Partida Rol por web

Mis compañeros parecen dispuestos a pelear llegado el caso, pero me lo pienso bien. No tiene sentido empezar una pelea aquí ya que podríamos estropear cualquier negociación de Loranda y Kevent, además de ponerlos en peligro. Dejo caer mi arco y mi cuchillo.

- No creo que debamos pelear. Aunque de adopción, nosotros también somos orlanthis, amigos.

Improvisaremos un nuevo plan sobre la marcha.

Los dos guerreros parecn satisfechos ante vuestra decisión y cogen vuestras armas con delicadeza. después os escoltan camino abajo hasta la aldea.

Valle Sombrío tiene ciertas similitudes con la aldea de Cuervos Rojos. Poca población (incluso menor), algunos pastos rodeandola y el templo a Orlanth y Humakt* como centro religioso. Al lado de los templos se alza una cabaña enorme donde os guían sin detenerse para nada.

En el interior veis como es la sala de reuniones del clan; hay varios guerreros armados y vestidos con armaduras, trofeos de caza, de guerra y multitud de adornos y abalorios que cubren las paredes. En el extremo opuesto a la entrada hay una especie de trono de piedra junto al cual hay un pedestal que sostiene un cuerno de grandes dimensiones cubierto con garabados y runas del aire. Sobre el trono, un hombre corpulento os mira con severidad. Viste un peto de coraza muy gastado y sostiene en una mano un hacha y en la otra un yelmo con cuernos. Sin duda se trata de Thormund.

-Decidem, Cuervos Rojos, a qué venis a nuesta apartada aldea.

Por lo que veis, será un fiero guerrero pero un orador más bien directo y escueto.

Los guerreros parecen satisfechos ante vuestra decisión y a la señal d euno de ellos aparecen dos arqueros que estaban ocultos entre la vegetación y que se encargan de recoger vuestras armas.

-Muy bien. Sois gente cuerda, extranjeros. Ahora os escoltaremos ante nuestro khan y debereis responder por vuestra intrusión. Y llevad cuidado pues cualquier intento de jugarreta os podría costar la vida.

Sin otra opción, sois conducidos sendero abajo, hacia su pueblo.

Cuando estoy frente a Thormund veo el cuerno que esta sobre el pedestal y clavo mis ojos en el. Debe ser ese, el Cuerno de las Tormentas, es obvio que nadie lo ha robado, ni tampoco lo han perdido. Tragando saliva pienso rapidamente como empezar. 

-Agradecemos tu hospitalidad, Thormund- inclino la cabeza con respeto a modo de saludo- Hemos venido hasta aqui para tratar un asunto de importancia, los Cuervos Rojos estan preocupados y necesitan respuestas, esperamos regresar con ellas y confio en que me ayudes- lo miro intentando adivinar que esta pensando- Lo primero que debo decir es que no deseamos provocar enfrentamientos entre los dos pueblos. Somos hermanos y siempre lo hemos sido- decido ir al grano tal y como hizo el, y señalo el cuerno- Hace mucho tiempo, dos hermanos  encontraron el cuerno que descansa sobre ese pedestal, la historia cuenta que decidieron compartirlo (repito la historia enterita tal y como nos la conto Kenvent), pronto llegara el dia sagrado y el cuerno deberia estar entre los Cuervos Rojos, asi es como ha sido siempre y no entendemos porque en esta ocasion estais retrasando la entrega. Necesitamos saber el motivo por el cual no ha sido entregado para que la tradicion siga su curso. Kenvent y yo somos emisarios. Es guerrero como vosotros y ha entregado sus armas con el fin de mostrar nuestra buena voluntad. Es importante que ese cuerno este en nuestro pueblo el dia sagrado.... 

Una vez mas, tal y como hice cuando los dos guerreros nos encontraron, busco el apoyo de Kenvent y espero que hable mientras yo guardo silencio. 

Kenvent entra en la gran sala del caudillo con la sensación de estar entrando en las fauces de un lobo gigante, pero con la firme intención de no dar a los Valle Sombrío la satisfacción de verlo intimidado. Como todo buen guerrero, de reojo va tomando buena nota del número de guerreros presentes, de su veteranía, su equipo y su situación, por si en cualquier momento hay que hacer una huida a la desesperada. Cuando ve a Thormund con el Cuerno de la Tormenta a su lado, debe hacer un esfuerzo para que su rostro no delate sus pensamientos. ¡Hijos de perra sarnosa! -se dice lleno de odio, pues le resulta ya evidente que el gusano traidor de Thormund ha decidido quedarse con la reliquia para siempre-. ¡Qué estúpidos hemos sido! ¡Deberíamos haber seguido el plan de Kilder! ¿Cómo he podido siquiera llegar a pensar que estos desgraciados que dicen llamarse orlanthis tendrían un buen motivo para no habernos entregado ya el Cuerno? Kenvent se obliga a serenarse al darse cuenta de que Loranda ya está hablando y empieza a escucharla con atención a la mitad de su discurso, sin dejar de mirar fijamente al líder en su trono. Cerdo seboso hijo de Ragnaglar... Finalmente, Loranda termina de hablar y Kenvent se dice a sí mismo que, aunque no sirva de nada, seguirá con el plan acordado y luego ya se verá lo que ocurre, así que se dirige a Thormund con voz firme:

-Thormund, sabes bien que el acuerdo entre nuestros bisabuelos obliga a tu clan a devolver el Cuerno de la Tormenta a los Cuervos Rojos al cabo de cinco años. Has respetado el trato durante años como haría todo buen orlanthi, por lo que te pedimos que nos lo entregues ahora para seguir demostrando a los tuyos que los Valle Sombrío son gente de palabra y de honor y, que respetan la noble tradición de nuestros antepasados comunes.

Vamos, gusano arrogante, atrévete a decir ante todos que no tienes honor -piensa Kenvent mientras aprieta los dientes.

El líder os mira con incredulidad y sonríe.

-El cuerno... debí imaginarlo. Como decís, este cuerno ha pasado de clan a clan durante generaciones pero el trato de los fundadores incluía las buenas relaciones entre clanes. Y eso ya no existe. Cuando ese sarnoso de Urik se acostó con la hija de Hungard y después huyó dejandola con un bebé bastardo... y cuando esas vacas "perdidas" acabaron pastando en nuestros pastos y después os las llevasteis con nuestro pasto en sus tripas... y aquella vez qué...

De pronto entran tres guerreros más (ya van siete en la sala) y llevan consigo a vuestros compañeros al completo, desarmados y al parecer, algo enfadados.

-Señor, había más forasteros en las inmediaciones.

Los guerreros os conducen a paso ligero por un camino que serpentea y se adentra cada vez más en el valle. Al final éste se abre y os deja ver una aldea muy parecida a la vuestra, aunque quizás de menor tamaño. En el centro de la misma, junto al templo de Orlanth se alza una gran cabaña hecha de piedra, madera y barro hacia la que os conducen. Cuando llegais al interior os encontrais en la sala de audiencias del Khan de la tribu; Una sala llena de adornos, abalorios y trofeos de caza. hay media docena de guerreros en ella y en el extremo opuesto a la entrada podeis ver a Kenvent y a Loranda hablando con un guerrero con armadura de coraza que está sentado en una especie de trono junto a un pedestal con un cuerno de marfil enorme lleno de grabados.

Uno de los hombres que os han conducido hasta aquí se dirige a su lider:-Señor, había más forasteros en las inmediaciones.

Thormund exclama lleno de indignación: -Ese cobarde de Garrath se atreve a mandar a un grupo de forasteros a pedirme el cuerno... Esto no e smenos que un insulto para el valle Sombrío. Pero seré clemente a pesar de eso. Marchaos a vuestra llanura otra vez y decidle a garrath que el cuerno se queda aquí, para siempre, y que si quiere recuperarlo deberá arrancarmelo de mis manos muertas después de haber acabado con todos mis hermanos de batalla.- El tono de voz de thormund va subiendo a medida que habla hasta convertirse en toda una declaración de guerra. -Alguien que se escuda detrás de extranjeros no puede llevar el nombre de guerrero, ni siquiera de Orlanthi...

Por segunda vez en un rato, sus palabras quedan interrumpidas por alguien que entra en el salón, aunque esta vez se trata de un campesino que se tambalea y parece algo desorientado. Sus manos y ropas están manchadas de sangre.

-Señor... la...la granja de Olaff está destrozada. Él y su familia... su esposa, sus hijas... -El hombre agacha la cabeza en señal de duelo. -Creo que han sido esos lobos otra vez.

Thormund, que ya no creíais que pudiera enfadarse más de lo que estaba, enrojece, se levanta de su asiento y agarra su hacha con tanta fuerza que os parece oír el crujir de la madera de la empuñadura. Como si de pronto hubieseis desaparecido dde su vista se dirige a sus hombres.

-¡Esos malditos telmori han regresado para matar a más de los nuestros! ¡Pero esta habrá sido su ultima incursión, por la espada de Humakt lo juro!

Sin esperar un segundo más sale del salón como una ráfaga de viento seguido por todos sus hombres. En cuestión de diez segundos os dais cuenta de que estais solos en el salón junto al campesino ensangrentado que está llorando por sus hermanos caídos.

La rápida sucesión de sorpresas coge totalmente desprevenido a Kenvent. Primero las acusaciones de Thormund contra su clan. ¿Que Urik se acostó en secreto con una chica de los Valle Sombrío? ¿Vacas pastando en las tierras del clan vecino? ¿Pero qué mentiras son esas? ¡Se lo ha inventado para quedarse con el Cuerno! Segundo, la aparición del resto del grupo apresados por los Valle Sombrío. Vaya, nuestro plan ha fracasado totalmente. Y, tercero, el ataque de los telmori y la repentina desaparición de Thormund y de todos los guerreros de la gran sala, dejando el Cuerno de la Tormenta desprotegido. Perfecto, el Cuerno es nuestro, ¡es una oportunidad de oro!

Sonriendo, Kenvent avanza unos pasos para hacerse con la reliquia sagrada, dando gracias a Orlanth por allanarle el camino. Pero entonces, recuerda la ira de las palabras de Thormund y la sombra de una duda se hace evidente en su rostro. Se detiene pensativo justo cuando estaba a punto de coger el Cuerno. Esto... esto provocaría una contienda entre los clanes y, aparte de debilitarnos a ambos, nos impediría celebrar los ritos sagrados... -reflexiona Kenvent, extrañamente sorprendido de sí mismo-. Tal vez podamos conseguir algo más que simplemente recuperar el Cuerno... Mucho más de lo que mi hermano Garnath hubiera podido imaginar...

Sigo a los guerreros hasta la puerta para otear el exterior y comprobar que nos han dejado solos ¿Habrá ruta de escape? Me giro y veo a Kenvent acercándose al Cuerno, parece que lo va a coger pero... duda.

- ¿Qué ocurre, Kenvent? ¿No se supone que debíamos llevarnos el Cuerno?

Al oír la voz de Aldar, Kenvent se gira hacia el grupo con expresión decidida y os dice:

Amigos, hemos venido a por el Cuerno y aquí lo tenemos. Podríamos cogerlo y huir mientras los guerreros de Thormund están ocupados con los telmori, volver con Garnath y ser héroes-. Kenvent hace una pausa para coger aliento-. Sin embargo, creo que podemos hacer algo aún mejor. Escuchadme, y luego decidme si os parece que me he vuelto loco, cosa que empiezo a creer. Si cogemos el Cuerno ahora, se creará una guerra sangrienta entre los dos clanes que solo nos aportará muertos y sufrimiento. Aunque acabaríamos ganando nosotros, porque los Cuervos Rojos somos mejores guerreros, estaríamos sembrando conflicto donde nuestros antepasados sembraron amistad. Creo... -empieza a decir Kenvent con una inseguridad inusitada en él-, creo que sería mejor honrar a mi bisabuelo y a su hermano consiguiendo que Thormund acceda a darnos el Cuerno de la Tormenta por su propio pie, en lugar de cogerlo por la fuerza. ¿Qué opináis? -pregunta Kenvent, evidentemente sorprendido por sus propias palabras.

Me giro sorprendido, no esperaba algo así de Kevent. Tal vez mis prejuicios de carmaniano pesan demasiado en mi ánimo, a pesar del tiempo que llevo entre los brolianos.

Tras unos segundos de desconcierto, acierto a preguntar.

- ¿Y cómo pretendes lograrlo? -musito, mientras le lanzo miradas ansiosas al campesino herido.

-Bueno, con vuestra ayuda, por supuesto -responde Kenvent esbozando una leve sonrisa-. Y con la de este buen orlanthi de los Valle Sombrío -añade señalando al hombre malherido-. Kilder, ¿tienes magia curativa? -pregunta a su compañero. Luego se dirige a todo el grupo-: No tenemos tiempo que perder. Estaba pensando que Thormund no nos escuchará ahora, ya habéis oído que está demasiado ofendido para eso, así que creo que debemos dejar las palabras para más tarde y hablarle mediante hechos. Si pasamos a la acción ahora, podemos demostrarle que los Cuervos Sombríos somos orlanthis de honor, y que vosotros no sois en absoluto forasteros, sino orlanthis de pleno derecho.

¿Qué decís? ¿Os apetece ir a cazar lobos? -concluye mirando a todos en espera de su reacción y dirigiendo una mirada de complicidad a Aldar.

Escucho la conversacion entre Aldar y Kenvent y sonrio negando con la cabeza. Puede que no sean tan barbaros como aparentan, o puede incluso que el cuervo rojo haya sacado algo bueno estando con nosotros. Sea como sea me alegro de que quiera evitar una guerra ayudando a los Valle Sombrio. 

-Tu plan es el de un hombre que piensa con la cabeza Kenvent, si robamos el cuerno se derramara sangre y tal vez ayudando a esta gente nos lo entreguen de forma pacifica. No se como saldra esto pero cuenta conmigo para intentarlo.