Partida Rol por web

Aunque parezca imposible, el enorme obelisco llega a un punto muy estrecho que está en equilibrio encima de esta columna de más de cinco metros de altura. La columna ha sido esculpida en la propia roca y parece muy sólida. Tiene clavados escalones de hierro, prácticamente sin corrosión, permitiendo a cualquiera subir hasta el punto donde la columna toca el obelisco.

La cueva aún seguía más allá, pero es entonces cuando Elvar se da cuenta de que alguien ha disparado desde lo alto un virote. Allí, por encima de vuestras cabezas había un hombre envuelto en una manta, estaba volando como si fuera un insecto, o un simple mago encantado por un conjuro de vuelo. Pero allí estaba, armado con su ballesta, mientras os disparaba a muerte.

Cuidado, arriba - alerto a mis compañeros mientras observo a mi alrededor un sitio donde parapetarme y vigilar el resto de la zona por si hay mas tiradores

Elvar vio movimiento con el rabillo del ojo.

Arriba.- avisó a su compañero al tiempo que veía como alguien le lanzaba una flecha desde lo alto, ¿estaba volando?

Elvar sacó su arco y apuntó 

Sonrio al ver la rapidez de reacción de los dos.

Hacer buen equipo

Moviendome con rapidez sigo buscando un lugar que me ofrezca algo de cobertura y buscando algun objeto que lanzar a nuestro enemigo sin alejarme mucho de la zona en la que estamos. No sabemos qué más peligros podemos encontrar en este lugar.

Galimatías acercó los dedos a aquel símbolo, y los apartó para llevárselos a la cabeza, al tiempo que daba un paso hacia atrás y sus plumas se erizaban. Su respiración aumentó de ritmo mientras meditaba sobre el símbolo.

Cuando se volvió hacia sus compañeros, las plumas volvían a su estado inicial.

Aunque no lo recuerdo del todo bien,  este símbolo es parecido a otro símbolo, uno benigno que representa la luz y la vida. Este es una perversión, casi me trastorna la energía que emite.

Chuï sabía que escalar la pared iba a ser difícil. Pero no por ello dejo de intentarlo. Lo intentó una y otra vez sin apenas conseguir subir más de un metro. Cabizbajo golpeó la pared con el puño - Es imposible. No hay forma de subir por aquí. - dijo a nadie en particular mientras daba la espalda a la pared y seguía a los demás. 

Silencioso en mi sitio espero a que se me haya pasado el casi mortal agarrón de los zarcillos mientras busco cualquier cosa de interes.

-¿Podeis llevarme a el?-Pregunto.-Me gustaria verlo.

Elvar logra encajar su flecha en el enemigo volador, mientras que Questin recoge una piedra y la lanza con su honda y ésta va a parar varios metros a su derecha. El suelo estaba lleno de cascotes, por lo que no supondría ningún esfuerzo recoger piedras a modo de balas para su honda.

Pero antes de lo que imaginabais, aquel hombre comenzó a murmurar unas palabras ininteligibles, y de pronto, Elvar se quedó completamente paralizado, aún era capaz de respirar e incluso de enterarse de lo que estaba sucediendo, pero no de llevar ningún tipo de acción física, ni siquiera hablar.
 

Viendo el peligro que corremos, arrojo otra piedra intentando golpear al enemigo mientras llamo al resto de compañeros que vengan al combate.

Enemigo ataca, ayuda - Les llamo

El gnomo que andaba despreocupadamente mirando la caberna se asusto cuando el pequeño humanoide aparecio gritando que venian enemigos. Que pronto se habia relajado gracias a  que sabia que habia gente a su alrededor y asi el se habia podido centrar en el entorno. Intento mirar por encima del hombro para ver hacia donde habia lanzado esa pedrada y asi saber contra que se enfrentaban.

¿Llevarte a dónde?

El paladín siguío al circo de los horrores en silencio y cabizbajo, con su espada en la mano y el escudo embrazado, esperando que alguien diese el grito de combate pero pensando en su vida y todas las acciones poco heroícas que había hecho, de todo aquello que se arrepentía, que era mucho, y en su vida al lado del bien. Quizá lo mejor era lanzarse contra el próximo enemigo sin pensar y morir defendiendo el bien, muchas veces la muerte más honorable que puede tener un guerrero sagrado pues sobrevivir muchos años llevaba a incontables pruebas de fe que muchas veces eran insuperables, no fatales pero si que iban mermando la fe en los dioses del bien, y la pérdida de Talindra y la imposibilidad de rescatar su cuerpo y darle una sepultura digna, eran una más que sumaba a una larga lista...

-Al símbolo.-Respondo adelantándome.En ese instante, escucho los gritos de Questin y salgo corriendo hacia allí.

Tanto si se trata del horror que ha atacado a Talindra como si es un clérigo o algún otro morador de este lugar, mi deber es acabar con el y hacer cuanto pueda por salir vivo de aqui.

-Berio, ven conmigo.-Digo mientras corro.-El enemigo ataca.

El paladín seguía con la mirada perdida, Alexis el malvado y su mascota muerta viviente salen corriendo cuando dicen que escuchan gritar a Questin, miro hacia adelante e intento escuchar el sonido del grito, que yo no he percibido.

Aunque parezca imposible, el enorme obelisco llega a un punto muy estrecho que está en equilibrio encima de esta columna de más de cinco metros de altura. La columna ha sido esculpida en la propia roca y parece muy sólida. Tiene clavados escalones de hierro, prácticamente sin corrosión, permitiendo a cualquiera subir hasta el punto donde la columna toca el obelisco.

La cueva aún seguía más allá, pero es entonces cuando Elvar se da cuenta de que alguien ha disparado desde lo alto un virote. Allí, por encima de vuestras cabezas había un hombre envuelto en una manta, estaba volando como si fuera un insecto, o un simple mago encantado por un conjuro de vuelo. Pero allí estaba, armado con su ballesta, mientras os disparaba a muerte.

Junto a Questin estaba Elvar, que completamente inmóvil parecía incapaz de hacer nada por ayudar a Questin. Tan solo estaba el horrible mediano enfrentándose a aquel enemigo, y con sus pedradas no parecía que lograse hacer mucho por ayudarle.

Tu pedrusco falló estrepitosamente, pero cuando te giraste pudiste ver que todos tus compañeros parecían venir en tu ayuda.
 

Elvar continuaba incapaz de moverse

Xaod avanzó ante donde se encontraba el resto del "grupo" y allí vió como todos miraban hacia arriba, donde acababa el obelisco maligno, y fue cuando vio a un hombre envuelto en extraños ropajes disparando con una ballesta mientras volaba, sacó su arco, miró a Elvar que se amntenía inmóvil en una extraña posición, pero de pie, y luego lanzó una flecha sin mucha convicción ni fuerza.