Partida Rol por web

 Años de terror y sangre, de miedo y humanos retorcidos. Años de explendro para el mundo de los vampiros. 

  Años de terror y sangre, de miedo y humanos retorcidos. Años de explendro para el mundo de los vampiros. 

 Las convulsiones políticas de España, ha sido seguidas por Alexander por interés, divertimento y curiosidad (al fin y al cabo, era la cuestión de los humanos). A pesar de ello, le entristeció el golpe militar y la posterior guerra que se iniciaría en julio 1936.  En parte por cuestión utilitaria (malo para los negocios), pero también había cierto afecto hacia la República española, que no pudo sobrevivir por los extremos de unos y otros.

Alexander aprovecho la situación. Dado que finalmente permitió que su pequeño negocio fuese llevado por la camarilla (había gente más competente y siempre le daban un porcentaje de las ganancias) no tenía que preocuparse por ellos. Eso no significaba que lo abandonó, todo lo contrario, más su atención podía estar pendiente en otros menesteres (como la guerra en sí y sumar posiciones en la camarilla).

La guerra significó un nuevo enfoque para la camarilla: se aprovechó en enfrentamiento para iniciar una pequeña "guerra" contra el sabbat, que había empezado a aumentar en poder. Alexander participó en este pequeño enfrentamiento: al fin y al cabo, se estaba convirtiendo en un experto asesino. Sus actuaciones no fueron increíbles, pero cumplió con lo que se le encomendaba, que al fin y al cabo era lo importante. 

En el plano personal, esta guerra supuso para Alexander, la puesta en práctica de sus habilidades, pero sobretodo aprender un poco más de los sabbat. A pesar de ello, nunca logró sacar más información sobre su sire.

Tras finalizar la contienda, la guerra contra el sabbat se resintió, para acabar finalmente en el año 1949. La Camarilla había logrado asestar un fuerte golpe al sabbat, más este no estaba ni mucho menos acabado. Y es que lo que vendría más adelante (la II Guerra Mundial) hizo que las cosas se complicasen un poco... 

 Una carta lacrada llega a tu casa, el sello es el inconfundible del Cardenal MonÇada. 

 Sabes de sobra que he sido más que comprensivo contigo durante todos estos años, pero si bien no es la guerra definitiva, tienes que adoptar un bando claro, en breve correrá algo de sangre en Madrid. Te dejo 3 días, 3 días para que decidas sobre tu futuro. 

 Ambrosio MonÇada. 

 Estás sentado en tu sillón favorito, el tapizado con hilo egipcio, pensando en las devastadoras palabras del cardenal MonÇada cuando suena el timbre de la entrada, no esperas ninguna visita y no es fácil llegar hasta esa puerta sin que sepas de antemano de quién se trata. Uno de los criados se acerca a ti y te dice que Eric está esperando en la puerta. 

 Sin muchas dilaciones lo haces pasar, se sienta frente a ti sin dirigirte una palabra, ni un saludo siquiera. Levanta su vista y te mira seriamente, de repente de todo su cuerpo se cae esa expresión de seriedad y se rie un poco. 

 Cuánta tensión de repente, ¿no? No quiero hacerlo más complicado y difícil de lo que ya es. Los dos sabemos lo que quieres, yo también lo quiero. El principe planea convertirme en su chiquillo las próximas noches, por seguridad, parece que se avecina algo, y yo, ¿cómo decirlo? no quiero ser un ventrue más, no me malinterpretes, aprecio lo que ellos han hecho por mi, pero no, gracias. He visto lo que puedes hacer, he visto a MonÇada, he escuchado hablar de su chiquilla, quiero convertirme en uno de los vuestros, esta noche, ahora. 

Aaron era un vástago interesante, y sus relatos de venganza y obsesión eran adictivos a la hora de querer olvidar lo que sucedía en el resto del mundo. Daba en qué trabajar, y añadía interés en las noches de los cainitas. Poco a poco reuniendo información. Captando que vástago comparte información con otro; quién dirige la palabra a quién en las veladas que el Príncipe imparte.

Aunque la Camarilla merma, muere poco a poco, o eso dicen las malas lenguas, él sigue con su trabajo. Siente comodidad en la Camarilla, pero en cierto modo le es ajeno todo lo que sucede. Prefiere mantenerse neutro para poder alcanzar la paz propia.

La hija y su madre seguían el curso del mundo. Su ex-mujer era una fiel conservadora, y apoyaría la república y su lucha. En cambio, su pequeña podía dudar todavía del bando. Adrián se oculta de todos los conflictos, guardando su refugio e intimidad. Pero para cerciorarse de todo, deja una nota bajo la puerta de su casa con el siguiente mensaje:

"Poco importan las luchas, importan las vidas, ¡vuestras vidas! TENÉIS QUE VIVIR"

 Tengo todo el tiempo del mundo para alcanzar el poder, la riqueza y el respeto que me merezco, lo que me estoy planteando es si quiero vivir todo ese tiempo siendo un chucho callejero o un mastín de raza, los dos son perros, los dos pueden tener cierta posición, pero un perro callejero, siempre será un perro callejero.

- ¿Sabe algo de esto el Príncipe? Te confiaré algo, mi buen Eric. Ahora mismo mi posición está algo comprometida. Si me enemisto con él, las consecuencias podrán ser fatales.

Intento relajarme, pensar en otras cosas. Este chiquillo me tiene encandilado, y sin embargo no puedo, no estando tan cerca de mi objetivo, no ahora.

 Tus palabras hace que me replantee la lucidez con la que te creía. Está bien, me marcho, volveré mañana. Espero que para entonces hayas tomado una decisión. 

 Se da la vuelta, con clase y unos movimientos que distan mucho de ser de un mortal a pesar de que su corazón sigue latiendo. Se dirige a la puerta de salida por la que desaparecerá si tú no haces otra cosa. Un día, un día para pensar, para tomar una decisión y para hacer lo que tengas que hacer. 

 Un secreto

 Eric el ghoul favorito del principe, a quien pronto convertirá ha sido visto saliendo de casa de Aaron Bloen, el lasombra que está muy metidio en la camarilla. 

 Una noche caminando por las azoteas de la ciudad te encuentras con una extraña situación, abajo en un callejón oscuro, una especie de mujer larguirucha y con una especie de alas como de piel está luchando con lo que parece ser un hombre lobo. Por sus movimientos cansados y sus caras fatigadas deduces que llevan peleando un buen rato. 

 ¿Que diablos...?- la escena en la que tenía enfrente de mí le había dejado bastante sorprendido. Normalmente, los lobos no solían internarse mucho en la ciudad, y siempre intentaban pasar desapercibidos (eran seres poderosos, no obstante tampoco eran tontos. Saben perfectamente que un lobo contra toda una camarilla poco podía hacer). Pero lo más extraño era el rival al que se enfrentaba. No había visto nunca un ser así

Desde luego la pelea estaba decantada por el hombre lobo. Ahora la cuestión era, ¿que hacer? Intervenir en combate cuerpo a cuerpo podía ser un suicidio. Al fin y al cabo, no era rival para un combate físico contra el lobo. Por otro lado, no había motivos para meterse en problemas. Simplemente, no era asunto suyo.

Sin embargo, la curiosidad le había picado. Quería saber más del extraño ser. Y para ello no le quedaba más remedio que intervenir...

 Voy acercándome poco a poco dispuesto a luchar a distancia. No obstante, al final eso no va hacer falta. Por lo que se veía, el hombre lobo también se encontraba en muy mal estado. 

Creo que no va hacer falta usar mi arma después de todo- pienso mientras tenso mis músculos para atacar- allá voy.

Sin más preámbulos salto desde el tejado, con la intención de atacar por la espalda al mitad-lobo.

La pelea continúa. Al parecer ninguno de los contendiente se ha percatado de mi... o eso espero. Sin más preámbulos, corro directamente hacia el hombre lobo, para atacarle por la espalda (factor a mi favor). No se iba a andar con tonterías: los hombres-lobo eran rivales duros y podían hacer mucho daño en combate. Era mejor utilizar toda su arsenal.

Concentrándome, empiezo a activar mi rapidez innata. En un instante estoy al lado del animal, golpeándole ciegamente.

 El hombre lobo se percata de tu presencia al sentir el primer puñetazo a sus espaldas, volviéndose y redirigiendo la garra que iba a golpear al otro ser contra tu persona y esta pasa justo por encima de tu cabeza, en ese mismo instante, la criatura al otro lado aprovecha la desconcentración del lobo para clavarle un pequeño puñal entre las costillas, un chorreón de sangre cae de la herida, el lobo ruge de dolor, y haciendo un gesto con el brazo desaparece.