Partida Rol por web

- ¡Que los dioses esten contigo tambien bella Marien!. Mi nombre es Xiombarg y he venido aqui atraido por el ansia de batalla pero al veros ante mi esos deseos de batalla son relegados debido a vuesta belleza. ¿Quizas es que vuestra diosa esta inluyendo en mi mente? -

Una mujer madura pero muy bella aún, sacerdotisa de Sune, apareció ante sus ojos. Parecía una matrona que no te importaría... ejem (MNTIE), y podía, no le sorprendería, llegar a poner muy nerviosa a la gente, especialmente la que no tuviera una cierta edad y autocontrol. A él le gustaba pensar que ya no era un inmaduro y además la coquilla permitía disimular bien cualquier arrebato indigno; que esas cosas no aparecen en los relatos pero haberlas haylas, es lo que tiene la vida.

-Fuh... -suspiró.

No está nada mal para ser humana - Pensó el elfo mientras con un rápido vistazo la miraba de arriba a abajo. Luego esperó a que sus compañeros hablaran e hicieran las preguntas necesarias, paro ese momento es retrasaba cada vez más. - Palabrería y clarla insulsa que no lleva a ningún lado, como no nos apremiemos la bestia se va a comer a todo el pueblo...

Yo soy Ectherios Myt Surcer, no guardo en mi la belleza y ando escaso en el amor, solo el don de la magia y la suerte que hace que siga vivo. - El elfo dijo en un tono entre serio e ilarante, ante la charlatanería de sus compañeros - Pero más que de las presentaciones, me intereso más por lo qué tenemos hacer frente, pues creo que ya ha quedado claro que no son lobos y me preguntaba, cuánto se nos pagaría por librar a la aldea del mal que la aqueja, no por el dinero, sino porque este elfo no vive de providencia divina. Pido perdón por ser descortés, pero cada día puede desapareder una persona más.

Gerbo se había pasado el camino pensando en los posibles enemigos a los que se enfrentaban pues, lo que estaba bien claro es que no se trataba de lobos normales y corrientes. La posibilidad de una raza de lobos mutantes con apéndices tentaculados procedentes de otros planos o creados mediante magia (y posiblemente super-inteligentes) era la que más le seducía, aunque también había otras más mundanas, como hombres disfrazados de lobos, lobos disfrazados de hombres (?) o hombres-lobo directamente. Incluso había tomado en consideración que podía tratarse de ilusiones mágicas, y de eso Gerbo sabía mucho, creadas por algún mago (posiblemente disfrazado de lobo). Sin embargo, esta última opción estaba más o menos descartado porque no había detectado la presencia de magia en el lugar del secuestro.

Y mientras pensaba en todo eso por fin llegaron a la aldea, si es que podía llamarse así. Gerbo esperaba un poco más de glamour pero al final eran cuatro casas mal puestas rodeadas por una empalizada que a duras penas contendría el ataque de un cerdo furioso.

La sacerdotisa salió a recibirles y enseguida el gnomo comenzó a percibir un extraño olor que pronto identificó como el olor del celo mezclado con las babas. Gerbo pensó que tampoco era para tanto, que había visto bellezas mucho más arrebatadoras que aquella señora, y que en general la belleza de la raza gnoma era mucho más sofisticada que la humana. El gnomo se acercó para hacerle unas preguntas, eso si, teniendo cuidado para no rebalar con ningún charco de babas.

- Saludos, Marien - dijo con una reverencia.- Bueno pues ya conoces al grupo de Gerbo...mmm... tengo que buscar un nombre aún mejor... El inenarrable grupo de Gerbo... La Compañía del Gran Gerbo... ya pensaré en eso después - dijo sonriente.- Y tienes ante ti al gran Gerbo, el que guiará a estos valientes aventureros hacia la gloria... más o menos... Mi amigo Ect tiene razón ¡el dinero! ¡cosa importante! se prometía una cantidad de dinero por cabeza de lobo pero ¿no podríamos cambiar esa claúsula por algo así como " por cabeza de enemigo"? Po cierto ¿dónde está el que encontró las carretas? Nos gustaría hablar con él.

Escuchar a Gerbo hablar sólo era la conclusión de verlo pensar a pequeña escala, que de seguro pensaba tan rápido como hablaba y tenía el mismo gusto por ello.- Seguro que eso estaba bien, pero le daba la sensación de que el modo y materias en que pensaban no le harían tanta gracia.

"¡Muchacho! ¡Que si vas diciendo estas cosas esta gente te va a ahorcar!"

-Ejem... -carraspeó para llamar la atención del gnomo- Gerbo, actualmente somos una cooperativa, no el grupo de nadie. Habrá que esperar para eso.

Esperaba que bastase para tranquilizar cualquier ánimo que se pudiera levantar entre gentes tan puntillosas (y eso que el sire era él, mal andamos) y con prurito de honra.

-Disculpad que interrumpiese la conversación. Me presento: mi nombre es Sir Genericus, y creo que mi compañero, con eso y todo su entusiasmo, ha realizado las dos preguntas que eran clave.

Calló sin decir mucho más, que el que calla otorga. La mujer era hermosa y de madurez y eso daba ganas de ayudarla, pero no estaba como para dejarse llevar por caras bonitas que estaba ya por los veinte. ¡Y necesitaba el dinero!

Tras llegar al poblado de Gunter nos sale al encuentro una mujer de una edad que facilmente podria haber sido la madre de mas de uno de los que estamos aqui, muy guapa para los estandares humanos, para los humanos, no para los Xefes, mientras una parte del grupo babea e intenta encandilar a la sacerdotisa, como se presenta, el miembro del grupo del que menos me lo esperaba hace la pregunta mas logica de todas.

A mi lo del la Compañia del Gran Gerbo no lo termino de ver, si fuera algo mas epico igual podria pasar. Digo con una sonrisa al ver como el pequeño gnomo fanfarronea delante de la sacerdotisa.

"Desde luego sino consigue ser el lider del grupo no sera porque no se lo cree el jodido gnomo, como siga asi por aburrimiento le vamos a llamar hasta jefe"

Poco mas tengo que añadir a lo que han dicho el caballero y el chiquitin, solo me falta presentarme sacerdotisa. Me llamo Cyrus y a pesar de lo que diga el parlanchin - digo señalando con un movimiento de mano al gnomo - no soy un deforme, sino que pertenezco a la raza de los xefes de los que casi seguro no habrá oido hablar.

La melodiosa voz de la sacerdotisa impregnó el lugar de una gracia poco habitual.-Nuestra aldea está encantada de hallar gente como vosotros tan dispuesta y valiente. No muchos habrían continuado de saber que realmente no eran desapariciones normales.-Hizo una leve reverencia que inclinó un poco la suave tela del vestido dejando entrever unos pechos suaves y sinuosos.-La gracia de Sûne siempre influye en sus mas preciadas personas hombre del norte,-dijo con melodiosa voz-incluso si se trata de un gnomo o un elfo desgraciado que a perdido la belleza.-La mujer se da la vuelta abriendo las puertas del pequeño templo dejando ver la forma de su perfecto trasero. Entre las telas del vestido se puede ver un destello de plata. Una maza, grácil y estilizada pende de su cinto.-Entrad por favor y poneos cómodos, estareis cansados y hambrientos del viaje.- 
Una gran mesa tallada está provista de ¡un mantel! (cosa poco común entre gente que no es de la nobleza) viandas y embutidos, queso, vino, licor de hierbas y carne recién asada. Adornados con flores estivales los platos y los cubiertos estaban alineados, pulidos y perfectamente colocados. En las fuentes de plata se encuentran manjares exquisitos. Los platos preferidos por cada uno de vosotros. El calor proporcionado por la enorme chimenea relaja el ambiente induciendo a la jovialidad. Unas altas columnas de piedra llegan hasta un techo abobedado donde una cúpula de tonos rosados deja entrar una suave luz solar. Todo está decorado con cintas amarillas y rosas, tonos azules, verdes y rojos se entrecruzan por techo y paredes. Al otro extremo de la sala, enfrente de la gran chimenea, la estatua de una figura femenina de gran belleza con el cabello ondeando al viento y de color rojo, refleja los tonos rosados de la cristalera. Marien se sienta en el extremo enfrente de su Diosa. La mesa es enorme.-Por favor sentaos.-Dice ante vuestra perplejidad. 

A mi no me parece mal lo de la Compañía del gran Gerbo, siempre y cuando el botín se reparta a partes iguales, aunque al parecer de momento somos la Cooperativa del gran Gerbo - Dijo cuando tras la sacerdotisa se hizo silencio, tratando de que el gnomo siguiera con sus historias, pues aunque no lo pareciera, eran un rayo de luz ante tanto protocolo.

¿No solo me ha llamado desgraciado, sino que también me llama feo? Vale que lo diga yo, pero una sacerdotisa de Sûne... en fin...- El elfo entró a la sala tras la sacerdotisa, como pensando en sus cosas y enfadado porque ni sus preguntas, ni las de sus dos compañeros habían sido contestadas, ardiendo en deseos de gritarle, pero menteniendo la cautela que hasta entonces había estado ausente en el carácter del elfo, como embrujado por la visión de la estancia y embriagado por los olores de la sala contigua. - ¿Cómo supo que veníamos? Porque supongo que en una aldea como esta la ostentosidad no es lo más usual - Dijo curioso mientras pensaba en lo sospechoso que era todo aquello, pues no habían mandado mensajero alguno - ¿Tan segura estaba de que vendría alguien en vuestra ayuda?

Mirando a la sacerdotisa mientras caminaba se acercó a una silla próxima, no la más proxima sino la siguiente, y la apartó con el pié, para luego manejarla con más soltura con la mano y acabar sentándose en ella, esperando al resto de compañeros antes de ponerse a comer. - Este grupo empieza a apestarme a caballerosidad y honor, si no fuera por el gnomo y el xefe no tendría futuro.

Tras las presentaciones la sacerdotisa nos guia al interior del templo, donde nos espera una mesa repleta de suculentos manjares, tantos y tan ostentosos que en cuanto lo vi me quede deslumbrado casi con la boca abierta, y ademas todo parecia recien hecho y los utensilios estaban exquisitamente colocados.

Dios mio, hace al menos una vida que no veia nada como esto- Pensé.

Yo soy de la opinion del elfo- dije mirando a la sacerdotisa-, preparar todo esto requiere tiempo y dinero, sobretodo mucho dinero y segun lo que he visto llegando al poblado, aqui no puede haber mas de unas 5 o 6 familias y tambien nos vais a pagar unos 10 oros por cabeza solo por aceptar el trabajo, asi como otros 10 por cabeza de cada cosa que sea la que os este secuestrando.... Me cayo y hago una breve pausa para luego añadir dirigiendome hacia mis compañeros - ¿Soy al unico al que le huele a chamusquina aqui?.

Tras soltar todas y cada unas de mis dudas, me dirijo hacia una de las silla mas proximas a la puerta y, antes de sentarme, desprendo el escudo de mi espalda y lo dejo empentado en la silla en la que mas tarde me siento.

Gael sigue a la sacerdotisa de Sûne y se sienta en la mesa con el resto de sus compañeros. Al parecer, al igual que él, sus compañeros han encontrado sospechosas muchas cosas que ocurren en la aldea, pero decide mostrarse cauto.

-Compañeros, -comienza en un tono conciliador. -comparto vuestras reservas, pero creo que antes de juzgar nada, deberíamos permitir, aunque sólo sea como muestra de respeto, que nuestros anfitriones se expliquen.

De cualquier manera, el Aasimar decide mantenerse atento y no prueba nada de la comida. Tampoco tiene demasiado apetito y está más interesado, por otro lado, en obtener información que pueda ser útil al grupo.

-Como sacerdote de Pelor que sois y por la belleza que Sûne os ha dado, esperaba menos desconfianza. Un refugio puede conjurarse por adelantado en un objeto y utilizarse si uno lo desea. También conjuré un festín de los héroes, que supuse vuestros hechiceros reconocerian. Ciertamente me equivoqué.-La sacerdotisa se irguió un poco en su asiento, claramente ofendida.-¿Estoy libre de sospecha?.-

Gael se levanta de su silla y mirando a la sacerdotisa, se inclina respetuosamente antes de disculparse.

-Mis disculpas, Dama Marien, si os he ofendido. No obstante, creo que habéis malinterpretado mis palabras. Muchas de las cosas que han pasado hasta ahora podrían resultar sospechosas o, incluso, inquietantes, por ello he pedido cautela. No por ello quiere decir que desconfíe de vos, mas la vida me ha enseñado que uno debe ser cauto. Estoy seguro de que si nos explica, sin reservas, los hechos acontecidos, las dudas que podamos tener tanto mis compañeros como yo se evaporarán y sólo serán un amargo recuerdo causado por un malentendido.  Si os parece bien, nos gustaría que nos contáseis todo la información relevante que nos podáis proporcionar, de manera que podamos encaminar la investigación. Os prometo que al menos yo intentaré llevar a buen puerto esta misión. Seguro que muchos de mis compañeros estarán de acuerdo conmigo.

-De acuerdo, disculpas aceptadas.-Dice un poco malhumorada la anfitriona ya que, al parecer todo este derroche de magia no os ha causado el efecto que ella esperaba. 
-Todo lo que sabemos es lo que ya sabeis. Tare, el hijo de Lea la panadera, fue quien encontró la segunda carreta. Enseguida vino a comentármelo y acudí al lugar. Entre los dos pudimos observar que no había sangre ni señales de lucha y las patas acababan en garras. Tampoco rastro de cuerpos, por lo que solo queda seguir el rastro de las garras para ver donde conducen. Lo haría yo misma si mis habilidades de seguir rastros y la edad de Tare fueran mas elevadas. Os pagaremos por cabeza, sea de lo que sea y las 10 piezas de oro acordadas.-Con un ademán de incomodidad no disimulada se echó el dorado cabello hacia atrás.-Si quereis interrogar al chico no sacareis mas información de él. Pero vosotros decidís si quereis verlo ahora mismo.-

Gerbo seguía dándole vueltas al asunto del nombre, y aunque algunos no le dieran importancia era algo a tener en cuenta, sobre todo si uno pretendía ganar dinero haciendo trabajos para otras personas. El nombre era el único reclamo que puede interesar a alguien que busca aventureros y no conoce sus capacidades.

Entró en la casita de sacerdotisa, que resultó ser mucho más grande de lo que parecía por fuera y además contenía un montón de manjares en su interior. Al gnomo se le hizo la boca agua, por aquello si que merecía la pena babear y no por los aún turgentes pechos de una cuarentona... cachonda, pero cuarentona a fin de cuentas.

- ¡Toma ya! ¡Comida gratis! - exclamó el gnomo abriendo mucho los ojos.

Se había abierto la veda y Gerbo se encaramó de un salto en la silla. Observó con avidez los manjares que había en la mesa y, cogiendo un plato, comenzó a hacer una montañita con todo lo que le gustaba. No siquiera se le ocurrió pensar que aquello pudiese ser una trampa, al contrario ¡era comida gratis! Y uno nunca sabe cuando va a ser su próxima comida. Pero había allí gente dispuesta a ofender a aquella amable señora con su desconfianza...

- Dejaz a la zeñora... en paz - dijo Gerbo con la boca llena, proyectando pequeños trozos de comida en todas direcciones.- Dizculpazz...nos...zeñoora..¡Arghh!

El gnomo comenzó a toser efusivamente, un trozo de pollo se le había quedado atravesado en la garganta. Empezó a ponerse morado y luego un poco azul hasta que al fin se dio unos golpecitos en el pecho y el trozo de pollo se vio obligado a seguir su camino. Gerbo tomó un trago de vino y se sintió mucho mejor, a partir de entonces comió con moderación.

- Bueno, como iba diciendo - continuó.- Señora, no hagáis caso a mis muchachos, aquí estamos todos muy agradecidos por su hospitalidad... ehmm... Pues nada, si nos cuenta todo lo que sabe del asunto que nos ocupa mañana mismo nos pondremos en marcha - el gnomo comió de nuevo pero esta vez tragó antes de seguir hablando.- Y por supuesto que he reconocido ese hechizo, señora, soy un mago excepcional, no tengáis duda...

"¿Festín de que? - pensó el gnomo.- Me lo tengo que apuntar en alguna parte..."

Gerbo sonrió con una sonrisa de oreja a oreja, tratando de disimular que no tenía ni idea de lo que estaba hablando, es más, ni siquiera se le había ocurrido que aquella comida pudiera estar conjurada... al fin y al cabo, la comida conjurada sabe igual, o mejor incluso, que la normal.

El elfo, rápidamente se levanta de su asiento al oir el conjuro, del que sin duda había oído hablar, por su reacción, ya que se acercó a la sacerdotisa, puso un pie en la tierra y bajó la vista hasta el suelo.

- Ruego pues disculpas mi señora, pues había escuchado hablar de esa magia, pero no la esperaba encontrar en un lugar como este- Tras esto el elfo levanta la cabeza - Mi desconfianza ha traicionado a mis sentidos, vuelvo a insistir, os ruego disculpas.

Ectherios se levanta de su humillante posición hace una pequeña reverencia y vuelve a su asiento, con suficiente pericia como para esquivar el hueso de pollo que había escupido Gerbo.

La atractiva mujer soltó una risa comedida cuando al gnomo se le atragantó el pollo. -Ya no recuerdo los tiempos en los que tenía que ganarme la vida de aventurera, pero creo que no éramos tan desconfiados.-La sonrisa volvía a los labios de la sacerdotisa. Sujetó una copa de fino cristal que contenía un rosado vino.-Todavía os queda mucho que aprender sin duda. Pero no tengais prisa, la vida es como un banquete, hay que saborearlo sin prisas u os atragantareis.-

El resto de la cena siguió sin incidentes y en cordial armonía hasta que decidistais ir a descansar. Al salir del lugar volvisteis a la aldea y al mirar atrás visteis la casita de Marien que por dentro era como os habíais esperado en un principio. Ella misma os condujo hacia otra casa, la de los hermanos Furton, la cual mientras hablabais con Marien dispusieron mantas y lechos para que durmiéseis.

La noche pasó fugazmente y el desayuno, a base de tortas de maiz y miel os fue servido. Hacía un día ventoso pero cálido.

Por suerte se había impuesto la cordura durante la cena, tras la que después del malentendido todo ocurrió con normalidad. Hummm... él no había sospechado del veneno en ningún momento, quizá pecara de ingenuo, o le pesaba mucho más el habre que acostumbraba a pasar que por tener una comida como no la vería en muchos meses venideros de nuevo estaba dispuesta a comérsela incluso si tenía que bañarla con cicuta. Panes buenos, bebida exquisita, viandas, delicadezas y buenas carnes y potajes para acompañar, y frutas y ligerezas todas para una colación fresca y ligera, y qué de salsas y aderezos para acompañar. Si todos los venenos del mundo van a ser así me voy a vivir entre los drow ahora mismo, me podéis creer.

-Por la vida, que es como un banquete -asintió sonriente, inclinando la copa- y que no querríamos tener que abandonar apresuradamente antes de los postres.

El resto de la cena, tras el incidente de Gerbo (es como un crío realmente), pasó en calma total, con una buena conversación, tonos agradables, y quizá un ambiente algo más que coloquial conforme las apuestas de vino fueron subiendo. Nada más que por una velada así quizás le valiera el trabajo; podría conseguir buena cebada y paja fresca para Garañón, pero no vio si tenían, porque a diferencia de lo que pensaba no le tocó dormir en la suave tibieza de los establos en la paja, sino en un lecho con mantas, a lo que estaba muy poco acostumbrado. Pero seguro que se podría acostumbrar rápido.

-Buenos díaaaas... -murmuró, después de haberse levantado pronto para lavarse con agua fría y alimentar y atender a su caballo, al que cuidaba más que nada. Alzó una ceja al ver el desayuno, aunque no estaba para nada disgustado- Caramba. ¡Esto es un buen trato! Si alguien tiene sed me he acercado al pozo y he llenado un par de cubos con agua...

Tras la explicación que dio la sacerdotisa del porque de la dichosa cena tan abundante, que a mi no me dejo del todo satisfecho, pero a mis compañeros si y se dedicaron a comer y yo al ver que no habia ningun efecto adverso en ellos me dedique a lo propio.

Todo se a dicho la cena fue excelente, carnes muy hechas y jugosas, vino y cerveza abundante, dulces varios y muy exquisitos y por supuesto una presentacion muy buena. Si bien la cena fue distendida a mi se me fue un poco la mano con la cerveza, en parte puede que por eso fuera tan distendida y no hubieran las tipicas riñas que se empezaban a hacer tan habituales en el grupo entre yo y el elfo, o yo y el aasimar, o yo y el gnomo y en fin la mayoria estaba yo.

Sacerdotisa, siento haber sospechado de usted y todo eso -Dije que una vez que los efectos de la cerveza empezaron a hacer el efecto esperado- , pero es comprensible que sospechasemos.

A la mañana siguiente me levante con un poco de dolor de cabeza, producto del exceso de bebidas revigorizantes como es la cerveza. Si bien no me levante muy temprano si lo hice lo justo para poder meditar un poco y enfocarme y poder tener un poco de ventaja por si saliamos a la aventura ese mismo dia, cosa que consegui por lo que ya tenia cierta ventaja que me ayudaria a potenciar mis habilidades de combate.

Tras esto sali fuera a desayunar y me encontre con una mesa llena de comida para desayunar por lo que me sente en ella, tambien me encontre con el caballero, sir Genericus, creo recordar, que pregunto por si queriamos algo, a lo que le dije.

Sino te importa, Geniricus, ya que vas al pozo te podrias llevar mi odre y llenarlo de agua, te lo agradeceria la verdad. Dije pidiendoselo con una sonrisa lo mas amable posible, teniendo en cuenta el pequeño dolor de cabeza que tenia y tras la sonrisa le alarge la mano que llevaba el odre vacio en ella.

Al ver el festin que le aguardaba el bravo Xiomabarg tomo asiento y comenzo a comer los manjares mientras escuchaba sin atender que como el resto de sus compañeros de viaje hablaban con la bella sacerdotisa - Sentaos y comed que esto esta delicioso - grito con la boca llena - ¡Esta mujer si que sabe tratar a unos guerreros que van a luchar y quizas morir en combate !-

Poco antes de que el sol saliese por oriente, Gael se había levantado para esperar a que el astro rey saliese y así poder saludar a su Dios, tal y como intentaba hacer cada mañana. La cena de la noche le había sentado bien, aunque trató de controlarse, al contrario que muchos de sus compañeros que no parecían ser muy conocedores del menor decoro en la mesa. No obstante, Gael decidió que no era momento de juzgar, al fin y al cabo, muchos llevaban tiempo sin poder llevarse algo suculento a la boca, si es que lo habían hecho en los últimos días. Él mismo no dudó en disfrutar de la cena.

Cuando terminó sus oraciones, se encaminó de nuevo a la choza de la sacerdotisa, donde ya se encontraban desayunando sus compañeros. Se acercó a la mesa y cogió algunos productos, pero en comparación con el resto, su plato parecía de lo más frugal.

No se le pasó de largo el hecho de que Mirien hubiese ignorado, deliveradamente o no, las preguntas que se habían hecho, pero confiaba en que a la mañana, y antes de partir en busca de lo que fuese que aterrorizase a la aldea, esas dudas fuesen resueltas. El día sería largo, pero estaba deseando que comenzase.