Partida Rol por web

- El sampán alcanza los muelles, y los marineros lo amarran con una facilidad fruto de la larga práctica.

Al fin habíamos llegado al pueblo de Mu. Mientras nuestra embarcación se aproxima a los muelles y se prepara todo para el atraque entro en el camarote y recojo mis cosas.

-Ya estoy lista. Respondo a Martillo Blanco. Vamos a tierra, tengo ganas de bajar, pero esta vez por la pasarela. Una sonrisa se dibuja en mi cara cuando digo esto. Seguro que tu también tienes ganas.

A Martillo Blanco no le gustaba mucho navegar, ya lo había demostrado cuando lo conocí. Había preferido irse a mi casa andando antes que navegando por el río.
Mientras bajo miro con atención a todas las embarcaciones que están alrededor intentando descubrir si sigue ahí la que habían cogido nuestros amigos. También busco entre la gente sus rostros.

- Buenas tardes, amigo pescador. - Dijo Mazo al anciano que lo había saludado mientras le sonreía para demostrar que no era un enemigo. - Hemos venido en busca de nuestros amigos... - Continuó mientras describía al Dragón y al Halcón más o menos  como pudo. - ¿Sabe de quiénes estoy hablando, no? -

Mazo dió un salto hacia el muelle, bajándose de la embarcación antes de que atraque, para poder pisar de una vez por todas tierra firme.

Se giró hacia Dulce Loto y negó con la cabeza.

- Tu tranquila, baja caminando. - Le dijo risueño.

El pescador palidece:

- "¡Esos seres eran Yoma asesinos! ¡No pueden ser los amigos de un Hijo de los Dragones!" -

Dulce Loto distingue el sampán de Anciano Patrón, la barcaza en la que viajaban Emisario del Dragón y Maestro Garra de Halcón, en compañía de Ronjan el Pirata y el Anciano.

El propio Anciano está en cubierta, atareado con los aparejos al parecer. El patrón de la embarcación baja los ojos cuando Dulce Loto le mira.

Me sorprenden las palabras del pescador, incluso estoy a punto de responder cuando diviso el sampán en el que Emisario de Dragón y el Maestro Garra de Halcón habían viajado.

-Mira Martillo Blanco! ahí está el sampán en el que llegaron. Vamos a hablar con el anciano patrón. Después me acerco un poco y le susurro. Seguramente este pescador ha oído rumores y no sabe de que habla.

No tenía sentido que acusara a nuestros amigos de ser Yoma cuando no lo eran. Me dirijo hacia la embarcación aunque noto como el Anciano Patrón intenta esquivar mis miradas.

¿Que le pasa?

Una mala sensación me recorre por todo el cuerpo sin saber porqué.

-Hola Anciano Patrón, me alegro mucho de volver a verle. ¿Podría decirnos donde están nuestros amigos? Hemos venido a buscarles. Como ve hemos podido ayudar al Joven y vinimos lo antes posible.

- "Buenas tardes, señorita. Por favor, baje la voz. Han ocurrido en el pueblo sucesos lamentables, me temo...

Al parecer, las personas de las que me habla asesinaron a traición al Alguacil del pueblo, un hombre extraordinariamente respetado y descendiente del fundador que dio nombre al pueblo. Previamente habían asesinado a la mejor miliciana, la joven y honorable doncella Lia Hong, ahijada del Alguacil.

Las gentes del pueblo están extraordinariamente disgustadas por estos sucesos, y sus conocidos fueron expulsados del pueblo, bajo amenaza de enfrentarse a la pena de muerte si alguna vez se les ocurre regresar.

No sé decirle dónde se encuentran ahora, pero la noche en que ocurrió todo esto había aquí amarrada una barcaza de Quince, perteneciente a tres nobles que buscaban ayuda para su pueblo, y a la mañana siguiente la barcaza ya no estaba, y tampoco los nobles y los marineros que iban a bordo.

No puedo decirle nada más, señorita." -

Eso explicaba la reacción del pescador ante la pregunta de Martillo Blanco. Seguramente el Alguacil y su ahijada eran demonios Yoma y nuestros amigos habían tenido que matarlos y después salieron en el primer barco que encontraron disponible.

-Gracias Anciano Patrón. Contesto al anciano con una sonrisa y una ligera inclinación de cabeza. Nos ha sido de mucha ayuda. ¿Hace mucho de todo eso?

Me giro hacia Martillo Blanco y le hablo lo más bajo que pueda.

-¿Has oído eso? Seguramente el Alguacil y su ahijada eran los yoma que asolaban este lugar y Emisario de Dragón y el Maestro Garra de Halcón los han matado, pero después han tenido que huir para que la gente no les hiciera nada. El único barco que había ser fue a Quince, así que seguro que ellos están allí. Al parecer también necesitan ayuda.

Debíamos intentar ir hasta Quince. Todo era una gran decepción. Por un lado no habíamos encontrado a nuestros amigos y por otro tendríamos que volver a navegar. Últimamente no hacíamos otra cosa. Esto de viajar no era tan divertido como parecía en un principio.

- "Ayer al Alba ya no estaban en el pueblo, ni ellos ni la barcaza de los nobles." -

Bueno, por lo visto han partido hacia Quince... sea lo que sea eso.

Por lo menos, están vivos y al parecer, han hecho su trabajo, aunque con algo de disgusto para la gente del pueblo. ¿Es que no creían en los Yoma? ¿Es qué no sabían que estaban siendo atacados por ellos? ¿Cómo se puede ser tan patoso?

Por todos los Dragones...

Mazo escuchó a Dulce Loto con tranquilidad. Estaba claro que tenían que seguir hacia dónde fueron sus compañeros... o regresar...

Miró a los marineros.

- Caballeros, seguimos hacia Quince, en busca de nuestros compañeros. - Dijo serio como siempre.

Después miró al Anciano patrón, con rostro paternal.

- Anciano, no se preocupe, veré que ha pasado con esos dos y si es necesario, los traeré aquí de nuevo para que paguen por sus crímenes. Aunque, debéis tener en cuenta que lo más probable es que los supuestos asesinados no hayan sido personas normales y corrientes. ¿Se ha producido algún altercado más tras sus muertes? -

- "En absoluto, noble señor, todo ha permanecido tranquilo ayer y hoy. Pero este pueblo está moralmente desecho y tardará mucho en superarlo. La mañana que habíamos llegado nosotros, se habían hallado tres nuevos cuerpos destrozados, tres mujeres jóvenes y hermosas convertidas en despojos por un carnicero... Una mujer se había vuelto loca y se había suicidado en el santuario de Mu, como ofrenda al patrón tutelar del pueblo, para que lo salvara.

Al parecer vuestros conocidos se presentaron ante el Alcalde y parece ser que el monje se comportaba de una forma extraña, desconsiderada y grosera todo el tiempo. Un comportamiento impropio de un inmaculado.

Después, los dos forasteros fueron a investigar con la Miliciana Lia Hong, la mujer más admirada y respetada del pueblo. Cuando estaban en ello, el monje atacó a traición a Lia Hong con su espada y le amputó una mano, para después rematarla con crueldad en el suelo. Hubo testigos de este acto tan terrible.

Los dos fueron detenidos por la milicia. Según me han contado, el monje fue llevado a un calabozo, mientras el otro fue llevado aparte por el Alguacil, el Héroe Mu Teselas, para interrogarlo sobre el asesinato de Lia Hong. Durante el interrogatorio, el maestro de artes marciales forastero le rompió el cuello al Alguacil, y el monje escapó misteriosamente de su celda.

Los milicianos estaban atemorizados y les exigieron a los dos que no volvieran al pueblo bajo pena de muerte.

El Alcalde Wang está tremendamente enfadado con los milicianos, por haber dejado escapar a esos dos después de que asesinaran a los dos miembros más valorados y respetados de la milicia, con lo que el pueblo está ahora mucho peor que antes.

Todo esto ha sido un desastre y una calamidad, mi señor. Ojalá no los hubiera conducido hasta aquí. Creo que ya no puedo seguir viviendo en este pueblo después de esto." -

La historia del Anciano resultaba desgarradora. Yo misma había vivido en mis propias carnes hasta donde llegaba la maldad y el engaño de los Yoma. Cuando mi hermano me acusó de asesinar a mis padres nadie me creyó, y de no ser por mis compañeros que lo desenmascararon quizá estaría muerta. Al parecer Emisario de Dragón y el Maestro Garra de Halcón no lo habían tenido nada fácil aquí. No solo se habían tenido que enfrentar a dos Yoma sino que después habían tenido que huir. Esa era la parte más cruel de todas. Habíamos librado al mundo de varios demonios y en general la reacción había sido bastante hostil. La gente prefería seguir creyendo que esos a los que tenían por amigos o vecinos no eran los responsables de los atroces actos que sucedían y preferían culparnos a nosotros de estar equivocados.

-No se preocupe. Digo al Anciano. Cuando pasen los días y no haya más asesinatos la gente comprenderá verdaderamente lo que han hecho nuestros amigos. Usted le ha salvado la vida a mucha gente, puede estar seguro.

Ante las palabras de Martillo Blanco asiento con la cabeza.

-Al final te vas a convertir en un experto marinero.

Regresa al sepan con el corazón dolorido al escuchar que un hombre debe abandonar su hogar por tremenda injusticia.

La ceguera de este pueblo no ve más allá de una fachada de carisma, pero tampoco los culpo. Mi hermano era un monstruo sin darme cuenta hasta que fue demasiado tarde. No, no tengo el derecho a culparles pese a que lamento que no sean capaces de entender.

Entra en silencio en la embarcación, visiblemente apenada. Incluso se le escapa algún suspiro que otro, pero cesan pronto. Tal vez, solo tal vez, Emisario del Dragón debió acabar con ese Yoma en otro lugar, en otro momento…

Dulce Loto es el reflejo de la tristeza, pero aún así está hermosa. Suspira ocasionalmente y parece querer unos momentos de soledad para tranquilizarse. No teme por sus compañeros, pero siente que la sagrada tarea que les han encomendado tiene una recompensa ingrata.

No, a eso no se le puede llamar recompensa. De hecho sólo tienen el orgullo de estar haciendo lo correcto.

Otro suspiro y se inclina con cuidado sobre la barandilla de la barcaza, sentada en una banqueta de madera para observar el reflejo que desprende el agua. Está turbia, como lo está a veces su corazón. Apoya los brazos en la barandilla y así descansa su rostro en ellos, cerrando sus ojos unos instantes antes de que el sampan parta rumbo a Quince.

Mazo subió al barco y se acomodó en la parte delantera, para poder ver los muelles y así, saludar a los que allí estaban.

- Hasta la vista, buena gente. - Dijo saludando con la mano. - Volveremos a vernos y espero que la próxima vez las circunstancias sean distintas. -

Después, el grandullón se giró hacia los marineros, y con una sonrisa habló.

- ¡Vamos! ¡A nuestro nuevo destino! -

Bueno, otra vez al agua.

Menos mal que el río nos tiene en alta estima, sino... bah, no debería pensar en cosas malas... es de mal augurio...

- "Sí, señor." -

Los dos marineros se afanan en sus tareas y la barcaza está pronto alejándose de los muelles.

En cuanto los marineros se dispusieron a partir abandoné la barandilla para estar con Martillo Blanco. Permanecer observando las aguas hará que realmente me entristezca, y no es lo que quiero. Llegué con ánimos al pueblo y salgo algo decepcionada, pero no puedo permitir que enturbie mi ánimo.

Mientras me acerco a mi tutor, mi amigo, me despido del anciano con la mano y le dedico una suave sonrisa. No me despedí al regresar a la barcaza y no me gustaría que tuviera una impresión equivocada, sobretodo al escuchar lo apenado que se encontraba.

- ¿Has estado antes en Quince? –pregunta buscando una respuesta positiva. Para Dulce Loto todos los lugares eran nuevos, repletos de historias y personas interesantes que conocer.

De repente siente un escalofrío y su cuerpo tiembla brevemente, haciendo que se abrace a sí misma. Por fortuna no es más que el frío comenzando a adueñarse de la tarde.

Tengo que abrigarme, y más estando en el río. ¿Estarán todos bien?

Con aquel breve pensamiento sobre sus pensamientos vuelve a centrar su atención en Martillo Blanco.

- La barcaza se aleja por el río y acaba dejando atrás Pueblo de Mu.