Partida Rol por web

Instintivamente decidís continuar por el camino del centro ya que no parece que nada llame la atención. Todos los pasillos parecen estar iluminados, lo que os insinúa que realmente ese complejo de pasadizos está habitado. Tras andar unos pocos metros os topáis con que el camino termina en una gran puerta de doble hoja.

Cassandra y Tisha deciden prevenir y buscar trampas en ella pero no encuentran nada que pueda evidenciar que hay alguna. El camino parecía estar libre para entrar.

Antorchas... ¿quién viviría aquí?

Me pregunté mientras avanzábamos hasta que una gran puerta nos obligo a detenernos, no obstante, el camino parecía obvio salvo que hubiera estado oculto. Consciente de que provablemente sea de las más fuertes, me adelanto hasta la puerta y pruebo a abrirla.

En esta gran habitación hay tres largas mesas con bancos a sus lados. Los restos de una comida (platos, copas, cuchillos y sobras de alimentos) están esparcidos por las mesas. Una horrible bestia cadrúpeda, con largas púas que brotan de su cuello, gruñe desde donde está encadenada, cerca de la pared sur. Hay dos balistas junto a la pared este.

En cuanto la bestia vio entrar a Cristal empezó a aullar. 

En la habitación hay cuatro puertas más a parte de por la que habéis entrado.

En cuanto Cassandra entro en la habitación algo aulló, aparte de haber habitantes tenían centinelas, el aullido aunque potente no tuvo efecto en Kendra. 

En cuanto pueda avanza hasta la posicion de Cassandra.

Elvar estaba situado detrás cuando Cristal abrió la puerta. Aguardó un momento y cuando se disponía a seguir a los demás un aullido le heló la sangre.

Tisha quedó abrumada al ver aquella criatura de pesadilla. Por el rabillo del ojo, las balistas llamaban su atención. Intentó reunir el valor suficiente para llegar a ellas y poder disparar al bicho apestoso antes de que él se los comiese a todos.

Lo reconocí inmediatamente al verle aullar, era una señal de alarma, y ya era demasiado tarde para silenciarla. Sólo podíamos enfrentarnos a lo que fuera que viviera en este lugar.

Cassandra se quedó congelada cuando aquel grito le heló la sangre. Ella había sido la que lo había ctivado y ahora ería la responsable de lo que pasara.

La pequeña pícara fue rodeando al monstruo, asegurandose de no ponerse a su alcance pero buscando una buena posición para poder flanquear a la bestia en cuanto sus compañeros más corpulentos se pusieran en melee con ella.

Esperaría el momento adecuado para apuñalar por la espalda a la criatura y que así se callase de una vez por todas.

Cassandra tragó saliva al ver al monstruo al que se enfrentaban pero se armó de valor, envainó las armas, sacó la ballesta y dió un paso en diagonal para tener tiro libre hacia él mientras cargaba un virote en el mecanismo de disparo. Desde luego, no sería ella la primera en cargar contra aquel monstruo.

Galimatías se quedó mirando fijamente a las paredes, demostrando preocupación por lo que allí se plasmaba. Con repugnancia, se alejó de ellas, esperando que esas escenas fueran imágenes del pasado y que en la actualidad esa maldad hubiese sido extinta.

Siguió a sus compañeras y, antes de asomarse por la puerta, escuchó el terrible aullido de la criatura.

¡Hay que callarla! gritó a sus compañeros. Se adelantó por la puerta y, tras acercarse a la criatura, alzó la mano.

¡Silencio! ordenó. Unas ondas salieron de su boca hacia la criatura

- Me temo que ya es tarde.

Indico al ajeno mientras avanzo para cubrir una de las puertas por si algún enemigo aparecía por ella ante la alarma.

Kendra no quería gastar hechizos en esas criaturas, seguro que sus compañeros podían acabar con ellas rápidamente, asi que se coloco junto a Galimatías en aptitud defensiva.

Elvar encajó una de sus flechas en su arco y disparó sobre la criatura.

Hay que silenciarla cuanto antes.

aunque se temía que el daño ya estaba hecho.

Galimatías tenía un amplio don para las lenguas, y tras lanzar unos breves aullidos similares a los de la criatura a la que se estaban enfrentando, ésta se cayó. Había logrado apagar la alarma, pero quizá para entonces ya había sido demasiado tarde.

Aún así, Elvar fue el primero en lanzar la primera flecha contra la criatura.

A pesar de que Cristal estaba custodiando la puerta del norte, fue la del Sur la que se abrió primero. De ella salió un semielfo que miró a la mascota que había en la sala y observó a los aventureros que acababan de llegar.

¿Quiénes sois? ¿Para quién trabajais y a dónde vais? Preguntó sin saludar y sorprendido por la presencia de nuevas personas en aquel lugar.

Galimatías vio cómo su poder hacía lo esperado, silenciar a la criatura. Lejos de sentirse orgullos, infló las plumas, preocupado. Ese ser no se había molestado en atacarles, sólo en aullar. Si fuese una criatura normal y corriente, se habría lanzado a por ellos hasta destrozarles, sin embargo sólo había aullado...

Ha avisado a todo el mundo, estamos en... no terminó su frase cuando un semielfo hizo acto de presencia. Por lo que conocía de los elfos, Galimatías supuso que tendría su parte de bondad. Pero la sangre de los humanos era poderosa, y quizá era un elfo no muy amigable.

Mi nombre es Galimatías, y mi misión es detectar y acabar con el mal que asola este lugar y punto. Galimatías no era un mentiroso y la verdad le salía sola. Y más cuando sus compañeros no decían absolutamente nada.

Si no es molestias, ¿quién eres tú y qué haces aquí?

Tras escuchar las palabras de Galimatías y a pesar de sus altos intentos diplomáticos, las órdenes del semielfo eran claras. Especialmente después de que la respuesta del avoral no habían sido en absoluto convincente.

¡Azuzagusanos! ¡Sal! ¡No sé a qué estás esperando! Gritó el semielfo. ¡Hay intrusos y son un montón, espabila! Gritó al tiempo que desefundaba su arco largo y lo apuntaba directamente a Galimatías.