Partida Rol por web

Galimatías giró sobre sí mismo para eliminar al trasgo que lo estaba flanqueando y así evitarse problemas. Medialuna hizo caso de las órdenes del avoral y salió huyendo del lugar para escapar de la posible amenaza que se le cernía encima. Muerto no sería de ninguna ayuda.

Elvar se enfrentó al gran trasgo que estaba junto a él y le encajó un par de golpes que lo dejaron tendido en el suelo gravemente herido. Había logrado quitarse a otro enemigo del medio.

Por fin Tisha había llegado hasta el cadaver que había más cerca para poder saquearlo y así usar su arma, pero primero necesitaría buscar a ver si había algo de utilidad en él. Cassandra dejó a sus compañeras las armas de los primeros para adelantar al grupo y buscar en las del resto. Kendra, al igual que Tisha salió corriendo en busca de otro cadaver más para encontrar algo donde saquear.

Por último fue Cristal, la única de todas ellas que ya estaba armada y que cargó contra el simio sin ningún motivo aparente. Aquella aberración de la naturaleza se frotó el costado donde la chica le había rozado y con ambas garras abrió el pecho del hombre pájaro y con su boca arrancó parte de sus músculos. Galimatías había caído gravemente herido, inconsciente e incapaz de hacer nada. Si continuaba así, no tardaría mucho en morir. Aquel simio era el verdadero enemigo.

Con Galiatías fuera de combate los grandes trasgos decidieron enfrentarse a Elvar, pero él era mucho más diestro que su compañero y logró esquivar cada uno de los envites que le propusieron. Salvo uno, el pequeño trasgo que atacó por la espalda no fue capaz de verlo y logró golpearle con la maza que llevaba consigo.

Tisha buscaba con frenesí en el cuerpo del difunto trasgo, aunque no con mucho éxito. Estaba más concentrada en el combate que se realizaba a poco pasos de ella que en la exploración de aquel engendro.

Cassandra vió cómo el trasgo más cercano cayó ante el ataque de lso desconocidos y se abalanzó sobre él para tratar de encontrar un arma que le sirviera. Estaba muy cerca del combate y le daba miedo llamar la atención de los hobgoblins pero tenía que arriesgarse.

Le hizo un gesto cómplice de silencio al aventurero (Elvar) que la vió.

-Hermano, ataca al mono.-Digo señalando al simio con el dedo.-Si podéis derribad a ese gran trasgo.-Añado señalando al que comparte aura con el simio.-Parece compartir magia con el simio. En cuanto esté muerto podremos buscar al mago oculto.

Dicho esto, me fijo en la recién llegada.

-Saludos, señorita.-Digo haciendo un pase de manos para lanzar mi conjuro.-No tema a mi hermano, es inofensivo.

Finalmente, acabo de lanzar mi conjuro contra el simio.

Tras una orden de mi hermano, avanzo un paso e intento golpear al mono con mi cimitarra.

No me fiaba de aquel esqueleto a pesar de lo que dijera aquel hombre. Así que opté a mantener al gigantesco simio entre él y yo, dado que si sabía que éste había venido con los trasgos y por lo tanto era nuestro enemigo.

Elvar notó como aquella cuchilla hendía su carne. Estaba rodeado por pieles verdes y tenía que actuar con velocidad.

El siguiente ataque... una doble estocada baja. Fintó un movimiento a la derecha para hincar una rodilla y buscar el estómago del trasgo. Sonrió cuando los intestinos, aún calientes, se desparramaron por el suelo.

Se preparó para defenderse de los demás ataques pero su mirada se detuvo un instante en aquella chica. No sabía si era amiga o enemiga pero por su gesto supo que podría confiar en ella.

Kendra se aproxima al sitio del gran trasgo muerto, aunque está al lado de la figura que ha estado luchando con tecnicas arcanas, de momento no parecía un enemigo pero ya no quedaba más remedio:

- Saludos extraño, si estais luchando contra estás criaturas estamos en el mismo bando.

Mientras Galimatías se desangraba por culpa del ataque del simio, el arcanista le lanzaba un rayo helado que se perdía entre los muros del templo. Medialuna, que se había retirado del combate, descargó una vez más una de sus flechas contra el trasgo que tenía justo en frente. Pero como se estaba enfrentando a Elvar, falló y por poco daña a su compañero. La flecha había pasado muy cerca de su cara...

Berio dio un paso hacia su derecha para estar más cerca de su enemigo gigante, pero el mono esquivó su espada en el último momento. El que no tuvo la misma suerte fue el Gran trasgo contra el que se estaban enfrentando Elvar, pues logró clavarle ambas espadas en su estómago provocando que sus tripas se extendieran por el suelo, pero manteniéndose aún en pie.

Tisha y Cassandra encontraron en el cuerpo de los trasgos unas espadas largas un poco más grande de lo que estaban acostumbradas a manejar, quizá los trasgos que había más allá pudieran llevar armas más acorde con las de su tamaño, pero mientras tanto, aquel arma les podría ayudar a defenderse. Aunque sí era muy complicada para ellas, siempre podría tomar una de las jabalinas que también llevaban consigo.

Cristal dio un paso lateral para obtener una mejor posición contra el simio, flanqueándolo así gracias a la presencia de Berio al otro lado. No logró intimidarlo, pero el golpe que le encajó sí que fue suficiente para hacerle derramar las primeras gotas de sangre. Aunque estas parecieron secarse rápidamente, puesto que la herida parecía curarse sola.

Tres de los trasgoides fallaron en sus golpes, pero el cuarto logró encajar un golpe con su espadón haciendo que el ladronzuelo cada vez fuera estando más debilitado.

El simio observó con repulsión al esqueleto que le estaba atacando por uno de sus flancos, sin dudarlo decidió destrozarle si es que le era posible, logró atravesar su férrea defensa, mordiéndole y arañándole todos sus huesos. Berio pensaba, si es que pensaba, que su resistencia le protegería del ataque del simio, pero se equivocaba, y nunca había estado tan cerca de ver su cuerpo reducido a polvo. Debía tener cuidado, porque con otro ataque como aquél acabaría reducido a cenizas.

Finalmente algo misterioso pasó, una luz entró entre las rendijas del techo del templo, iluminó el cuerpo de Galimatías que sanó gran parte de sus heridas. A veces los dioses escuchaban las súplicas y los másteres metían la pata, por lo que el avoral se pudo poner en pie como si nada de todo aquello hubiera pasado y seguir combatiendo contra el dichoso mono que había estado a punto de matarle.

Por las barbas de su abuela! Es que esos malditos bichos no sabían lo útil que podía ser llevar una daga? Sobre todo para las pequeñas rapiñadoras como ella.

El combate tenía mala pinta, aquel mono tan grande parecía tener las de ganar. Tenía que ayudar de alguna forma si no quería ser la proxima. Además, quien sabe, quizás esos aventureros tan raros que se estaban dejando la piel con aquel monstruo estuviesen agradecidos con ella y la ayudasen a salir de ahí con vida.

Se hizo con una de las jabalinas que había encontrado en el cuerpo y la lanzó. Ella era buena lanzando armas, pero aquella jabalina era demasiado grande. Esperó poder dar al mono aquella vez. Luego, con la pesada espada en su mano, iría a por aquel trasgo de su tamaño que se encontraba relativamente cerca. Si pudiese acabar con él y hacerse con su arma...

Cass se lamentó cuando sólo encontro una espada larga y unas jabalinas pero las cogió ambas y decidió moverse hacia los otros cadáveres pero antes vió que tenía ángulo y que el gran trasgo al que había atcado Elvar estaba muy malherido, con las tripas medio fuera, así que decidió intentar rematarlo con la jabalina y aliviar así la presión sobre el humano.

Acertó pero la jabalina no se hundió profundamente y entonces se movió hacia el Oeste para encontrar una arma mejor.

¿Pero qué...?

Quedo estupefacta al ver cómo el mono se recupera de mi anterior espadazo como si nada. Debía ejercer toda la fuerza que era capaz si de verdad quería acabar con él, a costa de una total falta de precisión en los impactos.

El sentir de nuevo un arma en las manos, dio vigor renovado a Kendra, volvió a recordar sus días de rezos y practicas con armas para saber defenderse, así que en cuanto tuvo la espada bien asida, se lanzo a por el simio que estaba dando problemas a todo el mundo.

- Adelante, demos la vuelta a la batalla!

Elvar sangraba por múltiples heridas. Tenía que acabar con el trasgo que tenía delante. Volvió a usar una táctica ofensiva. Esta vez descargó su espada larga sobre el hombro del trasgo mientras buscaba las costillas con la espada corta.

Harto del mono y tratando de ayudar a mis compañeros, avanzo un par de pasos en direccion al animal y comienzo a lanzar mi conjuro. Al mismo tiempo, mis guantes empiezan a brillar con un fulgor rojizo. Instantes despues, el conjuro se dispara y un cono de fuego barre la zona ocupada por el gran simio.

Una vez más, alzo mi cimitarra e intento atacar al mono.

Galimatías abrió los ojos y se incorporó con un gran movimiento de alas. Su dios le había escuchado, había atendido a sus plegarias, y le había sanado justo antes de morir. Tenía claro que le había dado una nueva oportunidad y que, sin duda, su final no era ese. Tendría que acabar con el simio antes.

Pero tonto no era, y sabía que tanto trasgo molestaba demasiado. De hecho, a su espalda había uno que parecía querer llevarse sus plumas, por lo que decidió darle un par de alazos para acabar con él.

Galimatías se estaba librando de todos los trasgos que le estaban atacando por la espalda, para así evitar que el simio le alcanzara con todas sus zarpas. Estaba actuando con inteligencia, y todo había sido gracias a que su dios le había regresado, casi, de entre los muertos.

Alexis decidió lanzar uno de sus conjuros de área de tal manera que dañase a la mayor parte posible de enemigos. Y así lo hizo, pero sus enemigos lograron esquivar parte de las llamas, reduciendo así el daño causado.

Medialuna volvió a descargar una de sus flechas, y esta vez pasó rozando una de las alas de Galimatías, llevaba un buen rato que estaba perdiendo toda su puntería. Quizá sería mejor que se acercase y se dedicase a tocar su flauta en lugar de seguir estorbando al grupo.

Tanto Berio, como Tisha, Cristal y Kendra, fallaron cualquier intento de dañar al simio. Mientras que Elvar que empezaba a estar cansado y malherido, descargó un par de ataques sobre el trasgo que tenía frente a él para quiárselo de en medio. Por último, Cassandra tomó una de las jabalinas de los grandes trasgos y se la lanzó al simio, sin mucho éxito pues tan solo le hizo un tenue arañazo que sanó en el mismo instante. A pesar de no estar viéndola, el simio estaba atento a cualquier ataque que pudiera venir de cualquier parte. No era una criatura tan sumamente estúpida como para no conocer el tipo de situación que estaba viviendo. Así que decidió golpear al esqueleto que es el que parecía estar más preparado reduciéndolo a un montón de saco de huesos.

Alexis sintió una punzada en su corazón, y rápidamente se sintió en depresión. El dolor por perder a  Berio lo dejó destrozado... ¿Cómo podría hacer para continuar sin él? ¿Por qué lo había mandado a enfrentarse contra una criatura como aquella? Había sido un error y Berio debería haberse retirado cuando estuvo a tiempo. Ahora ya era demasiado tarde.

Quedaban pocos enemigos en pie, pero aquella batalla ya se había cobrado una de las primeras víctimas del bando de los aventureros. Tan solo necesitarían hacer un esfuerzo más para acabar con los enemigos que aún permanecían en pie.

El último de los grandes trasgos siguió luchando contra Elvar, que logró clavar las dos hojas de su espada en sus tripas. El muchacho calló gravemente herido, inconsciente y a tan solo un paso de irse al otro barrio. Alguien tendría que curar sus heridas, o al menos estabilizarse, un segundo más y Elvar estaría completamente muerto.

Finamente el otro pequeño trasgo vio a Galimatías como un terrible rival, así que salió corriendo para enfrentarse a Medialuna, que armado con su arco podría resultar más fácil de abatir que el resto de aventureros.

Cassandra vió al simio destrozar al esqueleto de un golpe y, aunque no sabía cual era su relación, lo lamentó al ver el gesto de pena en el rostro del mago. En cualquier caso, ella salto sobre otros dos cadáveres en busca de algo con lo que poder defenderse eficazmente.
 

Galimatías vio cómo Elvar había caído y sabía que era el único que, en esos momentos, sería capaz de curarle. Como los enemigos que tenía más cerca parecían haberle dejado en paz, se acercó hasta su compañero y puso sus manos sobre él. Rezó a su dios para que le cediera el poder sanador y así poder regresarle a la vida.