Partida Rol por web

Segun avanzaba por los senderos hasta las ruinas del antiguo molino iba presintiendo algo, hasta que derrepente aparecio algo por el flanco derecho, algo parecido a lobos pero sin serlo, tenian los hocicos con un pelaje ¿rojo?...... no, no parecia pelaje ¿podrian ser sus musculos?

Sea como fuere eran los que nos habian enconmendado matar y eso hare, ademas que mejor forma de probar mis habilidades. Aunque puede que tenga cierta ventaja e el conbate pues se a lo que me enfrento.

Bien, ha llegado la hora de la verdad, la hora de saber quien vive y quien muere. Dije con una sonrisa en los labios y tono tranquilo

Las horribles criaturas parecían haber hecho presencia por fin. El Aasimar y el resto de su grupo por fin se encontraban cara a cara frente a las horribles criaturas. No cabía duda de que su aspecto fiero y temible hacían que muchos mortales les tuviesen un miedo atroz, pero Gael consiguió sobreponerse al momento de duda inicial por la gracia de Pelor, el dios que todo lo ilumina.

El miedo no es más que una oscuridad que rodea el alma del hombre, pero Pelor con su misericordiosa luz hacía que las sombras del temor huyesen despavoridas ante él. Esa lección la había aprendido de muy joven, pero jamás se mostró inútil, sino más bien al contrario.

Su rapidez para sobreponerse también le dió ventaja a la hora de reaccionar al ataque y se dispuso a ello con premura.

Estas criaturas se llaman Krénsar. Son una mezcla de lobo y hiena con un pelaje irusto, una gran cresta en el lomo salpicado de manchas y una cola larga y peluda. Son muy sociables entre ellos y prefieren cazar animales que humanoides a excepcción que la caza escasee. Se les ha llegado a entrenar dando unos compañeros feroces y leales de combate aunque tienen prontos de humor como todos los felinos grandes. Actúan en manada. 

Los agudos chillidos se desvanecen mientras reaccionais. Uno de ellos se lanza como un rayo hacia el atemorizado gnomo con sus fauces abiertas dejando ver unos colmillos tan grandes como sus brazos y el mas cercano a las ruinas parece que prefiere al Aasimar.
La asombrosa rapidez de los monstruos os hiela la sangre. O tal vez lo que os hiela la sangre es el agudo chillido que proviene desde un lateral vuestro cuando veis aparecer a otros dos mas, en una perfecta táctica cortando la retirada....

Por fin el barbaro vio a sus enemigos y aunque no eran lobos por lo menos tenian cuatro patas como ellos asi que por lo menos algo de razón tenian los campesinos. Aunque ciertamente estos seres no ladraban sino que gritaban de una manera tal que hicieron doler los oidos del pobre Xiombarg.

- ¡Chillad ahora que podeis malditos que en cuanto os enfrenteis a mi gimoteareis como cachorrillos! -

Las dos primeras criaturas no habían conseguido asustarle, pero al juntarse el verse acorralado y la aparición de nuevas criaturas, más temibles si cupiera, Ecterios se vio sobrecogido por el miedo, apartándose de todos, y de ninguna de las criaturas a la vez, buscando el refugio de Xiombarg, quien no se había visto afectado por el grito de los krensars.

Al estar encarado con las dos bestias de la derecha no me di cuenta de que se aproximaban otras dos para cortarnos la retirada, no logre escucharlas hasta que fue tarde y por un momento su chillo me asusto, pero al verlos en una fraccion de segundo me serene y me dispuse a combatir de nuevo.

Nos rodean, Xiombarg tu ve hacia el norte y cubrenos cuanto puedas yo intentare rescatar al gnomo, en cuanto mate a la bestia estare contigo. Dije en cuanto puede analizar un poco la situacion.

Los engendros de hiena siguen atacando. Al pobre Gerbo recibe un mordisco y Gael otro, mientras los que acaban de llegar se dirigen hacia aquellos a los que no a afectado el miedo... 

Viendo que los Krensars se empeñaban en atacar a sus compañeros, Ectherios trató de subirse a un árbol para huir de aquellas criaturas. Saltó y se agarró a una rama saliente, traccionó con sus brazos y su poca fuerza para elevar su cuerpo, y conseguir poner una pierna sobre el árbol, de modo que consiguió subir sobre el tronco. Al parecer el miedo le había dado el extra suficiente de fuerza para subir hasta las ramas de aquél árbol.

La criatura había conseguido morder a Gael, pero eso no desanimó al Aasimar. Una ligerísima plegaría salió de su boca antes de lanzar su maza contra el rostro de la bestia. No obstante, parece que Pelor no estaba atento en ese momento y su maza de armas no consigue impactar a la inmunda bestia, sin duda, más que por la intervención divina, por haber sido desestabilizado por el mordisco de la bestia anteriormente.

Gael soltó un bufido de queja. El combate no empezaba bien para él. La bestia era peor peleando que él, de eso no le cabía duda, pero lo cierto es que por el momento, ésta había conseguido su objetivo y él no.

- ¡Ouch! - gritó Gerbo cuando aquel bicho inmundo le mordió.

Sólo había sido un mordisco superficial, como un pinchado, pero el bicho era muy grande, y muy feo, y tenía unos colmillos muy grandes y tenía unas ganas locas de morder cosas. Invadido por el miedo, el pequeño gnomo trató de ir de la criatura, aunque consiguió conservar la compostura el tiempo suficiente como utilizar uno de sus trucos.

- Mira detrás de ti bicho feo ¡Es un dragón de tres cabezas! - exclamó mientras señalaba detrás del mostruo.

Tras aquella magnífica estrategia de distración Gerbo se lanzó al suelo y rodó para evitar un posible ataque del monstruo, encaminando sus pasos hacia el norte y alejándose lo más posible del monstruo.

El extraño lobo se abalanzo contra Xiomabarg intentando darle un mordisco con sus enormes fauces pero gracias a los aguzados reflejos adquiridos en su fria y despiadada tierra natal consiguio esquivar el ataque y a su vez descargar un brutal golpe con su espadón sobre la espalda del monstruo.

- ¡Tu piel me servira para taparme en las noches frias y tu craneo para beber hidromiel! -

Tras la rapida llegada del resto de los "lobos" de la manada y de ver como nos redean dos de ellos se dirigen hacia donde estamso el barbaro y yo, yo al verlos venir intento recibir a uno de ellos con mi hoja, pero se me escapa por los pelos, al esquivar el tajo al cuerpo del animal.

Casi te tengo, perrito, juguemos un poco. Digo con una sonrisa en mi cara y sin desanimarme por el fallo de antes con mi arma.

El temible ataque del bárbaro consigue partir el cráneo del animal en dos. Su sangre rezuma entre la hoja del espadón.