Partida Rol por web

Fort Doom: Dead Lands

Joker Negro

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26/08/2012, 01:06
Ranger

—El indio y el vaquero van despacio, capitán.

El veterano Ranger de Texas tenía todo el aspecto de disfrutar de una buena cacería. Bajo su mostacho, la sonrisa decía que veía a la presa cerca.

—Casi parecería que ellos también estén perdiendo tiempo en rastrear. Les alcanzaremos mañana.

La mirada del pistolero se paseó por el campo de calabazas donde una docena de hombres bien armados habían decidido hacer campamento. Estas tierras eran fértiles pero parecían abandonadas. Esa tarde habían pasado cerca de una cabaña cuya chimenea no humeaba y de cuyas ventanas no podía verse ninguna luz. Aunque hubiera sido un mejor lugar para dormir, habían dado un rodeo en torno a la construcción. Desde que habían dejado atrás la siempre hospitalaria Arizona, los sureños habían evitado todo contacto con locales.

—El problema es... —continuó el veterano, devolviendo la mirada hacia su jefe— ...que a nosotros también nos siguen. Desde hace días los chicos dicen que ven fuegos de campamento al sur. Según varios, hoy se escucharon disparos al otro lado de las colinas. ¿Quién cree que puede ser, capitán?

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26/08/2012, 01:33
"Jake"

—Deja de llamarme "capitán". Estamos en territorio en disputa y el color de esta tierra cambia con cada luna, pero hoy por hoy Nevada es suelo de la Unión. Incluso tienen un fuerte de caballería aquí cerca. Si tienes que dirigirte a mí, usa mi nombre de pila. Ernest... o mejor, Jake. 

El duro pistolero escupió en el suelo y dirigió una mirada que disipó toda réplica.

—Mañana vas a mandar un explorador a que eche un vistazo. Ya que tanto quieren vernos, dejaremos que nos alcancen y les prepararemos una sorpresa. En esas rocas se puede preparar una buena emboscada.

Ladeó la cabeza en un movimiento que hizo crujir su cuello mientras miraba a su subordinado con los ojos entrecerrados. Parecía buscar cualquier titubeo o señal de duda. No la encontró. Un Ranger nunca rehuye una pelea.

—Ese perro apache traidor puede esperar un día más.

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26/08/2012, 01:48
Director

El Hombre de Negro detuvo su caballo en seco al oír la cercana explosión. No importaba si cualquier rastro suyo había quedado destruido, ni que probablemente los muy idiotas hubieran caído en la trampa. Si existía la posibilidad de que el apache estuviera vivo, él tenía que comprobarlo. La Agencia no admitiría otra cosa que certeza.

Y existía la posibilidad. Había escuchado demasiado sobre lo duro que era ese mestizo como para creer lo contrario.

Al bajar de la montura hizo una mueca de dolor. La bala le había rozado una costilla. Solo por milagro no había sido mucho más grave. No tenía ni idea de si había sido el medio indio o ese pistolero que le acompañaba, pero era increible lo cerca que había estado. El cowboy había sido la variable que había estropeado su sorpresa en el hotel Brickson.

Puedes sacar una lección de esto: antes que nada, mata al vaquero.

La explosión era la señal acordada. El lugar pactado era justo este. Su aliado en el pueblo tenía que estar a punto de venir.

Que las cosas no salieran bien a la primera no significaba que estuvieran fuera de control. Un buen estratega siempre tenía planes de contingencia. El Hombre de Negro se permitió una sonrisa. Al fin y al cabo, todo estaba saliendo como estaba planeado.

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12/03/2013, 23:04
Director

Un soldado entregó al destinatario la carta que había llegado con ese grupo de voluntarios. Era un sobre lacrado que con letra menuda y curvada anunciaba a quién estaba dirigida, así como la advertencia "TOP SECRET".

Una vez abierta, el texto rezaba:

"Estimado Capitán Rogers

"Baste para presentarme decir soy un miembro de la Agencia Pinkerton, a las órdenes de Ulises S. Grant y con poderes otorgados directamente por él y el mismo presidente. Adjunto documentación que lo demuestra. Junto a la escolta que le ha entregado esta carta le envío dos prisioneros. Sus guardianes han sido avisados de que se trata de enemigos del gobierno EXTREMADAMENTE peligrosos. Si esta carta le ha sido entregada en mano como era mi intención, debería significar que el trayecto hasta Fort Doom se realizó sin incidentes. Por favor, le ruego la misma precaución en lo que concierne a los prisioneros que la que aconsejé al sheriff del pueblo donde los indeseables fueron atrapados. Si mi petición se viera como una imposición, piense que nada menos seguro que un fuerte es aconsejable para mantener y llegado el caso ajusticiar a tales enemigos de la Unión.

"Las instrucciones en lo referente a los prisioneros son sencillas. El hombre blanco es peligroso y prescindible para nuestro gobierno, de modo que un fusilamiento a la mayor brevedad posible será de gran servicio a la nación. El mestizo indio, por otro lado, tiene información relevante que solo la Agencia puede manejar. Debe ser mantenido en aislamiento y entregado tres días tras la entrega de este mensaje en la oficina del sheriff de Hilliardston. El prisionero mestizo será entregado intacto, en el plazo, y a manos de un Pinkerton exclusivamente, junto con esta carta y toda su documentación adjunta.

"La Agencia agradece su colaboración en esta guerra común.

"Fdo: H.N.

Junto a la carta, el capitán Rogers encontró un montón de papeles que acreditaban muchas cosas y un pequeño trozo de papel que tenía muchísimo más significado: un naipe. No era simplemente un naipe. Era uno de los naipes del Jugador. Si el Pinkerton sabía quién o qué era, resultaba difícil de decir. Seguramente tuviera tan solo una vaga idea de que le conocía. Si hubiera estado seguro, la referencia hubiera sido menos sutil.

Tanto si ese seis de picas pretendía funcionar como una recomendación como una amenaza, surtió un efecto muy distinto.

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16/03/2013, 17:12
Capitán Rogers

El capitán observó el arribo de aquel grupo desde el pequeño ventanuco de su despacho y, en silencio, masculló un improperio. Y ahora qué se preguntó. ¿Por qué el sheriff no se deshacía de su propia basura? Ahora resultaba que el ejército debía hacerse cargo de los forajidos y ladronzuelos. Ya tenían demasiado trabajo lidiando con el bestiario infernal que parecía fluir sin control de las mismas entrañas de la tierra; eso sin contar las continuas escaramuzas militares que surgían aquí y allá. Maldita sea. El sheriff iba a escucharlo…

Entonces un mensajero le entregó aquella carta.

Rogers leyó la misiva y terminó arrojándola, con un gruñido de desprecio, junto con las acreditaciones y documentos que la acompañaban. Sus pensamientos recorrieron un intrincado derrotero que iniciaba en un punto tiempo atrás y que concluía precisamente allí y en ese mismo momento. Recogió la carta y la releyó demorándose en algunas palabras. Fue entonces cuando supo que la espera estaba llegando a su fin, que tenía la solución al alcance de su mano. O eso le decía su intuición, y ella nunca le había fallado. Hasta ahora.

Se reclinó contra el respaldo del asiento, echó una fugaz mirada en torno al despojado despacho, como cerciorándose de que efectivamente se encontraba solo, y sonrió. Una sonrisa se insinuó en la fina línea de sus labios afilando aun más sus adustas facciones.

La espera terminó.

Entrecerró los párpados intentando concentrarse en aquella audaz idea que se materializaba en su mente y desvió la mirada hacia el naipe. Sus ojos contemplaron aquel objeto con distraída curiosidad mientras sus dedos lo hacían girar una y otra vez. Cuando se incorporó, arrojó la carta sobre el montón de papeles que se apilaba sobre la mesa y se encaminó hacia la puerta con silenciosos pasos militares. ¿Cuánto tiempo llevaba esperando una señal, una hendidura en el muro impenetrable que lo rodeaba? Días, semanas, meses, años. Carecía de importancia ahora. Si su intuición era certera (y estaba seguro de que lo era) todo concluiría pronto y según sus propósitos. Cómo y por qué eran preguntas que ni siquiera se planteaba. Quién, era lo importante.

Y esa respuesta estaba esperándole a escasos metros de allí.

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16/03/2013, 17:12
Director

No muy lejos del fuerte, a las afueras de un pueblucho sin nombre, el Hombre de Negro miró el camino por el que de un momento a otro esperaba ver llegar a alguien. Se estaba retrasando. La Agencia creía que valía la pena trabajar con ese hombre, luchar el fuego con fuego, pero él, personalmente, tenía dudas. Había recomendado que se suprimiera esa amenaza. La Agencia podía hacer eso y más, claro, pero al Hombre de Negro no le gustaría ser a quien se lo encargaran.

El largo camino seguía vacío hasta donde la vista alcanzaba. Bajó la mirada a sus relucientes botas negras, ya no tan relucientes por el polvo del Oeste. Cuando volvió a subir la vista se encontró a dos palmos de quien esperaba.

Iba a hablar cuando un escalofrío se lo impidió y le hizo ceder turno.

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16/03/2013, 17:36
Jugador

—Harías bien en no confiar demasiado en quien está al mando de Fort Doom.

El Jugador, Jack, Harry el Charlatán o como se hiciera llamar ese tipo tenía una reina de tréboles en la mano. Carecía de toda expresividad, su cara era como una máscara que ocultaba cualquier emoción, pensamiento o intención. En la Agencia corría el rumor de que la carta que tenía en la mano en cada momento o el punto exacto en el que cortaba el mazo eran lo único que reflejaba su interior, y que quien lograra entender ese extraño idioma le podría leer como un libro abierto, pues el tipo era incapaz de soltar su naipes.

—Te acompañaré hasta Hilliardston, donde esperarás a que te los traigan. El medio indio es todo tuyo, pero me entregarás al vaquero. Tal y como habíamos acordado.

Cuando el Hombre de Negro fue a replicar ya no había nadie ahí. El Jugador se había esfumado.

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