Partida Rol por web

El combate había terminado finalmente, con la huida del hombre lobo bastante malherido. A pesar de ello, no bajo la guardia. Me quedo mirando fijamente a la persona que se encuentra enfrente de mi.

¿Estas herida?- le pregunto, mirándola con cierta suspicacia.

 El extraño ser intenta escapar volando, pero una de sus alas está rajada por la mitad y sus intentos son vanos. Al darse cuenta de ello se hace un ovillo en el suelo y sin soltar el cuchillo retrocede contra la pared. Emite unos ruiditos, una especie de quejidos agudos, pero si está intentando comunicarse contigo no entiendes nada. 

 Bueno, no me ha atacado, eso es buena señal- pienso- o al menos eso creo- la criatura comenzó a emitir sonidos extraños, podía ser su lenguaje. Pero poco podía servirme, puesto que no le entendía.

No voy hacerte daño- digo, sin saber si podría entenderme o no- tu ala esta rota, por lo que no puedes volar en estos momentos, ¿me comprendes?

Asiente, y baja un poco el cuchillo. La ves desorientada asustada de lo que hay alrededor. 

 Me entiende, eso ayuda- viendo como baja el cuchillo, me relajo un poco. Creo que no va a suponer una amenaza, en su estado- no se que quería ese hombre lobo de ti, pero lo mejor que podemos hacer ahora mismo es salir de aqui. Puedo llevarte a un lugar seguro. Me llamo Alexander, ¿y tu eres?

 Hace un ruido extraño, se levanta y se acerca poco a poco a ti hasta estar lo suficientemente cerca como para apoyarse en tu hombro. 

 Estáis en un callejón, cerca del retiro.

 Bien- le sujeto con fuerza y comenzamos a caminar en silencio. No pasaba mucha gente a estas horas de la noche, por lo que era de agradecer- iremos a mi casa, no esta muy lejos de aquí. Cuando te recuperes un poco veremos que debemos hacer. Puedo asegurarte que en ese lugar vas a estar a salvo. Por otro lado, al parecer me entiendes, pero ¿hablas mi idioma? lo digo porque creo que me has dicho tu nombre pero no he logrado comprenderlo, y mucho menos pronunciarlo.

 Chirría algo, como intentando hablar pero sin llegar a conseguirlo. Se apoya en ti y poco a poco llegáis a tu casa, estaba cerca y cogiendo por los callejones oscuros nadie os ha visto. Queda poco para que amanezca, alrededor de cuarenta minutos. Cuando llegáis observas que debido al esfuerzo de la caminata, una de las heridas en el costado y la del ala están sangrando abundantemente, y la criatura al poco de llegar se desmalla sobre el sofa. 

 Maldita sea- digo. Apenas tenía cuarenta minutos para atenderla (algo más, si intentaba resistirme a descansar). Tenía que darme prisa e intentar impedir que se desangrase. Afortunadamente, tenía unos conocimientos básicos de medicina, algo que iba a serme muy útil en la tarea que tenía por delante. Corro hacia el cuarto de baño y comienzo a recoger varias toallas. A continuación, de mi pequeño botiquín (kit básico) recojo vendas y varias gasas. Por último voy hacia la cocina y de ahí recojo algo de alcohol que suelo guardar para las visitas humanas. 

Espero que sea suficiente con todo esto- comencé por examinar las heridas. Eran bastante preocupantes, sobretodo la del costado. Coloco un par de gasas y las coloco directamente en el costado, apretándolas con fuerza con la venda. Lo mismo hago con las alas. No es que sea lo mejor del mundo, pero por lo menos ayudará a que la criatura no se desangre. 

Espero que tengas algo de regeneración, porque poco más puedo hacer- digo mientras espero algún tipo de reacción por su parte.

 Parece que la herida ha sido limpia, aunque no es exáctamente como en los dibujos de los libros de medicina. Poco a poco el sueño va llegando a tu cuerpo, consigues recomponerte, centrar tu cabeza en lo que estás haciendo y consigues cortar las hemorragias, primero la del ala, y con un poco más de tiempo también cesa de sangrar el costado. Apenas te ha dado tiempo de fijar todo el vendaje cuando tu cuerpo cae inerte en el suelo debido al sopor sobrenatural que llega con la salida del sol. 

 A la noche siguiente despiertas a los pies del sofa, levantas la vista y la criatura que dejaste ayer es hoy una muchacha de gran belleza. No hay alas, y el vendaje aun sujeto al costado parece estar bien, no está más manchado de sangre de lo que debiera. Su pecho sube y baja despacio, denotando una respiración tranquila, y el color de su cara es saludable, algo pálida por la pérdida de sangre, pero a primera vista no parece correr peligro. 

 Uno de los murciélagos a los que tienes vigilando tu familia se acerca volando rápidamente

 Malo, tuya, hija

 y revolotea a tu alrededor esperando su gota de sangre. 

 Interesante- pienso al ver a la muchacha tumbada en el sofa. Voy hacia mi cuarto y saco de uno de los armarios una manta. Vuelvo al salón y se la pongo a la muchacha- esperaré a que se despierte.

Tendría que limpiar algo el salón (y muy posiblemente comprarse un nuevo sofá) debido a la sangre. Por lo demás el piso se encontraba bastante limpio. Era un lugar pequeño, pero confortable y acogedor. Constaba de tres habitaciones (la que sería la principal para los humanos, el cuarto de invitados con dos camas y una tercera bien escondida que sería la suya), un salón bastante grande, una cocina, dos cuartos de baño- uno en su cuarto, el otro en mitad del pasillo- y un despacho, donde guardaba pequeños recuerdos de sus viajes, aventuras y su pasado. Cada cierto tiempo contrataba a un equipo de limpieza para aclimatar la casa (salvo su habitación, esa era desconocida para todos). 

En general, su casa estaba decorada lo suficiente para dar la impresión de que alguien vivía allí, pero sin grandes ostentaciones ni lujos. No era su estilo. Era un piso como otro cualquiera. 

 Al cabo de un par de horas escuchas ruido en el salón y al entrar ves a la muchacha desperezándose, cuando por fín despierta. Mira alrededor y fija su mirada en ti. 

 ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú?

 Te espeta blandiendo su cuchillo contra ti a la par que olisquea el aire. 

 Vaya, ¿no tienes recuerdos de lo que sucedió anoche?- pregunto con toda la tranquilidad del mundo- por tu cara, veo que no. Baja eso, no voy hacerte daño- le digo- mi nombre es Alexander, ¿tu eres...?

 Responde rápido y decidida

 Marya, y claro que tengo recuerdos de lo que pasó anoche, fue la peor noche de mi vida. Lo que no tengo del todo claro es quién eres tú, qué haces aquí, y por qué apestas a banalidad como un cubo de basura. 

 Sonrío, ¿que más puedo hacer?- en primer lugar, esta es mi casa, por lo que tengo derecho a estar aquí. En cuanto a quien soy, ya te lo he dicho: Alexander y te salvé la otra noche la vida. Omitiré por otro lado, tu pequeño comentario acerca de mi. Al fin y al cabo, eres mi invitada. ¿Algo más que quiera saber la señorita antes de que empiece yo a preguntar? tengo curiosidad por lo que ocurrió anoche y espero que tu sepas darme las respuestas adecuadas para saciarla.

 Sus ojos miran alrededor sin fijarse en nada, pensando. Y entre dientes susurra

 Anoche... me echaron... estaba paseando por el parque...

 de repente sus ojos se abren mucho y se lleva la mano al costado, asustada por algún recuerdo amenazador, el garrazo probablemente.

 ¿tú viste al ser que me atacó? Tengo esa escena un tanto borrosa. ¿Me ha seguido hasta aquí? ¿Me has traido tú aquí? ¿Para qué?

 te ametralla con preguntas sin dejar de estar a la defensiva. 

 Suspiro, resignado- el que te atacó era un hombre-lobo el cual huyó cuando intervine. Le pillé desprevenido, momento en el que aprovechaste para clavarle una daga. Y no, no nos siguió hasta aqui- o eso espero- contesto.

Por otro lado, te traje aquí porque dejarte desangrándote en mitad de la calle no entraba dentro de mis intenciones, las cuales son... simplemente de saciar mi curiosidad. Por ejemplo, ¿que diablos eres tú? Y espero que me contestes de una maldita vez, habida cuenta que te he salvado la vida y te he traído a un lugar seguro. 

 Yo soy algo que no entenderías, al que han echado de su antigua vida. Así que desde ahora soy María, buscaré un trabajo y un lugar en el que quedarme en Madrid. Si no puedes ayudarme en nada de eso, aparta, tu presencia me desagrada. 

 Dice levantándose y arreglándose la ropa.