Partida Rol por web

Danny Chang se sienta en la zanja con los pies cruzados

- Es tan buen momento como cualquier otro para echar un vistazo al arma y recargar, usted ponga fina la oreja y no pierda hilo de la historia, por cierto, no olvide avisarme por si hay que volver a disparar.

Dicho esto escupe en el arma, la limpia con esmero con la camisa y comienza a recargarla, mientras tararea una canción.

- Mmmm Mmm MMMm, Mmmm Mmm MMmm

Mira a Boyle 

- Silbaría, pero me noto los labios algo secos

- Mmmm Mmm MMMm, Mmmm Mmm MMmm

La breve tregua terminó con un disparo que dio paso a otro y después otros más. Pero esta vez las balas no silban hacia los atrincherados; ni siquiera hacia Frank Bully, expuesto con la calabaza envuelta en una chaqueta entre sus brazos.

El primer tiro había procedido del revólver de Bill. El pelirrojo les había sorprendido por el flanco.

-Pardiez , que bella sinfonía es esa cacofonía de disparos ahora que sus proyectiles no buscan con ansias nuestros menesterosos cuerpos- dijo Boyle mientras asomaba tímidamente la cabeza por el bordillo de la zanja , eso si , una vez que estuvo bien seguro que ninguna de las balas iba en la dirección de su parapeto.

- Sr Chang , estoy seguro que algo podre improvisar que mantenga sus labios hidratados como los de una meretriz , pero le sugeriría que apoyase usted a nuestro buen ángel de la guarda , no sea que el enemigo cambie de opinión y decida reanudar la contienda . A lo mejor si los rodeamos consigamos un pronto armisticio.

 - Oh, oh...- Aunque las cosas habían salido según lo planeado, o precisamente por ello, el viejo cochero cerró los ojos al oír ¡por fin! el tan esperado disparo de Bill. Si era cierto que los forajidos se habían estado tomando su tiempo haciendo puntería sobre su cabeza  ya no tardaría demasiado en enterarse. Poco podía hacer ya ... salvo rezar... y echarse en cara su estupidez. De todas formas en estos momentos no era él quien más peligro corría. Amartilló el revolver oculto tras la calabaza y se puso a correr en dirección a las piedras, tratando de rodearlas por el lado contrario de Bill.

Danny al oir a Hank echarse a correr, saca sus armas y apunta hacia las rocas cubriendo el movimiento de su compañero

Cuando, cubierto bajo el fuego de Danny, el cochero llegó detrás de las rocas creyó haberse vuelto al fin loco. Lo único que le hacía pensar lo contrario es que la calabaza en sus brazos se había callado de golpe, como por la sorpresa. No es que aquellos rasgos cortados a cuchillo en la piel naranja fueran muy expresivos, pero era fácil imaginarlos en expresión de asombro.

Casi todos los atacantes habían escapado. Bill estaba acuclillado sobre el cadáver del menos afortunado de todos. El bueno de Bill clavaba su cuchillo de monte una y otra y otra vez en el cuerpo sin vida. Su pelo rojizo estaba lleno de sangre y de ese ángulo los flecos del revuelto pelo parecían dos cuernos. Seguramente la ilusión óptica estaba espoleada por los ojos de demente con los que acuchillaba sin parar. Ojos de demonio.

Tenía la misma mirada con la que Danny Chang devoró una serpiente viva.

Dos de los enemigos más rezagados montaban ahora en sus caballos para escapar al galope. Los demás se habían batido en retirada.

En ese momento se escucharon cornetas tocar a carga, órdenes a gritos, el relinchar de caballos y disparos. Muchos disparos. Era el sonido del ejército. Como en las Dime Novel  que leían los chavales que podían permitirse los ¢10, la caballería había llegado al rescate. De eso huían esos indeseables.

Si el ejercito de la Unión iba a ser hospitalario con unos cuantos civiles sureños (todos armados; la mayoría, muertos) estaba por ver, pero por el momento estaban dando problemas a los malnacidos que les habían emboscado y eso les convertía en amigos. La luz de la luna casi llena, de sobra para los Regresados, había hecho casi olvidar que se había hecho de noche. Mientras disparaban y eran disparados, los últimos retazos de atardecer habían desaparecido tras las montañas.

- Estooo, ¿Bill? -  Con el revolver oculto tras la calabaza, Hank trató de entrar en razón con “aquello”. Pues tampoco le parecía que hubiera cambiado taaanto su comportamiento, a pesar de la impresión inicial. ¡Qué diablos! Puede que hasta estar poseído por un demonio manitou le hubiera ayudado al bandido a mejorar su carácter. - … cuando acabes de clavar tu cuchillo en el señor... ¿te importaría dejármele para charlar un rato? - Luego sonrió nervioso. Después de todo, tampoco quería morir a manos de Bill... por segunda vez.

La intensa mirada del pelirrojo atravesó a Hank Bully hasta que, poco a poco, empezó a haber reconocimiento en los ojos. El viejo Bill parecía volver a tomar el control.

El tipo en el suelo estaba tan muerto como iba a estarlo nunca. Seguían sonando algunos disparos alrededor, prometiendo nuevas víctimas pero la batalla ya no iba con los emboscados muertos vivientes ni con Stephen Boyle. Sabiendo que ya no había nada que temer, los que quedaban tras la zanja salieron a contemplar el resultado del tiroteo.

En pocos minutos la caballería vendría a cuestionarles a ellos y, con suerte, a dar respuesta a algunas preguntas. Mientras tanto, el cochero tenía sus propias fuentes de información.

Por fin parecía que la lluvia de plomo había cesado sobre nosotros , así que con timidez Boyle asomo la cabeza por el borde de la zanja/trinchera. Una vez se convenció de que el tiroteo había terminado realmente , salio y se dirigió hacia donde sus compañeros habían acabado con el grupo que les estaba asaltando.

Sin poder dar crédito a lo que veían sus ojos , observo como Bill apuñalaba con saña uno de los cadáveres , en una especie de frenesí histérico , mientras la sangre y los trozos se desprendían bajo la horrible banda sonoros que proporcionaba el cuchillo cada vez que se hundía en la carne. Justo en ese instante , el sonido de nuevos disparos hizo que a Boyle se le encogiese el estomago ( y algunas otras partes menos honrosas) haciendo que diera un respingo y diera un pequeño saltito atrás.Cuando se dio cuenta que la cosa parecía que no iba con ellos se dirigió hacia el resto:

- ¿Estáis bien compañeros? , Bill , ¿se puede saber que humores malignos desprendidos de Hades te están afectando? , ese pobre infeliz ya esta muerto.- dijo Boyle consciente de que la situación estaba a punto de volverse muy peliaguda , sobre todo si los soldados los encontraban haciendo alguna especie de rito macabro y de aspecto caníbal. Afortunadamente , Bill parecía estar recuperando su ser , quizás gracias al contacto con nuestro afable cochero.

-¿No deberíamos apartarnos mas hasta que finalice la contienda con la milicia montada caballeros?

Danny se incorpora y empieza a andar hacia sus compañeros mientras se sacude el polvo de su ropa, al oír algo coge su sombrero y tapa el sol. Una vez ve a la caballería y que sus compañeros están bien, se tumba junto a ellos y se pone el sombrero sobre su cara.

- Ya no hay mucho más que hacer por hoy.

Una vez Bill volvió a un estado, no digo ya natural, que de natural no tenían ya ni el musgo que les cubría, pero sí algo menos amenazador, el cochero enfundó el arma y apartó la mirada del compañero para volverla tranquilamente hacia el horizonte, donde la caballería estaba dando caza a los últimos forajidos. - Jodidos yankees - pensó para sí -... parece que va a ser una charla breve la que tenga con nuestro nuevo (y agujerado) amigo ... - Pero aquello tampoco le apuró demasiado. Al contrario, agradeció que esta vez al menos, salir huyendo no fuera una opción viable. Ya habían tenido mucho de eso, mucho más de lo que su pierna coja estaba dispuesta a aguantar, y así tendría algo de tiempo para relajarse y fingir un poco de normalidad. Significara lo que significara eso. Se acercó con parsimonia al cuerpo maltratado del recién fallecido, y emitiendo un laso suspiro, se dejó caer a su lado, ignorando el charco de la sangre que, todavía fresca, se le empezaba a subir por los pantalones vaqueros. Sacó un papelillo arrugado y un poco de tabaco enmohecido del bolsillo de su pecho, y empezó a liar en silencio a su lado. Aquello jamás encendería, pero igualmente, tras un par de intensas caladas se lo pasó a su nuevo colega poniéndoselo entre los labios sin vida... ¿Fumas, amigo? ... Como era previsible, incluso en el Extraño Oeste, el cadáver no respondió. Pero el viejo Bully no se dio por aludido... - sí, supongo que es un mal día para dejarlo- Río socarronamente, extrajo su petaca y tras darle un largo trago se quedó unos segundos dubitativo. También se la ofreció, algo más receloso. - Supongo que tampoco le darás ningún asco a esto... Perdona, ¿cómo has dicho que te llamabas? - Dijo volcándola sobre su gaznate. - Puedes matarla amigo... en poco tiempo seguramente yo tampoco pueda llevármela de los brazos a la boca. - Tras verter el contenido sobre el cadáver, se guardo la petaca y sin dejar de “hablar” con "él" empezó a recargar su rifle Springfield. - Pero esta vez al menos estaré preparado para darles un poco más de guerra de la que os pude dar a vosotros... ¿Sí? ¿Entonces dices que me das tu Winchester? ¡Pues MUCHAS GRACIAS, hombre! Yo tampoco me puedo creer que os creyerais lo del bebé... JAJAJA... Y dime... entonces... ¿Alguien os contrató o qué os había traído por aquí? Y no me vengas con que ha sido una puta casualidad el dar con nosotros... Aha... ¿Y la caballería os venía siguiendo de antes o también “casualidad”? ¿Hay mucho ejército por aquí últimamente? Y oye, por cierto... veníamos buscando a dos amigos, un indio como un armario y otro pistolero como tu asesino aquí presente, ambos con los cojones bien plantados, pero muy malos conversadores para estar vivos ¿no los habrás visto?¿Y un tipo así medio-lobo? Yo que sé... por preguntar...

...

Sí hombre, sí... ¿Un tal Harry?... Seguro que'l jefe te ha contado o sabe algo sobre él que puedas decirle a un amigo confederado... Y hablando del jefe... ¿dónde dices que puedo encontrarlo? Tengo un par de cosas que decirle sobre el perro traidor que anda buscando... Seguro que le gustaría... Ya lo creo que sí. Al jefe le gusta estar informado ¿verdad? Por cierto ¿Cómo debo llamarle? Digo... a su persona oficial.

El cadáver con el que hablaba Hank no parecía nada parlanchín, pero ya todos habían visto demasiado como para cuestionarle la salud mental al cochero.

La caballería no se hizo esperar y en seguida los gritos y órdenes se escucharon muy cercanos. Jinetes uniformados delataron la posición de los extraños y en seguida una compañía del ejercito nordista estaba ocupando posiciones a su alrededor. Dos o tres de los primeros soldados en llegar dispararon en dirección a los emboscados, antes de que empezara a ser obvio que los desconocidos no estaban intentando huir ni respondiendo al fuego. Un cabo novato hubiera jurado que su tiro dio de lleno en el tipo con abrigo largo y látigo al cinto, pero aquel ni se inmutó, así que seguramente había sido un efecto óptico. 

Tres docenas de soldados les miraban desde sus caballos. Sus rifles les apuntaban con precaución cuando un oficial llegó para hablarles.

—Dejen sus armas en el suelo.

Con voz segura, calmada, dirigió una petición que ya era de esperar. Tal como lo dijo, sonó a una condición inexcusable antes de proceder a hablar civilizadamente más que a una amenaza. Claro, que sus rifles seguían preparados por si acaso, y ellos no los entregarían.

—Están ante el 15º Regimiento de Caballería de Nevada...— No fue hasta ese momento que el oficial, seguramente un primer teniente, empezó a notar algo raro en aquellos hombres. Con la oscuridad del ocaso, podría ser una enfermedad de piel o algo parecido. Una enfermedad muy chunga.

—...a las órdenes del Coronel O'Lowell...— La voz estaba perdiendo determinación. —Depongan las armas y... se les dará oportunidad de explicarse?— La última palabra ya sonó con un signo de interrogación. El teniente estaba pronunciando un discurso aprendido pero su mente estaba encallada vocalizando mentalmente "joder" y en dejarse la vista en entender lo que estaba viendo sin acercarse más.

Danny Chang levanta su tronco quedando sentado y se coloca su sombrero mientras sonríe.

- Buenas tardes.

Acto seguido se levanta y sacude la tierra de sus pantalones, mientras en voz baja empieza a murmurar.

- Mis armas... mis armas, ¿donde? ... Ahh, aquí están.

Con un movimiento ágil de dedos caen las correas que mantienen las armas de Danny.

- Listo, ¿algo más, joven?

Sonríe todo lo bien que le deja su cara.

La verdad es que la situación por momentos pasaba de castaño a oscuro , entre el arrebato antropófago , y la posterior charla de cantina con un muerto ( aunque él lo hiciera constantemente con sus compañeros , y compartia la comida con ellos , nunca había intentado comérselos) , y eso le había parecido de especial mal gusto a nuestro pobre científico , que cuando por fin vio una cara humana que no le quería matar ( al menos por el momento) no pudo menos que obedecer con celeridad y una gran sonrisa.

- Oh , ¡Good save the Queen! ,nunca pensé que me alegraría tanto de vislumbrar una casaca azulina como la que vuestra merced porta con tal gallardía.- dijo Boyle mientras se deshacía del arma , eso si, posándola meticulosa y concienzudamente en el suelo , arma a la derecha , cartuchera a la izquierda y los cartuchos en el centro , todo en el cinto canana pulcramente doblado. Por muy salvaje que fuera esto del oeste , Stephen no podía olvidad su formación académica , y como todo buen científico habituado a trabajar con componentes peligrosos el orden es primordial.

El cochero dejó el rifle a un lado y tras sacudirse las manos, se incorporó lentamente: - Gracias por la ayuda... Si buscan al jefe de estos forajidos, antes de morir, el desgraciado ese... - dijo inclinando la cabeza hacia uno de las cadáveres menos maltratados que habían dejado allí. - me ha confesado que se ha escapado por allí, el muy cobarde. - Hank señaló hacia el sur, hacia los campos de maíz de los que habían venido huyendo medio día atrás. - Aunque no parece muy probable que alguien se os haya podido a escapar a vosotros... - Dijo encogiéndose de hombros. - también me ha parecido raro que le llamara capitán; Capitán nosequé Wright. Nunca había oído de que los bandidos, también ahora, usaran rangos militares...  - Hablaba al teniente, eso sí, sin descubrir el rostro debajo del ala del sombrero, mientras el pelirrojo fingía re-encenderse su mugriento cigarrillo ya apagado.