Partida Rol por web

Fort Doom: Dead Lands

Capítulo 6: Ocho de Tréboles

Cargando editor
Cargando editor
03/03/2012, 02:34
Director

Dakota y Frank llevaban más de dos semanas viajando, simultáneamente en huída y persecución. Huían de un grupo de jinetes bajo el mando de los Ranger de Texas. Capitán Ernest J. Wright: ese era el nombre, y era notorio cómo la sensación de deber de ese comisario sureño le había espoleado más allá de la línea Mason-Dixon. Hacía varias jornadas ya que cabalgaban en territorio unionista, el estado de Nevada, pero la sensación de peligro seguía erizando el vello de la nuca del indio y los días despejados aún podía verse una nube de polvo en el horizonte sur. Por otro lado, el medio indio y el vaquero perseguían a un charlatán, a un jugador de cartas que era un hombre lobo a la vez que un sibilino traidor. Los hamakhava habían dicho que un lobo mató al hombre-medicina de la tribu.

Un gran lobo castaño.

Un gran lobo castaño con ojos verdes, como los del jugador de poker.

Las sutiles pistas que dejaba a su paso el hombre lobo no merecían el nombre de rastro. Apenas podían verse huellas, y era bastante discreto para tratarse de una masa rabiosa de siete pies de alto. A juzgar por la impresión de Dakota, el licántropo había asumido su aspecto de bestia, tal vez su verdadera forma, y ya ni siquiera el día le devolvía la humanidad.

Lo único que Dakota y Frank podían decir era que cada vez estaba más cerca, y que cada vez era menos cuidadoso con su rastro.

Tras un largo viaje a caballo, muchas lunas durmiendo a la intemperie y racionamiento de las provisiones, habían llegado al fin a un pueblo. El Lobo no había entrado en la población, claro, pero había pasado muy cerca, y era una oportunidad perfecta para reaprovisionarse.

Apenas era mediodía, y ni siquiera pensaban pasar noche en este pueblo, anónimo para Frank y Dakota. Ninguno de los dos había estado nunca en Nevada, y eso solo haría más raro el encuentro que allí les esperaba...

Cargando editor
03/03/2012, 02:39
Niño

Apenas hubieron entrado en el pueblo, un chico se acercó a ellos sin dejarles siquiera desmontar. Tenía una nota en la mano derecha, y alargando el brazo hacia lo alto del caballo pardo del indio, le tendió el papel a Dakota a la vez que decía:

–Un mensaje para el señor indio.

Si era consciente de lo inaudito de entregar un recado a un forastero que no era esperado en el pueblo o no, era difícil de decir, pero desde luego el chico no se prodigó en explicaciones. Miraba con ojos curiosos al gigantesco indio y al cowboy. La nota no estaba cerrada y Dakota la leyó de un vistazo.

Cargando editor
03/03/2012, 03:10
Director

Hotel Brickson    habitación 6

Toca y di

"CUERVO"

Eso era todo. Se trataba de un papel casi cuadrado muy pequeño, que recordaba a las pequeñas libretas de notas que usaban los hoteles para pequeñas anotaciones y para dejar mensajes escritos. Por muy escueto que fuera el texto no tenía nada de críptico, y desde luego Dakota no necesitaba una firma para relacionarlo con quien estaba detrás de él.

Cargando editor
05/03/2012, 17:31
Frank

Frank estaba cansado de la cabalgata, y la llegada al pueblo pareció relajarle y ponerle un poco de buen humor. Por fin podría tomarse un trago decente y ver alguna mujer.

Dakota era un hombre de pocas palabras. Más callado si cabía que el propio cowboy, por lo que el viaje había sido monótono y aburrido incluso a ratos.

Al llegar al pueblo, un niño se acercó para hacerles entrega de una nota. EL hecho de ser esperados no agradó a Frank. Si la leyenda era cierta, perseguían a una letal criatura capaz de acabar con un hombre con un solo movimiento. Lo peor de todo era que la leyenda era cierta, tal y como había podido comprobar el vaquero en sus propias carnes.

Dakota parecía menos sorprendido por la nota, así que se aventuró a decir:

- Gracias niño. Ahora ve a jugar. -Y luego, a Dakota: - ¿Alguna idea de quién nos espera en este Estado?

Cargando editor
09/03/2012, 05:12
Dakota

A diferencia de su compañero, el parco mestizo no parecía estar demasiado ansioso por internarse en aquel poblado. Y, extrañamente, esta vez sus imperturbables facciones lo dejaban bien en claro. Quizás fuera porque empezaba a sentirse cómodo junto a su duro camarada. O tal vez solo se había desacostumbrado a esconder sus sensaciones.

En cualquier caso, a medida que los forajidos se habían ido acercando a aquel raquítico caserío, el gesto torvo de Dakota, con sus labios apretados y su mirada ceñuda, había comenzado a transformarse poco a poco en una mueca de profunda preocupación. Más precisamente, de desconfianza. Como si el indio aguardara que una bala perdida saliera a recibirlos de un momento a otro.

Seguía pensando que era una mala idea abandonar las interminables soledades del desierto. Si por él fuera, bien podría pasarse años enteros sin contacto con los blancos, escondiéndose en alguno de los cientos de refugios que había por allí, y viviendo únicamente de las abundantes ofrendas que la naturaleza les tenía preparadas.

Pero claro… los pistoleros tenían también su propia presa. Y, de momento, ella marcaba el paso.

Además, Dakota tampoco era estúpido. Sabía que sus perseguidores habían comenzado a estrechar el cerco a su alrededor, y que cada vez se hallaban más próximos a conseguir su objetivo. Se estaban terminando los lugares donde huir… y pronto también los amigos.

- ¿Hrrmm? – fue lo más cercano a una respuesta que salió de los labios del mestizo. Dakota había echado una mirada al sencillo papel, pero aquello no había hecho variar sus facciones en lo más mínimo. – Tal vez…

Tras ello, espoleó suavemente a su caballo para reanudar la marcha. Sin embargo, antes de que se hubiera alejado demasiado, sus roncos susurros volvieron a irrumpir en la serena quietud de aquellas tórridas horas del día.

- Quizás amigo… Si aún seguir con vida…
 

Cargando editor
10/03/2012, 01:16
Director

El niño no se entretuvo y desapareció correteando por donde mismo había venido. Si bien los forasteros despertaban su curiosidad, lo cierto era que tanto los Colt de Frank y su mirada acerada como el tamaño y la cara de pocos amigos de Dakota invitaban más bien a respetar la intimidad.

Los agotados caballos arrastraron sus herraduras por el polvoriento suelo de la calle principal del pueblo aún un poco más. Además de los ejemplares pardos que montaban, el vaquero y el indio viajaban con otro caballo gris que llevaba una carga poco discreta y menos sutil: la ametralladora Gatling modificada por Boyle. El arma se balanceaba al ritmo del equino bajo unas mantas que la ocultaban; un camuflaje que recordaba a aquella otra vez, no hacía tanto, en la que la Gatling estaba fija en una diligencia y el mundo todavía no se había vuelto un infierno.

Las escasas yardas que tanto esfuerzo estaban costando a los caballos resultaron no ser en vano. A la izquierda podía verse el Brickson Hotel, un edificio de tres plantas, y a la derecha un bonito bar con el sugerente nombre de "#10 Saloon". Un derroche de imaginación, porque resultaba absurdo pensar que pudieran haber otros nueve garitos en un poblacho como aquel. No mucho más lejos, como no podía ser menos en una pretendida calle principal, podía verse un cartel que decía "General Store". 

Cargando editor
10/03/2012, 13:04
Frank

El vaquero miró al indio con cara de "por favor, entremos al Saloon y tomemos un trago de whisky...". Hizo amago de girar hacia allí, atento al lenguaje corporal de Dakota. Igual prefería acudir directamente a la cita en el hotel...

Cargando editor
28/03/2012, 05:47
Dakota

Dakota alcanzó a percibir el destello de ansiedad en los ojos del cowboy. A pesar de ello, no dejó que su rostro se inmutara en lo más mínimo.

Estaba tan agotado y sediento como su compañero, quizás incluso más debido a la gran cantidad de heridas abiertas que todavía surcaban su cuerpo. Y el hambre le hacía crujir dolorosamente las tripas. Sin embargo, tal como la mayoría de los suyos, había habituado su cuerpo a desoír tales urgencias, y de momento no eran más que un sordo quejido que reverberaba angustiosamente en algún rincón de su cerebro.

Al menos mientras tuviera asuntos más importantes que atender.

De modo que, sin sentir la necesidad de abundar en mayores explicaciones, simplemente se bajó del caballo y encaminó sus pasos por la calle principal, justo hasta llegar a la puerta que daba ingreso al hotel.

Una vez allí, se giró durante unos instantes para observar a Frank antes de continuar.

- Frank poder esperar en salón… si querer… “Amigo” tal vez peligroso…
 

Cargando editor
28/03/2012, 09:45
Frank

La frase no sorprendió al cowboy. El hambre y la sed agravaba tremendamente su acidez de estómago, que se convertía poco a poco en un ardor que prometía ser ingobernable. Pero el vaquero no había llegado hasta aquí para tomar whisky en el saloon mientras su compañero se jugaba la vida contra un enemigo desconocido. - No te preocupes, amigo. Las fulanas esperarán por mi. Guiñó cómplice un ojo al mestizo. - Entremos.

Cargando editor
31/03/2012, 17:00
Director

Tres caballos quedaron atados en los postes del acceso al hotel, y los dos extranjeros entraron a descubrir hasta dónde les llevaba la nota entregada por el niño.

El alojamiento no resultó ser especialmente elegante ni limpio. El recibidor consistía en unas escaleras que llevaban a las habitaciones, un mostrador a la izquierda tras el que había dos puertas y un umbral más a la derecha que conducía a una especie de comedor. No había nadie en esta sala, aunque encima del mostrador podían verse un timbre para los clientes y un libro de visitas abierto.

Si el hotel seguía un diseño lógico, la habitación 6 debía de estar en la primera planta. Justo al acabar las escaleras que había frente a la entrada.

Cargando editor
03/04/2012, 10:27
Frank

El silencio y la quietud del escenario inquietaron un poco a Frank. Por un momento regresaron a su mente recuerdos de hechos acontecidos recientemente en los que bestias y fantasmas pugnaban por comerse su impía alma. Habitación 6. Veamos quién es nuestro anfitrión. Las botas del cowboy resonaron contra la madera del suelo al dar unos pasos en dirección al libro de visitas. Frank echó un vistazo en busca del nombre del huésped de la habitación 6.

Cargando editor
04/04/2012, 18:44
Director

La página por la que estaba abierto el libro de registros no era otra que la última. Los más recientes visitantes sin duda habrían dejado su firma.

Smith, William.

La entrada era fácil de distinguir, porque todos los inquilinos tenían apuntado al lado de su nombre su número de habitación. Tampoco era que el nombre dijera mucho a Frank ni Dakota, y casi sin duda era falso. Desde luego sonaba a falso.

Según el libro de visitas, el hotel había estado bastante concurrido, pero a ninguno de los entrantes se le había asignado un número de habitación que estuviera por debajo del 12. Seguramente los de la 6 no tendrían vecinos adyacentes. ¿Habría alguien acaso en toda la primera planta? Si eso significaba mucho o nada, no parecía que lo fueran a descubrir mirando esos papeles.

Cargando editor
05/04/2012, 12:34
Frank

Frank miró a Dakota y se encogió de hombros. Nada que añadir entre hombres de pocas palabras. - Subamos.

Cargando editor
11/04/2012, 01:55
Director

Pasos ligeros llevaron a los dos forasteros en aquel pueblo hasta lo alto de los escalones de madera. Sin saber por qué ni haber tenido que hablar de ello, los dos se movían con sigilo. Todo el hotel estaba en silencio, de forma que podía oírse claramente el ladrido de un perro en alguna parte de la ciudad. Las últimas zancadas hicieron chasquear unas tablas del suelo antes de que llegaran a la puerta cercana a las escaleras.

Habitación 6.

En nada era distinta a todas las demás puertas del pasillo. No se oía más ruido procedente de dentro de la habitación que del resto del hotel. El silencio era igual de denso a ambos lados de la lámina de madera con el número seis pintado en negro.

Cargando editor
11/04/2012, 11:36
Frank

El ambiente pesaba tanto que llegó a agobiar al viejo cowboy. Notó brevemente cómo el ardor de estómago amenaza con subir hasta su garganta. Apretando los dientes tragó saliva sonoramente. Miró al pomo y miró al mestizo. Echó una mano al revólver y la otra a la puerta.

Toc, toc...

Cargando editor
12/04/2012, 01:43
Director

Sin saber qué esperar pero poco tranquilizados por el silencio, los dos hombres se acercaron hasta la puerta e intercambiaron una mirada. Dakota entendió la desgana en el rostro del vaquero. Frank no tenía demasiada prisa por conocer a su "amigo". Incluso en boca del inexpresivo indio, esa palabra había sonado con comillas cuando la pronunció. El apache no parecía tener muchas más ganas, pero afrontaba la tarea con el ánimo de enfrentarse al mismo destino. Algo que tenías que encarar quisieras o no.

El puño del cowboy sonó dos veces en la madera y casi simultáneamente el mestizo pronunció la palabra mágica.

—Cuervo.

La respuesta se demoró lo justo para que todos los músculos se pusieran en tensión pero poco como para cualquier tipo de reacción. Un estampido se mezcló con otro, y junto con otros más llenaron el pasillo con la reconocible melodía de un tiroteo. Más de una docena de agujeros de distinto tamaño se abrieron casi a la vez en la puerta, y la madera pareció no ofrecer más resistencia que la superficie de un lago al recibir un puñado de piedras. Cuatro detonaciones al menos: el rugido de una escopeta y la conocida voz de algún Colt Peacemaker. Frank notó la mordida del plomo en el brazo izquierdo, sintiendo que la herida era grave. Dakota sangraba por una herida de cierta importancia en el abdómen cuando al fin ambos reaccionaron. Quien estuviera dentro, se preocuparía de terminar el trabajo.

La puerta, ya bastante destrozada, cayó de plano al ser abatida desde dentro por una patada. Tres figuras representaban la obvia amenaza en el interior de la habitación de hotel. Justo en frente de la entrada se alzaba un tipo bastante grande armado con dos revólveres; sin duda el que acababa de tumbar la puerta. A la derecha estaba el segundo indeseable, quien había pecado de exceso de optimismo o de falta de previsión, pues llevaba en sus manos una escopeta que humeaba por su único cañón. Con su tiro gastado, tendría que entretenerse en recargar el arma. El tercer asesino, a la izquierda y por detrás del grandullón, levantó su escopeta de doble cañón para descargar su segundo cartucho sobre sus no-tan-sorprendidas-como-esperaba víctimas.

- Tiradas (16)
Cargando editor
13/04/2012, 02:42
Dakota

Si la trampa encontrada producía alguna sorpresa en el mestizo, estaba claro que este encontraría algún otro momento para expresarla. Por ahora parecía haber estado esperando ese momento durante mucho tiempo. A decir verdad, sus tomahawk siempre estaban listos para la guerra.

Con una de sus hachas en cada mano Dakota avanzó un paso, emitiendo un gruñido que tenía poco de humano. Lanzó el arma de la mano derecha hacia el tipo de la escopeta, buscando interrumpir su disparo, y luego, sin dedicar mayor tiempo a decidirlo, avanzó un paso más a la vez que cambiaba de mano su segundo tomahawk. Realizó otro lanzamiento, buscando esta vez al pistolero del centro, y ahí se irgió, desafiante, con un hacha en el cinto pero nada en las manos. Parecía estar en problemas para decidir entre sacar su tercer arma o limitarse a embestir como un bisonte.

- Tiradas (10)
Cargando editor
13/04/2012, 11:00
Frank

El mestizo se movía como un chacal en el desierto. La velocidad de los acontecimientos sorprendió al cowboy, que realmente no esperaba que le abatieran a tiros desde el otro lado de la puerta. Las hachas de Dakota volaron en busca de dos de los blancos. El enemigo libre era aquél que debía entreterse en recargar su escopeta.

Estás muerto, amigo. BLAM! BLAM! Dos de las seis balas del revólver de Frank salieron del tambor en busca del enemigo más "débil".

- Tiradas (7)
Cargando editor
15/04/2012, 01:23
Director

El primer hacha de Dakota se clavó en el estómago del indeseable de la escopeta de dos cañones. El tipo se llevó la mano izquierda a la herida, pareciendo encogerse, y en sus ojos se vio el miedo a la muerte. Se resistía a soltar el arma, pero por el momento tampoco parecía que sus tripas sangrantes le permitan pensar en usarla.

El segundo tomahawk del indio hizo un corte en el brazo derecho del sujeto de las dos pistolas. Este enemigo, casi tan alto como Dakota y con mirada de loco, tenía pinta de ser el más peligroso. Doliéndose de la herida, el hombretón levantó el brazo izquierdo para usar su segundo revólver.

Justo entonces atronó dos veces el Colt del vaquero. El idiota de la derecha, el que tenía su escopeta vacía, se dobló hacia delante al recibir dos tiros justo en la barriga. El sonido de su escopetón chocar contra el suelo cuando dedicó sus dos manos a tapar los agujeros en su abdómen ahogó el leve gruñido que profirió. Sin más quejas, el tipo cayó de narices contra el suelo y quedó tendido de lado, desangrándose pacíficamente al lado de su arma descargada.

Sonó un disparo más cuando al grandote se le metió entre ceja y ceja agujerear a Dakota. El apache se movió suficientemente rápido, sin embargo, y estaba claro que el pistolero no era zurdo. La bala desviada silbó en la pequeña habitación y, a juzgar por el sonido, acabó por romper algún cristal. Hubo un segundo disparo cuando el desesperado asesino apretó el gatillo del arma de su mano derecha, pero la herida le impedía movilidad y tampoco hizo blanco. Tenía al mestizo indio casi encima, dos amigos incapacitados y el revólver de Frank lleno; unas cuantas cosas de las que preocuparse.

- Tiradas (2)