado con una cuerda alrededor del ástil! Sin duda, un mensaje para él. Cuando levantó la vista de nuevo, Nagrod ya no estaba delante del arbusto. Había desaparecido como un fantasma que vuelve a su tumba.

Con un par de pasos rápidos Estragón se acercó a la flecha*, la recogió y volvió a cubierto, desenrollando con destreza el rollo y leyéndolo a la luz de la luna que resplandecía en el firmamento. "Eze debilucho de tu hermano a muerto para gloria de Orcuz, nueztro amo demonio y zeñor, zacrificado a él. Láztima no haberle podido dar una paliza yo mizmo. Zi te atrevez a venir a nueztra guarida, tú zeraz el ziguiente, te haré gritar como gritaba tu madre. N." El pergamino contenía un rudimentario mapa que indicaba en dirección Nor-este, aproximadamente, a unas montañas lejanas, donde indicaba la existencia de una cueva.

Al parecer, Nagrod retaba a Estragón a visitarle.
 

Tras el mal trago, te acercas de nuevo a la trampilla, fijándote que Galdar ni se ha movido del sitio, esperando que volvieras de tu salida a tomar aire. "No quedará sin respuesta su afrenta, amigo, pero no será hoy. Dices bien cuando te refieres a que aún tenemos trabajo que hacer. Presiento que el mal aún está aquí."

Como si sus palabras te devolvieran a la realidad, te acercaste a la trampilla y la examinaste. Parecía de funcionamiento sencillo, una simple arandela de hierro y tirar, pero una nunca se podía fiar de esas cosas. Tras un concienzudo examente, decidiste que no había peligro, y levantaste la trampilla con algo de esfuerzo, pues pesaba un poco.

Te asomaste a una cámara oscura y mohosa de la cual no pudiste calcular las dimensiones del todo por la poca luz entrante, con un fuerte olor a humedad, situada bajo la guarida de los orcos y encontraste un verdadero caos. Todo el lugar apesta a Orco y Ogro, por lo que no estás seguro de poder identificar los olores que emanan de ahí abajo, aparte del olor a moho y humedad. Por todas partes hay trozos de muebles antaño hermosos y los restos de tapices desgarrados yacen diseminados por el suelo como si un vendaval hubiera pasado por allí. Hay una trampilla en el suelo, en el centro mismo de la habitación y el área que la rodea está completamente limpia de restos, como si alguien los hubiese apartado a propósito.

La tenue luz de la antorcha que portaba Galdar no era suficiente para poder ver con claridad desde ahí arriba, por lo que, había que bajar. El problema es que no había forma de bajar, excepto saltando o volando. Cuatro metros de caída libre se presentaban ante tí, desde donde estabas hasta el suelo de abajo. 
 

"Ya sabemos dónde están los pocos muebles y tapices que quedaban en el castillo." comenta Galdar, cerca de tu oreja, mirando hacia abajo. "¿Tienes una cuerda? Yo la sujeto, tú bajas...aunque lo mejor será que vayamos a avisar al resto. Ahora vuelvo." te dijo, dejándote en las manos la antorcha.

Sus pasos resonaron en la estancia mientras se alejaba hacia la salida.