Partida Rol por web

-Muchas gracias, por ambas, infusión y explicación. Si ya me parece lejana Europa, cuanto más China... Pero la palabra del Señor llega al más recóndito de los parajes de esta tierra - Tendiéndole la mano para estrechársela - Un placer, encantado. - Y haciendo una pausa - Ingeniero... Interesante oficio, seguro que el ciclo de la vida es el motor que mueve todo engranaje en este mundo, y por ende, sin ofender y metafóricamente hablando, desde luego, Dios el ingeniero supremo, pues ha creado todo lo que alcanza a la vista y más que no podemos - Hace otra pausa - Discúlpeme si me emociono al hablar de teología... Y cambiando de tema, ¿cómo es que han llegado a este lugar tan recóndito? Si no es mucho preguntar, claro está...

Muy lejos de contrariarse por las exigencias de Hank, el coronel se relajó visiblemente.

—Bueno.. por un lado la situación exige que unos muertos vivientes como ustedes demuestren que merecen la amnistía, por así decirlo, de nuestro gobierno.

La amenaza quedó en el aire, pero la suavizó con una sonrisa.

—Sin embargo, soy un hombre justo y el Cielo ha querido que esté en situación de ayudarles, pues dos hombres que responden a sus descripciones estuvieron en este fuerte hace dos días. Eran prisioneros que se vieron envueltos en un tiroteo y tuvieron algo que ver con la... demolición ilegal de un hotel.

Carraspeó de nuevo.

—En todo caso, ya no están bajo nuestra custodia— el coronel parecía incómodo hablando de esto. —Mi posición no me permite dar información clasificada a civiles, pero Stephen Boyle ha prometido ayudarnos en un proyecto, de forma que podría considerar que su estatus de colaborador le da acceso a ciertos detalles... Estoy seguro de que nos entendemos. Por otro lado, podemos compartir recursos para dar caza a esa patrulla confederada que tanto parece quererles muertos. Mmmm... más muertos.

Danny sacó sus manos de los bolsillos y se estiró levantando los brazos y dando un largo bostezo, al terminar dejó colocadas sus manos detrás de su nuca.

-Si hay que ayudar, ayudaremos, pero si quiere que hagamos el trabajo bien hecho, consiga la mejor información y las mejores herramientas, porque ya tiene a los mejores no-muertos ... emm... que pueda encontrar. Danny sonrió y dió una buena palmada.- Hasta ese momento ¿que es lo que suelen hacer por aquí cuando tienen tiempo libre?.

A todas luces el coronel parecía tener todo atado, y bien atado.

Había dejado claro que no habría contra-oferta posible a estas alturas. Aunque no podría decirse que el trato fuera injusto -solo estaba por ver si cumpliría con su palabra- el viejo Hank tampoco dejó pasar la oportunidad de cobrarse su particular venganza, al estilo del sur.

El viejo Hank sonrío, se ventiló su vaso de whiskey y, con la boca húmeda del licor, esputó en su mano. Luego se levantó de la mesa arrastrando con él la silla y se la tendió al militar con toda seriedad.

- Creo que tenemos un trato, coronel. Cerrémoslo y brindemos, al estilo del sur-

Nunca subestimes la ingenuidad de un yankee a la hora de creerse las extrañas costumbres de un salvaje del sur. 

—Euu...

El coronel dudó, asqueado, ante la mano que se le ofrecía, pero acabó por pasar por el aro. Escupiendo en su propia palma, estrecha la mano de Hank. Tras eso (y después de asearse como pudo con un pañuelo), sacó un cuarto vaso y se sirvió un dedo de whisky. Si había pasado por lo del escupitajo, tampoco iba a despreciar un trago para cerrar el ritual.

—Me temo que no podré presentaros a mi contacto Pinkerton, pues se aleja cuanto puede del frente, pero me dejó una documentación que me encantará compartir si nos ayuda con el problema.

Vació el vaso de un trago y pasó unos papeles que tenía ya preparados sobre la mesa a los muertos. Los documentos hablaban sobre la licantropía y, a simple vista, parecían tan específicos como podían serlo habiendo sido escritos por alguien que se mearía si tuviera un hombre-lobo a distancia de fusil.

—Además, el medio indio llamado Dakota tiene muchos enemigos en esa agencia. No tengo órdenes específicas de actuar contra conocidos suyos, pero creo que a todos nos conviene que no sepan de su existencia.

Tras su trago, el hombre se levantó, dando la reunión por terminada.

—Daré órdenes y se os permitirá ir a todas partes dentro del fuerte e interrogar a cualquiera. Públicamente serán oficiales de Asuntos Indios enviados para investigar cualquier tontería. Sean discretos; recuerden que nadie sospecha de hombres-lobo y me interesa que no cunda el pánico. Además, si el lobo sabe que lo buscan la situación puede volverse un más peligrosa.

El cochero examinó un poco los papeles por encima y se los guardó maldoblados en el bolsillo del pecho.

- Está bien, nos apañaremos con esto, coronel. Solo un par de cosas más...

En relación a los... ejem... desaparecidos en el fuerte. ¿Ha habido algún tipo de patrón común entre las distintas desapariciones? ¿Dónde ha sido encontrado el último? No nos vendría mal saber de un sitio donde empezar a buscar.

También necesitamos, por razones obvias, que se nos devuelvan las armas incluso, podríamos necesitar algo de ayuda extra, no sé si me entiende. Esos jodios bichos son más duros que la retama.

Y por último me preocupa un poco el señor Boyle... No sé si he entendido bien ¿Ha sido destinado dónde? ¿No podemos verle? Entiéndame, hemos pasado por muchos y difíciles momentos con el percha, y aunque no se le entienda una jodida palabra cuando habla, le hemos cogido algo así como cariño. ¿No ha tenido nunca usté una mascota?

El coronel asintió.

—Tengo previsto salir esta tarde junto el señor Boyle al campamento avanzando, a tres millas de aquí, cerca del frente. Pueden ustedes hablar con Boyle hasta entonces. No tienen por qué temer por su seguridad; no le llevo al frente por sus dotes guerreras, como es evidente, sino como ingeniero. No es nada probable que esté cerca del combate, pero nos ayudará a prepararnos para él cuando llegue. El propio Boyle aceptó el puesto con sus propias condiciones.

Como cada vez que hacía referencia a los hombres lobo, bajó el tono de voz un poco.

—Con todo lo que está pasando aquí, estará más seguro fuera, si ustedes me entienden. No querría que fuera contagiado o... devorado.

Y todavía con su tono de secretismo, continuó.

—Por supuesto, en la armería le darán sus cosas, junto con cualquier ayuda extra que sea posible. Soy el primer interesado en que cuenten con todos los medios y la información necesaria para detener esa amenaza. Aquí tienen una copia del informe de los hechos que he redactado— entregó otros papeles —por el momento, extraoficialmente. Refiéranse a ellos en mi ausencia, pero la situación se resume a la siguiente:

—En las últimas seis noches ha habido cuatro muertes y dos desapariciones. Una por noche. Los hombres dicen que los desaparecidos son desertores que tienen miedo por lo que pasa. Es posible. En todo caso los hombres parecen estar reaccionando sorprendentemente bien ante este asunto— no le faltó un tono de orgullo ante el valor de su tropa. —Los muertos estaban destrozados, en apariencia devorados parcialmente. Siempre han aparecido en lugares distintos. Dentro del fuerte pero en rincones más oscuros o menos frecuentados. El último apareció colgando de la torre junto a la puerta del campamento. Sus compañeros de turno no vieron nada, ni se explican cómo pudo pasar.

Se encogió de hombros, pero no por indiferencia sino para evitar un escalofrío.

—Ahora, si les parece, me gustaría presentarles a algunos de los habitantes en este fuerte. No duden en solicitar su colaboración, pero sean discretos. Aunque no tengo sospechosos, tampoco descarto a nadie.

Los documentos  sobre la licantropía tienen el sello de Agencia Pinkerton en la portada y el sello de TOP SECRET en todas las páginas.

El escrito parece muy técnico. Una forma pomposa de decir que se sabe muy poco de los hombres-lobo y se les controla aun menos. En todo caso, algo de información útil o simplemente interesante destaca.

-Las primeras páginas detallan avistamientos de estos seres en el territorio nordista. Solo hay un avistamiento en Nevada y uno en Utah (probablemente, los dos tengan que ver con el jugador de cartas) pero aparte de eso todos están concentrados en los estados más al norte: Idaho, Montana, Wyoming y Dakota.

-Otra sección habla de la fisiología y clasificación de los licántropos. Hay documentación de hombres-chacales y hombres-coyotes, pero no se les da mucho crédito. En todo caso, está claro que son hombres que pueden convertirse en cánidos y también en enormes monstruos humanoides con rasgos del animal.

-Se les documenta como prácticamente indestructibles. Nunca se ha apresado a uno ni tampoco se ha conseguido abatir ninguno. Las balas forjadas con plata, sin embargo, parecen causar heridas visibles a estos seres y han logrado que alguno huya. Se menciona también las balas santificadas o armas bendecidas por un sacerdote como formas de dañarlos, aunque no hay tanta base experimental.

-Se incluye un estudio sobre el efecto de las fases de la luna sobre el avistamiento de estas criaturas, demostrando que las noches de luna llena la frecuencia es mucho mayor y en luna nueva los casos son inexistentes. No se han descrito avistamientos durante el día.

-Las últimas páginas divagan interminablemente sobre las diferentes teorías: la licantropía como enfermedad sobrenatural que es transmitible y, quizá, curable versus los licántropos como especie animal no documentada.

- No se inquiete usted padre , no es indecente que usted muestre curiosidad por aquellas sujetos que de allende los mares han venido a hollar estos parajes.-dijo Boyle mientras se servia otra buena ración de te , con un buen par de azucarillos sin poder reprimir una mueca de satisfacción cuando el liquido hirviente y dulce se deslizo por su garganta camino de las profundidades viscerales. - En realidad vine aquí porque escuche hablar de cierto mineral de extrañas propiedades que me dieron a entender que podía hallarse en estos parajes de las antiguas colonias. Si la mitad de lo que dicen es cierto imagínese lo que se podría llegar a construir , carros que se movieran sin caballos cual locomotora , aerostáticos dirigibles , incluso cosas mas pequeñas y manejables como estufas móviles o calentadores de agua instantáneos...- la mirada de Boyle se torno soñadora mientras por su mente se pasaban las mil y una posibles aplicaciones que podría tener la famosa piedra , mientras trataba de controlar la excitación por saberse tan cerca de ella.

- No llego a entender esas cosas de las que me habla, pero todo lo que aquí existe en obra de la mano del Señor. - Dijo observando la mirada de Boyle perdida en un paisaje onírico como Oberón en su tan amada Arcadia - Así que debiera usted estarle agradecido por darle la oportunidad de poder indagar respecto a esa roca de la que me habla y jamás he escuchado con anterioridad

El coronel abrió la puerta, cediendo el paso a los muertos, y cerró la puerta del despacho tras de sí. La ruta prometía ser corta, porque el fuerte no era demasiado grande, aunque el oficial estaba más interesado en que conocieran a las personas viviendo tras la empalizada que en los edificios.

No llegaron muy lejos, porque Stephen Boyle estaba sentado junto a una fogata con un hombre con atuendo de sacerdote. El coronel consideró apropiado interrumpir la sesión de té y charla para iniciar unas presentaciones.

La charla fue interrumpida por la llegada del coronel, acompañado de Danny, Bill y Hank, que salían del despacho de este.

Si Boyle no terminaba de acostumbrarse a la compañía de sus compañeros muertos, Gabriel no esperaba nunca en su vida ver un espectáculo así: los tres hombres que acompañaban al coronel parecían muertos (incluso estaban algo descompuestos), ¡pero caminaban, gesticulaban y le miraban desde cuencas vacías!

—Señores— dijo el coronel señalando con la mano al cura —les presentó a Gabriel Sánchez. Nuestro buen sacerdote y guía espiritual.

Devolviendo la presentación, señaló a los tres que le acompañaban.

—Padre, estos son Danny Chang, Hank Bully y Bill, enviados de la oficina de Asuntos Indios que nos ayudarán a desentrañar las muertes recientes.

El militar echó una mirada cargada de significado a Stephen Boyle, como compartiendo un secreto.

Danny se quita su sombrero y se adelanta extendiendo su mano

- Buen día padre ¿como está?, un cura en un ejercito imagino que siempre está liado, por eso de las muertes en batalla, confesiones en el lecho de muerte y cosas así. Ahora que lo pienso, no recuerdo tener un cura cerca cuando morí, la verdad es que de vivo no iba mucho a la iglesia, pero siempre me gustó que en los pueblos por los que pasaba las personas fingieran todos los domingos que eran buena gente. Eran días muy tranquilos los domingos...

El chófer se plantó delante de los vivos y levantó con la punta del dedo índice el ala de su sombrero a modo de saludo. Sin decir una palabra fijó su mirada hueca, de pez muerto de hace unos días, sobre el señor Boyle.

- ¿Todo bien, amigos? Boyle... -

no le había pasado desapercibida la miradita que le había echado el coronel al remilgado inglés. Y aunque tampoco le pareciera amenazante quería averiguarlo del propio Boyle; porque aunque seguía sin entender un pijo de lo que decía, sí le conocía ya lo suficiente, o eso se creía, para poder adivinar, al menos, algo del estado de su ánimo por los gestos. 

- ... señor sacerdote.  ¿Me hace el favor de indicarme para dónde queda el Reino de los Cielos? -
 

- Mirando perplejo y sin dar crédito a sus ojos... - ¿Cómo es posible que haya muertos reencarnados? ¿Milagro? ¿Magia satánica? - Y aún asombrado por la visión responde al saludo con otro - Buenos días... Respecto a que la gente vaya a la Iglesia los domingos solo por aparentar, se que puede llegar a haberla, pero intento que mi congregación sea lo más creyente posible, pues al estar desde no hace mucho en el fuerte, estos valientes soldados necesitan guía espiritual y paz del alma antes de enfrentarse a lo que se les avecina... Tal vez ustedes tengan alguna misión que cumplir antes de obtener el descanso eterno... No se si ese cometido es de carácter religioso o laico, pero seguro que la mano de Dios está en ello, y si puedo ayudarles a conseguirlo o si necesitan de la Extrema Unción para alcanzarlo, nada más me lo dicen... Su falta de Fe creo que ha sido el motivo de que tenga que cumplir algún tipo de penitencia antes de que su alma descanse en paz, en lo que estaría encantado de ayudarle - Refiriéndose a Chang y mirando a Hank - El Cielo está en cada uno de nosotros hermano, cada uno tiene una misión en la vida y tal vez, como dije, su cometido no ha sido cumplido, pero realmente me gustaría hablar con ustedes más tarde, a ser posible...

—No sé— empezó Bill, no dejando pasar la oportunidad de molestar un poco a un sacerdote —más bien creo que estamos destinados a ir al Infierno. Y, ahora que lo pienso, creo que venimos de ahí. Al menos, recuerdo mucho fuego y ningún arpa.

Al faltarle parte del labio superior, le era especialmente fácil lucir una de sus sonrisas, ya famosas cuando estaba en vida.

—Estoy seguro de que más tarde podremos volver a hablar. Por el momento, supongo que podemos continuar con nuestro paseito.

Le echó una mirada a Boyle como preguntando "¿y tú qué haces?".

- Todo bien , mis queridos camaradas y condiscípulos , aquí me encontraba disertando con el amigo sacerdote acerca de varias teorías acerca de la vacuidad del ser y otros temas sin ningún particular. Que tal vuestra reunión con Mr Coronel?.- dijo Boyle , que se encontraba de un inusitado buen humor. El te le había reconfortado mas de lo que podía recordar , y el hecho de que había tenido una charla amistosa con alguien que para variar estaba vivo y no se caía a trozos le había supuesto un vigorizante cambio.

—Sus amigos y yo— respondió el coronel aunque nadie le preguntara —hemos llegado a un acuerdo no muy distinto al que hablara con usted, señor Boyle.

Parecía deseoso de acabar la conversación y miraba al sacerdote con suspicacia y preocupación.

—Ahora, si nos disculpan, queda todavía mucho fuerte por enseñar. Usted, señor Boyle, póngase cómodo.

Se inclinó ligeramente como despedida esperando que los muertos le siguieran.

—Padre...— se despidió.

- Coronel... - Dijo en respuesta, sin saber qué sería de él y de los Reencarnados, si seguirían al coronel o se quedarían en este lugar