Partida Rol por web

Al no conseguir pistas sobre el ataque por vosotros mismos explorando los alrededores de la aldea, os dirigís en la dirección en la que fueron Thormund y sus hombres. Al llegar a la granja veis como ésta se halla en la más absoluta confusión, con animales muertos, otros huídos y la puerta de la vivienda está destrozada. Al parecer los telmori atacaron el lugar y huyeron antes de que nadie pudiera advertir de lo que sucedía.

Cuando llegais, Thormund ha organizado a sus hombres en grupos de cuatro: Dos cazadores y dos guerreros; Y está dandoles indicaciones sobre qué zona deben peinar para tratar de encontrar a los atacantes. Es un líder firme y duro y sus hombres le obedecen sin rechistar, corriendo hacia ls zonas indicadas. Cuando solo le quedan dos grupos por dirigir se percata de vuestra presencia y os mira como si acabara de acordarse de vuestra existencia.

-¡Cuervos rojos! Si habeis venido a causar más problemas os recomiendo que dejeis las armas y os marcheis a vuestra casa antes de que salgais heridos.

Me acerco a Loranda y a Kenvent y les susurro al oído.

- Creo que deberíais ofrecer nuestra ayuda sin pedir nada a cambio o nos apalearan por puro orgullo -le echo una mirada significativa a Kenvent y añado- Ofrécesela como noble orlanthi que no olvida la amistad pasada por malentendidos. Diles que los telmoris también son enemigos nuestros y que no los queremos cerca de nuestro clan.

Inclino la cabeza y me retiro un poco.

Al ver que Kenvent no dice nada, me adelanto un paso y me dirijo a Thormund. 

-Fuimos a verte para demostrar que no queremos enfrentamientos y que es mejor estar unidos y solucionar nuestros problemas como personas y no como animales. Esto podria haber ocurrido en el pueblo de los Cuervos Rojos asi que es asunto nuestro tambien, lucharemos junto a vosotros y vengaremos la muerte de esos granjeros. Espero que aceptes nuestra ayuda- miro de reojo a Kenvent y luego miro fijamente a Thormund esperando que de su aprobacion para que lo ayudemos. 

Al llegar ante Thormund, Kenvent primero se asegura de que no hay salvajes telmoris por la zona oteando la lejanía. Después, escucha atentamente lo que le susurra Aldar mientras espera a que Loranda termine de hablar y entonces se dirige al líder de los Valle Sombrío.

-Thormund, no hemos venido a crear más problemas -dice Kenvent mientras envaina su espada-, sino a solucionarlos con vosotros. Los telmori también son enemigos de los Cuervos Rojos y ayudaros beneficiará tanto a tu clan como al mío. No esperes ninguna artimaña por nuestra parte. Ya ves que podríamos habernos llevado el Cuerno de la Tormenta en tu ausencia, pero no lo hemos hecho porque los Cuervos Rojos somos gente de honor -dice recalcando la útima palabra-. Y sí, ellos también son Cuervos Rojos -Kenvent estira el brazo para señalar a Aldar, Crixus, Erikand, Kilder y Loranda-, porque aunque mis cinco compañeros nacieron al otro lado de la muralla, bajo la sombra del Imperio, ya no son forasteros. Hace dos años que pasaron a formar parte de nuestro clan y ahora son orlanthis de Brolia como tú y como yo.

Al llegar a este punto, Kenvent recuerda que, hace un momento, Thormund ha llamado cobarde a Garnath por mandar a forasteros a por el Cuerno. ¡Así que ya puedes ir retirando lo que has dicho antes sobre mi herm...! -empieza a decir frunciendo el ceño, pero alguien le endiña un amable codazo en las costillas que le hace dejar la frase a medias y entonces recuerda lo que le ha dicho Aldar sobre no pedir nada a cambio.

-Lo que quiero decir es que nuestros clanes no deberían odiarse. Nuestros antepasados eran hermanos y amigos, y como descendientes suyos, deberíamos honrarlos tratando de que nuestros clanes se lleven bien. Durante estos últimos cinco años, nos habéis insultado muchas veces, pero hoy he descubierto que nosotros también os hemos dado motivos para hacerlo. Nos equivocamos al pensar que lo hacíais solo porque sí, pero como buen seguidor de Orlanth, creo que todo error debe repararse, igual que el dios del trueno se reconcilió con Yelm en el inframundo. Por eso hemos decidido venir aquí ahora. Hemos venido a luchar a vuestro lado para empezar a reparar el error, Thormund, ¿aceptarás nuestra ayuda?

Kenvent traga saliva y se queda mirando fijamente a Thormund en espera de su reacción. Durante un instante, le lanza una mirada a Loranda y al resto del grupo sin mover la cabeza, y luego vuelve a fijar los ojos en los de Thormund.

Thormund escucha a Loranda, después a Kenvent, y se queda pensando unos instantes. Parece que le habeis pillado por sorpresa y en un momento delicado y pone cara de desconcierto, pero finalmente responde:

-Los Valle Sombrío no necesitamos vuestra ayuda... pero tres de los nuestros han muerto hoy a manos de esos salvajes y no podemos consentir tal afrenta, así que la prioridad es darles caza cuanto antes. Habeis demostrado ser gente de honor a pesar de todo y por ello voy a acceder a vuestro deseo. Formareis un grupo de caza al igual que nuestros hombres y marchareis en busca de los salvajes.

Después se dirige a sus hombres, que han formado tres grupos de seis hombres (tres cazadores y tres guerreros) cada uno y le sindica donde deben buscar. El primero se dirige al arroyo, puede que los telmori hayan ido allí a beber. El segundo irá a la zona más profunda del valle, donde los lobos suelen ocultarse. El tercero que le incluye a él irá hacia la pared rocosa, donde múltiples cuevas podrían servir de refugio a los Telmori. A vosotros os envía hacia el bosque, donde podrían estar ocultos entre la espesura.

Los hombres de Thormund parten sin discutir a su lider y en pocos segundos vosotros haceis lo mismo.

Caminado por el bosque, tal y como haria una vaca con un cencerro, avanzo en busca de la presa.

Jo, con todo el ruido que hago, es raro que consiga oir algo.

Veo una peña, y me subo sobre ella para poder mirar mejor y mas lejos, cuando les comento:

-Me parece que acabo de ver algo.

Me quedo parado al lado de Kilder, mientras agacho la cabeza y agudizo mis sentidos

-Si es verdad creo que oigo algo..

- Dejad que me adelante. Creo que esto es trabajo para un cazador.

Me agacho y comienzo a moverme con precaución por el bosque, pensando seriamente en quitarme el tapón de cera de los oídos.

Sigo a los demas intentando no hacer ruido, pero no estoy acostumbrada a pasear por la espesura del bosque y piso una rama que se quiebra bajo mi peso. Justo despues me parece oir algo y me paro en seco mirando a los demas. 

El joven Crixus se limita a seguir a sus compañeros intentando no hacer ruido.Apenas tenia idea de a donde estaba parado.

Me interno en el bosque junto a mis compañeros, armado con mi espada y escudo, tratando de no hacer ruido, aunque me maldigo a mí mismo cuando piso un grupo de hojas secas y mi armadura tintinea. Agudizo los sentidos, pero me distrae el sonido de mis propios pasos y voy mirando en todas direcciones por si hay algún peligro oculto.

Vuestro movimiento a través de la espesura es el típico de un grupo de guerreros poco acostumbrados al sigilo y el acecho. Avanzais lentamente tratando de percibir cualquier cosa fuera d elo común hasta que llega a vuestros oídos el inconfundible sonido de voces humanas; hablan en una lengua desconocida para vosotros que de vez en cuando se levanta y se hace claramente audible. Cerca de vuestra posición podeis distinguir un pequeño claro y Aldar se acerca a investigar.

En el claro hay dos hombres de aspecto primitivo y desaliñado, vestidos con pieles y armados con lanzas cortas y grandes escdos ovalados y que van acompañados por dos lobos; Están comiendo en el suelo lo que parece ser alguna presa cruda y de vez en cuando discuten entre ellos y se quitan la comida igual que animales salvajes. No hay duda. Estais ante los telmori.

Avanzo lentamente hasta llegar al borde del claro. Cuando veo a los telmoris les hago una señal a mis compañeros para que se queden quietos. De todas las posibilidades, solo hay una con sentido. Hacemos más ruido que una manada de cerdos spolitas, así que un ataque directo y brutal es nuestra única opción.

- Preparad vuestra magia, amigos, tenemos a dos hombres-lobo ahí delante -les murmuro.

Después me concentro y empiezo a canturrear, preparando mi magia de combate.

Miro en la dirección que señala Aldar, asiento en silencio y me agazapo entre la maleza. Es la hora de demostrar lo que habéis aprendido en los entrenamientos con las armas -susurro a mis compañeros. Luego dejo el escudo y la espada en el suelo con cuidado, pongo las palmas de las manos sobre la espada y me concentro para despertar el espíritu de mi arma, para que me ayude en el combate que se avecina. Luego acaricio el brazalete de cobre que llevo sujeto por encima del codo y suplico al espíritu que allí habita que le de fuerza a mi brazo para golpear con ira al enemigo, pero no consigo convencerlo.