Partida Rol por web

Smoralek abrió los ojos desmesuradamente al ver al conejo y los pobres intentos de Cú-cú de distraer a tan mortal enemigo.

Su genética de superviviente le dijo que sólo podían hacer una cosa para sobrevivir ante un conejo asesino. La respuesta era simple y evidente. Ofrecerle una víctima con la que se entretuviera, alguien que no fuera uno de ellos. Y delante de Smoralek tenía la respuesta: Nord el chillón.

¡Eso era! Smoralek se preparó y le dio una palmada a Nord en los cuartos traseros confiando en que el gorrino chillara y saliera corriendo, acaparando toda la atención del conejo. Sí, eso les daría tiempo suficiente para tratar de atraer a Papá Picacarne a las trampas.

El brujo presenció la escena desde su lugar haciendo el koala, procurando no delatar su posición, el conejo ese no tendría que representar un desafío demasiado grande para los otros miembros del tripartito y sus lacayos.

En su lugar, se mantuvo atento por si aparecía alguno de los residentes de la choza para alertar al resto.

La gran destreza de mente y rapidez de reflejos de Smoralek a la hora de auyentar a Nord, fue suficiente para que el cebo se pusiese a correr como un cerdo y chillar como un chillón. Lamentablemente, por culpa de eso Nord no les pudo contar en oinknonés el secreto para derrotar al conejito Pincho.

¡OIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINK!

Pero lejos de perseguir a Nord, cuando la carne del ruiseñor cayó sobre la rampa cortada que cruzaba el río hasta la puerta de la casa, Pincho se asustó y volvió dentro. Se puso a arañar (¿los conejos arañan?) la puerta del dormitorio de su ama, Mentecata. La vozarrona de la semiogra resononó, cavernaria y femenina a la vez.

¡¿KUSU SU RINHO, PINCHO?!

Y entre eso, y los chillidos de cerdo del exterior, Papá Picacarne también volvió a despertarse. La voz sonaba cavernaria, pero no femenina.

¡NGKOMHO KOROJA AHEXE GONRINO!

Cuando cú-cú escuchó dos voces, solo pudo esperar engañar a alguno de los dos, porque dos piernas gordas pegan más veces que uno...

- oink oink oink oinkiño oink oink oink ya, que oink oink el oinkco y oink oinkmera,... - cú-cú se esmeró como pocas veces en convencerles que Norg les estaba regalando una desafinada y conciliadora nana para que durmieran bien, básicamente, porque o cuela o se van zampando dos garrotes por el precio de uno.

Tras la distracción provocada por Nord, Smoralek escuchó las voces del ogro y su hija. Miró a Cú-ú, luego a Rashud que seguía agazapado en lo alto y no se le ocurrió mucho que hacer.

Si ambos ogros salían estaban perdidos. Entonces Cú-cú trató de cantar una nana improvisando el idioma… Sí, podría funcionar pero sólo si el resto no hacían el más mínimo ruido.

Smoralek se agazapó tras cualquier trasto y se quedó quieto e inmóvil como una estatua, casi sin respirar. Esperaba no oír los pesados pasos de los ogros y que estos continuaran durmiendo… A ver si tenían suerte.

En el piso de arriba, se empezaron a escuchar los ronquidos de Papá Picacarne.

¡NGGGGGGGG... ZZZZZZZZ... NGGGGGGGG...ZZZZZZ...!

La nana también habría surtido efecto con Mentecata, si no fuese por el malvado conejo, que siguió arañando la puerta del dormitorio. Nunca te fíes de un conejo, son peores que las comadrejas. Así que la semiogra se levantó, encajó sus pies en las pantuflas y fue a ver. Y lo que vió al llegar al umbral la escandalizó toda, hasta el punto de hacerle exclamar en su incomprensible idioma.

¡GUEFO! ¡PAPA, GUEFO! ¡GUEFO TUT CASITA GUAU-GUAU!

Casi de inmediato, con los gritos de Mentecata, los ronquidos de su padre terminaron. En cuanto a la semiogra, su primer impulso fue caer en la trampa del tablón cortado por Cú-cú... o ir a apagar el fuego. Fuese cual fuese el motivo, la rampa cedió al peso y Mentecata acabó dándose un chapuzón mientras Pincho miraba desde la seguridad del hogar.

Viendo a la semiogra haciendo "plas plas plas chof", cú-cú tuvo una idea magnífica - tenemosh que hacer eshosh gechtosh a la vez y crear la natación shincronizada, y luego les vendemosh losh derechosh d'autor a losh piernachlargash - todo el mundo sabe que el progreso mundial se debe a esa manía kobold de vender todas sus ideas originales a cambio de sustentarse una buena juerga, ellos son los grandes creadores, una vez incluso escuchó que caragarabateada había viajado al futuro y vendió una idea de algo llamado güindous, una caja capaz de contener esos símbolos que te roban el alma colocadito en ventanitas, pero bueno, eso es otra historia.

Ahora lo importante era aprovechar el susto de mentecata al caer al agua y darle un ataque furtivaco con un dardo, un ataque de esos que funcionan guay cuando estás a no mucha distancia.

Era traicionero, era vil, era miserable atacar a la pobre ogrita tirada en el charco, casi indefensa... y eso le encantaba a Rashud. Era una forma de sentirse realizado. Sentía la aprobación de Kurtulmack. Si cerraba los ojos podría verle asentir con una sonrisa lagarta en los morros.

...aprovechando su posición alta, el brujo lanzó una nueva descarga mortal, esta vez contra la mestiza ogra...

pero esa sensación de maldad pura fue tal que incluso abrumó al brujo, quien no pudo controlar el influjo arcano escapándosele de las manos y delatando su posición.

El rayo de la muerte de Rashud fue precioso, tan luminoso en el cielo nocturno.

Inmediatamente llamó la atención de Pincho, que empezó a trepar por la pared con la única y sola obsesión de destripar a Rashud y encontrar las lucecitas que guarda dentro de sus vísceras. Qué jodíos son los conejos y qué bien trepan. Casi parecen comadrejas.

En cuanto a Mentecata, sorprendida por el dardo de Cú-cú, la lanza de Slorbo y la espada flamígeradelahostia de Smoralek, no dió reaccionado.

¡Cagüen...! ¡Kolbodos joputas!-dijo Mentecata en gigantestaní.

En cuanto a Klucky, en su forma felina, se acercó corriendo a la orilla del arroyo para lanzar un garrazo, pero viendo que había agua, sus instintos gatunos le disuadieron de acercarse. El arañazo del consejero se perdió en el aire mientras retrocedía de nuevo a la sequedad de los gallineros.

Clo-clo-clo-clo-CLOOOOOOO...

Ese cacareo no venía de los gallineros, sino de debajo de la casa. ¿Quizás alguna gallina que se escapó del gallinero y se acurrucó al calor de la paja en los cimientos del edificio?

Cú-cú se regodeaba de su magistral lanzamiento, y con los fuegos artificiales veía a cámara lenta, y en esa imagen repetida despacito, cú-cú bailaba, probaba hierbas raras de klucky y lanzaba su dardo, y poco le importaba si eso era realmente lo que había ocurrido, lo importante era que en su imaginación molara.

Maldiciendo por lo bajini, pues aún no estaba preparado para hacerlo de verdad ya que no había profundizado suficiente con los poderes oscuros aún, Rashud se preparó para hacer frente a ese conejo trepador. Dando un paso a un lado por la cubierta, le brujo lanzó una nueva descarga de energía arcana...

... el impacto dió de pleno al bicho.

-¡Largo bicho, ve a buscar zanahorias a otro lado!

Smoralek había logrado golpear a Mentecata. El kobold había cargado en silencio y ahora, junto a la ogra, continuó en silencio levantando de nuevo su espada. Debían de golpearla cuando estaba distraída y medio atrapada en el agua... De lo contrario... De lo contrario enfrentarse a un ogro... u ogra en este caso, cara a cara, sin ardides ni trampas... era una auténtica locura.

Pero en cualquier caso, Smoralek se dio cuenta de que estaba siendo demasiado lento...

¡KEME AZEN CAPUT A PINCHO!-dijo Mentecata, asustada por el rayo de la muerte que había hecho que el pelaje del conejo oliese a quemado.

Una semiogra adolescente tiene dos prioridades en su vida: el bienestar de su mascota y conseguir el autógrafo del bardo Pupocho. Y si Rashud estuviese a ras de tierra, con toda probabilidad Mentecata iría a salvar a su pobre Pincho del malvado Rashud "Asesino de Pinchos". Pero no era así, y lo de luchar encaramada a un segundo piso a Mentecata no se le daba nada bien. Lo único que podía hacer era machacar a los kóbolds de la orilla para que Rashud bajase a ayudar a sus amiguitos. Ese era todo el plan que la mente de Mentecata podía hilar.

¡SPLORCH!

El onomatopéyico ruido de una maza aplastando a Smoralek resultaba prometedor para Mentecata, pero más allá de algunos huesos rotos y pupa por todos los lados, Smoralek se mantuvo en pie. La semiogra trató de morderle para rematar el trabajo, pero ni por esas.

Mientras tanto, noventa grados inclinados más allá, Pincho y Rashud continuaban su lucha en la pared. Pincho le pegó un zarpazo a Rashud, para corresponderle su regalo de un rayo de la muerte, y tan amigos. Luego trató de morder al brujo kóbold, sin rencores. Luego, arañarlo otra vez, de buen rollo. Se notaba que esos dos empezaban a congeniar.

¡CO-CO-CO-COOOOOOO!

Un enorme oso lechuza (por si la comadreja conejo, la jabalí ciervo mariposa y el perro ruiseñor no fuesen lo suficientemente confusas) salió de debajo de los cimientos de la casa y de la calentita paja que la arropaba, agitando las alas y cacareando como una gallina. Se movía como pollo sin cabeza del otro lado de la finca, en la zona embarrada entre el cobertizo y el bote dado la vuelta. Por su trayectoria, y la trayectoría que llevaba Nord el Chillón en su huída, todo hacía presagiar un enfrentamiento desigual entre los dos animales de granja.

¡Cocococo... COCÓ!

Y como último giro del destino, unos huevos abandonados en la caseta del perro ruiseñor, cuando aún se usaba de corral para las gallinas de verdad (no para ningún oso lechuza), se habían podrido con el paso del tiempo. El fuego con el que habían hecho barbacoa hizo el resto del trabajo, y un tablón en llamas se desprendió del techo de la caseta y aplastó los huevos. El pestazo que soltaron solo afectó al cobardica de Cú-cú, que es el que se había quedado rezagado, en lugar de ir con Klucky, Slorbo y Smoralek a dar el callo en la orilla del arroyo para contener a una adolescente alterada.

Algo olía raro, pero siendo sinceros su cuarto lleno de ropa interior sucia, olía más a hombre que ese olorcillo de nada.

Lo que cú-cú no entendía era porque el grupo no había seguido la estrategia de atacar a distancia, ¿a caso no sabían atacar como buenos kobolds lo más resguardados posible?

Corriendo haciendo eses para no revelar la ubicación de la segunda trampa, lanzó su mejor defensa poniéndose lo más en medio posible, para que pudieran retirarse a toda leche. Mientras lanzaba un dardo a modo de jabalina, para cabrear a la semiogra.

Menuda galleta le había soltado la criatura. Smoralek rugió-gritó de rabia y aunque su primitivo y diminuto cerebro le decía que pinchara y cortara a aquella gorda y fea ogra hasta convertirla en trocitos, su instinto de supervivencia pudo más, asi que decidió salir corriendo con el rabo entre las piernas, como buen kobold.

- ¡Maldita, te mataré! – Gritaba en draconiano, y exclamaba mientras corría alejándose del peligro… o eso creía él. – ¡Te mataré! -

Aquel conejo era un verdadero peligro, a pesar de su armadura y su piel escamosa, había logrado darle un buen arañazo. Eso no podía continuar bien de ese modo, pero si bien Rashud tenía muchas habilidades, la del combate a distancias cortas, como bien había demostrado la estirge de las elecciones, no era una de sus virtiudes. Así que tras una finta a modo de amago de mordisco, el kobolnd retrocedió unos pasos para acto seguido descargar una nueva deflagración arcana... una bola verdosa estalló en la cara del maldito bicho.

-¡Así te mueras, conejo!

Como una máquina de matar perfectamente engrasada, con la retirada de Smoralek el grupo se dispersó coordinadamente. Klucky, Slorbo y Smoralek retrocedieron a la vez, cruzándose con Cú-cú cuando éste avanzaba para salir de la nube maloliente de huevos podridos.

Uyuyuyuy... ¡Zálveze quién pueda!

Titánica, la mujerona ograrona salió del río con todo el pijama empapado y cierta cara de mala hostia (era difícil de decir, pues los arcos oculares y los pómulos eran distintos de los de un kóbold, y a saber qué significado tenía aquella expresión). Sus pisadas hicieron retumbar la tierra, y pasó justo por donde tenía que pasar, su trayectoria la llevaba irremediablemente hacia la trampa postmodernista de Cú-cú. La victoria estaba asegurada. La victoria... bueno, la trampa no se activó. Son cosas que pasan a menudo con la tecnología de alta precisión, los mecanismos son delicados y el título de ingeniero de trampas de Cú-cú no estaba homologado.

Así que la semiogra se plantó ante Cú-cú, tapándole en un gran eclipse de la luz de las estrellas y de la luna. Más o menos como hizo su maza gigante, que también le apagó las luces a Cú-cú en un instante, de esos golpes que te dejan la vista borrosa, y pajaritos ruiseñores revoloteando y ladrando alrededor de un monumental chichón.

Mientras, los tres cobardes se tapaban los hocicos ante el olor a huevos podridos...

Yo no he zido, ha zido él-dijo señalando a Klucky aprovechándose que en su forma bestial no podía defenderse.

Papá Picacarne salió del agujero de su habitación al tejado de la planta baja, bramando en su incomprensible idioma de gigante, y haciendo que Pincho se desequilibrase y no pudiese arañar y morder a Rashud tanto como le hubiese gustado.

¡¿LOKUALO?! ¡¿UH?! ¡KEME AZEN CAPUT A LA MENTECATA!-dijo preocupado por la salud de su hijita.

Mientras tanto, del otro lado de la granja, Nord el Chillón corría en círculos perseguido por el oso lechuza gallina.

Cú-cú conciente de lo que se le venía encima, se retiró a toda hostia como si no hubiera mañana zigzagueando para evitar de nuevo la trampa sin que se notara donde estaba, nadie sabía si aquel cepo raro rodeado de cuerdas haría algo, pero no importaba, aquellos bichos feos tendrían que cruzar un río sin puente. Y aunque hicieron la trampa para el señor picacarne, seguramente se la zamparía la hija que era la que ya mismo saldría del río.

No había manera de quitarse el bicho ese de encima, el muy pesado. Pero por suerte esta vez no logró alcanzar ningún zarpazo o mordisco, fruto de los gritps del ogro. Era la ocasión para continuar con ello; antes de que no recuperara la compostura y las ganas de kobold...

¡Zas!

Otra deflagración arcana impactó en el maldito ser orejudo, dañándolo un poco más, tal vez con esto tuviera suficiente.