Partida Rol por web

Fort Doom: Dead Lands

Capítulo 6: Diez de Diamantes

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06/04/2012, 15:50
Stephen Boyle

- No se diga más, como hombre de ciencia estoy dispuesto a arriesgar mi bienestar temporalmente, si de ello depende la celeridad de nuestra campaña- Acto seguido con la habilidad de quien ha disectado especies por años en espacio de ocio, tomó una muestra, no mayor a un área de 1/8" por 1/8" y lo pone en la punta de la lengua.

Su mente se situó en el jarabe de ipecacuana que mantenía en su maletín de primeros cuidados, cuyo uso era recomendado por su madre luego de los excesos de comida en los que se solía caer tras un banquete. Stephen cerró los ojos y esperó sentir, o por el contrario descubrir la condición del otro compañero humano. Bully había caldeado la vena más cauta en su haber.

- Tiradas (1)
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07/04/2012, 13:17
Director

Ante la incrédula mirada de Farlane, Stephen Boyle saboreó y luego tragó la muestra de hierba gris. Los tres muertos también observaban al inglés, encontrando difícil decidirse entre la sorpresa, la risa o el enfado. El pensamiento científico del británico poco menos que le obligaba a comprobar una hipótesis mediante la experimentación; seguramente esa forma de pensar fuera la que acabaría con su vida tarde o temprano. Tal vez muy temprano.

Lo cierto es que nada le sucedió durante un largo minuto. Sus compañeros le miraban como si no fuera otra cosa que una rata de laboratorio, pero ningún cambio notable sucedió en él. Si unos bocados de la hierba bastaban para matar a un recio caballo, seguramente incluso aquella brizna grisácea tendría algún efecto en el delicado Boyle.

Entonces Stephen hizo una leve mueca de dolor y echó mano a un frasco que guardaba entre sus cosas. Antes de que pudiera hacer nada con la extraña pócima del tarro (o de que los que le acompañaban entendieran qué pretendía hacer con él) Stephen cambió de idea. Mirando al horizonte puso cara de "no, ya ha pasado" y entonces sus ojos se nublaron con una cortina de locura. 

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08/04/2012, 14:07
Stephen Boyle

Stephen, al mirar al grupo de caballeros que le rodeaba observó cómo los muertos parecían derretirse cual velas de cera de abejas. La roja pelambre de Bill encendióse en fuego ígneo que parecía volcánico y los ojos y cara de Farlane se hundieron, dándole sin duda un aspecto bastante peculiar.

-Sin duda esta locación tiene efectos colaterales de dudosa naturaleza, señores. La alquimia del enrarecido aire mutoles de maneras inusuales y mi madre siempre decía que no era de señoritos juzgar un rubro por su prestada...-.

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08/04/2012, 14:33
Farlane

Farlane saltó de su caballo, primero sorprendido y luego enteramente preocupado por lo que acababa de hacer Stephen Boyle. Aunque poco llevaba de conocerle, más le valía su presencia entre los vivos, que quedarse solo con aquellos cadáveres deambulantes cuya insana presencia le dejaba intranquilo y le asqueaba.

-S... señor Boyle! ¿qué hace?- es lo único que atinó pobremente a decir mientras de un salto se ponía en tierra y corría hasta al lado del inglés. No esperaba semejante demostración de... estupidez por parte del extranjero.

Se estacionó frente a él. La incomprensible verborrea que salía de su rostro le habría preocupado más de no haberlo escuchado hablar y a pesar de no entender el significado de sus enteramente alienígenas expresiones. En su lugar, las declaraciones del extranjero le calmaron... en parte.

-¿E... está bien señor Boyle?- dijo acercándose temeroso. -E... El veneno de la yerba gris es capaz de matar caballos... es... es...- dijo sin saber qué decir -es... bastante estúpido comprobarlo así...- agregó temiendo algún violento efecto colateral.

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08/04/2012, 19:09
Bill

- Las hierbas deben de ser como el peyote de los pieles rojas- comentó Bill divertido. - Y nuestro amigo va a tener un viaje curioso sin duda, aunque si tenemos en cuenta lo que hay en la realidad - dijo señalando con la cabeza a sus compañeros muertos-vivientes - tampoco creo que lo desestabilice demasiado.

El vaquero azuzó a su caballo para adelantarse un poco en el mar de hierba.

- Atajemos según el consejo de Hank. Basta con que tengamos cuidado de que los caballos no mordisqueen la hierba y con evitar más experimentos por parte del pie tierno.

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10/04/2012, 12:16
Hank Bully

—Carajos, ¡menos mal que alguien me hace caso!— Hank ya empezaba a inquietarse por estar tanto tiempo parados, y la genial idea de Boyle tampoco le había gustado.   

—Y tú, mejor que tengas cuidado, porque aquí ya no cuidamos a nadie. Allá tú con tus experimentos... ¡¡Arre!!

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10/04/2012, 18:24
Director

Aun a pesar de las advertencias del desconocido, el espíritu práctico venció y los caballos se adentraron en la alta hierba gris. Stephen Boyle tenía poco que decir al respecto o al menos su estado no se lo permitía. El británico tuvo que ser ayudado por el tal Farlane para montar en su silla, y una vez ahí se dejó conducir, manso como un cordero. El propio Farlane aceptó de peor humor la decisión, pero nada de lo que pudiera decir hubiera cambiado las suspicacias de los muertos hacia él, de manera que calló.

El cuervo aleteó, alzándose desde el hombro del forastero y sobrevolando la llanura gris. Su vuelo despreocupado sobre todos los peligros que amenazaban a los demás pareció una burla. 

A decir verdad no había nada que temer si Hank estaba en lo cierto. Los gritos de "Ey" y "Arre" que daba el cochero al avanzar parecían ahuyentar a las serpientes. Formaban probablemente la comitiva más ruidosa que pasara por estas tierras en mucho tiempo, y eso parecía estar solucionándoles muchos problemas. Varias veces se escuchó el cascabeleo de un crótalo y se vio una forma entre la hierba alejarse. Nada, durante esas primeras yardas, alteró el paso tranquilo de la marcha. El terreno irregular y la hierba alta que impedía ver el suelo desaconsejaban una galopada, o de lo contrario hubieran cubierto las doscientas yardas en un parpadeo. Desafortunadamente, que un caballo se rompiera una pata al hundir la pezuña en una madriguera o pisar un desnivel hubiera sido tan malo como una dosis de veneno de cascabel.

Estaban ya en el centro del mar grisáceo cuando los caballos se detuvieron a la orden de sus jinetes. Hank ahogó un grito de "Ey", quedando su boca abierta. En todas las direcciones la vegetación oscura se estaba moviendo, ondulando como si algo, decenas de algos, se movieran muy rápido hacia el grupo. Solo entonces asaltó la idea de que las serpientes de cascabel no eran lo único ni lo peor que habitaba entre la Hierba del Diablo...

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10/04/2012, 21:06
Bill

Bill no se lo pensó dos veces. Con la presteza que le da a uno la vida de forajido tomó su escopeta de la alforja sobre la que colgaba para posicionarla en su hombro y apuntar hacia una de las 'ondulaciones' que se aproximaba. No tenía ni idea de qué era lo que se les venía encima pero en esos momentos recordaba lo que el viejo Tom Dosdientes decía siempre: 'si dudas, dispara primero y pregunta después; las tumbas están llenas de gente con dudas'. Bill ya estaba muerto pero no tenía pensado morir una segunda vez.

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11/04/2012, 06:12
Danny Chang

Danny se había llevado la mano al cinto, agarrando su arma, sin dispararla aún a esperas de lo que sucedía con la bala de Bill (si esta daba en el blanco, no tenía necesidad él de gastar las suyas). Su rostro se contraía por la seriedad, y si hubiera podido hubiera volteado su rostro hacia Bully, con una expresión de "y ahora qué".

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13/04/2012, 23:40
Farlane

Farlane observó, temeroso. Aquello había sido una mala idea, la peor que habían podido tener. Pero los muertos no tenían nada que perder, a diferencia de él mismo. Maldijo interiormente no tener más opción que estar allí, en medio de una manada de zombies indiferentes ante su suerte, y de su debilidad latente, por mucho que el par de trozos de pan y los sueros del inglés le habían ayudado, no iban a calmar su hambre. Días sin comer no se podían recuperar tan fácilmente.

De cualquier forma tenía la corazonada de que algo malo iba a suceder y el sonido persistente de los cascabeles sólo reforzaba aquella malsana sensación; y cuando se detuvieron a mitad del océano grisáceo, supo de inmediato que algo no andaba bien. Sin pensarlo sacó su cuchillo, la única arma con la que contaba para defenderse.

- Eso sacamos por hacerle caso a los muertos - dijo en un susurro hacia Stephen aferrándose con fuerza al mango de su arma, en guardia. -Los muertos nunca han sido buen augurio-

Por dentro, esperaba no tener que luchar por su vida... dudaba que los demás fuesen a hacer lo mismo dada su condición.

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14/04/2012, 01:57
Hank Bully

—Me cago en la puñeta... —. Bully maldijo por lo bajo cuando vio que se movían cosas extrañas delante de sus narices. No esperaba tener que estar alerta tan rápidamente en el camino. No me queda otra que empuñar el rifle y unirme al plan de Bill... 

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14/04/2012, 02:03
Director

El círculo se cerraba por segundos y Bill no esperó demasiado. Con su escopeta de cañones recortados apuntó hacia la silueta más cercana que se movía bajo la hierba, intentando seguir su rápido movimiento, y disparó. Media docena de perdigones se hundieron en la maleza, pero la alimaña continuó su camino como si nada. Ahora estaba claro que lo que fuera que se acercaba era pequeño; no más grande que una rata quizá. Unos cuantos caparazones rojizos como de cangrejo asomaron entre el paisaje gris. Las formas insectoides parecían estar desplazándose de mata en mata de hierba en lugar de por el suelo, pero lo hacían muy rápido. Dos docenas de las criaturas acudían al encuentro de los caballos y sus jinetes como si los gritos de Bully y los pasos de las monturas hubieran sido la campana que llama a comer. El más cercano, el mismo al que Bill trató de abatir, estaba ya a poco más de diez yardas... Y entonces Danny Chang alzó su revólver y disparó.

Hubo una pequeña explosión de sangre negra y fragmentos de quitina. La breve visión de unas cuantas patas con aguijones afilados resultó poco tranquilizadora. Si la situación no había parecido agradable, de repente hasta los caballos percibieron el peligro.

Entre relinchos de las bestias y armas amartillándose, el único que parecía no preocuparse en exceso era el señor Boyle. Su mirada perdida en el horizonte y su extravagante indumentaria le hacía parecer un pie tierno del este disfrutando del paisaje.

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14/04/2012, 06:55
Stephen Boyle

Stephen vio al pasto moverse. No solo eso... cada ondulación producía una afectación en el espectro visible, dando lugar a un fenómeno de luces danzantes, como el mencionado por sus colegas escandinavos.

-Interferencias de campos electromagnéticos a nivel endoatmosférico y con reincidencia aleatoria y errática, ¡maravilloso, maravilloso!-

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15/04/2012, 13:32
Farlane

Los ojos de Farlane se abrieron de par en par. "Malas noticias, malas noticias" pensó viendo aquellos crustáceos enemigos. Había oído relatos de bichos extraños últimamente que se cebaban con el ganado, pero siempre había pensado que eran exageraciones de rancheros paranoicos y medio-locos. Ahora bien tendría que ponerse ese mismo calificativo... si salía vivo de esa.

Su caballo relinchó, asustado, Farlane tiró de las riendas y le dio un golpe amistoso. -Shh shhh amigo, vamos a tener que salir de esto juntos, amigo...- dijo con cariño. Sus viejos días en la granja, allá en su pueblo le habían enseñado como lidiar con los equinos y los bovinos asustadizos. Su corcel parecía ahora menos nervioso y más dispuesto a no salir desbocado.

No podía hacer mucho con un cuchillo. Miró a su alrededor e hizo mover a su caballo hasta acercarse bastante más a Boyle -Lo siento señor Boyle, pero creo que no está en condiciones de ayudarnos ahora mismo- dijo tomando con fuerza el rifle que está al lado del inglés y asegurando una ronda con un 'clic' del arma, presto a dispararle a cualquier bicharajo que saltara sobre ambos. Se echó la bendición y apuntó con el rifle hacia la hierba a la retaguardia del grupo. La primera de las bestias que saltara por entre la hierba se llevaría una sorpresa.

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15/04/2012, 21:03
Bill

- ¿Qué puñetas son esas cosas?- preguntó Bill mientras disparaba nuevamente - ¡Maldita sea! ¡Son rápidas las muy jodidas!

No iba a tener tiempo de recargar la escopeta así que tras su segundo disparo dejó caer el arma para desenfundar rápidamente su peacemaker.

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15/04/2012, 23:07
Danny Chang

Danny Chang estaba furioso. Su sempiterna sonrisa se había trastocado en una mueca de molestia; sus ojos estaban casi salidos de sus muertas órbitas de la fuerza con que miraba hacia adelante; la mano que cargaba con su arma se cerraba cada vez más sobre esta, de modo que si estuviera vivo en aquel momento bien hubiera podido tener los nudillos blancos de la presión.

- ¿Y ahora qué demonios...? - masculló por lo bajo, más para sí que para el resto.

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15/04/2012, 23:31
Hank Bully

Bully, con el rifle en la mano, apuntó a unos matorrales que parecían estar bastante llenos de lo que fuera que se habían encontrado. ¡Bang! Sabía que perdería tiempo si quería seguir usando el rifle, así que volvió a colocárselo rápidamente en el hombro y empuñó su látigo para estar prevenido.

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16/04/2012, 00:35
Director

Los caballos se habían detenido; coceaban el suelo y caracoleaban nerviosos. La ordenada línea de paseo se había roto y ahora los jinetes formaban un núcleo desordenado en mitad de la hierba. Todos hicieron girar sus caballos para formar un círculo en el que las retaguardias estuvieran cubiertas. Fue una acción instintiva, y a decir verdad era la estrategia más sofisticada que podía plantearse cuando una horda de insectos asesinos les rodeaban en medio de un herbazal venenoso poblado por serpientes de cascabel.

Las alimañas se demoraron un poco porque sus trayectorias no eran rectas sino zigzagueantes. Cualquiera habría dicho que huían de las balas, o que estaban jugando con sus presas. Bill disparó su escopeta y se pudo escuchar algo parecido a un "chof" acompañado de un salpicar de sangre en la hierba. Esa detonación marcó el final de los preliminares. Una especie de arácnido rojizo voló desde el suelo hacia el caballo del pelirrojo... y explotó como fuegos artificiales cuando Bill le descerrajó un tiro con su fiel Colt. Había pasado tan rápido que a duras penas pudo verse al bicho.

Un enorme estampido salió de la boca del rifle Sharps de Bully. Otro sonido como de un huevo chafarse y la furia de la horda insectoide llegó a su paroxismo.

Desde la posición de Farlane se oyó otro disparo que no hizo blanco. Una más de esas alimañas acababa de saltar hasta posarse en la silla de montar de Bill y una vez ahí comenzó a subírsele por el brazo. Con un golpe rápido y expresión de asco, el bandido pelirrojo se libró del engendro, que aunque no era más grande que un puño tenía en las patas unos garfios de apariencia poco amigable. La distracción costó cara al pistolero, porque su caballo estaba sufriendo un ataque similar y el equino no tuvo tanta suerte. Con un relincho ahogado, el animal se puso sobre dos patas y luego cayó de lado, dando con los huesos de su amo en el suelo. El bueno de Bill quedó tendido sobre la hierba, con mil libras de caballo retorciéndose de dolor y miedo sobre su pierna izquierda. La hierba gris casi le tapaba; el zumbido de las cucarachas del demonio y el cascabeleo de algún crótalo cercano hacían parecer ese suelo el lugar menos acogedor del mundo.

Para Danny, las cosas fueron peor. Su caballo parecía ser el más apetitoso, porque dos de los insectos se disputaron el honor de saborearlo. Para el mestizo chino fue horrible ver cómo una y después otra ¡las alimañas se introducían en la boca del caballo! El desdichado equino tardó poco en perder la vertical, y se llevó a su jinete con él en la caída. Entonces y solo entonces una de las cucarachas decidió que valía la pena probar suerte con el chino cadáver. Con las defensas bajas y aturdido por la caída, Danny Chang vio cómo la garrapata se acercaba directamente hacia su rostro.

Hank Bully parecía mantener a distancia a los asaltantes gracias a su látigo. Aunque su montura estaba teniendo menos suerte y se encontraba al borde de la locura, lo cierto es que el cochero se las apañaba para que respondiera a los tirones de riendas. Era poco probable que pudiera mantener ese delicado equilibrio durante mucho tiempo.

Farlane, mientras, había conseguido controlar a su montura tan bien que la mantuvo a salvo de atacantes, coceando a cualquier bicho que se le acercara. Incluso consiguió espantar a una de las garrapatas que iba hacia el caballo de Boyle. El famélico vagabundo se quitó de encima un atacante que había logrado trepar hasta su bota y entonces se dio cuenta de que otra de esas bestias había subido hasta el regazo de Stephen Boyle y parecía querer llegar hasta su cara.

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16/04/2012, 02:36
Stephen Boyle

Como un centelleo, el estoque del inglés defendió su entrepierna, como fuese natural en cualquier hombre de sangre caliente. Pero su estado mental aún dejaba mucho que desear -nos asaltan los bandidos de Robin Hood! Póngase detrás mío lady Ginebra, Gallahad os protegerá!- 

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16/04/2012, 08:01
Farlane

Aquello se iba al demonio. Era una maldición, el cuervo graznaba en lo alto, quizás preocupado, quizás burlón, pero igual ni Farlane ni los demás podían oirlo con el infernal cascabeleo de aquellos insectos infernales.

-Lo estás haciendo bien, ho... ho... que ninguno se acerque- dijo animando a su caballo que había respondido hasta el momento bien. Los muertos parecían pasto de insectos, mientras observaba de reojo con horror cómo los caballos también eran víctimas del enjambre siniestro. Sin pensárselo, con su rifle apuntó al bicho más cercano a su posición, al que pudiera intentar atacar a su corcel, haló el gatillo...

PUM

Eran demasiados. Los cadáveres eran eso, cadáveres y no parecían equilibrar la batalla más de lo que un muerto real lo haría. Hizo que su caballo diese dos pasos hacia atrás para darse cuenta...

-¡Señor Boyle! ¡cuidado! - dijo mientras de nuevo montó su rifle y disparó a la criatura que intentaba ensañarse con el forastero. Aquello era inútil, el extranjero era víctima de alucinaciones, no iban a salir con vida de no hacer algo, de no acabar con la plaga.

-¡FUEGO!- gritó a viva voz mientras mantenía el control de su caballo. -¡NECESITAMOS FUEGO PARA ESPANTAR A ESTOS INSECTOS! ¡NECESITAMOS FUEGO Y RÁPIDO!-

Los gritos de Farlane resonaban en la pradera, siendo ajeno a la ironía de los mismos, pues de haber estado viajando con el grupo, habría detallado cierto aparato extraño, que Farlane asumía como algún tanque diseñado para los mejunjes de Boyle, quizás una cantina enorme, pero que contenía el combustible necesario para proporcionarle todo el fuego que necesitaba.

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