Partida Rol por web

- Lo suponía, pero debía cerciorarme, Gracias Rash por adelantarte. digo y sin mas espero a que alguien salga para salir detrás de el.

Que has hecho pequeña? Exclamó Jerinor enarcando una ceja, al escuchar el relato del mago y el misterioso medallon robado por Siria. Acercándose a Groland le cogio del brazo cuando vio que esta osaba tocarle un botón.Perdona, pero el grandullón va conmigo! Apartandola suavemente de este. "Que se había creído esta" pensó la guerrera.

La repentina revelación de Sirya, así como la comprensión de lo sucedido, hicieron que el Maestro Fulbert abriera la boca de par en par. Su brazo subió lentamente desde la mesa hasta su cara, revelando un temblor imperceptible en la mano que subió hasta su nariz para colocarse las lentes que portaba, de nuevo, en su lugar.

El hombre parecía empequeñecerse por momentos, mientras los allí presentes discutían entre ellos, tratando de aclarar la situación. Cuando Groland se acercó al hombre y lo intimidó, Fulbert simplemente asintió, mirando de reojo al fornido Guerrero, que pudo apreciar como unas gotas de sudor perlaban la frente del alquimista. "Sí, sí...no he oído nada...no se preocupe. Ahora, váyanse de aquí...por...por favor." respondió, con un claro tono amedrentado en su voz.

Cuando Kerri alzó la mano para lanzar su conjuro, la alarma se instaló en los ojos del Maestro, pero su gesto defensivo se vio abortado por la rápida intervención de Rash. "No puede lanzar conjuros dentro de mi casa sin mi permiso, jovencita" le dijo el hombre, con una nota estridente, como si le fallara la voz.

Cuando todos salieron del laboratorio*, el hombre se dejó caer en su asiento, apoyando ambas manos en su cabeza "oh...por freya y mystra...¿por qué todo me tiene que pasar a mí? sólo quiero una vida tranquila, para eso vine aquí...alejado de todo y de todos..." susurró.

Entonces se percató de que Rash aún estaba ahí.

El guerrero asintió con la mirada a su compañero medioelfo. Luego, se deshizo firme pero pausadamente del agarre de las dos mujeres y con expresión seria indicó:

—Vamos fuera. Ahora.

Él mismo fue el último en salir, lanzando una mirada a Fulbert y a Rash y cerrando la puerta detrás de sí.

En el exterior seguía lloviendo con suavidad, así que Groland se abrigó de nuevo en la piel y avanzó hacia el cobijo más cercano. Una vez allí:

—A ver —gruñó hacia Sirya—. Cuéntalo todo.

El grupo tuvo que recorrer unas cuantas decenas de metros hasta un árbol grande y frondoso que les cubriera de la lluvia, aunque no pudieron protegerse del frío viento que les atenazaba embistiéndoles una y otra vez. En los campos aledaños apenas habían unos pocos campesinos que estaban trabajando sus tierras, realizando diversas tareas.

Una vez allí, Groland se encaró con Sirya y le preguntó, directamente, por lo sucedido.

Mientras tanto, en el imparable reloj arenoso de la vida, el tiempo seguía pasando...grano a grano.

El alquimista miró a Rashaniel de reojo, con el nerviosismo reflejado claramente en su cara. "¿Qué....qué deseais?", le preguntó, turbado.

La intervención de Jerinor, altiva y arrogante -exactamente tal como era siempre que no estaba intentando ser condescendiente fingiendo amabilidad-, había estado a punto de hacerla saltar, cambiando su repentino miedo por aquél odio que sentía cada vez que estaba en su presencia, pero se vio forzada a mantener la calma y la compostura cuando el viejo mago habló presa de un pánico visceral por el que, esta vez, no podía culparle. Ella misma había estado en presencia de aquél brujo, había sentido el mismo terror incontrolable, era algo que no habría deseado a nadie, ni siquiera a la ex-guardia, por muy arpía que fuera, y sentía de verdad que aquél hombre hubiera sufrido por su culpa. 

Decidió no seguir molestando, no quería causar más problemas al maestro Fulbert, que nada malo había hecho, al menos nada lo suficientemente terrible como para verse en aquél problema en el que, sin quererlo, se había metido, así que cuando en un intento de alejar todo aquello de él les pidió que se marcharan, ella no dijo nada y simplemente asintió, compungida.

Ni siquiera ver como Groland apartaba a la mujer de sí mismo de la misma manera que esta misma la había apartado a ella la hizo sonreír mientras seguía al guerrero fuera de la casa del alquimista, ni siquiera un brillo malicioso en sus ojos o un ápice de alegría ante aquello. Nada. Sólo tembló cuando estaba a punto de salir de la habitación, aunque uno con solo verla no podría haber sabido si era debido al terror producido por sentirse desprotegida fuera de aquellas paredes o simplemente por el frío aire que se filtraba a través de la puerta abierta y que, incluso antes de salir, ya la hacía desear estar frente a una hoguera. Sin embargo no tenía otra opción, por lo que miró una vez más hacia atrás, apenada ante lo que dejaba ahí, y salió sintiendo el abrazo de la gélida mañana que esperaba fuera. 

Tuvieron que cubrir varias decenas de metros para al fin refugiarse de la helada lluvia que no había amainado y que atravesaba como pequeños alfileres su fina chaqueta. Empapada en apenas unos segundos, al menos intentó colocarse bajo el frondoso árbol de tal manera que las gélidas corrientes que mordían su pequeño cuerpo se vieran al menos se vieran detenidas por el corpachón del guerrero, que con la piel de oso iba bastante mejor protegido. 

Un escalofrío la recorrió la espalda, haciéndola temblar desde la cabeza a los pies, y una vez más no se podía estar seguro de si era por las bajas temperaturas, por el oscuro hechicero que la perseguía, o por una combinación de ambas. En el fondo, era algo que parecía no importar, pues el hombretón se encaró a ella y gruñó algo que, sólo porque sabía que era humano y no un animal salvaje, sabía era la pregunta que todos se hacían. No pudo más que mirar con ojos inocentes y tristes...

..., y cuando eso no funcionó, como era de esperar, simplemente masculló algo ininteligible que bien podía haber sido un insulto hacia el muy bruto por tenerla allí a la intemperie y hablarla sin tacto alguno cuando era claro que estaba mal, al menos tanto como podría haber sido una simple maldición por haber abierto la boca sobre el colgante. 

Fuera como fuera, no tenía más salida que contar lo ocurrido, sólo que era más difícil responder a aquello de lo que podrían haberse imaginado. No por sus problemas de..., memoria, no esta vez, sino más bien porque una vez más, poner palabras a aquella experiencia era aceptarla hasta un grado que no sabía si podía soportar. Suspiró. Igual que no podía irse de allí, tampoco podía quedarse callada mucho rato. 

Su traicionera memoria la devolvió a la noche anterior a la que aquél grupo de aventureros había llegado al pueblo, revolucionándolo todo como si de héroes se trataran. Eso había sido por tanto tres lunas atrás, tal vez dos o puede que cuatro, poco importaba, porque de cualquier manera tras recordarlo se le había quedado grabado en la retina como el hierro marca a fuego el ganado. Era una imagen que no podría borrar, de la que ya no podía huir. Suspiró de nuevo, y empezó a hablar...

- Recuerdo haberme escapado para entrenar con mi tío, Iba pertrechada, como me había pedido para sus "Clases de sigilo y robo"; una armadura de cuero que me había prestado y que no me venía bien del todo, ya sabéis, me picaba y siempre me estaba quejando de eso, una espada corta y un arco corto con un carcaj. ¡Ah! además me había llevado un cuchillo de casa, por si acaso. Me había explicado que tenía preparado un maniquí con el que tendría que practicar, algo "sin riesgo, por mi bien, pero con el equipo puesto, para desarrollar mejor mis habilidades" - dijo esto último imitando la ufana voz de Lannet. -. Pero eso era aburrido. Si, me acuerdo que lo pensé.

Acabé en el bosque, lejos del pueblo..., pero cerca había alguien, escuché unas voces masculinas que hablaban entre sí. Me asomé por entre unos árboles, sólo tenía curiosidad, de verdad, y vi un trío de hombres sentados alrededor de una hoguera. Uno parecía un mago, otro un clérigo, y el tercero claramente un guerrero, algún guardia o algo así. Sus palabras llegaban con claridad hasta donde me había acercado, así que me quedé allí.

Pasó entonces, tal cual, a contar lo que había escuchado, intentando, aunque no sabía muy bien por qué, imitar a los que había espiado.

...creo que ya estamos lo suficientemente lejos de Reme para que podamos hablar con libertad."

Dichas estas enigmáticas palabras, el mago tomó asiento en el tronco cerca del fuego y sacando una pipa de entre sus ropajes, la llenó con hierba que sacaba de una pequeña bolsita que llevaba anudada al cinto, bolsita que ofreció para que, quien quisiera, pudiera coger. La pipa comenzó a humear y pareció mucho más relajado. 

"Bien, lo primero, deciros que podéis preguntarme lo que queráis, trataré de contestaros lo mejor que pueda. Lo segundo, contaros lo que sé, ahora que creo que ya no corremos peligro." Una larga chupada a su pipa y una nube de humo que sube al firmamento. "Hace no mucho, fui con mi tío a visitar a Feriblan El Loco, como suelen llamarlo, a la ciudad portuaria de Reme, donde nos conocimos. A mi tío le gustaba visitar a ése viejo chocho, pero yo odiaba visitarlo, me daba mucho repelús. Bueno, más que él..., su aprendiz..., Vortigern, y su familiar, un cuervo enorme llamado Garra. Así que, como siempre, me las ingenié para dejarlos a solas y me escabullí  para poder entretenerme con los diversos libros y rollos de pergamino con hechizos e historias más que interesantes que tiene ése viejo en su casa. Tiene una de las colecciones de escritos y libros más comentadas de los alrededores por los usuarios del arte, en eso tengo que darle mi reconocimiento." De nuevo, otra chupada a su pipa y otra nube de humo...

"La cuestión es que mientras estaba cogiendo un rollo, una caja de uno de los estantes cayó y al ir a cogerla tropecé y me golpeé con el mueble, produciéndose un ruido hueco en su parte trasera. Encontré un compartimento secreto con un pergamino enrollado de aspecto muy antiguo y una pieza de algo envuelta en seda. Podréis imaginar mi sorpresa y excitación en cuanto me dí cuenta que había encontrado algo que llevaba mucho tiempo escondido sin que nadie se hubiera percatado, así que rápidamente lo escondí entre mis ropajes y me lo llevé. Sí, me lo llevé, y no se hable más del asunto. El viejo chocho está loco y casi ni se acuerda de que tiene que ir a mear, y su aprendiz..., bueno, ya llegaremos a eso..." de nuevo se lleva la pipa a la boca y sigue hablando.

"Una vez en lugar seguro, pude inspeccionar ambos objetos. El pergamino era una carta, y la pieza un amuleto." 

Ella misma sacó de entre sus ropajes, de nuevo, el amuleto plateado. - Y aquí está la carta... - Dijo sacando también un pergamino que tendió para que lo cogiera quien quisiera, pues ella lo había prácticamente aprendido de memoria, casi como si lo tuviera escrito en algún lado*. Luego, cuando cogieron la hoja, con cuidado de que no se mojara, siguió hablando, esta vez sin hacer absurdas imitaciones.

- Ambos objetos se refieren al viejo castillo..., es lo que les escuché. 

Después un graznido repentino atrajo mi atención y, de repente, el bosque pareció cobrar vida alrededor mía. Hombres encapuchados salieron de entre varios arbustos a no muchos metros de donde estaba y atacaron al trío. Uno cargó con un hacha y el otro se quedó atrás disparando con un arco..., pero lo peor fue el tercero, un hombre con apariencia de hechicero o mago, con una túnica negra y rojiza, que se quedó a la espalda del arquero y el cual me dio repelús desde el mismo momento de poner la vista en él. "¡Vortigern!" gritó el mago del amuleto, guardándolo entre sus ropajes. "Sí, maldito, ¡has cogido algo que era mío por derecho y ahora vas a pagar con tu vida!¡No te dejaré llegar al conocimiento y a los tesoros de la torre...¡son sólo míos, míossss!". - Volvió a imitar varias voces, antes de continuar de manera normal. - Sin mediar más palabras, la lucha comenzó, y terminó con bastante rapidez, gracias al elemento sorpresa que los atacantes habían aprovechado tan bien. El mago de negro lanzó un par de proyectiles de fuego que impactaron en el mago del amuleto, que cayó al suelo con una flecha en el estómago. El guerrero del hacha decapitó, de un sólo golpe, al guerrero de la hoguera, al cual apenas le había dado tiempo a coger su arma. El clérigo, que gritó "¡Por San Cuthbert!" al cargar contra el guerrero del hacha, fue hecho papilla entre los tres. 

Un enorme cuervo, mucho más grande de lo normal, se posó en el hombro del mago negro mientras los otros dos saqueaban los cadáveres. Vortigern se acercó al cuerpo del mago caído y le arrebató el amuleto y cogió la carta del suelo. Luego, como si estuvieran riéndose de ellos, les robaron sus provisiones y se sentaron allí, a cenar y a repartir el botín entre los dos guerreros, mientras Vortigern permanecía apartado leyendo la carta y manoseando el amuleto.

Decidí, y no me preguntéis como llegué a eso, que robar a un asesino y ladrón era mucho más emocionante que robar a un maniquí, así que esperé el momento adecuado, como me había enseñado Lannet. Cuando se hizo más tarde, se pusieron a dormir haciendo guardias, pero para mi fue relativamente sencillo acercarme al mago caído y robarle los dos objetos. Estuve tentada de seguir probando suerte, pero en ése momento el cuervo, dormido en una rama cercana, graznó y el mago abrió los ojos. 

Recuerdo el odio y la furia con la que me miró mientras intentaba levantarse atropelladamente. No, yo no... - Se entrecortó su voz. Empezó a temblar y estuvo a punto de caer, pero se repuso en unos segundos, recordando que no estaba allí, y dejó escapar el aire que sin darse cuenta había contenido. - Mis piernas reaccionaron antes que mi cabeza, y cuando me quise dar cuenta, ya estaba a una gran distancia. Escuchaba sus gritos que se iban alejando, mientras yo corría y corría por entre los árboles sintiendo como el aire entraba cada vez con más dificultad en mis pulmones. Prometió, él prometió que me encontraría, que desearía haber muerto allí... - Sus ojos se inundaron en lágrimas y un desagradable nudo se instaló en su estomago. - Dijo que me haría cosas horribles, que me daría a sus hombres y.., y... 

No pudo continuar. La misma sensación de peligro inminente y muerte que la había perseguido todo el camino a casa e incluso después, porque sabía que había algo buscándola, algo que no podía ver, pero sí oír, regresó. Sentía alivio por haberlo hecho, pero temía que hacerlo había puesto en marcha poderes muy por encima de ella, fuerzas que no iban a detenerse hasta dar con ella. Y entonces sabía que todas las promesas de Vortigern se harían realidad.

Rashaniel guardaba las cosas con parsimonia, dándole a entender a sus compañeros que hasta que no se marcharan, no empezaría a hablar. No sabía por qué, pero prefería esconder ciertos secretos a Groland y los demás. Secretos como, por ejemplo, la forma en que los Magos obtenían sus hechizos y conjuros. Había algo único, especial, en esa relación dentro de su gremio, que no quería que se pervirtiera. Decirles algo como "eh, puedo rellenar mi libro con todos los hechizos que quiera, sólo tenemos que encontrar otros lanzadores de conjuros y arrebatarles el suyo" le hacía sentir incómodo.

- Querría hacer un intercambio con vos, si estuviérais dispuesto a ello - dijo, posando su libro de conjuros sobre la mesa - ¿Me enseñaríais el hechizo para Identificar objetos mágicos? Quizás tenga algo que os interese...

Me incline ante el mago y le dije:- Lo siento maestro, pero era para agilizar los tramites y así no importunaros mas tarde con los objetos que faltan. Pero le pido humildemente disculpas por mi infracción sin su permiso y sera purgada ante el templo de Freya con unas oraciones para que mi diosa le proteja.
Luego salí con los demás acabando a la sombra de un árbol donde Sirya en una especie de Sirya nos contó lo sucedido.
El relato era mucho mas de lo que yo me había imaginado y tener dos objetos del castillo... era una bendición, aunque un gran mago estuviera tras su búsqueda.
Así que digo a Sirya: - Sirya, puedes dejarme esa carta? y enseñarme el amuleto?

Tras salir de los dominios del mago Fulbert y buscar cobijo debajo de un arbol que les protegiera de las inclemencias del frio tiempo, escucharon el relato de la pequeña Sirya. "Tremenda hija de su madre", pensó Jerinor, mientras se mesaba la barbilla pensativa e impresionada por la destreza y valor de está. "Joder, la que ha liado la tia, no sólo tenemos que luchar contra el mal del castillo, sino que tambien nos esperá luchar contra un mago en busca de venganza". Fiuuuuuuu.

Joder Sirya! Eres una caja de sorpresas! Haciendo una pausa dramatica, prosiguio. Hay algo más que debamos saber? No sé, algo más que se te ocurra, estó último lo dijo con algo de sorna. A continuación, poniendose ya más seria, exclamó: Eres valiente pequeña! De eso no hay duda. Mirando a todos continuo. Debemos acabar con ese mago y sus esbirros antes de llegar al castillo. NO podemos luchar contra dos frentes. Imaginad por un momento, que salimos malheridos del Castillo para caer a continuación presa de esos individuos. Nos matarian como a moscas.

La carta estaba a mano para cualquiera, Kerri sólo tenía que alargar la mano y cogerla de entre sus dedos, que no opondrían resistencia alguna. El medallón, en cambio, era otro asunto, y aunque por un lado la asustaba tenerlo, por otro no quería soltarlo. Así que cuando la clérigo se lo pidió también, hizo una mueca de disgusto y lo puso contra su pecho, cerrando el puño mientras estiraba más el brazo para acercar el pergamino. La mujer no necesitaba las dos cosas a la vez, eso seguro, pero es que además el colgante no era importante para nada. Sabía que si insistían lo entregaría -temporalmente-, pero prefería guardarlo ella de momento. 

A Jerinor, por su parte, la ignoró como si no existiera. Aquella mujer no la caía en gracia cuando era una guardia del pueblo, pero ahora, después de lo sucedido con Groland y en general por su actitud hacia ella, aquella molesta sensación se había convertido en una llana y directa irritación. Por eso prefirió no responder a su sarcasmo, e incluso obviar el "halago" que la había hecho, sabiendo que seguramente no sería más que una artimaña para después burlarse de ella. Así que respecto a la soldado, ella simplemente se irguió en una posición muy digna, y con toda esa dignidad hizo caso omiso, pese a que la idea de que se encargaran del brujo por ella le parecía un plan genial para el que daría su bendición sin dudarlo.

Bajo el árbol, viendo a los campesinos trabajar a cierta distancia, Groland escuchó el relato de la chica. «El "tío Lannet" tiene una idea muy curiosa sobre lo que conviene a una muchacha», pensó. La descripción de los objetos tampoco le hizo mucha gracia. «Secretos largo tiempo olvidados… Mal augurio», se dijo con expresión taciturna, haciéndose aspas mentalmente. Luego, recordó: «Como el puto castillo». Aquella empresa apestaba cada vez más. Luego, hizo memoria, tratando de recordar si le sonaba algún Feriblan el Loco, de Reme. La mención a San Cuthbert tampoco le pasó desapercibida: la capilla profanada en el castillo estaba dedicada a ese dios. En otro momento del relato, observó a los cielos, a los árboles, a los tejados, en busca de algún cuervo de gran tamaño. O de cualquier cosa.

Pero la clave eran ese Vortigern y el medallón, obviamente. Por lo que contaba la chica, y por su reacción -¡y la del alquimista!- al recordar al mago, él y sus dos socios debían ser realmente peligrosos. «Ha sido una imprudente. No, peor: una estúpida. Una maldita niñata estúpida y engreída. ¿Por qué tenía que buscarse problemas con alguien así? Merece que la dejemos a su suerte y nos mantengamos bien lejos. Realmente lo merece», se decía el guerrero mientras escuchaba. Su talante noblote no tardó en rechazar aquello. «En el fondo, es sólo una niña. Mírate a la cara: ¿eres de los que dejan a las niñas a su suerte?». No sólo eso: el cormyriense sabía que ya daba igual si el medallón pertenecía realmente al mago o no, o que pudiera ser devuelto. «Van a ir a por ella. Y van a encontrarla. Y van a hacerle cosas que un hombre decente nunca haría a una niña». Quizás Sirya quería largarse de aquí para proteger a su familia. Eso cambiaba las cosas. «¿Puedo dejarla sola? ¿Qué clase de hombre haría algo así?» Groland sabía la respuesta. «No el hijo de mis padres».

Quería ojear los objetos, como Kerri, pero tenía miedo. ¿Y si estaban malditos? Tomó nota del comportamiento de Sirya con el medallón y esperó a que Kerri leyera la carta, deseando que lo hiciera en voz alta. Cuando Jerinor intervino, Groland pensó que echaría la bronca a Sirya. No fue así.

—¿Estás mal de la cabeza, Jerinor? —exclamó con muy mal tono, al ver que la elogiaba—. La chica no ha hecho nada bueno. Ni siquiera gracioso. Kelemvor se lleve a los magos con sus medallones, sus torres y sus misterios... —Escupió en el suelo para espantar la mala suerte.— Ha puesto en peligro al pueblo. Nos ha puesto en peligro a todos. —Se giró hacia Sirya, bastante cabreado, pero calmado, y señalándola con el dedo.— Niña, escúchame bien: no te vas a despegar de nosotros. Te vamos a ayudar con esto. Pero grábate a fuego lo siguiente: la tentación de dejarte tirada aquí mismo ha sido muy fuerte, ¿entendido? Si no aprendes a controlar tus manos, yo mismo te daré una patada que te hará llegar a Reme, o a Athkatla, o a Puerta de Baldur, o a donde demonios quieras ir. Otra cosa: ¿Rash ya sabe todo esto? —Tras escuchar la respuesta, añadió, respondiendo a Jerinor:— Es cierto que no podemos ir al castillo con esos tipejos rondándonos. —Pensó unos instantes. Cuando volvió a hablar, lo hizo aún muy pensativo.— Debemos tenderles una trampa. Obligarles a descubrirse en nuestro propio terreno.

Casi disfrutó con la bronca que Groland le echó a Jerinor. Casi. Lo habría hecho si no hubiera continuado tirando de ese hilo, pero ya era tarde claro. Lo había dicho, y aunque no mentía, había sido excesivamente duro. Ella no había hecho nada malo, sólo había robado a un hombre terrible algo que no le pertenecía. Seguramente hasta les vendría bien aquello, si su misión era el castillo. 

Levantó el mentón, desafiante, hacia el guerrero. - No necesito tu ayuda. - Dijo tras meditarlo un instante, o a lo mejor estaba simplemente maldiciéndole en su cabeza, quien sabía. - Y si Rash quería saber algo, que hubiera venido. - Terminó, aún enfadada con el elfo porque no había querido gastar unas pocas monedas en descubrir que magia ocultaba el medallón; había preferido aquella raída capa. - ¡Ja! - Luego, casi se lo tiró, dio el pergamino a Kerri y se marchó de allí con amplias zancadas, erguida hasta el punto de que debía ser doloroso ir tan recta, dirigiéndose a la taberna...

... Por su parte, cuando Kerri desenrolló el pergamino y lo leyó, en voz alta por respeto a todos los allí presentes, esto es lo que descubrieron.

"Mi querido Fériblan:

Debo confesarte - mi mejor amigo - que no fui sincero del todo contigo en nuestra última reunión. Me siento obligado ahora a contarte aquello que te oculté, pues ésta podría ser la última vez que escribo con manos mortales. ¿Recuerdas nuestra discusión, hace algunos meses, sobre los liches y cómo los usuarios de las artes arcanas podrían conseguir llegar a ése estado en particular? Debo admitir que el tema, para mí, no era sólo por profundizar en dicho conocimiento, por curiosidad, como te hice creer. Y por ello, me disculpo. 

Se que tú, amigo mío, has atisbado en la oscuridad en el nombre del conocimiento. Por eso siempre he buscado tus enseñanzas y consejos. Yo también me he atrevido a atisbar en ésa oscuridad, y como tú, he encontrado conocimiento....conocimiento más allá de lo imaginable. ¡¡ Al mismísimo Lord-Demonio Orcus le he arrebatado el secreto para convertirme en Liche !!, y ahora planeo dar un paso más allá de la simple teoría escolar y convertirme en inmortal. ¡¡ Imagínatelo, amigo mío !! Una eternidad para estudiar "El Arte", ¡¡ para convertirme en maestro del poder arcano!!.

Conforme escribo éstas palabras he conseguido reunir todo lo necesario, ungüentos, viales, instrumentos y tomos, todo, para mi transformación, todo salvo una cosa - una filacteria arcana de elaborado diseño. Los ingredientes para ése objeto me llevarán de nuevo a tu ciudad. Cuando estés leyendo ésta carta, ya habré conseguido todo lo necesario, incluida la filacteria, y estaré de vuelta en mi fortaleza.

Ahora, mientras comienzo a preparar mi mente para mi fabuloso destino, mis pensamientos han vuelto a ti, mi más viejo amigo. Acompañando a ésta carta encontrarás un pequeño saco de seda. En el saco está mi amuleto - un amuleto que he creado para ti. Conozco la sed de conocimientos que tienes, pues es similar a la mía. Con éste amuleto, tendrás acceso a mi fortaleza, donde viviré con mi inmortalidad. Si quieres aprender lo mismo que yo, si quieres tomar éste camino, debes visitarme. Tengo secretos que harían volverse a ése denominado "Gremio de Magos" perros rabiosos, de tal forma, que se tirarían al cuello unos a otros sólo con tal de conseguirlos, si supieran que existen. 

Durante largo tiempo otros de tu especie te han llamado "loco". Quizás ahora me lo llamarían a mí. Pero no me importan sus epítetos. Deja que digan lo que quieran. He conseguido algo mucho más importante que las simples palabras - he conseguido la inmortalidad, y con ella, poder. Compartiré ése conocimiento contigo, mi amigo. Visítame pronto.

Miremos, una vez más, a la oscuridad, juntos.

Eralion"

Cuando Syria se empieza a largar Kerri va detrás de ella y la frena poniendo una m,ano en el hombro y la dice:- No Syria, no es recomendable que deambules por hay sola, y no por nosotros, sino por tu seguridad, ven, estaremos todos juntos y resolveremos esto entre todos.
Estas palabras la sorprendieron, pues siempre solía hacer lo que ella quería o pensaba que era mejor, pero no sabia si por el cambio de Diosa o por las enseñanzas de Shandrill pero su actitud había cambiado.
Así que volvió a llevar a la joven Syria con el resto del grupo y allí leyó la carta, al terminar dijo:- Bueno, gracias a Syria y a su imprudencia e intento de demostrar que es hábil con las manos, sabemos que lo que hay en el castillo no es un Vampiro, sino un Liche, la cosa se pone cada vez peor, ahora entiendo el cambio de tiempo y demás, al parecer los Liches tienen ese tipo de poder.
Por otro lado tenemos a tres magos implicados, el que iba con los dos hombres llamado según la carta es Fériblan,(si no le quitaron esos individuos la carta y el medallon), amigo de Eralion, el que se convertiría en Liche y estará en esa catacumba cerrada. Y el tal Vortigern, que quiere ese poder y pretende entrar en el castillo y en el hogar de ese Liche. Así que quizás Ese Vortinger nos ahorre el trabajo, pero supongo que no sera asi, pues al parecer el mal ronda en su alma por la intensidad del combate y la descripción de Syria.
Hago una parada y continuo:- Debemos ir al castillo lo mas rápido posible,ya que el Liche esta despertando y como lo haga finalmente acabaremos todos muertos. Puede ser que nos espere al salir, pero sin el medallón no podrá entrar en la cripta según dice la carta, por lo que si vencemos al Liche podremos descansar allí, hasta que estemos todos preparados para enfrentarnos a el. Ya que no tenemos ni idea de donde podría estar ese Vortigern.
Dicho lo cual le devuelve la carta a Syria y extiende la mano para que le entregue el medallon y poder estudiarlo mientras dice:- Ahora Syria, préstame el medallon, debo saber si esta maldito o no aunque lo mas seguro es que solo contenga magia de apertura, pues por lo que saco en conclusión de la carta es que abre alguna especie de puerta y sin ella no podremos abrirla. Lo que a pesar de traernos dificultades y una gran amenaza para ti y los que estamos contigo, has traído un gran avance en la destrucción del mal de ese castillo y la tranquilidad de la población de Fairhill.
Luego miro a los demás y termino diciendo:- Queráis o no queráis, Syriua a traído algo que nosotros no hubiéramos podido sin un enfrentamiento a vida o muerte. Si una imprudencia, pero una imprudencia que nos viene muy bien si vamos rápido al castillo.

A Groland no le gustó la actitud caprichosa de Sirya, pero empezaba a entender que ladrándole órdenes sólo iba a conseguir que pasara de él. De ahí que suspirara cansado cuando Kerri intervino autoritaria. «Sólo quiere proteger a la chica, pero así conseguirá poco». Tampoco le gustó que volviera a elogiar a la chica: todo aquello había sido una coincidencia afortunada, en el mejor de los casos. «Acabará pensando que hizo algo bien...» Pero tenían problemas más graves: si sus peores temores se confirmaban, un lich estaba despertando en el castillo. O algo peor. Los motivos para largarse de allí y dejar el problema en otras manos se le acumulaban. «Pero… ¿Y si no hay tiempo?» No podía saberlo, y no iba a arriesgarse: debía ayudar. No pensaba huir.

En esto pensaba tras escuchar la carta. Mientras, Kerri desgranaba sus propias conclusiones. Por desgracia, las prisas habían hecho que confundiera algunos detalles.

—Alto ahí, hermana: sí, el mago Eralion escribió esa carta al tal Feriblán, pero es su aprendiz, Vortigern, quien busca el medallón —explicó ante el perfectamente comprensible error de su compañera—. Del tercer mago, el que robó en primer lugar la carta y el medallón y fue asesinado por Vortigern, no sabemos el nombre. Si su cuerpo y el de sus socios sigan donde cayeron, no pienso averiguarlo. —Por lo demás, Kerri no había estado muy errada.— Puede que nos enfrentamos a un liche, y eso lo vuelve todo más urgente, pero mantengamos la calma: primero, debemos advertir a Arlen y Baran de todo esto. Tienen que saberlo. —«Y Rash antes que ellos».— Luego, debemos ocuparnos de ese Vortigern. No entrará en el castillo sin el medallón, pero si vamos allí, nos atacará. —Por cómo lo dijo, era obvio que tenía una idea.— Finalmente… —Tragó saliva.— Finalmente Iremos al castillo.

Kerri miro a Groland extrañada, se había equivocado de verdad?, pues si era así, Kerri volvió a estudiar mentalmente la nota y la historia y llego a la conclusión de que si, así que dijo:- Tienes razón, me he equivocado. Cuando salga Rash, habrá que comunicarle el cambio de situación.

Se dejó conducir por Kerri de nuevo con los demás, quedándose a su lado sin decir nada mientras leía la nota y exponía los hechos. Fue después turno de Groland, respondía a los dicho, hablaba y hablaba, como hacían todos, y ella simplemente seguía perdida en un lugar muy lejano a aquél, uno donde estaba a salvo, uno del que fue arrancado de improviso ante las palabras del guerrero.

- ¡¿Qué?! - Exclamó, incrédula ante aquella idea. - N..., no, no puedes decirle nada a mi padre de lo que hice. Ni a nadie. - Negó con la cabeza, reforzando sus palabras, hasta que finalmente se quedó quieta, se puso seria, y guardó las manos en los bolsillos; en uno de sus puños cerrados, por supuesto, iba el medallón. - Si contáis algo de esto no os daré el colgante. Me iré con el a Puerta de Baldur... - Dijo con sorna, sonriendo de medio lado al bruto por la ironía de que amenazara con largarse al mismo lugar al que él la había amenazado con mandar "de una patada" -, y vosotros no podréis pasar al castillo. 

Ehehehe! No tan rápido pequeña! Acaso condenarías a tu padre, a tu madre y al resto de los ciudadanos de Fair Haill? Entiendo que la situación es muy tensa y violenta, pero ya es tiempo de madurar y afrontar la realidad! Así que olvidate de huir!!! Que te quede claro.
Contaremos lo del colgante y omitiremos la historia de cómo lo encontraste y llego a tus manos. Digamos que lo encontraste por azar. Eso lo dejo a tu imaginación.
Bien, si estamos todos de acuerdo debemos avisar a Baran y a la Suma Sacerdotisa. Con un poco de suerte quizás nos den 2 o 4 soldados de la Villa para ayudarnos en nuestra misión, máxime cuando se trata de luchar contra un liche.

Groland estaba muy de acuerdo con Jerinor, pero decidió hablar para probar si un trato diferente con Sirya la hacía más receptiva. Con los brazos cruzados sobre el pecho, se colocó junto a la chavala, haciendo valer sus casi dos metros de altura.

—¿De qué tienes miedo...? —Casi se le escapa un «chica».— ¿De qué? ¿De tu padre? ¿Es así como actúa una mujer adulta? —preguntó, sabiendo que ahí tocaba hueso—. ¿O es que te avergüenzas de haber robado el amuleto? —añadió, intuyendo ya la respuesta y deseando equivocarse—. Pues asume tus actos. Sólo hay dos tipos de personas que no asumen sus actos: los cobardes y los niños. Y tú no eres nada de eso, ¿verdad?

La parte del sermón sobre el deber de ayudar a los demás ya se la había soltado Jerinor, así que no fue por ahí. Tampoco dio ninguna señal de pretender moverse de donde estaban, pese a las prisas de la guerrera: no se iba a ir a ninguna parte sin Rash.