Partida Rol por web

La atalaya se alza ante ti imponente. LA verdad es que esta en verdaderas ruinas, con todas esas grietas y boquetes en la pared, pero parece que para cobijarse en una noche de viaje puede servir. Se oyen las voces de las mujeres que se rien y hacen bromas y cuentan chistes. Tal vez no esté tan maldita como se decia en un principio, lo que pasa es que para asustar a los crios o algún bardo con mala baba se inventara la historia para acojonar al personal. 

Efectivamente, las mujeres se encuentran en el rellano del primer piso, tienen una hoguera en la que se calientan y tienen varios pellejos de vino, algunos ya vacios. A juzgar por sus ojos y su manera de hablar, van todas muy borrachas. 

Al verte en el rellano se quedan todas paralizadas del susto hasta que poco a poco, una de ellas va riendo por lo bajo y progresivamente sus amigas la van siguiendo en las risas hasta que todas terminan riendose a lagrima viva. 

- ¿Quien eres viajero? Toma, echate un trago y calientate con nuestro fuego.- El comentario tiene un deje mordaz, lo que provoca más risas

Menuda fiesta. Una tarima de madera con bardos tocando muchos instrumentos. Camareras humanas de buen ver y mejor oler llevando jarras de cerveza y vino por todas partes, timbas de cartas y en una esquina dos hombres pegandose puñetazos y gente alrededor gritando y vitoreando. La fiesta acaba de comenzar ahora que llegais vosotros. 

En el primer piso de la Atalaya un grupo de elfos salvajes estan entonando sus cánticos. Una elfa se te queda mirando y te hace un gesto con la cabeza para que ocupes un puesto en el círculo que tienen trazado en el suelo*. 

Los cánticos se van elevando mientras que de unos hachones prenden cortezas de árbol. El aroma de la corteza quemada impregna la sala. 

La niebla se alza sobre las figuras de tus compañeros para de pronto desvanecerse. Allí puedes ver a tus compañeros que están ausentes como si por un momento se les hubiera olvidado lo que estaban haciendo. Finalmente Alaster parece que recupera un poco el hilo de la conversación

- Tal vez tengas razón, vayamonos. 

Me acerqué hasta la Atalaya olvidando de todo lo que hacía hasta llegar allí. Sólo me importaban ese canto élfico que armonizaba la naturaleza.

Pensé ir en silencio, pero ¡qué diablos! Ellos me estaban esperando. Lo sabía y ellos también. Así que me acerqué decidido. Crucé la mirada con una elfa que, con un gesto, me indicó que me uniera al grupo. Pero el olor a madera quemada me paró unos segundos.

¿Por qué quemáis esa madera? ¿Esos árboles estaban malditos?

Cuando llegó al descansillo donde se encontraban aquellas mujeres -avanzando sin pensar, subiendo unas escaleras que nunca recordaría haber subido-, Alaster se quedó boquiabierto; no tanto de extrañeza como de absorta felicidad. ¡Por las sagradas tetas de Ezra!, se dijo el mago, ¡Esta es la tuya, Alaster, maldito hijo de puta! ¡Aprovéchala! Y así, aunque al principio el silencio que se produjo a su llegada le hizo temer que pudiera haber asustado a esas bellas (y etílicamente deshinibidas) hembras, pronto las renovadas risas dejaron claro que se había tratado de un susto y nada más. Alaster, confiado, se atusó entonces la ropa y se acercó a la chica más cercana, que sostenía una de las botas de vino.

(Si no hubiera estado tan absorto en la escena que se presentaba ante sus ojos, quizás habría notado el peso tembloroso que era Vyechislav*, agazapado en la capucha de su toga de viaje.) 

-Buenas noches, mis damas -dijo con su mejor tono de galán. Caminaba sin prisas, como paseando, con una de sus miradas de seguridad e indiferencia en el rostro (pero sin perder detalle)-. Es un placer comprobar que esta torre no está maldita... -Echó una ojeada completa y descarada a la morena que tenía enfrente, le miró a la cara, le guiñó un ojo.- ...ni mucho menos. Será un placer compartir esta velada con vosotras, mis señoras -añadió, siempre con una sonrisa en los labios, sentándose entre ellas.- ¿Pero qué hacen unas mujeres tan bellas en medio de ninguna parte? ¿Quizás de viaje? ¿O estoy interrumpiendo alguna reunión del club de lectura?

Uno de los elfos de mayor edad te observa con gesto perdido, como si la mirada no la tuviera centrada en ti, sino en algo más allá. 

- El bosque esta maldito, sus camaradas muertos nos darán la información de lo que los amenaza. Unete al ritual joven druida y ayudanos a liberar este bosque de la sombra que se cierne sobre él. 

Las mujeres estallan en risas con lo del club de lectura. Wenceslao se revuelve nervioso en la capucha y salta para ponerse a corretear por la estancia buscando algo que llevarse al hocico. 

- ¿Y que trae a un viajero tan apuesto a este rincon tal olvidado?

La sombra es poderosa, la he sentido cuando venía hacia aquí. Y también es maligna y está maltratando al bosque. Sí, me uniré a vosotros. Hay que detener esto cuanto antes.

Me acerqué hasta la joven druida. Dime, ¿cuál es mi papel aquí? ¿Qué es lo que tengo que hacer?

El enano refunfuña al ver como ninguno de sus compañeros le hacía ningún caso. Por un momento pensó en retroceder y darse la vuelta, pero sabía que un Siervo de Ra no permitiría abandonar a sus compañeros a su suerte, así que con gran temor y preocupación. Desenfundó su arma colocándola entre sus manos para adentrarse en la peligrosa bruma de las voces.

En la puerta de la Atalaya ves a un enano. Lejos de estar cantando como los otros, este está quieto. Tiene un rostro fácilmente identificable como que lleva muchos años muerto. 

- No!.- Te grita.- No te acerques. Alejate de mi. Soy sucio y huelo mal

Parece que se vaya a echar a llorar de un momento a otro. 

Puede que en otra ocasión hubiese partido al mediano por la mitad por tocarme, pero estaba demasiado distraído por lo de la fiesta. Así que lo único que pude hacer es correr hacia el combate, gritando—. ¡Yo os enseñaré lo que es bueno! ¡Venid aquí!

El enano sacó rápidamente su símbolo sagrado de Ra que colgaba de su cuello y se lo mostró al enano muerto que tenía junto a él y lo hablaba. No estaba acostumbrado a tratar con aquellas criaturas, y uno de sus únicos fines en su vida era el de liquidar a cuanta criatura regresara de la muerte.

Así que comenzó a hacer un cántico a su dios, esperando que los rayos del dios sol cayeran sobre el muerto.

El otro enano sonrie ampliamente al ver el símbolo de Ra. Pero no es la típica sonrisa maliciosa de villano de "te voy a matar" sino más bien la sonrisa de un niño al ver que le van a dar una golosina por buen comportamiento. La luz de Ra no llega a caer sobre él, sino que más bien un levisimo resplandor, que ilumina los ojillos del enano, el cual se pone a llorar de la emoción

- Ra...no me ha olvidado.- Comienza a caminar hacia ti y te agarra la mano para estrechartela fuertemente, como es habitual entre los enanos para despues darte un abrazo.- Gracias, gracias, gracias ¿como te llamas? ¿Como has llegado hasta aqui? ¿Vienes solo o traes a más gente?

De entre los púgiles aparece un semielfo con mucha pluma diciendo no le asustan los semiorcos. Las apuestas empiezan a circular como una vida mia mientras todo el mundo estalla en vitores. Una camarera de buenas posaderas y mejor oler se acerca con una jarra de vino para cada luchador. Un traguito antes del combate y otro despues

- ¿Como te llamas?.- le preguntaba una camarera. 

Por su parte, el mediano se encontraba allí, en medio de toda aquella algarabía sin poder articular palabra de la impresión, o no la articulaba porque no le salia de los huevos. 

Sin llegar a entender muy bien como, las palabras del ritual iban llegando a tu mente donde cogian forma y te enganchabas al ritual como una voz más. Pronto las visiones del bosque se cernian sobre ti y podias ver que es lo que le ocurria. Pero lo curioso del ritual es que es como si te transportara fisicamente al bosque. 

No sabes como, pero has salido de la torre y estas al pie del bosque, encaramado en un arbol. A tu lado, estan los druidas y uno de ellos con un gesto te dice que guardes silencio. 

Allí se ve a los vistana que estaban refugiados en la Atalaya y a las tropas de elfos que quisieron expulsarlos, así como la maldición de la matriarca. 

Alaster ya se estaba llevando a los labios la bota de vino que una de las mujeres le había ofrecido cuando le hicieron la pregunta. Uh... ¿Y qué hacía yo aquí...? ¡Ah, sí!

-Veréis, mis señoras... ¡Tenéis ante vosotras a un gran explorador! ¡Sir Alaster Reckinh el Valiente! -Un poco de pompa no hace daño a nadie.- Muy famoso por Darkon, aunque no mucho justo por aquí... Yo y mis hombres... -¿Dónde habrán ido?- ...estamos embarcados en una histórica expedición por las Brumas, y ha dado la casualidad de que pasábamos por las inmediaciones de esta torre...

Cuando una oscuridad como salida del infierno, seguida de gritos de almas torturadas, nos congeló la sangre en las venas. Pero el mago no hizo mucho caso de lo que su subconsciente trataba de decirle, entretenido como estaba intercambiando miraditas y jugando con los rizos ensortijados de una pelirroja despampanante.

-...cuando la calidez de vuestras risas y de la luz de vuestra hoguera me trajo hasta aquí... -Separa la vista de la pelirroja y mira a las demás con curiosidad. Es una escena rara, la verdad.- Bueno... ¿Y vosotras qué hacéis aquí?